Clases sociales en el Imperio Babilónico, Asiria y Caldea.
Las clases sociales en la antigua Mesopotamia eran las habituales a los pueblos protohistóricos y perpetuadas en los pueblos históricos con pocas variantes. Estas fueron, por lo general: la nobleza o awilum (en acadio), los hombres libres o mushkenum (en acadio) y los siervos y esclavos llamados en general: wardum (en acadio).
La nobleza estaba formada en la cúspide por el rey, la reina, sus hijos y demás familiares reales o nobles y sacerdotes y miliatres de alta jerarquía. El rey recibía el nombre de: Patesi. También recibía el título de: Ensi o Ensik,término que significaba: «representante de los dioses» y el término podía designar tanto al rey como a un sacerdote de alto rango. Los funcionarios estatales eran llamados entre sumerios, acadios e hittias como: Lugal u «hombre grande» (sumerio); aunque también podía designar al rey. Los acadios llamaban al rey: Sárrum y Malku, palabras que significan: «Rey» o «Majestad». La reina era llamada Nin (sumerio) o Malkatu o Sarratu (acadio).
Luego estaban los hombres libres conformados por toda la población. En lo alto de esta clase social estaban: los ministros y militares de alto rango seguidos del resto de funcionarios, escribas reales y hombres adinerados. Los sacerdotes ocuparon alta estima en la época sumeria y acadia, mientras que los militares de alto rango obtuvieron gran importancia durante el período Asirio. Durante el período Neobabilónico hubo un equilibrio alternativo entre ambos.

Entre los hombres libres estaba en un escalafón menor el resto de la población que podía ejercer un oficio: los campesinos, pastores, herreros, carpinteros, albañiles, etc. También se encontraban los siervos asalariados que podían laborar tanto para los altos funcionarios dentro del palacio como para el resto de ciudadanos en diversas actividades: mensajeros, jornaleros, barberos, cargadores, sirvientes, etc. Entre los hombres libres surgieron también los mercaderes y comerciantes, quienes con el paso del tiempo crearon una clase social opulenta al adquirir riqueza e influencia. La mayor parte de la población mesopotámica se dedicó a la agricultura, al pastoreo, los oficios (artesanos, obreros, sastres, canteros, etc.) y al comercio menor. En esta categoría también estaban los sacerdotes de menor rango.
Los esclavos, la clase social más baja, fueron numerosos. En muchos casos no eran maltratados; aunque esto también dependía de sus amos. Se sabe que podían comprar sus propios bienes, mantener ahorros y podían tener una familia, con la salvedad que si eran vendidos por sus amos, sus familiares (esposa, hijos, etc.) entraban en el trato de venta junto a ellos. En su mayoría, los esclavos mantenían trabajos similares a los siervos u hombres libres, por lo común, aquellos que requerían fuerza laboral y trabajos manuales de reparación (portadores, construcción, trabajo agrícola, pastoreo, etc.). En el caso de las mujeres esclavas, cuya presencia era cotidiana entre las clases altas y las familias que podían permitírselo, estaban destinadas a las labores domésticas.
Organización Política y administrativa.
En la época sumeria y acadia el gobierno era una monarquía teocrática y patriarcal. Los reyes o patesi tenían autoridad moral y espiritual sobre la población. La organización política de Mesopotamia en sus inicios era la de ciudades estado no unificadas gobernadas cada una por los sacerdotes, controlando las actividades agrícolas y económicas como el comercio y los impuestos, siendo ciudades con regímenes teocráticos. Con el paso del tiempo los sacerdotes fueron limitados por el surgimiento de caudillos y jefes militares que se convirtieron en reyes dueños de las ciudades, desplazando a los clérigos por su capacidad de liderazgo y de defensa, hecho que sucedería entre los años 4000 a.C y el 3600 a.C. Inicialmente cada ciudad tenía sus propias leyes. Solo las ciudades del sur en Mesopotamia compartían lengua, dioses y ciertas costumbres. Con el transcurso del tiempo las ciudades fueron unificadas entre sí formando confederaciones y luego pequeños reinos producto de las guerras, invasiones y conquistas. Las regiones y ciudades conquistadas pasaban a ser «provincias» y debían pagar tributos y apoyar militarmente al nuevo rey. La primera unificación de las ciudades-estado ocurrió con Sargón de Acad. En la época acadia los reyes adquirieron mayor poder en calidad de juristas, como lo fue el rey Hammurabi, donde el poder real se separa del religioso.

La monarquía asiria que dominó Mesopotamia posteriormente, fue despótica y el rey cuidaba poco o nada de sus súbditos con una corte real fastuosa dedicados a la guerra. A pesar de esta situación, la administración fue creciendo surgiendo ministros y dignatarios en los palacios, así como gobernadores militares y funcionarios públicos, especialmente en los tiempos de Hammurabi donde la organización del Estado contaba ya con múltiples dependencias estatales y judiciales. Con Hammurabi, Mesopotamia se regía tanto por el mandato del rey como por las leyes que eran ejercidas por jueces en las ciudades y comarcas.
Los reyes en la Antigua Mesopotamia ejercieron un papel fundamental en el campo de lo político, lo religioso y lo económico. Sin embargo, frente a la población los monarcas también fueron considerados como intermediarios entre los dioses y el pueblo, por lo que fueron vistos como una autoridad divina. Su rol en la civilización mesopotámica estuvo enmarcada en cuatro actividades:
-Autoridad política: Los reyes mesopotámicos fueron los encargados de administrar las ciudades-estado del reino, dictando las leyes y garantizando el orden en las urbes y comarcas. Defendían las fronteras por la vigilancia militar y mantenían alianzas y relaciones diplomáticas con otras ciudades-estado o reinos.
-Administración militar y económica: Los monarcas supervisaron la organización de campañas militares, siendo el rey el comandante del ejército, con el objetivo de expandir el territorio y proteger al reino y a los ciudadanos de las invasiones de naciones enemigas. La guerra fue una parte frecuente de la labor de los reyes y muchos gobernantes mesopotámicos fueron reconocidos por sus conquistas. Establecieron leyes con respecto a la recolección de impuestos. Entre otras funciones promovieron el comercio, las construcción de infraestructuras básicas (puentes, ayuntamientos, graneros, etc.) y construyeron y supervisaron los sistemas de riego en los campos agrícolas (canales de agua).
-Protección de la sociedad: Los reyes aseguraban la estabilidad del orden social del reino. Muchos de estos reyes establecieron códigos de leyes basados en normas sociales y justicia que los ciudadanos debían obedecer para una equilibrada convivencia. Estas leyes estuvieron enfocadas en el castigo a los crímenes, el cuidado de la familia, el respeto a la propiedad publica y privada, justicia en caso de agresiones, protección a viudas y huérfanos, penas a los casos de corrupción y defraudación, etc.
-Rol religioso: en Mesopotamia se creía que los reyes tenían autoridad divina para gobernar porque eran elegidos por los dioses; por lo que debido a esto su papel era también religioso siendo: protectores de los templos y líderes de ceremonias religiosas, tanto privadas (al interior de los templos) como en las públicas frente a la población. En estas últimas su participación era considerada como una “instauración del orden de la creación o del mundo”. En algunas etapas en Mesopotamia, como en las primeras fases de la antigua Sumeria, el rey fue a su vez un «ensi», es decir: «sacerdote-gobernante».
No obstante, a lo largo de la historia de la civilización en Mesopotamia, las obligaciones de la realeza variaron con el tiempo; ya que algunos reyes enfatizaron más su poder militar como los reyes asirios, mientras que otros reyes destacaron por la expansión y conquista territorial y, entre los babilónicos como Nabucodonosor II, destacaron más por la construcción de monumentos.

A su vez estaban las reinas como consortes del rey y su rol principal fue el de asegurar la línea sucesoria del trono dando hijos e hijas al monarca. También las reinas actuaron como regentes cuando: el rey era menor de edad o estaba ausente por una campaña de guerra, enfermedad o fallecimiento, participando en la toma de decisiones y en la gestión del palacio y sus recursos. Entre otras funciones las reinas: organizaban los rituales y festivales religiosos; muchas de ellas actuaban como sacerdotisas principales en cultos y supervisaban templos y cultos oficiales. Muchas reinas además eran encargadas de establecer matrimonios estratégicos de sus hijos e hijas con otros reinos para establecer lazos diplomáticos. Algunas se convertían en patronas y mecenas de construcciones y obras benéficas en la población. Muchas reinas fueron propietarias de tierras de cultivo.
El aparato estatal por lo común entre caldeos, asirios y babilonios radicaba en una organización administrativa dentro del palacio del rey, controlando desde ahí la gestión económica (impuestos, excedentes de cosechas, etc.), el establecimiento de leyes y la formación del ejército. El palacio era llamado: É-gal (sumerio) Ekallum (acadio) o «La Gran Casa». El palacio era considerado como la organización militar con carácter defensivo ante conflictos y mantenía la seguridad de la ciudad. Los palacios reales eran los centros neurálgicos del gobierno. Altos funcionarios trabajaban para el rey en su interior. Esta administración constaba de: militares de alto rango, ministros, contadores, escribas, consejeros, tesoreros, diplomáticos, etc.

Los reyes tomaban las decisiones administrativas y eran auxiliados por consejeros. Los monarcas estaban al tanto de la administración pública, eran responsables de la defensa del reino yendo a la guerra como líderes del ejército y de presidir los cultos públicos religiosos para garantizar la armonía entre los dioses y los hombres. Las ciudades estaban regidas por administradores delegados del rey auxiliados por los jueces y las milicias locales. El centro neurálgico de la administración por lo tanto eran los palacios de los monarcas.
La jornada laboral del rey era de hora a hora, debía asistir y participar de las principales ceremonias religiosas, al menos cada día, en los diferentes templos religiosos de la ciudad; debía recibir a los embajadores en salas de audiencia del palacio, discutir con ellos sobre acuerdos y comer con ellos en los banquetes; mantenía además reuniones con los altos dignatarios de la corte real. A lo largo del día debía presidir juicios y dictaminar sentencias; debía reunirse con sus súbditos y escuchar quejas de los mismos sobre sus problemas; debía leer órdenes en tablillas y dictar órdenes por escrito a sus escribas reales resolviendo situaciones políticas, religiosas, económicas y militares.
Parte de la administrción era la nobleza, representado por los nobles quienes ocuparon altos cargos en la burocracia y el gobierno, gestionando ciudades, tributos y leyes. En su gran mayoría eran parientes de la familia real (hijos, hermanos, sobrinos, tíos, etc.), incluso advenedizos, y actuaron como gobernadores de regiones o ciudades-estado bajo la autoridad del monarca. Controlaban grandes extensiones de tierra, supervisaban a los campesinos que trabajaban en ellas y colectaban los impuestos. En muchos casos los nobles eran comandantes militares, dirigiendo tropas en campañas de conquista o defensa, vigilando comarcas y fronteras por medio de fortalezas. Como encargados de ciertos territorios, ciudades y aldeas eran los responsables de administrar el comercio de metales, tejidos y alimentos, además de gestionar a los esclavos y trabajadores independientes. Muchos nobles fueron instruidos en la escritura cuneiforme, lo que les permitía registrar transacciones y decretos importantes. Otros por el contrario decidían ser sacerdotes de alta jerarquía.

Los funcionarios en la antigua Mesopotamia desempeñaron un papel crucial en la administración del reino y en la organización de la vida económica, jurídica y social cotidiana para el buen funcionamiento del gobierno trabajando en estrecha colaboración con el rey y los sacerdotes. Muchos eran nobles, mientras que otros habían alcanzado puestos estatales debido a su capacidad intelectual o administrativa, actuando como jefes directos, secretarios o regentes. Como parte del aparato estatal los funcionarios fueron distribuidos en diversos ministerios del reino entre los cuáles estaban:
-La Administración estatal: con funcionarios que supervisaron la recolección de impuestos, la gestión de recursos agrícolas, la distribución a los pobladores del grano, el control y mantenimiento del agua del riego por medio de canales de irrigación de cultivos.
-Justicia y legislación: muchos funcionarios actuaron como jueces o escribas encargados de aplicar las leyes y el orden público, como el famoso «Código de Hammurabi», asegurando el cumplimiento de normas, castigando a los criminales y resolviendo disputas y demandas entre los ciudadanos.
-Gestión de obras públicas e infraestructura: existían funcionarios encargados de supervisar la construcción de canales de riego y murallas garantizando que las ciudades-estado fueran protegidas contra inundaciones o invasiones. También eran los encargados de la construcción y mantenimiento de edificios administrativos, caminos, templos y capillas.
-Ejército y defensa: muchos militares estuvieron encargados de la organización del ejército así como la vigilancia del territorio para defenderlo. Fueron responsables de la administración de los recursos bélicos como armas y provisiones, el entrenamiento de soldados, administración de cuarteles, la supervisión de campañas militares, la vigilancia local en cuarteles, calles, plazas, templos y ayuntamientos, etc.
-Comercio y diplomacia: funcionarios encargados de administrar los intercambios comerciales con otras regiones en las exportaciones e importaciones del flujo de productos (como metales, granos básicos, telas, etc), estableciendo impuestos, cuotas de peaje, controlando las tazas de cambio (pago en peso del lingote de plata) y establecían negociaciones comerciales con otras ciudades o imperios.
-Registro y escritura: Los escribas eran funcionarios especializados en el registro de todas las actividades administrativas por medio de la escritura cuneiforme en las tablillas de arcilla. Estos llevaban un registro de transacciones comerciales, tratados políticos, acuerdos legales en la ciudadanía, resolución y veredicto en juicios, historia de eventos importantes, etc.
-Culto y sacerdocio: los sacerdotes de alta jerarquía tuvieron el papel de supervisar templos y rituales religiosos y organizar los festivales en honor a los dioses. Algunos templos tenían una organización administrativa para gestionar sus propias tierras y recursos.
Las competencias de muchos funcionarios fueron cambiantes en la historia de Mesopotamia entre babilonios, asirios o caldeos. Algunas civilizaciones mesopotámicas, como los sumerios, tenían un complejo sistema de administración centralizada donde los funcionarios podían tener títulos específicos como «lugal» (líder/señor) o «ensi» (gobernador/sacerdote). Los asirios y babilonios, por ejemplo, desarrollaron estructuras burocráticas más avanzadas con ministerios más especializados y diversos cargos estatales.
Ejemplo administrativo fue el del rey Hammurabi (durante su reinado: 1792 a.C. al 1750 a.C.) con el establecimiento del orden bajo la ley con el sistema administrativo municipal, caracterizado por ejercer las funciones de: mantener el orden público, cobrar los impuestos e impartir la justicia en la población local en tribunales, tanto en ciertos sectores de las ciudades grandes como en los poblados, villas y ciudades tributarias. El sistema municipal estaba integrado por el alcalde o rabiánum, alcaldes adjuntos o hazannú (especie de consejo de ancianos) y el puhrum o asamblea de ciudadanos, conformada en muchos casos de los hombres más ricos e influyentes así como de mercaderes; todos ellos asistidos por empleados municipales. Así mismo había gobernadores locales o Wakil quienes eran los encargados de hacer cumplir las órdenes del rey y garantizar el aprovisionamiento de la región en cuanto a la agricultura, la ganadería, la pesca, el reparto y mantenimiento de los canales de riego y las obras públicas. La oficina del tribunal de los juicios, desde tiempos sumerios, era llamado: Mashkim.

Dentro de la administración en muchas de las ciudades pequeñas y poblados había un oficial del ejército encargado de una guarnición de soldados profesionales, que a su vez reclutaban a hombres locales para ser parte de la milicia, ayudados ocasionalmente por mercenarios extranjeros. Su función era la de prestar seguridad a los pobladores, evitar las revueltas, vigilar las entradas de acceso a la ciudad y defender la región en caso de un ejército invasor, además de proporcionar tropas para el caso de una campaña de guerra.
Las ciudades en la Antigua Mesopotamia.
Las ciudades de la antigua Mesopotamia eran los centros urbanos y ciudades-estado que interactuaban entre sí, formando parte de confederaciones o parte de un reino unificado según las conquistas de otra ciudad o pueblo invasor. Estas ciudades administraban los límites de su entorno urbano resguardado generalmente por una gran muralla a su alrededor que le servía como medio de defensa, además de ejercer control efectivo en pequeños pueblos y villas circundantes. Inmediatamente en su contorno estaban los canales de agua, que en algunas ocasiones eran navegables para embarcaciones y servían como fuente de irrigación de los campos de cultivo en la llanura y fuente de pesca. Estos campos de cultivo podían estar aledaños a la ciudad y extenderse por otras zonas y pueblos. Las cosechas de las plantaciones debían abastecer a todos los habitantes, tanto campesinos como gente urbana, por lo que los agricultores debían entregar una parte de sus cosechas como forma de impuesto a los funcionarios gubernamentales.

