EUROPA Y LOS PRIMEROS EXPLORADORES.

A partir del siglo XII, la Europa cristiana entró en contacto definitivo con Oriente Medio, por medio de las Cruzadas, en la búsqueda de la liberación de los Santos Lugares o “Tierra Santa” tomadas por el mundo árabe siglos atrás. A pesar que las guerras y las rivalidades religiosas resultaron en un conflicto armado entre el mundo cristiano y musulmán, lo cierto es que el acontecimiento de la batalla entre la Cruz y la Media Luna derivó no solo en rivalidades, sino en un valioso intercambio de ideas que el mundo Occidental supo aprovechar en gran medida.

Un dato valioso fue que el comercio con los territorios del este de Europa y el conocimiento de las ciencias orientales cambiaron la forma de pensamiento europeo en diversos aspectos, así como en la noción del mundo cristiano sobre otras culturas ajenas a la suya y, junto a ello, el deseo de conocer mejor el mundo donde se vive, lo cual desembocó en los motivos de la exploración de las regiones lejanas en un mundo recóndito más allá de los mares, desiertos y montañas.

Para Europa y la mayor parte del Mundo Cristiano, durante la Edad Media, las tierras de oriente y Asia habían sido un continente poco conocido; aunque ya se tenía conocimiento del mismo mucho antes.

Alejandro Magno había alcanzado los límites del Indo en sus conquistas y Egipto, en los tiempos de los Ptolomeos, sucesores del conquistador Macedonio, ya comerciaban con la India. El Imperio Romano tenía conocimiento de la existencia no solo de India, sino de China, a la cuál nombraban como: “Seres”, en una posible referencia, en general, a “los pueblos más allá de la India”. A su vez el Imperio Chino denominaba al Imperio Romano como: “Da Qin”, como “especie de territorio al otro lado del mundo”. China deseaba mantener relaciones con Roma desde los tiempos del emperador Marco Aurelio; pero la diplomacia nunca fue efectiva o consolidada; ya que la enorme distancia que los separaba y los reinos de Partia y Kushan en las regiones del Medio Oriente impidieron que las dos potencias mantuvieran contacto directo, permitiendo solo escasos conocimientos de la existencia de ambos por medio de la Ruta de la Seda: un conjunto de diversas rutas comerciales (caravanas o navíos) cuya base principal era el negocio de la venta de seda (además de otros productos como el marfil, piedras preciosas, porcelana, vidrio, metales, etc.) conectando las antiguas regiones de China y Mongolia con la India y Persia, y éstas a su vez con Medio Oriente, Egipto, Turquía y Constantinopla.

Roma era aficionada a la seda de origen chino, la cuál era obtenida por medio de la India o por el comercio mismo con el Imperio Parto.  

Sin embargo, a partir del siglo V, tras la caída del Imperio Romano, las tierras de oriente cayeron en parcialmente en el olvido para la naciente sociedad cristiana, a excepción de la tierra de Jerusalén y las regiones de los antiguos patriarcas hebreos del antiguo Israel.

Pese a ello, durante la Edad Media, con las cruzadas y el emergente comercio del siglo XII, el interés por la exploración de las regiones de oriente fue renovado dando inicio al establecimiento de las relaciones diplomáticas, comerciales y de exploración.

Dato importante es que uno de los primeros exploradores europeos durante la Edad Media fue el rabino español Benjamín de Tudela quien partió de Zaragoza en 1159 para visitar las regiones orientales del mundo conocido. Su viaje lo llevó hasta China, volviendo a Europa en el año 1173.

Benjamín Tudela

Otros exploradores y viajeros fueron los monjes de la cristiandad, quienes como embajadores y en calidad de misioneros del papado y de los monarcas, viajaron a través de las regiones orientales, destacando la orden de los franciscanos, siendo uno de ellos Juan de Montecorvino, quien en el siglo XIII alcanzaría Pekín para establecer una misión.

Orden Franciscana

No obstante, fueron en realidad los mercaderes quienes por medio de sus caravanas, cruzaban inmensos territorios entre llanuras y desiertos, no exentos de peligros, transportando sus mercancías, logrando establecer comunicación entre China, la India, Persia, el mar Negro, Constantinopla y, al final, el mar Mediterráneo.