Al costado de los canales y acequias además de los campos cultivables de granos (trigo/cebada) estaban plantaciones como hortalizas y legumbres, además de árboles frutales como el manzano y el granado. También cohabitaban producto del riego de los canales los árboles madereros como el pino para la construcción de los navíos. Junto a estos terrenos habían caminos rurales que se extendían en la región, salpicados de rebaños de ovejas, cabras, bueyes y vacas; estos últimos tiraban de los arados de madera en los campos de siembra. En estos caminos circulaban los asnos robustos y silvestres, llamados onagros, como animales de tiro de carretas de cuatro y dos ruedas.
En el interior de la ciudad, el centro solía ocuparlo el templo tutelar para los dioses o Cella junto con el Zigurat (templo del dios tutelar), el palacio real y las dependencias reales. Alrededor del palacio estaban las oficinas de los escribas y los funcionarios. Inmediatamente a estos últimos había una densa masa de casas de barro, almacenes, escuelas o «Casas de Tablillas» (que fungían como bibliotecas), talleres de productos textiles y de cuero, talleres de alfareros, carpinterías, graneros y guarniciones militares. Las calles dentro de la ciudad, llamadas: Súqu (acadio), eran de tierra aplanada, polvorientas y sinuosas serpenteando entre la edificación de las casas que no guardaban un orden establecido. En estas calles marchaban rebaños de ovejas y cabras, cerdos, bueyes y vacas. Entre las calles más espaciosas y las plazas cercanas al templo fluyen los puestos de los mercados en forma de bazares agrupados, donde los comerciantes y mercaderes ofrecían sus productos, compartiendo espacio insertados entre las casas con los puestos de los artesanos y alfareros, los zapateros, los barberos, los tintoreros y los escultores, seguidos por unos metros más de los mostradores de ladrillo con pan de las panaderías con sus hornos de ladrillos.

Los talleres o herrerías en las ciudades eran importantes, en estos sitios los artesanos metalúrgicos trabajaban la fundición y moldeo del cobre y el bronce, metales fundamentales para la fabricación de materiales como el arado y las hoces de los agricultores. También en estas herrerías se fabricaban los refuerzos de los carros de guerra (tirados por asnos y luego por caballos), la elaboración de puntas de lanza, puntas de flechas y clavar tachuelas de escudos de cuero además del armado de piezas de madera. Desde el cuarto milenio el cobre se fundía y vertía en moldes para hacer herramientas diversas. Hacia el año 3000 a.C. el cobre se mezcló con el estaño para obtener una aleación más resistente: el bronce. Esta fundición comenzó en Anatolia y a través del comercio llegó a tierra de Mesopotamia. El hierro sería introducido por los asirios hacia el año 1200 a.C.
Las compras comunes entre pobladores eran de joyas y otras artesanías como estatuillas votivas que servían como ofrendas en los templos para los dioses. También ovejas que eran utilizadas como alimento, aprovechar su lana para confección de ropa y como sacrificio a los dioses en los templos, productos textiles, aceite sésamo para las lámparas de noche (anteriormente se utilizaba la grasa del cerdo y el aceite del Indo en la época de los acadios), cuero y pieles de animales entre los curtidores, leche, quesos y pan, así como puestos de venta de pescado, carnes y frutas. La cerámica de arcilla a la venta era apreciada en forma de jarrones o tinajas que eran comprados para almacenar cereales, vino, cerveza y también como ofrendas religiosas. Podía encontrarse en las ciudades múltiples graneros, administrados por sacerdotes y vigilados por oficiales del rey, encargados de repartir la cosecha entre los pobladores que no podían permitirse tener un campo de siembra y ganado; lo cual era una porción significativa de la ciudad. En algún punto podía verse al aire libre un mercado de venta esclavos, con hombres cautivos en faldellines o en taparrabos encadenados y mujeres cautivas desnudas, generalmente rodeados por hombres y mujeres de las clases altas buscando adquirir sirvientes para sus casas o propiedades. En ciertas esquinas de la ciudad podían encontrarse capillas para los dioses menores y otros templos pequeños, donde las personas podían dejar ofrendas en la estatua de la deidad.

En el perímetro de la ciudad podían apreciarse los canales, conteniendo puertos donde atracan embarcaciones que transportan y descargan diversas mercancías por lo que era común ver a portadores, tanto hombres y mujeres acarreando bultos, cestos con granos o tinajas en sus hombros o sobre sus cabezas circulando desde los muelles hacia los almacenes. El comercio por vía terrestre, importante en Mesopotamia, se hacía por burros cargados con cestos o canastas sobre sus lomos. Al mismo tiempo surgen ocasionalmente festejos y procesiones de los sacerdotes y sacerdotisas con la estatua del dios tutelar de la ciudad, junto a bailarinas y músicos amenizando las fiestas religiosas; además del paso de milicias que resguardan las entradas de acceso a la ciudad o que marchaban hacia una incursión en el exterior.
Se podían observar por la calle a grupos de niños caminando hacia la escuela o «Casa de Tablillas» para el aprendizaje acompañados de varios adultos. Frente a los templos marchaban devotos que entregaban a los sacerdotes o a las sacerdotisas estatuillas o tablillas escritas con peticiones para ser depositados al interior frente al altar del dios de la ciudad, además de transeúntes que esperaban la entrega gratuita de cerveza por parte de las sacerdotisas. En ciertos puntos de la ciudad estaban los ayuntamientos donde eran celebrados juicios por parte de los jueces locales designados por los reyes acompañados de guardias, resolviendo disputas, divorcios, arrestos y demandas de los ciudadanos.

Un ejemplo de esta actividad ciudadana aconteció en Babilonia, una ciudad grande que cubría una superficie de 850 hectáreas, conteniendo a más de 1000 templos dedicados a los dioses (entre templos mayores, menores y capillas). Su población aproximada era a los 100,000 habitantes con el río Eufrates cruzando una parte de la urbe rodeada por un muralla que la protegía de ataques externos y que contaba con 8 puertas de acceso, cada una nombrada en honor a un dios; la más famosa fue la de la diosa Ishtar o «Puerta de Ishtar» de 25 metros de alto y decorada con ladrillos esmaltados de lapislázuli con bajo relieves de dragones, toros, leones y otros animales.
La vida diaria en las sociedades mesopotámicas.
Hombres y mujeres formaron una sociedad con ciertas variantes culturales en diversas épocas, manteniendo siempre una sociedad patriarcal y patrilineal. Los hombres estaban a cargo de los trabajos más pesados y las mujeres por lo común del trabajo doméstico. Pastoreo, agricultura, albañilería y construcción, eran trabajos exclusivos de los hombres libres; así como poder ser soldados y formar parte de las milicias de un monarca local.
Las mujeres podían ejercer varios oficios, siempre y cuando estuvieran bajo la tutela (padre) o la protección (esposo) de un varón. El estado de matrimonio entre hombre y mujer era un aspecto socio cultural obligatorio. Se conoce que desde la antigua sumeria, y Mesopotamia en general, había: sacerdotisas, doctoras, cocineras, escribas, barberas y taberneras. Esta última, una labor exclusivamente femenina. Las mujeres podían heredar y ser dueñas de haciendas o alguna propiedad; no obstante debían estar casadas. Las reinas podían gobernar en caso que su esposo, el rey, estuviera enfermo o en ausencia por una campaña de guerra.

El matrimonio era arreglado en un contrato por los padres del novio y la novia. Para formalizar el matrimonio generalmente el futuro novio debía entregar un regalo a los padres de la novia y la novia debía aportar: la dote y su virginidad. Esta última era garantía de pureza puesto que el adulterio femenino y la violación eran fuertemente castigados desde los tiempos sumerios con la pena de muerte. Algunos castigos para la mujer adúltera incluían el ahogamiento. El aborto estaba también penado, especialmente si el esposo golpeaba a la mujer embarazada provocándolo. El proceso del compromiso matrimonial podía llegar a ser complejo en ciertos casos, ya que incluía el aviso formal del mismo, el intercambio de bienes (lo cual era simbólico) y el traslado de la novia a la casa del futuro esposo para yacer con ella la primera noche. Si la novia era muy joven, en primer lugar se ofrecía el compromiso, luego el novio visitaba ocasionalmente a la novia en la casa de los padres de ésta y tras un período prudencial la novia era trasladada a la casa del novio, donde yacerían la primera noche juntos y donde la sociedad dirá: «el esposo ha soltado el alfiler de la virginidad de su mujer», consumando el matrimonio. Posteriormente se realizaba un contrato matrimonial ante los jueces locales, lo cual era oral o escrito en tablillas, estableciendo un «compromiso legal». Ambos cónyuges firmaban el contrato en cilindros de arcilla que presentaban a sus familias como prueba del matrimonio legal. El matrimonio en la Antigua Mesopotamia era un contrato solemne que perpetuaba la familia como sostén del estado; ya que para la sociedad y el gobierno, en un papel socio cultural, tanto el hombre como la mujer debían proporcionar hijos al reino. Posterior a las firmas del contrato ante un juez se celebraba el casamiento, en las clases acomodadas, en una casa de la familia con ambos grupos familiares con un banquete, música y bebida. En las clases populares lo más común era la unión por la libre voluntad o acuerdo entre un hombre y una mujer, que aún así era respaldada por las leyes.
La dote aportada por la esposa era para los hijos y no para el esposo en caso de divorcio. Un hombre podía tener varias esposas; pero solo una de ellas era la «esposa oficial» y el resto «concubinas». La poligamia estaba permitida siempre y cuando el esposo pudiera dar manutención a sus esposas; por lo que en la gran mayoría de los casos, esta situación solo estaba reservada para las clases altas o aquella familia que pudiera permitírselo. Aún así había una «esposa principal o legítima» quien era la encargada del hogar. En ocasiones era la «esposa legítima» la que proporcionaba las concubinas o esclavas a su esposo, y si este era el caso, la esposa legítima podía expulsar a la concubina o la esclava de la casa. Aunque por lo común, el esposo terminaba conservándola de algún modo reconociéndola como «esposa secundaria», especialmente si había tenido hijos con ella.

Cada casa estaba conformada por un grupo familiar, su conformación era desde una simple pareja de hombre y mujer, hasta una familia numerosa de esposos con hijos, madres viudas, hermanos menores viviendo bajo el mismo techo. El jefe de la familia era hombre. El divorcio estaba permitido por consentimiento de ambas partes o por alguna mala conducta del cónyuge denunciada por cualquiera de ambos que fuera justificada ante las leyes. Si la mujer solicitaba el divorcio el hombre le pagaba una compensación junto al reparto de bienes; pero la mujer quedaba fuera de un «grupo familiar» al no estar bajo la tutela de un hombre. El divorcio podía darse cuando una mujer cometía adulterio, siendo esta castigada con la pena de muerte. Un hombre podía solicitar el divorcio a una mujer cuando esta no podía dar hijos a su esposo; en este caso la mujer que no quedaba embarazada era repudiada y no podía volver a casarse; sin embargo, una forma de protección de la mujer para evitar esta situación era la de proporcionar a su esposo una esclava para que tuviera descendencia con ella, reconociendo a los hijos nacidos de la esclava como suyos propios. Otra forma de evitar el divorcio era adoptando un hijo o una hija. En ambos casos se obtenía un compromiso legal para con los hijos nacidos de la esclava como los adoptados; ya que el rechazo posterior a estos vástagos era duramente castigado. El adulterio masculino no existía para las leyes en Mesopotamia desde los sumerios, pues un hombre podía mantener relaciones íntimas con su esposa y con sus concubinas, sus esclavas o con una prostituta sin repudio social. El incesto era mal visto por la sociedad y estaba penado. Los hijos ilegítimos y los huérfanos de ambos sexos eran acogidos en los templos de los sacerdotes y sacerdotisas. Algunos de estos podían llegar a ejercer el sacerdocio pero de menor rango o acabar como sirvientes o hieródulos (esclavos o esclavas exclusivos para los ritos) del templo.
Los hijos desde pequeños estaban bajo la tutela de los padres. Estos podían desheredarlos o venderlos como esclavos si les apetecía. En casos extremos el esposo podía vender a su esposa o sus hijos como esclavos como compensación para saldar deudas o alquilarlos como esclavos hasta pagar la deuda. A la muerte de sus padres los hijos podían heredar sus propiedades, lo cuál incluía los bienes no perecederos: los terrenos, la casa, los muebles, herramientas, etc. Se incluía además los animales y los esclavos. En el caso de varios hermanos, los bienes podían dividirse; aunque el hermano mayor tenía prioridad. Comúnmente los hijos aprendían y heredaban el trabajo de sus progenitores; aunque no era algo obligatorio. Los niños varones marchaban a la escuela llamada: “Casa de las Tablillas” donde aprendían a leer y escribir y eran llamadas: Edubba en sumerio y Bit Tuppi en acadio.
Las niñas se quedaban en casa para aprender tareas domésticas. La escuela comúnmente estaba al lado del palacio real con el objetivo de descubrir a los niños más talentosos e inteligentes para ser admitidos en los palacios reales en el futuro. Ahí los niños aprendían por la mañana a escribir en tablillas de arcilla según sus los signos de la escritura cuneiforme con el punzón de madera instruidos por maestros que les ofrecían dictados y les corregían. Por la tarde recibían lecciones de aritmética. En su tiempo libre los niños nadaban en los ríos y jugaban con matracas, armas de juguete y peonzas. Comúnmente los padres arreglaban los matrimonios de sus hijos. Estos se casaban en promedio hacia los 16 años de edad o un poco antes.
Generalmente las casas eran de un solo piso y estaban hechas sus paredes con ladrillos de barro, yeso de barro o de arcilla cruda, los tejados estaban fabricados de barro y álamo. Los marcos de la puerta y la puerta estaban hechos de madera. La mayoría de la casas tenían formas cuadrangulares contaban con un patio al centro para aprovechar la luz del día y la captura de agua de lluvia. Las habitaciones estaban alrededor del patio central, varias de estas, en las casas más grandes, servían de habitaciones, cocina y alacena. La habitación central podía contar con un santuario o plataforma que servía de altar en forma de chimenea, donde se ubicaban estatuillas de los dioses y se disponían ofrendas. Las casas más grandes contaban con un cuarto como capilla donde se ubica un pequeño altar a los dioses. La división de los cuartos podía existir dependiendo del tamaño de las casas y el número de personas alojadas dentro de la misma. En su interior las casas contenían camas de estera o jergones de paja. Se utilizaban sillas, mesas y taburetes bajos hechos de madera; además de cuencos, platos, ánforas, esteras y vasijas de barro.

Las clases altas podían permitirse objetos mas suntuosos hechos de bronce, oro o plata y tener casas de dos plantas con mayores comodidades. Por la noche utilizaban lámparas de barro con aceite de sésamo para iluminar el ambiente. En el invierno se utilizaban braseros para calentarse o un pozo poco profundo revestido con arcilla quemando en ellos hojas de palmera o leña de palmera. Sin embargo, las antorchas eran utilizadas en palacios, templos, fortalezas y casas grandes. Los retretes eran simples agujeros con una fosa recubierta de cerámica para impedir la fuga de excrementos y el asiento del retrete estaba hecho con ladrillos.
Generalmente los ciudadanos tomaban un baño diario al final del día previo a la cena y por jabón utilizaban una mezcla de aceite con arcilla o el uso de piedra pómez para limpiar la suciedad del cuerpo. Las clases altas usualmente se duchaban sentados sobre un banco cuadrado de piedra con agujeros sobre el piso inclinado como forma de drenaje para evacuar el agua utilizada, con una sirviente o esclava que les vertía agua de un ánfora sobre su cuerpo mientras se friccionaban con jabón. Las clases bajas, que no contaban con sistemas de drenaje en sus casas, utilizaban recipientes o artesas de barro o madera para verter el agua sobre sí mismos o utilizaban ánforas con agua para verterla en sus cuerpos. Muchos en la ciudad o en los pueblos disponían del agua de algún pozo para ducharse alrededor del mismo. Otros más utilizaban los canales de los ríos para sumergirse en ellos y ducharse.

Los alimentos por lo común consumidos en el área mesopotámica fueron: la cebada y el pan de trigo. Comían granos los cuáles molían, mezclaban y luego cocían en agua. Consumían gachas, garbanzos, frijoles, lentejas, ajo y cebollas. Conocían también el pepino, los nabos, los dátiles, las calabazas y los melones. Por productos cárnicos consumían pescado salado, el ganso y el pato. A su dieta agregaban los huevos de aves. De animales de ganado consumían: el cerdo, la cabra, la oveja y la vaca; de estas últimas tres preparaban la leche, el queso y la mantequilla. Consumían además la carne de jabalí y venado. Desde tiempos antiguos en Mesopotamia consumían la miel y el azúcar de palma. Como animales domésticos tenían al perro y al gato. Se sabe que los mesopotámicos fueron amantes de la poesía, la música ejecutada por hombres y principalmente mujeres con la lira, ambos en actos públicos así como en los templos. En la ciudades, pueblos y aldeas la gente disfrutaba de los bailes, los juegos y los deportes, siendo los más populares: el boxeo y la lucha libre, organizados en festivales, mercados y cuarteles del ejército.
Con la vestimenta, tras la domesticación de animales como la oveja, la lana se convirtió en el material más común para manufacturar prendas de vestir. El cuero de los animales se utilizó para la fabricación de calzado (sandalias/botas) y cinturones. Posteriormente utilizarían el lino. La prendas de lana eran para las clases bajas; el lino para las élites, producidos por telares bajos y horizontales en talleres y hogares. Hacia el siglo VIII a.C. se introdujo el algodón. Los ciudadanos más acaudalados y de la nobleza podían permitirse el uso de ropa teñida con colores brillantes. Las personas de menor rango social usaban prendas más sencillas de color blanco o gris; aunque podía haber excepciones.

Aunque sumerios, babilonios, acadios, asirios y caldeos tuvieron sus diferencias, también asimilaron ciertos aspectos a lo largo de su historia como el vestuario que mantuvo en ocasiones un estilo uniforme o semejante por espacio de siglos con algunas diferencias. En tiempos protosumerios se utilizaban los taparrabos que podían teñirse de colores vistosos. En Sumeria los hombres de clases altas podían vestir una túnica larga confeccionada de lino, sujeta con cinturones y sandalias de cuero. Las mujeres de clases altas podían vestir: túnicas ajustadas que cubrían todo el cuerpo acompañados de chales y velos con collares y joyas corporales. Sin embargo, en Sumeria, (y en tiempos protosumerios) la prenda popular para los hombres y mujeres junto al taparrabo era una falda rectangular llamada: Cáunace (Kaunake en griego).
El material de esta falda era de zalea: cuero de oveja con su lana; donde el lado del cuero era utilizado internamente dejando la lana hacia afuera, creando una serie de mechones que simulaban especies de plumas o pétalos abultados. Su tamaño también variaba. Generalmente los soldados y servidores llevaban un cáunace corto hasta las rodillas, mientras que las clases altas un cáunace con múltiples mechones lanosos hasta los tobillos. El torso estaba desnudo y solo usaban sobre sus hombros una capa de zalea como especie de chal. Podían completar su atuendo con collares y joyas.
En épocas protosumerias los hombres y mujeres del campo vestían solo con el cáunace de menor grosor como faldellines de lana de oveja trasquilados y cortos o vestían taparrabos de lana cortos sobre su cintura dejando su torso al descubierto debido a las exigentes tareas agrícolas y el calor. También hombres y mujeres de la ciudad y aldeas, dedicados a tareas y trabajos exigentes, vestían con el cáunace; por lo que fue la vestimenta popular en la mayor parte de la población.

En el período acadio y babilonio, al igual que otras civilizaciones mesopotámicas, vistieron ropa hecha principalmente de lana y lino, adaptada al clima cálido regional. La vestimenta en Mesopotamia reflejó entre sumerios, acadios, caldeos, asirios y babilonios el estatus social de pertenencia y la función de cada individuo dentro de la sociedad.
los hombres de las clases altas vestían con una túnica que colgaba de un hombro o ambos con cinturones de cuero. Otra túnicas cubrían ambos hombros contando con mangas cortas. Comúnmente estas túnicas alcanzaban las rodillas o la mitad de las pantorrillas, evolucionando a túnicas que cubrían el cuerpo hasta los tobillos en las clases altas.
Estas túnicas de la nobleza colgaban del hombro izquierdo dejando libre el hombro derecho o cubrían ambos hombros siendo más elaborados y drapeados sobre un brazo con tocados distintivos, además de estar teñidos con vivos colores, por lo común: azul, rojo, amarillo y verde. Las mujeres de las clases altas, desde tiempos acadios, usaban vestidos plisados y ajustados con cinturones para sujetarlos; acompañados por chales y velos para la cabeza junto a joyas y adornos. Comúnmente eran vestidos largos que colgaban del hombro izquierdo dejando libre el hombro y brazo derecho. Otros cubrían los hombros y los brazos como túnicas hasta la altura de las rodillas, mientras que otros en época babilónica alcanzaban la altura de los tobillos en mujeres de clase alta. Muchos de estos vestidos femeninos eran de colores vistosos. Los hombres de las clases sociales populares usaban túnicas de lino sin mangas, la cuál era ligera y eran cortas hasta las rodillas con un cinturón de cuero ajustado a la cintura. Las mujeres de las clases sociales populares utilizaban una túnica en forma de vestido ceñido de una sola pieza sin mangas o con mangas cortsas y ajustado a los hombros que llegaba a los tobillos o cerca de los tobillos hecha de lino. Tanto hombres como mujeres podían usar sandalias de cuero; aunque muchos andaban descalzos. Se sabe inclusive que en tiempo acadios había habitantes del campo que vestían el cáunace para realizar tareas agrícolas. Los colores de la ropa de las clases bajas solían ser neutros (grises o blancos), ya que los tintes eran costosos y reservados para la élite; aunque solía haber excepciones.

Los sacerdotes usaban túnicas blancas y largas como vestimenta ceremonial que colgaba del hombro izquierdo o de ámbos hombros. Las sacerdotisas podían utilizar túnicas más suntuosas y ceñidas o trajes femeninos transparentes para sus ritos y como distintivo de su casta o para un ritual específico. El personal del los templos (sirvientes), algunos esclavos y los hombres libres (artesanos, comerciantes, etc) podían vestir con túnicas cortas. Agricultores y pescadores vestían túnicas más cortas o faldellines en su cintura con el torso descubierto debido a sus labores. La mayoría marchaban descalzos; pero otros calzaban sandalias de tela o cuero suave, especialmente entre las clases acomodadas. Los niños y niñas marchaban vestidos con taparrabos o faldellines. Antes de alcanzar la pubertad se les asignaba una vestimenta completa.
Los militares y guardias en época sumeria utilizaban el cáunace; pero con el paso del tiempo, los soldados usaron túnicas y mantos cortos que cubrían el torso y caderas, el cual finalizaba a la altura de las rodillas, sujeto con un ceñidor sobre la cintura, dejando libres los brazos y piernas para el movimiento. Con los siglos añadieron petos de cuero y posteriormente armaduras y cascos de metal (hacia el 1,200 a. de J.C.) como protección y botas de cuero de animal.
En época sumeria los hombres se rapaban el cabello y su barba y utilizaban pelucas en forma de yelmo sobre su cabeza. En época acadia y babilónica, y los pueblos semitas en general, los hombres usaban el cabello largo y dejaban crecer la barba; aunque la mayoría gustaba afeitarse. Fueron los asirios quienes dejaban crecer aún más su barba. Por lo común las clases altas trenzaban sus barbas y cabellos como forma distintiva de su pertenencia a las clases altas. Las mujeres siempre ostentaron el cabello largo, pero algunas mujeres libres y sacerdotisas podían utilizar un estilo de cabello liso, corto y abultado con una diadema (parecido al estilo de cabello femenino moderno: “Bob corto”).
La cerveza, invención de los sumerios y copiada por los egipcios, era utilizada como alternativa al agua (lo cual no significa que no la consumieran). Su importancia radicaba como fuente hidratante, su aporte calórico y como vía para suministrar pociones medicinales; ya que se calcula que su porcentaje de alcohol era bajo. El vino era hecho de los dátiles; pero debido a su costo solo era consumido generalmente por la realeza. La cerveza era elaborada por medio de la fermentación a partir de la cebada o el trigo y su elaboración y producción estaba a cargo de las mujeres (un trabajo considerado típicamente femenino durante la época de Hammurabi), quienes administraban en las ciudades como propietarias las cervecerías conocidas como: Bit Sibum.

Estas mujeres taberneras eran llamadas: Sabitum. Para darle sabor a la cerveza se le añadía miel, malta y especias. Las tabernas tuvieron mala fama debido a que eran considerados lugares de reuniones ilícitas y de encuentros sexuales ocultos. También la cerveza era elaborada por las sacerdotisas en los templos consagradas a la diosa Ninkasi, por lo que su venta y consumo en estos recintos estaba regulado por el factor religioso como por el estado.
El transporte era realizado a pie hasta la introducción de carretas por medio de la invención de la rueda hacia el año 3500 a.C. y 3250 a.C. Las primeras ruedas fueron dos piezas de tablones de madera sólidos con forma de disco unidas por grapas de cobre o por travesaños de madera. Ambas ruedas estaban unidas a través de un eje clavado por el centro de cada una. Sobre este eje se montaba una caja rectangular comúnmente de madera, con laterales elevados al frente y los costados, excepto en la parte trasera que era utilizada para subir a la carreta o cargarla de utensilios. Bueyes o asnos eran enganchados a la carreta por medio de yugos y correas. Estas carretas en Mesopotamia eran de dos y cuatro ruedas. Fueron utilizadas para el transporte de mercancías fortaleciendo el comercio, en actividades de traslado de utensilios y objetos pesados y en ciertas actividades agrícolas. Los carruajes de cuatro ruedas tirados por asnos fueron utilizados ampliamente para el transporte de pertrechos de guerra, como carrozas reales y como carros de guerra, siendo montados por soldados con lanzas, arcos o jabalinas. Los bueyes fueron utilizados principalmente para el arado. El caballo fue introducido a Mesopotamia cerca del año 2000 a. de J.C. por invasores nómadas de las montañas reemplazando a los asnos posteriormente. El camello y el dromedario aparecerían hacia el primer milenio a.C.

El comercio en Mesopotamia era en regiones internas y externas. Las exportaciones eran de: cereales como el trigo y la cebada hacia Egipto, Persia y la India. También se exportaban: plata, aceite, lana y tejidos. Los mesopotámicos importaban metales como: el oro, el cobre, estaño y diorita desde minas lejanas. Además importaban la valiosa madera del cedro del Líbano, esencial para la fabricación de barcos, su uso en palacios y templos y la elaboración de herramientas y enseres domésticos.
En la Antigua Mesopotamia se hablaron a lo largo de su historia varios idiomas, según la época, el pueblo dominante y la mezcla de los mismos. Los más importantes fueron: Sumerio: uno de los primeros idiomas escritos en la humanidad y fue utilizado por los sumerios alrededor del 3100 a. C. principalmente en administración, religión y literatura. También estuvo el Acadio o Akkadio como lengua semítica hablada por los acadios y que posteriormente fue adoptado por los babilonios y asirios. Aunque el acadio desplazó el idioma sumerio como lengua hablada, el sumerio siguió siendo usado en textos religiosos y ceremoniales, especialmente porque escribas acadios traducían tablillas antiguas escritas en sumerio.
Posteriormente sobrevino el idioma Babilonio y el Asirio, que fueron formas regionales del acadio. El babilonio se utilizaba en Babilonia, mientras que el asirio era propio de Asiria. Ambos fueron lenguas predominantes en la diplomacia y la administración. A partir del primer milenio a. C., el arameo se convirtió en el idioma principal en la región debido a la expansión del Imperio Neobabilónico y del Imperio Asirio quienes lo adoptarían ampliamente y que acabaría por reemplazar al acadio como lengua de Mesopotamia. Cada idioma quedó plasmado en tablillas de arcilla, inscripciones y documentos administrativos.
El funeral en Mesopotamia. Muerte y destino del Alma.
En las creencias mesopotámicas, cuando un hombre o una mujer fallecían, el alma iba directamente a un «mundo subterráneo» de manera eterna, resguardado por otros dioses, llamado: Arallu o Irkalla. Este mundo subterráneo estaba regido por el dios Nergal y su esposa Ereshkigal. Era una especie de infierno sin castigo donde se pasaba la eternidad. El concepto del cielo solo estaba reservado como lugar habitado por los dioses y los reyes y sus familias al fallecer. Los enterramientos de los fallecidos se hacían en urnas colectivas en forma de cámaras de piedra caliza y en bóvedas cubiertas con lozas que estaban fuera en la ciudades en tiempos sumerios. Sin embargo también había urnas o bóvedas al interior de los hogares para los parientes fallecidos.

El cuerpo del difunto era colocado en féretros y acompañado de objetos personales. Cuando una persona fallecía inmediatamente, previo a su entierro, se colocaba su cuerpo en una cama y a su lado se disponía pan y cerveza que le serviría en su viaje a “la otra vida”. Los funerales estaban precedidos por sacerdotes, se colocaba al difunto en el féretro y se hacían procesiones en caso del traslado en una carreta de cuatro ruedas tiradas por asnos hacia el campo de urnas por parte de sus familiares. En tiempos babilonios los cuerpos se enterraban intramuros en urnas a un lado de la casa o en sótanos al interior del hogar.
Tanto en las tumbas extramuros como las tumbas en el interior de las casas era deber de cada familia conmemorar a los parientes fallecidos con ritos mortuorios; pues al no hacerlo se corría el riesgo que el alma del difunto «no descansara en paz» y retornara del inframundo en forma de espíritu a molestar a los vivos. Estos ritos consistían en realizar sobre la tumba: libaciones, colocar ofrendas de pan y cerveza junto a la realización de oraciones que estaban a cargo de sacerdotes, sacerdotisas o comúnmente los mismos familiares. Estos ritos mortuorios debían realizarse cada cierto tiempo con el objetivo de mantener el alma del difunto «con vida» «en el más allá».

En estas tumbas el cadáver del fallecido, dependiendo de la situación económica de la familia, era colocado en un sarcófago de piedra o envuelto simplemente en tela de lana o lino y dispuesto en la urna. Junto a los cadáveres en el nicho se depositaban en el entierro artículos domésticos que el fallecido utilizaría en «el más allá», comúnmente: herramientas, frascos de cerámica con comida, lanzas, escudos, etc. En las tumbas más suntuosas se disponían junto al cadáver: joyas, cofres, pendientes, collares, anillos, vestimentas, etc., dependiendo de la capacidad económica de la familia del fallecido. Muchos de estos objetos eran dispuestos en ánforas o cántaros de barro.
Entre los asirios los difuntos eran enterrados en la casa donde el fallecido había vivido dentro de un cámara bajo el piso del hogar. A esta cámara se accedía por medio de una compuerta de madera sobre el piso. Al cuerpo del difunto se le vestía con su mejor ropa, era colocado en una camilla y se disponía entre sus manos adosadas al pecho una vasija con comida «para la otra vida». Al mismo tiempo sus familiares leían una tablilla con oraciones para el dios local de la casa en forma de estatua sobre un nicho en la pared. Luego su cuerpo era bajado ceremoniosamente hacia la cámara mortuoria. En el interior de ésta, junto al cuerpo del fallecido, se colocaba un ajuar funerario que solía consistir en: herramientas, espadas, lanzas, cuencos, comida al interior de cántaros de barro, cerveza o vino en ánforas, etc., objetos que se creía que el difunto utilizaría en «el más allá».