La seda, la porcelana y las especias, llegaron a oídos de Europa en el ámbito del comercio el cual había florecido en mayor medida, especialmente entre los pueblos cristianos del Mediterráneo, con mayor énfasis entre las repúblicas italianas del momento: Venecia y Génova, quienes dominaban el comercio marítimo.

Empero, Asia Menor había caído en poder de los musulmanes, quiénes en sucesivas campañas, habían formado un gran imperio dominado por el Islam. Los ejércitos cristianos europeos habían logrado contener en sus conquistas a los musulmanes, frenando su avance por medio del naciente reino de Asturias en la península Ibérica en el año 718 y la Batalla de Poitiers en 732 con Carlos Martel y las consecutivas batallas de sus sucesores, así como la resistencia ofrecida por el Imperio Bizantino por largo tiempo.

La rivalidad entre el Cristianismo y el Mundo Musulmán perduraría durante toda la Edad Media. En 1453, los turcos habían conquistado Constantinopla, acabando en definitiva con el Imperio Bizantino y el legado del Imperio Romano de Oriente, lo que condujo al deterioro de las rutas comerciales que los reinos europeos habían establecido desde el siglo XII con las regiones orientales como la India.

Fue necesario encontrar por lo tanto un nuevo camino para llegar a Oriente en busca de las preciadas especias y productos. Esto implicó las exploraciones marítimas de los reinos europeos que fueron facilitadas en gran parte por la incorporación de la brújula y su aplicación en los viajes por el océano evitando el cabotaje.

Fue entonces cuando a partir del siglo XV, los europeos descubrirían nuevas rutas de exploración.

Portugal y el Viaje de Bartolomé Díaz. Las primeras exploraciones.

Hacia finales de la Edad Media, Enrique el Navegante, hijo de Felipe I de Portugal y Felipa de Lancaster, estableció una escuela de náutica en Sagres y una escuela de matemáticas en Lisboa, formando así a excelentes matemáticos y cartógrafos portugueses. Enrique el Navegante sería un destacado impulsor de las exploraciones por mar, lo que llevaría al descubrimiento de las islas Canarias y a la exploración del litoral africano en Sierra Leona y Cabo Verde.

Portugal destacó mucho en los primeros viajes marítimos. Entre sus primeras hazañas estarían a cargo de Bartolomé Díaz, (Bartolomeu Dias en portugués) considerado como el primer explorador quién a principios de 1488, llegó al extremo sur de África, alcanzando el océano Índico. Desde muy joven se había hecho a la mar, cuyas empresas buscaban oro y marfil africano, demostrando en sus travesías marítimas valor y habilidad por lo que el rey Juan II de Portugal le encomendó la exploración de la costa occidental de África.

Previamente en 1481 Bartolomé Díaz había explorado las costas occidentales de África, levantando mapas e identificando rutas y territorios.

En 1487 el monarca le encomendaría la misión de buscar Madagascar y el mítico reino del Preste Juan (Etiopía). El origen del cometido estaba en los informes del explorador portugués Covilhan, quien en sus periplos había realizado una ruta de Venecia a Egipto, atravesando el mar Rojo y llegando a la India, induciendo la existencia de un paso hacia el Oriente por el sur de África.

Díaz aceptaría la misión asignada, partiría de Lisboa entre julio y agosto de 1487 con tres carabelas surcando África occidental rumbo al sur. Cercano a tal latitud sus navíos se enfrentaron a grandes tormentas que estuvieron a punto de hacer zozobrar su misión y deteriorando sus naves; hecho que haría nombrar a la región posteriormente como “Cabo de las Tormentas”. Díaz No perdió la costa africana durante su recorrido marítimo pese a las tempestades, notando posteriormente que su ruta tomaba rumbo al norte al pasar las tormentas.

Díaz seguiría navegando por varias semanas sobre el territorio que se extendería hacia el norte, alcanzando el punto más lejano de su viaje en los límites del Océano Indico en marzo de 1488, en la desembocadura del actual río Bushman (Sudáfrica). Díaz en este punto deseaba seguir la navegación rumbo al norte, sin embargo, la tripulación se había amotinado por la escasez de alimentos y el deterioro de las naves, obligando al navegante a iniciar el inevitablemente retorno a Portugal.