Según la concepción de la muerte entre sumerios, acadios y babilonios, el alma viajaba en el inframundo hasta llegar al palacio de Nergal y Ereshkigal custodiado por otros dioses y múltiples guardias. En el camino de un largo viaje el alma debía atravesar un desierto y luego un rio sobre el bote de un barquero (similar al Hades de los griegos). Durante el trayecto el alma se iba retirando sus ropas hasta quedar desnuda al llegar al palacio. Ahí se enfrentaba al juicio de la diosa Ereshkigal quien le permitía ingresar al «mundo de los muertos». Este era un lugar desolado, gris, triste y silencioso, donde el alma residiría por toda la eternidad. Para mantener por lo tanto «con vida» esa alma en el inframundo se debían realizar los ritos funerarios.
La Metalurgia en la Antigua Mesopotamia.
La metalurgia en la Antigua Mesopotamia comenzó alrededor del IV milenio a.C., (4000 a.C. y el 3000 a.C.) cuando los mesopotámicos empezaron a trabajar con el cobre y el oro. Inicialmente la metalurgia en Mesopotamia se enfocó en la producción de herramientas, armas y objetos ceremoniales. Sin embargo, Mesopotamia carecía de yacimientos metálicos propios y dependía del comercio para obtener estos materiales por lo que tuvo que importarlos. Los mesopotámicos adquirían cobre de las regiones de: Omán, en los montes Zagros del actual Irán, Anatolia (Turquía actual), el Levante (Siria, Líbano, Israel, Palestina) y el valle del Indo donde había depósitos ricos en cobre. En la Antigua Mesopotamia el cobre fue fundamental utilizándose en diversas áreas. Los principales productos fabricados eran los arados, hoces y azadas de cobre para mejorar la producción agrícola. También con la metalurgia del cobre se produjeron objetos ceremoniales como: estatuillas, adornos para templos y rituales, además de amuletos. Ciertos utensilios domésticos como: recipientes, vasijas y utensilios de cocina resistentes fueron elaborados de cobre; aunque este tipo de uso estuvo más relacionado con las clases altas. Los encargados de la metalurgia eran los herreros; profesión valiosa para la época. Eran llamados: Simug (sumerio) o Kumarum (acadio). Ambas palabras también designaban al: «artesano».
Generalmente en Mesopotamia la preparación del cobre se hacía por medio de la fundición del mineral. La veta (masa pétrea del mineral) del cobre se calentaba en hornos rudimentarios con carbón de leña para alcanzar las temperaturas de fusión. Una vez que el material estaba derretido por las altas temperaturas se empleaban crisoles de cerámica para contener el metal fundido. El cobre fundido dentro de los crisoles se vertía en moldes tallados en piedra o arcilla con forma de herramientas y adornos para darle su aspecto. Después de la fundición, los objetos de cobre y bronce se martillaban y calentaban para aumentar su durabilidad.

El bronce por el contrario comenzó a utilizarse en Mesopotamia alrededor del año 3000 a.C., cuando los herreros descubrieron que la combinación en proporciones específicas del cobre con el estaño (este último también importado) producía un metal más resistente: la aleación del bronce; el cuál fue destinado también para la forja de herramientas agrícolas y armas como: espadas, lanzas y escudos. En el caso del oro en Mesopotamia fue un símbolo que reflejaba: poder y riqueza; además de estar asociado a las divinidades locales. Mesopotamia no tuvo grandes minas de oro y los habitantes mesopotámicos obtenían este metal precioso por medio del comercio con Egipto, Anatolia y el valle del Indo. El oro en Mesopotamia no se utilizó para monedas, sino que su uso estuvo ligado principalmente en el aspecto religioso para decorar templos y estatuas de los dioses; además de servir como ofrenda en los templos. También su uso estuvo ligado a la formación de joyas y adornos, donde reyes, nobles, sacerdotes y sacerdotisas portaban collares, brazaletes y diademas de oro como símbolo de estatus. También se utilizó el oro en copas y utensilios empleados en banquetes y ceremonias para demostrar prestigio.
El hierro comenzó a utilizarse en Mesopotamia alrededor del 1200 a.C. En un principio el hierro era raro y costoso, siendo utilizado principalmente para objetos de prestigio. Sin embargo, con el tiempo, al adoptar técnicas de fundición más avanzadas en Medio Oriente, la producción del hierro se expandió y se convirtió en un metal clave para las áreas de: la agricultura, la construcción y la guerra; esto debido a que las herramientas y armas de hierro eran más resistentes que las de bronce. Se teoriza que los hititas fueron los primeros en desarrollar avanzadas técnicas de fundición del hierro. Otras teorías señalan a los asirios como los creadores del hierro. Posteriormente el hierro y sus técnicas de elaboración se difundieron a través del comercio y la guerra. El hierro era obtenido en Mesopotamia de diversas fuentes. En primeras etapas, el hierro provenía de meteoritos, por lo que era llamado: “hierro meteórico” y era trabajado antes del desarrollo de técnicas de fundición avanzadas. Mesopotamia comenzó a importar hierro de regiones como Anatolia y el Cáucaso, donde se encontraban yacimientos ricos en vetas del mineral.

En Mesopotamia, en la técnica de elaboración del hierro, eran utilizados los hornos de alta temperatura calentados por carbón de leña para alcanzar las temperaturas elevadas necesarias para fundir el hierro. En estos hornos era introducido la veta de hierro. Una vez fundido el material, la masa líquida era dispuesta en crisoles que favorecían su manipulación. Después de la fundición sobrevenía el forjado del hierro donde era golpeado de forma repetida con el objetivo de mejorar su resistencia y a la vez eliminar impurezas. Posteriormente se aplicaba el templado donde el hierro era calentado al fuego y luego se enfriaba en agua para aumentar su durabilidad. Otro metal que utilizaron en Mesopotamia fue la plata. Los mesopotámicos no tenían grandes minas de plata en su territorio, por lo que dependían del comercio para obtenerla. Algunas de las principales fuentes incluían las minas de: Anatolia, los montes Zagros de Irán y el valle del Indo. La plata era esencial en la economía mesopotámica, utilizada en pagos, tributos y como símbolo de riqueza.
El comercio en Mesopotamia y el Shekel: El Sistema de pesos y medidas.
El comercio en la antigua Mesopotamia data desde los registros del período El Ubaid, (5000a.C. – 4100 a.C.) entre poblaciones y aldeas. Las mercaderías exportadas en el comercio mesopotámico incluían cerámicas, vidrio, grano, productos de cuero, aceite de cocina, dátiles, canastos y esteras de caña y lana. Las mercaderías importadas incluían cobre, marfil, perlas, piedras semipreciosas, lino, oro, plata, otros metales preciosos, madera y lapislázuli. Generalmente el comercio estaba a cargo de los comerciantes (Dam-gar en sumerio/tamkarum en acadio) y los mercaderes (Lu-Kar en sumerio/Sabarum en acadio). Los comerciantes financiaban grandes expediciones de comercio, principalmente marítimas del Tigris y el Eufrates hacia el golfo pérsico y la India (pero también hacían vías terrestres) y comerciando esencialmente: metales, madera y piedras preciosas para venderlas al por mayor al estado, a los templos, a los nobles y a ciudadanos adinerados; por lo que su comercio era internacional y tenían acceso a grandes sumas de plata y bienes de lujo. Los mercaderes por el contrario eran comerciantes locales, generalmente realizaban expediciones independientes por tierra y rutas de vías fluviales en Mesopotamia, comerciaban en pueblos y ciudades con productos y artículos locales de primera necesidad (aceite, cebada, trigo, cerámica, lana, carne, etc.) entre los pobladores sin grandes redes financieras; por lo que su comercio se enfocó en la distribución local, asegurando que la población tuviera acceso a bienes esenciales.
Los mercaderes utilizaban caravanas de burros y barcos para transportar mercancías por los ríos Tigris y Éufrates y en sus canales artificiales. Los mercaderes, así como los viajeros y los ejércitos, se movían por caminos polvorientos, accidentes naturales y el desierto abarcando grandes distancias. Los mercaderes se enfrentaban a diversos retos, principalmente las bandas de asaltantes; por lo que muchos contrataban guardias armados. En otras ocasiones viajaban en caravanas grandes o grupales buscando caminos y parajes conocidos y seguros. También se enfrentaban al cierre de canales de agua por vías fluviales producto de las guerras y rivalidades entre ciudades, el alto pago de peaje o impuestos y la confiscación de sus productos y en el golfo pérsico y el océano Índico por tormentas y la actividad pirata.
Por lo común mercaderes y comerciantes vendía sus productos en mercados urbanos, los cuáles eran espacios públicos o plazas comerciales. Ciudades como Babilonia, Ur y Nippur tenían plazas comerciales dedicadas solo al comercio. Los templos a su vez eran centros comerciales; ya que al recibir depósitos de bienes como tributos comerciales y donaciones, vendían estos productos (cebada, trigo, ganado, cerámica, etc.) para su sostenimiento económico. Debido a que los comerciantes utilizaban barcos pequeños o grandes para transportar mercancías entre ciudades, muchos de estos productos se vendían y comerciaban en los puertos. En estos muelles de ciudades clave se vendían productos valiosos importados como: la madera de cedro del Líbano y lapislázuli de Afganistán, sirviendo como puntos de distribución. También algunos mercaderes comerciaban y vendían esclavos en estas rutas.

En la Antigua Mesopotamia, el comercio se basaba principalmente en el trueque con las personas intercambiando productos al establecer acuerdos directos con el fin de obtener objetos deseables. Sin embargo, el trueque tenía dificultad cuando en las formas de intercambio de los bienes y servicios resultaba difícil calcular el valor de un producto. Posteriormente en Mesopotamia la primera forma de moneda conocida en la antigua sumeria fue la Sila de cebada hacia el año 3000 a.C., la cual consistía en cantidades fijas de cebada para comprar un producto, donde a un bien se le adjudicaba un precio según granos de cebada.
Con el tiempo en Mesopotamia surgió una forma de pago basado en un sistema de pesos y medidas para la compra de bienes y el pago de servicios. Este sistema era el: Shekel (Shékel). En este sistema comercial se utilizaban dos componentes: el primero era el «ciclo de plata», que era un lingote de plata con un peso, por lo general, de entre 7 y 20 gramos. Estos lingotes de plata, como unidad de peso, se usaban como moneda para las transacciones comerciales en la compra y pago de bienes y servicios. El segundo componente era el: Shekel, que era una unidad de peso establecida para calcular el valor de un bien. El peso del Shekel era fijado por el reino en turno (el rey y sus ministros); pero el precio de un producto era establecido por el vendedor (o el regateo entre un comprador y un vendedor). Así, una unidad de un Shekel podía equivaler al peso de, por ejemplo: 8 gramos, 10 gramos, 15 gramos, etc. Dos Shekel podían equivaler el doble, es decir, 16 gramos, 20 gramos, 30 gramos, etc.; tres Shekel a 24 grs., 30 grs., 45 grs., y así sucesivamente.
El precio de un bien o producto a comprar (una herramienta, una vaca, una tela, un vestido, un cuchillo, una propiedad, etc.) era establecido por acuerdo entre el vendedor y un comprador en el peso de Shekel que debía ser pagado en lingote de plata. El Shekel servía como el equivalente medidor del peso del lingote de plata. Esta equivalencia era verificada por medio de una balanza de doble plato por un funcionario y un escriba, por lo común ubicados en el mercado de una ciudad o aldea de Mesopotamia, donde se calculaba el peso de la plata en equivalente al peso del Shekel fijado por la compra del producto (dos shekel, cinco shekel, 20 shekel, etc.). El comprador, una vez fijado el precio del producto (caso hipotético: la compra de una cabra o 10 canastos de cebada por 5 shekels), llevaba su plata a un mercado, donde el escriba y el funcionario pesaban los lingotes de plata en la balanza de dos platos. Se colocaba uno o varios lingotes de plata en uno de los platillos de la balanza. En el otro platillo se colocaban pesas de piedra calibradas o de otro metal (cobre, plomo o bronce) calibrado que representaban los valores del peso en shekel. El funcionario agregaba, retiraba o fracturaba los lingotes de plata hasta que la balanza quedara nivelada entre la plata y el peso calibrado que representaba el shekel, lo que determinaba así el shekel en peso de plata a pagar. El escriba procedía a registrar el peso en tablillas de arcilla y el objeto de compra para documentar la transacción y guardaba la tablilla como un recibo. Luego el comprador entregaba al vendedor la cantidad de plata pesada resultante en Shekel en la báscula para realizar la compra.

Según estudios la unidad de Shekel (un shekel) en Mesopotamia era de un peso estimado de 8.33 grs. (por lo tanto dos shekel: 16.66 grs de peso; tres shekel: 24.99 grs, etc.), un peso similar aproximado a un bolígrafo de la era moderna, por lo que un ciclo de plata debía resultar ser 8,33 gramos de peso al nivelarlo en la báscula de platos con el peso del shekel fijado. Sin embargo, el shekel tuvo una variedad de valores de peso dependiendo de la era (acadios, gutios, babilonios, etc.), el gobierno, la ciudad y la región. Por lo común su valor en peso en Mesopotamia rondó entre los 8 y 20 gramos entre el lingote de plata y el peso calibrado que representaba al shekel en la balanza. El sistema de pesos y medidas por balanza se utilizó principalmente en el comercio de metales preciosos, los productos agrícolas y los textiles o productos al por mayor y grandes bienes (un rebaño de cabras, ánforas con vino, un par de asnos, vacas, barras de madera, un carruaje, etc.). Los funcionarios de los palacios supervisaban el comercio y usaban este sistema para recolectar impuestos y salarios. Los templos también supervisaban este sistema en caso de recibir tributos. En ambos casos se apoyaban siempre de escribas quienes llevaban cuidadosamente los registros de toda transacción en tablillas de arcilla con las anotaciones respectivas.
La plata, por lo común, era utilizada por nobles, adinerados y pequeños y grandes comerciantes. Para pagar salarios y servicios de trabajadores y aguadores de las haciendas contratados, los pescadores y los agricultores asalariados, soldados y ciudadanía común, etc., dependían de formas más modestas de compra y pago en lugar de la plata como: cobre, estaño o plomo. En múltiples casos se utilizaba mejor la cebada como pago del sueldo y también el trueque entre pobladores. Los salarios variaron ampliamente en la historia de Mesopotamia. Equivalente al shekel estuvo el manu (la Mina) y el biltu (talento). 1 Mina era igual a 60 Shekel, es decir: 500 gramos (el peso aproximado de una hogaza de pan o tres naranjas). 1 Talento era igual a 60 minas, es decir: 30 kilogramos (aproximadamente el tamaño de algún un mueble casero actual). Las ciudades (ciudad estado) cobraban impuestos en «minas» y «talentos» de plata o bienes equivalentes, lo que permitía financiar proyectos públicos, ejércitos y templos. La Mina y el Talento se utilizaron también para transacciones mayores. Las monedas acuñadas llegaron a usarse en Mesopotamia influenciadas por los lidios en el siglo VII a.C.
El Sistema judicial en la Antigua Mesopotamia.
En Mesopotamia existió un sistema judicial cuyo propósito fue mantener el orden y la justicia dentro de la sociedad. Este sistema estuvo basado en leyes, las cuáles fueron dictaminadas por sus gobernantes a lo largo de su historia. Entre estos sistemas de leyes estuvo el Código de Hammurabi (1754 a.C.) cuya justicia (leyes) era severa y estuvo basado en “ojo por ojo, diente por diente”. Los juzgados en Mesopotamia se caracterizaron por la presencia de jueces y funcionarios que estaban designados por los gobernantes para cumplir las leyes establecidas y resolver según éstas las disputas legales de los ciudadanos. En ciertos casos el rey podían actuar también como juez. Los juicios celebrados dependían mucho de testigos y pruebas físicas como documentos (tablas de arcilla) o bienes. Los jueces dictaban sus sentencias según lo establecido en las leyes escritas en las tablillas de arcilla; aunque también podían emitir penas cuando los casos judiciales eran difíciles o excepcionales que no aparecían en las leyes escritas. Las audiencias de los juicios eran celebradas al interior de edificios o templos, así como en espacios abiertos como plazas; esto con el objetivo que los pobladores conocieran el caso, el veredicto y la forma en que actuaba la justicia por medio de los jueces dependiendo de la gravedad del delito.
Los tribunales de justicia en Mesopotamia, por lo general, estaban compuestos de: los jueces llamados diyku o diku (en sumerio) o dayyanu (acadio) quienes eran figuras de gran autoridad, y elegidos por el rey o por la nobleza. En tiempos sumerios el tribunal de jueces era llamado: Mashkim; en tiempos acadios: Dinanu. Los jueces eran los encargados de aplicar los leyes según los códigos legales. En algunas ciudades y aldeas estaban los “consejos de ancianos”, quienes eran grupos de sabios que actuaban como jueces, emitían veredictos o ayudaban en los tribunales a interpretar la ley. El número de jueces y miembros del consejo de ancianos podía variar, desde tres o cuatro hasta una docena según la complejidad del caso o el tipo de tribunal. En muchas situaciones estaban conformados por personajes ilustres de la ciudad. Muchos tribunales tenían una estructura organizada con jueces especializados en diferentes áreas del derecho como aconteció durante el reino de Hammurabi. Podían actuar en los tribunales los sacerdotes de mayor rango como jueces; y otros de menor rango como medidores, pues se consideraba que la justicia estaba ligada a la voluntad de los dioses. En los tribunales había escribas responsables de registrar los procesos judiciales en tablillas de arcilla documentando fecha del juicio, nombres de las partes, las acusaciones, los testimonios y las sentencias emitidas, etc. Participaban en los juicios las partes involucradas: el acusador y el acusado, además de los testigos cuya presencia servía para respaldar las acusaciones, defensa y argumentos.
En las sociedades mesopotámicas los problemas legales más comunes que los jueces resolvían eran: las disputas comerciales como los fraudes, el incumplimiento de contratos, la alteración de precios, cobros indebidos en mercados y el comercio. También se sabe que los jueces en Mesopotamia resolvían casos como: las disputas por la posesión de tierras entre familias, el robo de propiedades, el robo de bienes agrícolas, la invasión de terrenos, las reclamaciones sobre cultivos, etc. Por designación del rey ciertos tribunales resolvían casos de fraude y corrupción de los funcionarios. Los jueces resolvían comúnmente los delitos de alteración de la seguridad pública como: el robo de bienes y el hurto de dinero, los casos de asaltos, agresiones y homicidios, robo de ganado, robo a comerciantes, robo de artículos y bienes, etc.

Los tribunales también resolvían casos de disputas familiares como: el incumplimiento de acuerdos matrimoniales, el maltrato a la esposa o los hijos, problemas legales de herencia entre hijos y parientes, casos de divorcio; aunque también los jueces estaban encargados de la ceremonia del matrimonio; ya que las nupcias en Mesopotamia fueron consideradas como un contrato legal. Entre otras competencias los jueces resolvían los casos de impuestos excesivos, reclamos de ventas y disputas sobre el pago de impuestos por comercio, peaje o mal uso de infraestructura pública, etc. Generalmente el proceso de la justicia en los tribunales de Mesopotamia iniciaba con la presentación de la denuncia por el ciudadano, ya fuera por una disputa o acusación, directamente ante un juez o tribunal local. En algunas ocasiones las quejas se llevaban primero ante un funcionario menor o un líder comunitario antes de escalar a tribunales superiores. Luego el denunciante exponía su caso ante el tribunal de jueces con los escribas tomando notas. Los jueces estudiaban su caso y al mismo tiempo pedían al denunciante que presentara pruebas y testigos de su denuncia. Los testigos debían asistir al tribunal y declaraban bajo juramento; ya que un falso testimonio era delito. En los casos de las pruebas dependían de la situación del denunciante; en los casos de disputas legales o comerciales los documentos grabados en tablillas de arcilla servían como evidencia.
Los jueces, teniendo pruebas, testigos y estudiando el caso, emitían un aval para celebrar una audiencia pública o juicio. En esta audiencia eran citados las partes en disputa: denunciantes y denunciados, así como testigos y los requerimientos de pruebas. Los tribunales solían reunirse en los ayuntamientos donde eran celebrados los juicios, en plazas o templos donde se discutían los casos de manera abierta; en muchas ocasiones frente al resto de la población. Durante la audiencia pública los jueces escuchaban ambas partes y analizaban el caso con los argumentos de los involucrados, la palabra de los testigos y las pruebas tomando en consideración lo establecido por el código legal de la ciudad para dar una sentencia.
La decisión final de los jueces consistía en un veredicto y resolución del caso, las cuáles se registraban en tablillas de arcilla como prueba del final del juicio y para garantizar su cumplimiento. Dependiendo del veredicto, el culpable por lo general en Mesopotamia podía recibir: castigos físicos, multas, dar compensaciones, terminar en la esclavitud y recibir el exilio. Los castigos físicos estaban reservados para los delitos como el robo, el fraude o el asesinato. Estos castigos incluían: las mutilaciones, los azotes y en caso extremo: la pena de muerte. Las multas por lo común eran impuestas en disputas comerciales o legales y en daños a la propiedad privada. Los pagos debían realizarse en lingotes de plata; pero también en bienes físicos o productos agrícolas como restitución. Las compensaciones se daban para casos de lesiones físicas o daños a la propiedad, donde el culpable debía indemnizar a la víctima con lingotes de plata o la entrega de bienes. En ciertos casos podía expropiarse la propiedad o algunos bienes del culpable para entregárselos a la víctima. La esclavitud emitida como castigo por el tribunal estaba reservada a los endeudados que no podían pagar sus deudas; pero una vez que pagaban la deuda según cierto período de esclavitud recuperaban su libertad. También la esclavitud como castigo estaba reservada para los delitos graves y para los criminales seriales que eran condenados a servidumbre de por vida. El exilio, aunque en casos excepcionales, estaba reservado para ciertos criminales que eran expulsados de la ciudad o la comunidad.

El sistema judicial estaba auxiliado por los soldados de la milicia local que fungían como policías de la ciudad y la comarca encargados de mantener el orden actuando como fuerzas de seguridad. Su función en las ciudades consistía en patrullar y vigilar en los mercados, plazas públicas y calles para evitar robos y fraudes; podían detener a los acusados y llevarlos ante los jueces, supervisaban el cumplimiento de contratos y los acuerdos comerciales como inspectores por orden de un tribunal; servían como escolta real y escolta de ministros, sacerdotes reales y funcionarios; vigilaban los templos, palacios, graneros y ayuntamientos; vigilaban los accesos de la ciudad o de los poblados y eran los encargados de aplicar los castigos, según los códigos legales, como las penas físicas.
Si bien el código Hammurabi ha sido ampliamente difundido y conocido en la historia de Mesopotamia, también existieron otros códigos legales que mantuvieron el orden y control en su sociedad y que regularon aspectos como: la propiedad privada, el comercio, las tierras agrícolas, herencias, los derechos de la familia, los castigos por delitos, etc. Entre los más importantes y destacados se encuentran: el «Código de Ur-Nammu», aproximadamente datado entre el 2100 a.C. y el 2050 a.C., que fue promulgado por el rey Ur-Nammu de la ciudad de Ur, considerado como el código de leyes más antiguo del mundo y estuvo basado en multas con castigos físicos severos al robo y el asesinato. El «Código de Lipit-Ishtar», datado aproximadamente en el año 1930 a.C. establecido por el rey Lipit-Ishtar de la ciudad de Isin, el cuál definía normas para el trabajo agrícola y regulaba derechos de propiedad, herencias y contratos; y fue un código legal anterior al de Hammurabi. En la historia de Mesopotamia estuvo el «Código de Eshnunna», fechado hacia el año 1800 a.C., promulgado en la ciudad mesopotámica de Eshnunna, enfocado en la economía, estableciendo precios fijos para bienes y servicios, además de regular el comercio, la propiedad privada y los préstamos. El «Código Asirio Medio», fijado hacia el año 1400 a.C. por los asirios, el cuál marcó una sociedad patriarcal y militarizada y sus leyes fueron aún más severas que el código de Hammurabi.
La esclavitud en Mesopotamia.
Los esclavos masculinos eran conocidos como Nam-érim (sumerio) y como Ardu o Qullu (acadio). Las mujeres esclavas eran llamadas Munus-Arad (sumerio) o Amtu (acadio). Los esclavos eran parte de la propiedad de los hombres libres; si un hombre fallecía sus propiedades incluyendo sus esclavos eran heredados a sus hijos. Generalmente la condición de esclavitud provenía de civiles capturados en una ciudad por un ejército invasor durante las guerras y conquistas y personas capturadas en otras áreas fuera de Mesopotamia. También un hombre libre podía llegar a ser esclavo al no poder pagar sus deudas, ser vendido por un miembro de la familia para cubrir una deuda o como condena por cometer actos criminales. Un hombre podía vender a su familia (esposa, hijos) como esclavos para saldar una deuda. Los hijos de los esclavos; ya que este podía casarse generalmente con una esclava de su condición, eran también considerados como esclavos.
Los hombres esclavos estaban destinados a las labores manuales: trabajar en los campos agrícolas, en la construcción, pastoreo, como jornaleros, etc. Las mujeres esclavas por el contrario eran destinadas a las actividades domésticas: cocina, limpieza, acarreo de agua, cuidado de los niños, etc. Muchas de ellas podían ser concubinas del esposo de la casa o del hijo mayor de la familia. Los esclavos no recibían un pago por su trabajo (aunque había excepciones), pero recibían comida, indumentaria y alojamiento para su supervivencia, por lo que su forma de vida era muy austera.

También los esclavos varones podían ser destinados a los templos; donde trabajaban sirviendo a los sacerdotes como obreros, albañiles, carpinteros, etc., o como parte de los ritos los cuáles incluían servir como asistentes de los sacerdotes e inclusive destinados a ser parte de los ritos de sacrificios humanos (hieródulos). Las mujeres esclavas en los templos servían en trabajos domésticos, como hieródulas de los ritos de las sacerdotisas como: la «prostitución sagrada» o ser utilizadas para dar hijos a una pareja de ciudadanos estéril.
Aunque los esclavos tenían derechos de ser vestidos y alimentados por sus amos, debían obediencia a estos y podían ser castigados por desobediencia, faltas cometidas contra sus amos, por mala conducta o insubordinación. Su comportamiento y sus movimientos estaban vigilados por la sociedad rutinariamente y por el uso de la fuerza si era necesario. Los esclavos podían ser utilizados además como forma de pagar las deudas de sus amos al realizar trabajos de todo tipo como compensación. Algunos esclavos o esclavas llegaron a tener sus propios negocios, poseer bienes, casarse e incluso tener ciertos privilegios debido a sus habilidades (académicas/administrativas) como mensajeros, escribas o mayordomos; otros llegaban a ser maestros de los hijos de sus amos; sin embargo esta situación dependía de la benevolencia o permiso de sus dueños. En sus labores los esclavos trabajaban en solitario, en grupos de dos o tres esclavos o con hombres libres. Se cree que la mayoría de los esclavos en Mesopotamia eran mujeres frente a los hombres, en proporción de 2:1 o 3:1.
En algunas ciudades había mercados de esclavos, donde los hombres esclavos eran atados y exhibidos con su indumentaria o en taparrabos. Las mujeres esclavas eran exhibidas desnudas para su compra. Al igual que en el Antiguo Egipto, los esclavos dedicados a trabajos duros y forzados eran los soldados prisioneros de guerra capturados y los criminales condenados. Los costos de los esclavos podían variar en cada ciudad o región, con un promedio de 40 o 50 shekels de plata, precio mayor a cinco bueyes en Mesopotamia, debido a la importancia de mano de obra que representaba un esclavo. Esclavos o esclavas con habilidades como: carpinteros, obreros, pescadores, cocineros, etc., eran muy solicitados; mucho mejor si sabían leer, escribir y hacer cuentas. En Sumeria existieron grandes mercados de esclavos como en las ciudades de: Eshnunna y Lullu. Babilonia, hacia el primer milenio, llegó a tener una considerable población de esclavos entre su población con un estimado entre dos y tres esclavos por cada hogar. Durante el Imperio Asirio los esclavos fueron numerosos debido a sus conquistas y campañas de guerra, donde los habitantes de las ciudades atacadas y conquistadas, invariablemente terminaban como esclavos. Algunos esclavos podían comprar su libertad tras ahorrar dinero tras muchos años. Algunas mujeres esclavas al ser «amantes» de su amo podían si éste lo consentía adquirir su libertad, especialmente si daban un hijo a su dueño; aunque en estos casos conseguían ser libres, terminaban obligatoriamente solo como concubinas en el hogar; pero sus hijos eran considerados libres. A diferencia de otras culturas donde los esclavos portaban distintivos (los hombres esclavos llevaban gargantillas en sus cuellos; o en el Antiguo Egipto las mujeres esclavas llevaban ceñidores en su cintura) se sabe que en Mesopotamia los esclavos tenían grabados en sus manos u otras partes del cuerpo el nombre de sus dueños como símbolo de su estado. En ciertos períodos en Mesopotamia estuvieron identificados con la cabellera rapada con una coleta de cabello larga que caía a un lado de la cabeza.
La Religión en Mesopotamia. Orígenes de un panteón diverso de dioses.
El carácter tradicional de la religión en la Antigua Mesopotamia inició con el vínculo de la tierra y la fertilidad con los dioses. Para los pueblos sedentarios la tierra germinaba los cultivos que se cosechaban para sobrevivir gracias al beneplácito de deidades superiores; por lo que para asegurar ese nacimiento o «fecundación» de la tierra se debía dar ofrendas a los dioses y rendirles pleitesía. Los pueblos nómadas o pastoriles, por el contrario, creían más en divinidades celestiales cuyo elemento constante en sus vidas era el cielo, cuyas representaciones iniciales no tenían formas, siendo posteriormente el sol, las estrellas o la luna y los fenómenos naturales como: el viento, el rayo, el trueno, las tormentas, etc.
Con el paso del tiempo la fusión de los pueblos agrícolas y ganaderos estableció la mezcla de ideas, caracteres e interpretaciones de ciertas divinidades que surgieron como la personificación de elementos del mundo natural en relación con los seres humanos añadiéndoles atributos divinos. En esta categorización generalmente los fenómenos naturales fueron identificados con deidades masculinas (las tormentas, el rayo, el viento, etc.) y la fecundidad con las divinidades femeninas. En los primeros tiempos surgieron también las figuras de los reyes-sacerdotes a quienes se les adjudicó una autoridad divina proveniente de los dioses, compitiendo con shamanes y los sacerdotes primitivos, estableciendo su dominio por medio de la fuerza militar. Desde los tiempos protohistóricos de los sumerios, cada población o territorio tenía su propio dios local, dando paso a ciertas etapas de un Henoteísmo regional. Estas primeras deidades fueron totems inicialmente relacionados con los eventos de la naturaleza.

Sin embargo con las conquistas sucesivas, las migraciones, las influencias o alianzas entre ciudades en diversos períodos de tiempo, se adoptaron nuevos dioses y nuevos dogmas o interpretaciones religiosas, que fueron heredadas a la época de la formación de las primeras Ciudades-Estado, y con el paso del tiempo entre acadios, babilonios, asirios y caldeos, alcanzando una fusión de figuras divinas. Los nuevos dioses obtuvieron caracteres específicos, por ejemplo: un dios que forma un matrimonio con una diosa, y adquirieron atributos detallados: el dios de la sabiduría, el dios de la guerra, el dios de la alfarería, etc. Las nuevas deidades divinizadas formaron panteones de dioses o triadas a partir de los tiempos sumerios. Algunos de estas deidades pasaron a ser dioses primarios, mientras que otros secundarios o consortes (dios esposo, diosa esposa) con múltiples variaciones en sus atributos. Con la llegada de la época babilónica surgieron los sistemas teológicos con una cultura adelantada bajo la concentración poblacional y territorial.
La religión Mesopotámica organizada surge por el temor de los hombres a los dioses, la búsqueda de mantener un control sobre el entorno de los seres humanos y la demanda por conseguir la protección y el favor de las divinidades.
Estos aspectos dieron paso a la adoración, devoción y seguimiento de una deidad; hecho conocido como: «Culto». Dentro de este culto surgió la aparición del: «Rito». El responsable de mantener este rito fue en primera instancia el rey, quien era el único capaz de ponerse en contacto con la divinidad al ser considerado como: «Representante de los dioses». Debido a la concepción que se les dotó a estos dioses de una «naturaleza e imagen humana» estos necesitaban exigencias materiales y físicas como: alimentarse, vestirse, dormir, cazar, bañarse, etc. Es aquí donde surge el culto con una serie de ritos para «conectarse» con el dios. Los encargados de oficiar estos ritos serían los sacerdotes y sacerdotisas en ayuda del monarca. Posteriormente a la ejecución del rito, dentro del culto al dios, se le adjudicó un «mito», cuyo fin era el de transmitir una acción sagrada que buscaba explicar o justificar las situaciones de los seres humanos en relación con su entorno: el nacimiento, la muerte, el matrimonio, la guerra, las enfermedades, etc. Ejemplo de esta fusión de mito con rito, dentro del culto a un dios, era la «unión sagrada» del rey con una sacerdotisa (ambos yacían juntos) en lo alto de un Zigurat en la fiesta del año nuevo en Mesopotamia, imitando la creación del mundo por medio de la fecundidad y asegurando la prosperidad y bienestar de la población. Otro ejemplo característico sobre los ritos de realizar sacrificios en los templos para los dioses radica con la justificación del mito del Diluvio: El dios Enlil desata el diluvio contra los seres humanos eliminándolos a todos menos a Ziusudra y su esposa que construyen un barco y sobreviven la inundación; el resto de los dioses reprenden a Enlil por ocasionar la muerte de los seres humanos ya que necesitan los sacrificios para «alimentarse»; entonces al terminar el diluvio Ziusudra sale de su barco y ofrece un sacrificio a los dioses que los reciben hambrientos.
A las prácticas religiosas se añadieron con el tiempo las costumbres y los patrones culturales de los pobladores en Mesopotamia, confundiéndose con la creencia de la magia y las supersticiones. Una epidemia de enfermedades en la ciudad indicaba la «furia» de los dioses. La derrota y conquista de una ciudad indicaba el «favor» de un dios o el «abandono» de la deidad suprema según el caso de los conquistadores y los vencidos. Muchos de los dioses principales o tutelares de una ciudad tenían carácter guerrero y «Protector» debido a las constantes luchas entre las primeras ciudades-Estado.