Bartolomé emprendió el regreso de su viaje por la misma ruta, realizando escalas, pasando por el tormentoso cabo, comprendiendo que había alcanzado las tierras meridionales del continente africano y atracando en Lisboa en 1488 tras una exploración marítima de poco más de 16 meses.  Bartolomé Díaz mostraría sus mapas establecidos al rey, quien determinaría en nombre de Portugal una nueva ruta a Oriente bordeando las costas africanas descubiertas por Díaz, lo que permitiría viajar y comerciar con la India evitando mediadores y el uso de las rutas terrestres por Medio Oriente monopolizadas por los turcos. El Cabo de las Tormentas sería bautizado por “Cabo de Buena Esperanza”.

España. Los viajes de Cristóbal Colon y América.

Cristóbal Colon (Cristoforo Colombo en italiano), cuyos orígenes han sido discutidos, inclinándose por tener como origen su nacimiento en Génova, Italia, en 1471, fue un navegante y cartógrafo a quien se ha atribuido por medio de sus viajes de exploración el Descubrimiento de América en nombre del reino de España el 12 de octubre de 1492 o como el descubridor del continente americano o el Nuevo Mundo por parte de los europeos (aunque se ha considerado o teorizado que no fue el primer explorador europeo del continente americano) se ha considerado en él, tal denominación, por haber establecido una ruta a través del océano Atlántico de manera oficial.

Desde joven se hizo marino tomando gusto por la navegación, determinando por medio de sus viajes y experiencias que podría existir una ruta alternativa hacia los países del otro extremo del mundo (la India) al circunnavegar; ya que estaba convencido que la tierra era redonda.

Colon hubo de fijar una empresa de navegación para demostrar su teoría y a la vez encontrar una preciada ruta a la India, solicitando ayuda y patrocinio al reino de Portugal quien rechazaría su propuesta. Cristóbal Colon conocería a los duques de Medina-Sidonia y Medinaceli, quienes le recomendarían a la reina Isabel. Colon además expondría su empresa a los dirigentes del convento de la Rábida, conformados por cosmógrafos y eruditos, entre estos: fray Antonio de Marchena, experto en navegación; el prior Juan Pérez y el médico García Hernández. Estos a su vez convencieron la propuesta de Colon al confesor de la reina Isabel I de Castilla: Hernando de Talavera, quien permitiría a Colon entrevistarse con la reina para que expusiera sus planes.

Convencidos del proyecto propuesto por Colon, Juan Pérez escribió a la reina para que el viaje fuese patrocinado, haciéndose efectivo. Expuso sus planes de circunnavegación a los reyes católicos de España, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, a quienes en ese momento precisaba encontrar rutas alternativas de comercio hacia el Oriente para el reino de España, pese a que la guerra con Granada consumía los recursos del reino.

Colon lograría armar una flota de 3 barcos y una tripulación de 120 hombres (algunos historiadores postulan que fueron 90 miembros y sin clérigos entre los mismos). Los barcos eran las carabelas de: “Santa María”, con Cristóbal Colon al mando; “la Pinta”, con Martín Alonso Pinzón como capitán; y “la Niña” al mando de Vicente Yáñez Pinzón.

La flotilla partiría el 3 de agosto de 1492 del puerto de Palos, España, en un viaje hacia el oeste desconocido, haciendo escala en las islas Canarias.

Después de setenta días de navegación, sin avistar tierra alguna al momento y con amenazas de amotinamiento de la tripulación para volver a España, al amanecer del 12 de octubre de 1492, Rodrigo de Triana, desde el puesto de vigía de la Pinta la cuál siempre marchaba en vanguardia, avistaría tierra: la isla Guanahaní en Las Bahamas.

Las carabelas se aproximaron a la costa. El almirante descendió a tierra acompañado de sus oficiales, sosteniendo la bandera de España en una mano y con la otra la espada se posicionó en una rodilla, dio gracias a Dios, proclamó el dominio del Rey de España sobre el territorio y lo nombraría como: San Salvador.

Las embarcaciones prosiguieron la exploración de las islas próximas, descubriendo Cuba al cual Colon bautizaría como: Juana (en honor a la princesa de Castilla: Juana “la Loca”) y Santo Domingo a la que daría el nombre de La Española. En esta última la nave Santa María naufragaría, de lo que Colon construiría un fuerte con sus restos bautizado como: Navidad.

Tras la expedición Colon iniciaría el retorno a España el 16 de enero de 1493 alcanzando el Puerto de Palos el 15 de marzo de 1493.

Colon sería nombrado almirante y gobernador de las tierras descubiertas.