Tras el establecimiento de un culto, ritos y mitos junto a un aparato sacerdotal, surgieron los problemas de las cualidades de cada dios, las cuales variaron en cada región, ciudad o período de tiempo entre sumerios, acadios, caldeos, babilonios o asirios. Comúnmente: Anu (en acadio) ó An (sumerio) era el dios supremo creador de todo y dios del cielo, padre de los dioses y líder del panteón de todas las deidades. La primera esposa de Anu era: la diosa Ki (sumerio) diosa de la tierra. La unión matrimonial de Anu y Ki dio origen al resto de los dioses llamados: Anunnaki o «Hijos de Anu». La segunda esposa de Anu fue: Nammu «diosa del abismo del océano» quien junto a Anu dio origen al dios Enki. La tercera esposa de Anu fue la diosa Nintu (sumerio) o Antu (acadio) identificada como «diosa madre».
Enlil, «Señor de la Tormenta», fue el primer hijo de Anu y Ki; fue el dios de la tierra, las montañas, los animales, los bosques, el desierto, el viento, etc., así como el dios del clima y todos los eventos atmosféricos, lo que le otorgó las características de ser un dios irascible y a la vez benevolente según los cambios climáticos. En época acadia fue relacionado como hijo del dios Anshar y la diosa Kishar. Se cree que sus orígenes fueron las regiones montañosas de Mesopotamia previo a los tiempos sumerios por los pueblos pastoriles. Otras teorías sostienen que fue traído por los Sumerios a Mesopotamia cuando éstos vivían en las montañas. Fue ampliamente adorado por sumerios, acadios, babilonios y asirios.

Según versiones del mito de la creación, Enlil al nacer separó el cielo para su padre Anu y la tierra para su madre Ki, originando de esta forma el día y la noche. En otras versiones mitológicas, Enlil es el responsable de desencadenar el diluvio para la destrucción de los seres humanos, debido a que éstos hacían «mucho ruido» con sus trabajos.
Ea o Enki, cuyo nombre significa «dios de la tierra», fue el dios “amigo del hombre” pues creó al hombre y la mujer a partir de la tierra y el barro insuflándole aliento de vida. Era el dios de la agricultura, además de la sabiduría, la magia, la construcción, las artes y de todos los oficios. Fue asociado también con el mundo acuático como un dios del Apsu (mundo acuático primordial que rodea la tierra en la cosmogonía Mesopotámica). Enki era hijo del dios Anu y la diosa Nammu, esta última diosa de la profundidad del océano primordial, por lo que Enki acabó siendo un dios anfibio, tanto de tierra como del mar.
Característico de Mesopotamia, en la época sumeria y babilónica, fueron las triadas o trinidades. La más conocida fue la del dios Anu, dios del cielo; Enlil, dios de la atmósfera, el medio ambiente y el clima; y Ea o Enki, dios de las aguas. Estos dioses, en su cosmogonía y conceptos teológicos, podían ser benignos o malignos, condescendientes o caprichosos según sus designios. Ejemplo: en los mitos sumerios, el dios Enlil desencadenó el diluvio para destruir a los hombres; pero el dios Enki evitó por completo la destrucción de toda la humanidad salvando a algunos seres humanos a quienes posteriormente enseñó el arte y las ciencias.
La segunda triada era de tipo astrológica compuesta por: el dios Sin, la luna; el dios Shamash, el sol; y la diosa Ishtar, para babilonios, acadios y asirios, equivalente a la Venus romana. El dios Sin controlaba el tiempo; Shamash era juez supremo de las acciones humanas otorgando recompensas o castigos a los hombres; Ishtar era una deidad femenina desde tiempos protohistóricos con múltiples atributos contrapuestos, entre los más comunes: diosa que otorgaba placer carnal pero a la vez tenía aspectos guerreros siendo despiadada.

Fue conocida por los sumerios como Inanna o «La Reina del Cielo» como una mujer: joven, bella, coqueta, sensual, tierna; pero pérfida, caprichosa y colérica siendo la diosa de la guerra, la justicia, el amor, el sexo y la belleza, lo que significaba que tenía en la concepción de los Mesopotámicos el poder de la vida y la muerte. Era representada en estatuas completamente desnuda. En otras ocasiones era representada sobre un carro de guerra tirado por leones mientras blandía un arco en su faceta guerrera.
En tiempos Babilónicos por los acadios el dios Anu fue sustituido por Marduk como dios primordial, quien en la cosmogonía de los babilonios, luchó contra Tiamat, diosa en forma de monstruo, dragón ó serpiente marina, venciéndola para crear con su cuerpo: el cielo, la tierra y al hombre y a la mujer. Tiamat representaba el caos y Marduk al vencerla restablece el orden del Universo. En la mitología de los Babilonios Marduk terminó siendo hijo de Enki. Además Marduk en su batalla contra Tiamat tomó el liderazgo de los dioses y terminó siendo el líder supremo del panteón Mesopotámico. Por esta razón los antiguos babilonios le llamaron Bel, término que significa «Señor». La adoración de Marduk resultó ser grande e influyente durante el reinado de Hammurabi, ya que en sus conquistas, el culto a Marduk se expandió. Con las posteriores conquistas de los Neobabilonios el culto a Marduk se extendió hasta las costas del Mediterráneo. Los asirios lograron incluir a Marduk en su panteón; no obstante su deidad principal fue el dios Assur.
Assur o Ashur fue la principal deidad de los asirios, dando origen al nombre del Imperio Asirio y la región Asiria. A diferencia de los dioses sumerios y babilonios, Assur no tenía un origen explícito por su ausencia de familia. Las ciudades conquistadas por un imperio superior tendían a asociar sus dioses a los del dios principal de su conquistador; a pesar de ello, el culto de Assur permaneció confinado al reino de Asiria, y ningún templo en las ciudades conquistadas por los asirios se transformó en un santuario de Assur. Su nombre deriva de la raíz asiria: As, que significa «dios», y Shar o Shur, que significa «infinito», siendo «dios infinito» o «dios del todo».

Era un dios de carácter solar y de rasgos belicosos; inicialmente era un dios de la vegetación que adoptó los atributos de un dios supremo. Se le representaba como una deidad con un arco tensado por una flecha en el centro de un disco alado. En su honor los asirios hacían desfiles en su capital y le eran dedicados sacrificios de múltiples prisioneros de guerra en su honor; ya que era un dios de la guerra. Con la expansión del Imperio Asirio se le asoció la diosa Ishtar como su esposa.
En ciertas épocas se adoptaron las triadas antiguas; pero convirtiéndolas en tétradas incorporando a la diosa Ninmach (Nintu), especie de diosa materna, ó al dios Adad (Rammán), dios de las tempestades. En otros periodos relegaron a los dioses de las antiguas triadas a dioses secundarios. Nergal era el dios de la Guerra y la epidemias (plagas y enfermedades), también era el señor de los muertos, junto con su esposa Ereshkigal, diosa del inframundo o el Arallu o Irkalla, ambos encargados de recibir a las almas de los fallecidos en el «Mundo de los muertos». Otros dioses conocidos: Arazu, dios de la construcción; Ashnan: diosa del grano; Bel: dios de la sabiduría; Damu: dios de la curación y la medicina; Enkidu: dios de los bosques y la naturaleza; Enten: dios del frío, la lluvia y el invierno; Erra: dios de la lucha, la guerra y la muerte; Garra: dios del fuego; Kulitta: diosa de la música; Militta: diosa asiria del parto; Ninkasi: diosa de la cerveza; Sakkan: dios del ganado; Nisaba: diosa de los escribas y la astrología; Zakar: dios de los sueños, etc. Muchos de estos dioses fueron cambiantes y sus personificaciones y atributos fueron absorbidos por otros dioses con el paso del tiempo. Ejemplo: la diosa Ishtar absorbió los atributos de las diosas: Nana: diosa madre primigenia, Zaltu: diosa de la guerra y la batalla y de Nanaja: diosa del sexo. El culto a Ishtar se volvió tan popular que tuvo múltiples templos en Mesopotamia llegando a absorber a muchas deidades femeninas.
Los dioses secundarios fueron muy numerosos. Sumerios, acadios y babilonios contaron también con numerosos espíritus buenos y malvados. Dioses y espíritus se adoraban o invocaban con plegarias y fórmulas mágicas con encantamientos múltiples; ya que la religión mesopotámica se caracterizó por una mezcla de religiosidad con magia, astrología y supersticiones. En los conceptos sumerios, acadios, asirios y babilonios, los dioses tenían poderes sobrenaturales; pero al mismo tiempo dormían, bebían, comían, contraían matrimonio, luchaban, se cansaban, etc; por lo que los hombres debían «alimentarlos» en los templos. Por regla general los cultos a los dioses exigían: ofrendas, libaciones, cánticos, sacrificios, danzas y procesiones; sin embargo sus favores, dentro del dogma instruido de Mesopotamia, iba dirigido a aquellos que llevaban una vida ejemplar: buenos esposos, buenas mujeres, buenos hijos, a los ciudadanos que practicaban virtudes: sinceridad, justicia, honestidad, rectitud, compasión, etc.
El sacerdocio, los templos y los Zigurat.
Las formas de culto entre babilonios, asirios y caldeos hacia sus dioses tuvieron similitudes así como variantes a lo largo del tiempo. Los sacerdotes, en principio, eran los intermediarios entre los dioses y los hombres y llegaron a ser líderes en pueblos y ciudades con gran influencia en las cortes reales.

En general los clérigos eran escribas, administradores, contadores, maestros y médicos. Entre los sacerdotes habían jerarquías, por lo común el alto clero y bajo clero. Los reyes, reinas y miembros de la realeza podían actuar también como sacerdotes, especialmente en la festividades rituales del dios tutelar de la ciudad o festejos nacionales por lo que la nobleza y el alto clero estaban relacionados. Existieron casos donde la hija del rey era una suprema sacerdotisa del templo.
Los clérigos vivían en un templo, el cual también administraban, siendo el centro ceremonial y de culto principal de la religión Mesopotámica. El templo tenía el nombre de Cella en sumerio. Eran llamados Bítum en acadio. Estos variaban en tamaño y forma dependiendo del dios tutelar de la ciudad y su importancia. Existieron templos grandes y amurallados con un gran aparato sacerdotal; así como templos pequeños y capillas de dioses entre la población, además de santuarios en otras regiones como villas, pueblos y en el desierto. Por lo general el templo mayor (del dios nacional o tutelar) estaba al centro de la ciudad junto al palacio real. Típicamente el templo mayor era de planta cuadrangular y contaba con una muralla a su alrededor que lo separaba de las casas de su entorno.
El recinto tenía una entrada principal en forma de pórtico que permitía el ingreso un gran patio inicial llamado: Kisalmáhum (acadio). En este primer patio podrían existir a los lados varias habitaciones que funcionaban como talleres y almacenes, así como rediles para las ovejas o cabras utilizadas en los sacrificios. A este patio podían acceder todas las personas de la ciudad para los cultos públicos. Al fondo de este patio se levantaba una puerta en forma de arco que daba acceso a otro patio al interior del recinto amurallado. Este segundo patio estaba únicamente reservado para los sacerdotes y sacerdotisas quienes realizaban en él sus oficios religiosos y procesiones. Alrededor de este patio se ubicaban las múltiples habitaciones de los sacerdotes y sacerdotisas y otras dependencias, dando forma a una estructura sólida, con sus puertas mirando hacia el interior. Al centro de este segundo patio se ubicaba el altar de sacrificios y una artesa con agua.

Al fondo del segundo patio estaba el santuario del dios el cual consistía, por lo general, en una escalinata que daba acceso a una plataforma de variable elevación; sobre ésta estaba ubicado un templo más pequeño rectangular, el Cella. Este último era un edificio de tamaño y altura variable que tenía una única entrada de acceso y en su interior, por lo común, contaba con dos habitaciones: un vestíbulo que, separado por un gran velo o cortina, daba paso a la recámara del principal del templo donde en su interior residía el altar del dios. Este altar era una mesa donde se colocaban las ofrendas del día. Tras la mesa estaba ubicada la estatua del dios. A los costados de la mesa y la estatua podían haber pebeteros con fuego o incensarios. A los pies de la estatua se ubicaban las ofrendas de la población. De las paredes del Cella habían fogariles o antorchas para iluminar el interior. En algunas habitaciones de estos templos mayores habían capillas con estatuas de dioses menores. Los templos pequeños contaban con el cella sobre su plataforma o sin ésta, con un pequeño patio; otros templos consistían en un patio con una capilla con un nicho para la estatua del dios.
Los sacerdotes estaban a cargo de los cultos cotidianos (reservados) en los templos y los cultos públicos. Los cultos cotidianos llamados Dullum (sumerio/acadio) eran ceremonias privadas a los dioses al interior de los templos. Los cultos cotidianos consistían en: rituales, libaciones, plegarias y cánticos ceremoniales, acompañados de música ejecutada por los mismos sacerdotes o feligreses dedicados a la profesión. Bajo su cargo estaban la dirección de las ofrendas en el altar, que por lo común eran: pan, cerveza, vino y carne, colocándose cuatro veces al día frente a la estatua en cuencos de piedra o mesas para «alimentar» al dios tutelar de forma ficticia. La estatua del dios era fabricada de oro, plata, lapislázuli, diorita o simplemente de piedra. Podían estar adornadas con joyas y túnicas de colores. Comúnmente la representación de los dioses masculinos era la de un hombre con toga sentado en un bloque, con tiara y un báculo y cuyo tamaño era variable. En las procesiones, habitualmente, las estatuas eran pequeñas representando al dios sentado, trasladadas sobre una litera por los sacerdotes.

La representación de las diosas era de pié, desnudas y de exuberantes atributos femeninos, engalanadas con joyas y tenían a sus costados braseros con incienso. En esos cultos cotidianos la estatua de la deidad era aseada cada día. También se hacían sacrificios de animales en el segundo patio sobre el altar de sacrificios al lado de la artesa, comúnmente cabras, carneros u ovejas. Muchos de estos sacrificios eran realizados como forma de vaticinar augurios, consistiendo en el sacrificio de una oveja de la cuál extraían su hígado y el sacerdote examinaba como forma de vaticinar el futuro, consultar fechas propicias para la realización de una actividad, pronosticar eventos meteorológicos, etc. Las ofrendas de comida eran posteriormente distribuidas entre el personal del recinto. Cada dios tutelar tenía su propio templo donde los sacerdotes oficiaban sus ritos respectivos. Deidades menores tenían capillas en la ciudad.
En los cultos públicos la estatua del dios podía montarse en una litera, palanquín o en un bote con ruedas y ser transportada por los sacerdotes para realizar procesiones alrededor del templo o en un desfile por la ciudad seguidos por músicos y danzarinas. En estos cultos públicos se finalizaba con el sacrificio ritual de animales (cabras, ovejas) degollándolos para esparcir la sangre sobre el altar y luego quemarlos mientras al mismo tiempo un grupo de sacerdotes realizaba cánticos o plegarias acompañado de la música de tambores, liras y flautas y los bailes de las sacerdotisas danzantes.

Otras formas de cultos públicos eran las fiestas populares dirigidos por los sacerdotes de alto rango o los monarcas, donde se exhibía la estatua del dios en altares públicos y en procesiones. Una de estas, por ejemplo, era la fiesta del dios Marduk, durante el período acadio, donde la estatua del dios era llevada por las calles de la ciudad rumbo al templo en una procesión seguida por la población a forma de ritual para pedir al dios Marduk un buen clima durante el año y una buena cosecha. Los rituales públicos en los templos se realizaban el primero, el séptimo y el decimoquinto día de cada mes, estando marcados por los ciclos lunares; por lo general con la luna creciente. En muchos de estos ritos públicos las procesiones de la deidad incluían música y bailes ejecutadas por las sacerdotisas danzantes. Se organizaban además mercados y banquetes en la ciudad. Los ritos públicos también consistían en trasladar la estatua en procesión a los campos agrícolas o viajar por los canales y los ríos en embarcaciones movidas por pértigas.
Solo los sacerdotes, el rey, la reina, la familia real y los nobles tenían permitido el acceso al Cella para realizar el culto al dios respectivo tutelar de la ciudad. El resto de la población tenía vetado su ingreso y solo podía participar de las procesiones y de eventos religiosos públicos fuera del templo o en su primer patio. Debido a esto muchos ciudadanos entregaban ofrendas y peticiones escritas en tablas de arcilla a los sacerdotes para ser llevadas al interior de los templos y disponerlas frente altar de la estatua del dios como forma de tributo y para pedir favores a la deidad tutelar. Muchas de estas ofrendas tenían forma de pequeñas estatuillas en formas de personas que tenían función de encomendarse a los dioses o rogar por favores. Algunas de estas figurillas tenían la forma de un hombre y una mujer juntos buscando de parte de una pareja de casados la felicidad matrimonial y para lograr fertilidad.

El personal del templo estaba constituido por sacerdotes del alto y bajo clero, sacerdotisas, escribas, cantoras, sirvientes como: portadores, porteros, mensajeros, artesanos, etc. Los sacerdotes del alto clero estaban casados y podían heredar su puesto a sus hijos e hijas. Sin embargo otros podían acceder al sacerdocio cumpliendo requisitos como: tener un cuerpo perfecto (especialmente las mujeres), no tener deformidades o limitaciones físicas y debían poseer un buen desempeño escolar como escribas. Entre varios cargos de los sacerdotes y sacerdotisas estaban el de: administrador, el sacerdote escriba, el de músico y las cantoras, las bailarinas, el de médico exorcista, las plañideras, el arúspice encargado de leer el hígado de los animales sacrificados, etc. Los sacerdotes administraban el templo en: donaciones, gestión de las tierras del templo, controlar las fuentes de ingreso, vigilar los graneros que pertenecían al templo, preparar las ceremonias, etc., de los cuáles dependía su riqueza e influencia. Desde épocas sumerias los habitantes debían pagar impuestos al templo en forma de comida, animales de ganado o utensilios. El rey y los nobles erigían nuevos templos y remodelaban los viejos incluyendo su expansión. Propiedad del templo eran también los esclavos y las esclavas a su servicio, además de los utensilios de sus talleres, animales de tiro, embarcaciones que utilizaban en los canales, vestuario, etc. Los templos contaban también con propiedades aledañas como tierras de cultivo, graneros, talleres y almacenes, utilizados para guardar granos y cosechas; en tiempos de crisis de hambre sus productos eran repartidos entre los pobladores, además de alimentar a los marginados sociales. La administración de estas tierras y talleres era la principal fuente de ingresos de los templos.
El jefe sacerdotal de la ciudad o sumo-sacerdote era llamado Ensu o Enum (en acadio). El administrador o jefe de cada templo era llamado: Sanga (sumerio) Shangu o Shanga (en acadio). El sacerdote seglar común era llamado: En (en acadio), un término también para designar a un sacerdote del bajo clero. A cargo del Shangu estaban los sacerdotes y las sacerdotisas con diferentes funciones encargados de ritos y deberes: rituales de purificación, sacrificios de animales, cánticos, limpieza, tesorería, cocina, música, etc. Por lo general, en tiempos sumerios, los sacerdotes en la Antigua Mesopotamia debían raparse el cabello y no usar barba, depilarse el vello corporal, practicar abluciones y vestir túnicas blancas colgadas de un hombro, con el fin de buscar un estado de purificación ante los dioses en sus rituales. En tiempos sumerios del tercer milenio, los sacerdotes vestían con la falda litúrgica con flecos de lana, el torso al descubierto y sus cabezas afeitadas.

Los inspectores de los templos, que vigilaban todo lo que ingresaba y salía de los talleres y almacenes del templo, eran los: Shatammú. A los sacerdotes escribas del templo se les llamaba: Tupsharru. El sacerdote encargado del sacrificio en el altar era el: Nash Patri.
Al lado del templo del dios estaban otros templos en forma de torres escalonadas que eran considerados como: «la morada de los dioses». Estos templos especiales fueron llamados: Unir, en sumerio antiguo y Zigurat o Zigguratu en acadio, palabra que significa: «pico montañoso» o «cima de la montaña». Las montañas son formaciones terrenales que alcanzan altura como si escalaran el cielo, por lo que muchas culturas en el mundo las vieron como elementos sagrados donde moraban los dioses. Los Zigurat fueron construidos por sumerios y acadios como imitación de una montaña para ser la «morada de los dioses» en la tierra. El Zigurat fue un templo común para sumerios, babilonios y asirios. En estos no se realizaban actos públicos o ceremoniales y solo eran considerados como un enlace entre el cielo y la tierra. Estos templos consistían en torres escalonadas de forma piramidal de tal manera que a medida que la torre ascendía cada piso adquiría una dimensión menor que el inferior. Por lo común contaban con siete pisos como símbolo para cada planeta conocido por los astrónomos mesopotámicos o los siete cielos o planos de la existencia. Por ende el diseño de un Zigurat era de una simple base con un templo en la cima.
La base podía tener una forma rectangular, ovalada o cuadrada. La parte interna del Zigurat estaba construida de ladrillos de adobe, mientras que la parte externa estaba revestida de ladrillos cocidos, los cuales podían estar pintados de diferentes colores. Su acceso era variado pues se realizaba mediante escaleras situadas en los costados del Zigurat o al centro, ascendiendo paralelas o en espiral hasta lo alto. No se descarta que fueran usados como centros astronómicos por el sacerdocio.

Según Heródoto, en la celebración del año nuevo acadio, akitu (marzo/abril), el rey subía al templo de la cima del Zigurat con una sacerdotisa para mantener relaciones carnales entre ambos como ritual, el cual era la representación de la Hierogamia o «la unión carnal entre un mortal con una diosa». En este rito recreaba el mito de unión entre Dumuzi (un mortal que era a su vez un dios) y la diosa Inanna. La sacerdotisa, en representación de la diosa Inanna (Ishtar), mantenía relaciones sexuales en el templo de la cima con el monarca de turno que representaba a Dumuzi, un mortal cuya unión con la diosa Inanna garantizaba la fecundidad de la tierra. El rito imitaba la creación del mundo entre un hombre y una mujer (procreación) con el objetivo de conseguir la «fertilidad de los campos» y «el favor de los dioses». Se presume que este rito podía haber sido solo simbólico. El ritual también lo ejercía el sacerdote del templo junto con la sacerdotisa principal.
Zigurat famoso fue el llamado: Etemenanki o «El templo de la creación del cielo y la tierra», dedicado al dios Marduk en la ciudad de Babilonia, construido probablemente antes del reinado de Hammurabi, del cual pocos restos del mismo quedan en la actualidad en el país de Irak. Heródoto, en su viaje a Babilonia en el siglo V a.C. lo describió como una estructura piramidal con una dimensión de siete pisos escalonados de 91 metros de altura con un templo en su base reservado para el rey junto con una sacerdotisa y cuyo acceso se hacía por escalones laterales y en espiral. Estaba erigido en un amplio atrio delimitado por una amplia muralla a su alrededor con 8 puertas de acceso. A un lado del recinto amurallado del Etemenanki transcurría una larga vía procesional que comunicaba a la puerta de acceso a la ciudad llamada: «Puerta de Ishtar» construida a mediados del primer milenio a.C. por Nabuconodosor II. El Etemenanki ha sido asociado por arqueólogos e historiadores con la inspiración de la Torre de Babel del relato bíblico del Génesis.
Como contraparte a los sacerdotes estaban las sacerdotisas llamadas: Qashshátu (en acadio) o qadistu (en sumerio), términos que significan: «Consagradas». Las sacerdotisas de alto rango eran llamadas: Entu o Enti (en acadio) o Ugbabtum (en sumerio) y eran esposas de funcionarios o nobles. La jefa de todas las sacerdotisas o sumo-sacerdotisa de la ciudad era llamada: Entum (acadio). Las sacerdotisas de menor rango o Kallatum (acadio) procedían de la población en general que deseaban ejercer el oficio y de niñas huérfanas, desheredadas o ilegítimas. Las sacerdotisas en general se encargaban de dirigir los cultos tanto de deidades masculinas y femeninas y auxiliando a los sacerdotes; sin embargo sus funciones principales radicaban en: los cánticos y las danzas rituales. Las sacerdotisas eran vistas además como depositarias de poderes mágicos y adivinación, sirviendo como especies de pitonisas, entre éstas las que interpretaban los sueños y la adivinación del futuro por medio del humo del incienso llamadas: Sa iltu. Generalmente las sacerdotisas vestían con túnicas plisadas, vestidos ceñidos y con trajes ceremoniales de velos transparentes usando variedad de joyas.

Existían tres tipos de sacerdocio femenino de forma general: el «convencional», el del «celibato» y el de la «prostitución sagrada». El sacerdocio «convencional» era el culto tradicional en los templos, similar al de los sacerdotes masculinos. En múltiples casos ambos sexos trabajaban en conjunto. Este sacerdocio «convencional» estaba prácticamente ligado a las sacerdotisas de alto rango procedentes de la nobleza o esposas de altos funcionarios o la misma esposa del rey.
En el sacerdocio del «celibato» se exigía que las sacerdotisas llegaran vírgenes al servicio del templo, no podían contraer matrimonio con un hombre, no debían mantener relaciones sexuales con ningún hombre el resto de su vida y no podían quedar embarazadas. Eran llamadas: Nadítu o Naditum (acadio), término que significa «las yermas». Su procedencia era de la clase alta generalmente y su condición era similar al de las Vírgenes Vestales del Imperio Romano; pues estas sacerdotisas mesopotámicas eran respetadas y veneradas por la población. Esta orden de «sacerdotisas vestales» era llamada: Gagú.
En el sacerdocio de la «Prostitución Sagrada» las sacerdotisas debían llegar vírgenes al templo para dedicarse después a la prostitución al interior del mismo, empleándose en mantener relaciones sexuales con desconocidos o extranjeros. Se teoriza que la procedencia de estas mujeres era de niñas huérfanas, abandonadas o ilegítimas que desde pequeñas eran acogidas en los templos para en el futuro ser instruidas a desarrollar este oficio como hieródulas. Este sacerdocio femenino estaba relacionado con la diosa Ishtar, por lo que eran llamadas: Ishtarétu. Obligatoriamente estas mujeres no debían quedar embarazadas y no debían tener hijos. Una mujer casada, divorciada o viuda, no podía ejercer en el templo en este sacerdocio; ya que la virginidad era altamente exigida previo a la condición de prostituta en el templo (y el matrimonio) y el adulterio (a excepción de estas sacerdotisas) era fuertemente castigado en la mujer de las sociedades mesopotámicas.

Esta condición de “prostituta sagrada” solo estaba reservada a la rama de estas sacerdotisas y no a la población femenina en general. No todas las sacerdotisas ejercían culto de prostitución; pues tal condición dependía del tipo de rito y la deidad femenina en cuestión. Heródoto por su lado brinda otra versión de este rito: “Los babilonios tenían una de las más vergonzosas costumbres. Cada mujer nacida en el país, debía una vez en la vida ir y sentarse en el recinto de Ishtar, y ahí yacer [copular] con un extraño”. Algunos historiadores consideran que la descripción de Heródoto es sesgada o imprecisa, cargada de prejuicios, generando debate. Otras teorías proponen que estas «prostitutas sagradas» fueron exclusivamente hieródulas esclavas designadas para los ritos específicos de fertilidad que otorgaban hijos a una pareja que no podía concebir. Los templos recibían el pago por parte de los hombres que yacían con estas sacerdotisas; además que éstas también cobraban una compensación en dinero por sus servicios; por lo que se ha teorizado que la verdadera razón de la justificación de este dogma de «prostitución sagrada» tenía por fin el sostén económico de los templos de la diosa; ya que existían también las «verdaderas» prostitutas en las ciudades, que no ejercían su oficio en un templo, sino en las tabernas y posadas, siendo conocidas como: Karmátu. Estos cultos en los templos de Ishtar consistían exclusivamente en: cantos, danzas, pantomimas y orgías sexuales. Algunas de estas mujeres del templo de Ishtar solo mantenían contacto carnal con otras mujeres y eran conocidas como: Galatur.
Los templos contaban con esclavos para diversas tareas; pero los esclavos exclusivos para los ritos de los templos eran los hombres hieródulos o en mayor medida las mujeres hieródulas. Estos ritos donde servían los hieródulos podían consistir desde simples asistentes de los sacerdotes, servir como sacrificios humanos o en el caso de las mujeres hieródulas servir como Ishtaré («prostitutas sagradas») o como hieródulas: Sekretum. Estas hieródulas Sekretum eran esclavas de los templos que servían para dar hijos a una pareja estéril. Si un matrimonio de hombre y mujer no conseguía tener hijos, la pareja recurría al templo donde ofrecían ritos de fertilidad, los cuales consistía en consagrar una esclava Sekretum del templo para que mantuviera relaciones carnales con el esposo de la pareja estéril con el objetivo de quedar embarazada. Los hijos nacidos de la hieródula Sekretum se convertirían en los hijos de la pareja; siendo éste uno de los pocos ritos que un hombre podía practicar al interior de los templos tutelares. Las esclavas Sekretum también podían acabar como concubinas del hombre, si éste deseaba tomarla a su cuidado, siendo entonces llamadas: Shugitum.
Las Vestales o Naditum podían hacer uso de la esclava Sekretum para tener hijos adoptivos con un hombre de manera «simbólica». La Naditum entregaba una esclava Sekretum de su propiedad a un hombre, en calidad de «esposo simbólico», para que yaciera con ella. La esclava Sekretum quedaba embarazada del hombre y los hijos nacidos del vientre de ésta pasaban a ser los hijos adoptivos de la sacerdotisa y del «esposo simbólico». Éste último y la sacerdotisa se comprometían a dar una pensión a los hijos nacidos de la esclava Sekretum y tenerlos como «propios»; de tal forma que la sacerdotisa se mantenía virgen y practicaba el celibato. El hombre como esposo simbólico podía tener otras esposas entre la población; ya que la esclava Sekretum solo tenía por función quedar embarazada; sin embargo, también un hombre podía tomar a la esclava Sekretum comprándola de su servicio y llevarsela a su casa; más solo podía tenerla por concubina o esclava y no como esposa. Se cree que esta situación solo estaba reservada para las clases altas o nobles; ya que era respaldada por las leyes.
A cargo del sacerdocio femenino estaba exclusivamente la fabricación de la cerveza la cual era regalada o vendida en los templos a los acólitos que se acercaban al recinto; por lo común al final del día. Estas sacerdotisas estaban consagradas a la diosa Ninkasi, diosa de la cerveza, y su labor era la elaboración de la cerveza siendo llamadas como: «Las Esposas de la Cerveza» o posiblemente con el término «Ninka Kasi» cuyo significado era: «Señora Tabernera». Eran sacerdotisas de menor rango; aunque supervisadas por otras de mayor rango.

En otro tipo de cultos: asirios y caldeos torturaban a sus prisioneros de guerra ofreciéndolos en sacrificio a sus dioses. Generalmente este sacrifico ritual consistía en quemar a las víctimas en hogueras o en especies de hornos; ya que se creía que sus dioses encontraban placer causando agonía en los pueblos vencidos; además de la idea que los dioses se alimentaban de los sacrificios. Se plantea la idea que estos ritos de sacrificio eran formas de expiación o para realizar pactos con los dioses consiguiendo favores y protección a cambio del sacrifico de víctimas propiciatorias. Se teoriza que este tipo de sacrificios «en masa» solo estuvieron reservados para los pueblos enemigos derrotados, y solo eran ejercidos en tiempos de guerra. Con el paso del tiempo estos ritos sanguinarios, y muchos otros de víctimas propiciatorias, evolucionaron a sacrificios masivos de animales en los templos a manera de inmolación y expiación en sustitución de personas, comúnmente: de bueyes y carneros. La idea de los sacrificios de seres humanos era además una forma de conseguir el «favor» de un dios para una causa a cambio de la entrega de la vida de una o varias personas.
A causa que el ciudadano común en Mesopotamia estuvo excluido de los ritos oficiales, siendo solo observador, y su acceso en los templos estaba restringido, acabó por desarrollar un culto individual hacia los dioses. Debido a que el habitante común se sentía rodeado por la muerte, las enfermedades y los males espirituales utilizó la ritualidad mágica junto con las supersticiones para superar los problemas, las angustias y los miedos en un culto personal a los dioses.
Muchas de estas formas de adoración incluían amuletos como formas de protección frente a seres malignos del inframundo y el uso de estatuillas votivas de los dioses de diversos tamaños para pedir favor a los mismos. Muchas de estas estatuas estaban en pequeñas capillas en las calles de las ciudades y aldeas llamadas Shahúru.