El 25 de septiembre de 1493 Colon iniciaría su segundo viaje partiendo de Cádiz. En esta ocasión con una flota de diecisiete barcos con una tripulación de aproximadamente 1,500 hombres. Se ha postulado que entre los navegantes marchaba Ponce de León, a quien se ha atribuido el descubrimiento de La Florida, Estados Unidos (otros historiadores señalan que Ponce de León habría llegado al Nuevo Mundo con la expedición de Nicolás de Ovando de 1502, la mayor expedición española hacia el Nuevo Mundo con 32 embarcaciones y financiada por la corona y por capital privado).

También en la nueva expedición acompañaba a Colon el fray Bernardo Boyl junto a frailes franciscanos con el objetivo de predicar la religión católica y levantar iglesias entre los nativos, Pedro de Margarit como jefe militar, Diego Colon (hermano de Cristóbal Colon), los hermanos Niño, Alonso de Ojeda, Ramón Pané y Fray Bartolomé de Las Casas.

A su llegada al Nuevo Mundo, Colon descubre que el fuerte Navidad había sido destruido por los nativos y estos habían matado a todos los ocupantes. Colon funda una nueva colonia llamada Isabela y efectúa viajes de exploración a través de las Antillas Menores, Jamaica y Puerto Rico. El Segundo Viaje de Colon duraría dos años, retornando a España a mediados de 1496.

Para el tercer viaje Cristóbal Colón haría un tercer viaje a América, partiendo desde el puerto de Sanlúcar de Barrameda con seis barcos el 30 de mayo de 1498, llevando consigo nuevamente a Bartolomé de Las Casas.

Alcanzó la isla Trinidad (actualmente Trinidad y Tobago) y posteriormente alcanzaría territorio continental en la actual Venezuela llegando a la desembocadura del río Orinoco. El 19 de agosto retorna a la Española. Ahí descubre descontento en la colonia de españoles asentados, así como divergencias entre la población y los nativos locales quienes habían solicitado al reino de España un nuevo gobernador. Este sería Francisco de Bobadilla, quien había arribado desde la península ibérica y apresa a Colon tras una disputa para ser enviado encadenado a España, pues el almirante se consideraba gobernador por el convenio de 1492 y ratificado por el rey en 1493 que decretaba al descubridor de nuevos territorios como gobernador de los mismos en nombre de los reyes de España.

Colon llega a España como prisionero. Los reyes católicos indultaron al navegante, luego destituyeron a Bobadilla, quien se había hecho cargo como gobernante de la Española, nombrando a Nicolás de Ovando como nuevo gobernador de la Española.

El 9 de mayo de 1502 Colon emprendería su cuarto y último viaje al Nuevo Mundo partiendo de Cádiz. La expedición constaba con una flota de 4 navíos hasta alcanzar la Española en una navegación de 21 días.

En este viaje de exploración, Colon descubriría las costas de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, en las costas de este último funda el asentamiento de: Belén, que es inmediatamente destruido por los indígenas locales, obligando a los españoles a retirarse del mismo.

Colon emprende la expedición y en una tormenta en el mar Caribe sus buques naufragan en Jamaica. Con los restos de los navíos construyen un asentamiento y establecen relaciones con los indígenas locales.

Diego Méndez, miembro de la tripulación, decide navegar en un osado viaje en canoa con otros miembros de la expedición hasta la Española, con el objetivo de pedir auxilio al gobernante local Nicolás de Ovando. En un viaje de 5 días, no exento de peligros, Diego Méndez y sus acompañantes alcanzan las costas de la Española y se entrevistan con el gobernador. Nicolás de Ovando niega la ayuda a la expedición de Colon en un principio, creyendo que se trataba de una argucia; pero posteriormente, tras unos meses, permite que Diego Méndez adquiera tres navíos y retorne en busca del almirante y el resto de la tripulación en zozobra en Jamaica.

Colon regresaría a España el 4 de noviembre de 1504. El 26 de noviembre de ese mismo año la reina Isabel fallece, por lo que Colon pierde el favor de la corona, con quien sostuvo posteriormente un litigio por la defensa de sus derechos.

Cristóbal Colon fallecería el 20 de mayo de 1506.

Bibliografía:

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-Aldave, María. Historia imprescindible para curiosos. Editorial LIBSA. Madrid; España. 2018.