Estas capillas contenían la efigie del dios mayor estatal o algún dios menor de la ciudad donde los habitantes realizaban ofrendas, oraciones y rituales generando una especie de «cultos personales» o locales. Estas capillas fueron muy numerosas desde los tiempos de Hammurabi. Muchos ciudadanos a su vez mantenían pequeños altares con estatuillas de los dioses en nichos en las paredes al interior de los hogares. Las casas más grandes, y las personas adineradas y de la nobleza tenían pequeñas capillas al interior de sus hogares, generando cultos locales o personales que incluyeron prácticas adivinatorias con el uso de astrólogos que «adivinaban» el futuro de las personas para prevenir los peligros e infortunios con antelación.
La astronomía en la Antigua Mesopotamia.
Los mesopotámicos en general destacaron en la astronomía, específicamente en la cronología del tiempo. Practicaron la geometría, especialmente los asirios y caldeos. Destacaron también en las matemáticas. Sus observaciones en el cielo nocturno lo hacían a simple vista sin la ayuda de telescopios. Gracias a sus observaciones astronómicas establecieron en Mesopotamia un calendario calculando el comportamiento del sol y principalmente los ciclos lunares de 28 días con 12 meses lunares. Los ciclos lunares de 28 días daban como resultado un año de 12 meses lunares con algunos días sobrantes; por lo que los sacerdotes astrónomos para mantener el año lunar en sintonía con el año solar de 365 días, agregaban un mes lunar adicional al calendario cada tres años aproximadamente, lo que daba como resultado un año lunar de 13 meses lunares.
Cada ciclo lunar iniciaba la luna nueva. Los meses del año estaban a su vez basados en dos temporadas: Eten o el Invierno, que iniciaba entre los meses modernos de septiembre y octubre caracterizándose por una temporada de lluvias; Emesh, la temporada seca o de verano, que iniciaba entre febrero y marzo, donde acontecía la inundación de los ríos Tigris y Eufrates, aumentando su cauce, por el derretimiento de la nieve en las montañas del norte. Las semanas fueron divididas en siete días, basados en los cuartos lunares o las cuatro fases de la luna que ocurrían cada siete días: luna nueva, cuarto creciente, luna llena y cuarto menguante. Cada mes iniciaba con la luna nueva. Bajo este esquema los ritos en los templos y fiestas locales se hacían el primer día del mes (luna nueva), el séptimo día del mes (cuarto creciente) y el día 15 (luna llena).
En lugar de horas para el día los astrónomos en Mesopotamia establecieron 6 «Tiempos» o 6 «horas» que abarcaban el día y la noche, es decir las 24 horas. Cada tiempo u «hora» en Mesopotamia duraba 4 horas. El primer tiempo iniciaba a las 8:00 a.m y finalizaba a las 12:00 p.m. El segundo tiempo iniciaba a las 12:00 p.m. y finalizaba a las 4:00 p.m. El tercer tiempo entre: 4:00 p.m. – 8:00 p.m.; el cuarto tiempo de: 8:00 p.m. – 12:00 a.m.; el quinto tiempo: 12:00 a.m. – 4:00 a.m.; el sexto tiempo: 4:00 a.m. – 8:00 a.m. Estas «Horas» podían variar dependiendo de la estación. Gracias a las observaciones del movimiento de las estrellas y los planetas, los astrónomos determinaron sus líneas de circulación o eclípticas de los planetas cada año a lo largo del cielo; esto les permitió realizar predicciones a futuro del movimiento de los astros gracias a los estudios de los registros de los movimientos planetarios anteriores, además de adivinar la predicción de eclipses y la periodicidad de los cometas. Famoso astrónomo mesopotámico fue Kidinnu (Cidenas) quien hacia el año 375 a.C. consiguió establecer la duración del año solar con un error de 4 minutos y 32.65 segundos.

Los astrónomos mesopotámicos utilizaron herramientas y métodos en la observación del cielo para registrar los movimientos celestes con gran precisión, entre éstos: tablillas de arcilla y cálamos para registrar sus observaciones como el movimiento de la luna, el sol o las estrellas; relojes de sombra para medir el tiempo según la posición del sol; gnomones (varillas en el suelo que proyectan la sombra solar) para calcular solsticios y equinoccios; catálogo de estrellas según su posición cambiante en el año; uso de cálculos aritméticos avanzados para predecir eclipses y la trayectoria de los cuerpos celestes; división del cielo en sectores; observación en terrazas altas y templos y el uso de lámpara de aceite para iluminación nocturna.
Debido a que las antiguas deidades en Mesopotamia fueron identificados con los astros (estrellas, sol, luna, etc.) y fenómenos atmosféricos, los sacerdotes destacaron en el estudio estelar atribuyendo el movimiento de las estrellas con la voluntad de los dioses en conjunción con el destino de los individuos, lo que dio paso a la aparición de la astrología, ciencia que busca adivinar los sucesos venideros o comportamiento de las personas según la posición de las estrellas. Los astrónomos/astrólogos recibían el nombre de: Barum (sumerio) y Baru (acadio). Algunos eran sacerdotes y residían en el templo trabajando como arúspices. Otros no lo eran y ejercían su profesión como adivinos en la ciudad, cuyos servicios eran ampliamente solicitados por la población para adivinar su futuro. Muchos de estos realizaban sacrificios de animales para adivinar el porvenir y hacían sus predicciones en base a la observación de sus vísceras; se auxiliaban además del vuelo de los pájaros y los cambios del clima y los fenómenos naturales (viento, estrellas, lluvia, etc.) para predecir el futuro.
La Medicina en la Antigua Mesopotamia.
La medicina era ejercida tanto por sacerdotes como por los médicos de oficio llamados: A-zu (sumerio) o Asú o Ashu (acadio). El área médica estuvo relacionada con las supersticiones y la magia donde los doctores mezclaban sus artes curativas (brebajes, pociones, etc.) con creencias populares. Para los sumerios y mesopotámicos en general, las enfermedades se debían a cuatro causas: ausencia de cuidados al cuerpo, el castigo de lo dioses a forma de penitencia, la ausencia de la protección divina de un dios (lo que dejaba al individuo a merced de los espíritus malignos que causaban la enfermedad) y, por último, la enfermedad producto de la hechicería donde demonios se apoderaban de la persona.
La cura para la ausencia de cuidados en el cuerpo radicaba en el uso de brebajes, pociones, ungüentos, hierbas curativas y cuidados paliativos. Muchos de estos brebajes y fármacos estaban basados en plantas y especias que eran macerados y suministrados en polvo con agua, cerveza o leche como excipientes. Los médicos en Mesopotamia utilizaban para las heridas: vendajes y cataplasmas evitando la infección, junto con sal y salitre sobre un área corporal para evitar hemorragias y sangrados, además de yesos para estabilizar fracturas. Estos galenos sabían también el valor de mantener una herida limpia para evitar infecciones por lo que recomendaban el lavado con agua limpia. El médico en Mesopotamia tomaba nota de los síntomas del enfermo y diagnosticaba las enfermedades por medio del examen físico del paciente observando el pulso, tomaba su temperatura por contacto con sus manos, olía la orina del paciente depositada en un cuenco, olía su aliento, examinaban el color de su piel, palpaba su cuerpo en busca de anormalidades (edemas, tumoraciones, desplazamiento de huesos, etc.)

Recurría a procedimientos de cura como insuflación de líquido boca a boca por medio de una pajita de madera, caña o bronce en pacientes que no podían beber, comer o que estaban inconscientes. El Asu se apoyaba de lavativas y los masajes y fricciones del cuerpo con ungüentos para dolores osteoarticulares y musculares. Los médicos estaban también a cargo de la curación de heridas de guerra, fracturas, lesiones y heridas por accidentes laborales, suministrar remedios para la mordedura de serpientes y picaduras de escorpiones, etc. Las cirugías solo eran realizadas en casos necesarios; pero en Mesopotamia no se practicó la circunsición o la trepanación como en Egipto. Algunos médicos acompañaban a los ejércitos en campañas de guerra. Varios de ellos, los más experimentados, laboraban en el palacio real.
En los casos del “castigo de los dioses” se utilizaban amuletos protectores y oraciones; para la ausencia de la protección divina, la intervención de espíritus malignos y la hechicería utilizaban exorcismos para la expulsión de los demonios que causaban la enfermedad, así como contrahechizos, encantamientos y ritos para expulsar a las entidades malignas además del uso de los medicamentos. Estos últimos eran variados, como la planta del tomillo, utilizada como antiséptico. Muchos medicamentos eran suministrados con la cerveza como excipiente. En la época sumeria médicos y exorcistas trabajan por separado. Es en la época acadio/babilónica donde surgen los médicos-exorcistas llamados: Ashipu. Estos se auxiliaban, a parte de los fármacos herbales, también de la adivinación del «dios ofendido», el sacrificio de animales para analizar sus vísceras y determinar los orígenes de la enfermedad, el uso de oraciones y talismanes.
La Ingeniería, construcción y las Matemáticas en la Antigua Mesopotamia.
En la antigua Mesopotamia, la arquitectura e ingeniería se caracterizó por el uso de los materiales disponibles en la región, los cuáles fueron los ladrillos de barro secados al sol o cocidos en hornos, debido a la escasez de piedra y madera en Mesopotamia. A pesar de esto los mesopotámicos desarrollaron técnicas de construcción eficientes logrando erigir templos monumentales, palacios impresionantes, además de viviendas funcionales. Con respecto a la ingeniería: los tipos de construcciones característicos fueron las murallas, los palacios, canales y acueductos y los Zigurat. Por lo general los palacios eran de gruesas murallas de adobe o ladrillos unidos con betún. Estos palacios eran llamados É-gal (en sumerio) o Ekallum (acadio,) contaron con torres almenadas y eran rectangulares. En la época sumeria estos palacios reales fueron sencillos; pero en las épocas babilónica, asiria y caldea, adquirieron mayor tamaño al grado de ser verdaderas fortalezas de muros de gran espesor, siendo algunos rectangulares y con numerosas dependencias en su interior para resguardar parte de la milicia y oficinas de administradores y servidores, siendo ciudades-estado dentro de otras ciudades.

En éstos palacios vivían el rey, su familia y otros miembros de la nobleza. En su interior trabajan además los ministros, cortesanos y escribas cuyas funciones eran la de transmitir órdenes del monarca al resto de regiones por lo que eran centros administrativos y contaban con múltiples habitaciones reales, vigilados por una guardia real permanente de soldados; por lo que en ciertas ocasiones servían también como cuarteles del ejército. Así mismo contaban en su interior con almacenes o despensas de provisiones exclusivas para la alimentación de todos los funcionarios y la familia real, sala de audiencias y comedor real. En estos últimos eran atendidos los casos de emisión de edictos del rey y para atender a los embajadores.
En Mesopotamia destacaron los palacios asirios dentro de sus ciudades rodeados de murallas. Sus puertas estaban recubiertas de bronce, sus muros de ladrillo vidriado, con columnas y techos de cedro. La antesala que precedía al salón del trono real era espaciosa, con relieves de escenas de guerra y de caza pintados de brillantes colores, conteniendo las estatuas de 4 metros de altura del Lamassu, un ser mítico con cuerpo de toro, alas de águila y cabeza humana, cuyo papel era, en la mitología asiria, la de servir de guardianes en las puertas de los palacios, representando además la fuerza y el coraje. Palacios famosos en la historia de Mesopotamia fueron: el Palacio de Mari (hacia el siglo XVIII a.C.): el cuál contaba con más de 300 habitaciones y murales impresionantes como un ejemplo de la sofisticación e ingieniería mesopotámica; el Palacio de Sargón II en Dur-Sharrukin (del siglo VIII a.C.) como un complejo amurallado (más bien fortaleza) con relieves de piedra y enormes estatuas guardianas; el Palacio de Nabucodonosor II en Babilonia (siglo VI a.C.) junto con la famosa «Puerta de Ishtar» y los legendarios «Jardines Colgantes de Babilonia».

Las fortalezas militares eran similares a los palacios salvo que variaban en su tamaño y su función era la defensa, el control territorial y resguardo de tropas y pertrechos militares. Algunos palacios y fortalezas podían contar con graneros y almacenes. Conocido fue el palacio, más bien fortaleza, del rey asirio Sargón II, llamado: palacio de Sargón o Dur Sharrukin. Un complejo palaciego recubierto de mármol con relieves de piedra y bronce. El material común de construcción de las fortalezas y murallas era el ladrillo cocido. Debido al constante conflicto entre las ciudades-estado de la región mesopotámica estas fortificaciones fueron clave para mantener la vigilancia, la seguridad y el poder de los gobernantes. Las fortificaciones en Mesopotamia estaban construidas por murallas macizas de ladrillos de barro secados al sol o cocidos, reforzadas con madera y piedra. Contenían torres de vigilancia para detectar movimientos enemigos y ofrecer posiciones elevadas para los arqueros y honderos. Sus puertas eran de madera y bronce fortificadas, adornadas por figuras mitológicas como los Lamassu. Algunos cuarteles contaban con fosos y zanjas defensivos alrededor de sus murallas para dificultar los ataques enemigos. Dentro de sus estructuras internas las fortaleza contaban también con almacenes para provisiones, talleres y herrerías para la fabricación y reparación de armamento, almacenes para guarecer equipo de guerra, establos para asnos y caballos, barracones para soldados y espacios administrativos, etc.
Palacios, murallas y templos llevaban en sus superficies baldosines esmaltados de fina elaboración y diverso colorido junto a esculturas en bajorelieves como arte destacable mesopotámico con apogeo en la época asiria. Estos relieves representaban escenas de caza, leones, toros, caballos, guerreros, dioses, etc. También elaboraron esculturas y estatuillas metálicas, de arcilla y de diorita; por lo común imágenes de reyes y dioses con motivos religiosos. El arte mesopotámico estaba enfocado a ensalzar a los reyes y a los dioses, haciéndolos ver como poderosos frente a la población y ante los extranjeros, dejando constancia de sus hazañas principalmente en los relieves ubicados en palacios y templos, así como esculturas, que representan animales y seres mitológicos. Los encargados de las construcción de palacios y fortalezas eran los ingenieros, denominados: Mushen-Dú (sumerio) o Banú (acadio); términos relativos a «constructor de edificios» y que también designaban al oficio de albañil.
Los ayuntamientos y otros edificios gubernamentales como grandes bibliotecas y ministerios estaban construidos de las misma manera; sin embargo su diseño podía cambiar dependiendo de la región, su función y el número de dependencias y servidores públicos en su interior. A diferencia de los palacios y otras edificaciones la construcción de las casas del resto de los habitantes eran más modestas y estaban adaptadas al clima y necesidades locales. Las casas en Mesopotamia eran de adobe, con ladrillos de barro, vigas de madera (si estaba disponible) con techos planos y en ocasiones con patios internos. Casas de varios pisos, dos o tres, fueron construidas en ciudades más desarrolladas como Babilonia. La distribución y construcción de las casas permitía formar calles estrechas y de organización compacta con el objetivo de reducir el calor y optimizar el espacio.

Mítica obra de ingeniería fueron: Los Jardines Colgantes de Babilonia, los cuáles fueron descritos por Diodoro Sículo (historiador griego del siglo I a.C.) y Estrabón (geógrafo e hisgoriador griego del siglo I a.C.), tratándose de numerosas terrazas de jardines con plantas exóticas y árboles escalonados del palacio de Nabuconodosor II del Imperio Neobabilónico construidos hacia el siglo VI a.C. Se cree que como sistema de riego se utilizaban sofisticadas norias o tornillos de Arquímedes para transportar agua desde el río Éufrates. Según la versión oficial Nabuconodosor construyó estas terrazas con múltiples y frondosos jardines para su esposa Amytis, hija del rey Ciáxares del Imperio Medio, la cual extrañaba las montañas de su país frente a las llanuras de Babilonia. Fue tal la magnificencia de estos jardines que fue reconocido como una de las siete maravillas antiguas del mundo conocido. Sin embargo no hay textos neobabilónicos que mencionen los jardines y no se ha encontrado evidencias arqueológicas definitivas de su existencia en Babilonia; por lo que muchos autores opinan que son un mito y algunos historiadores proponen que los jardines pudieron haber estado en Nínive en lugar de Babilonia.
Los textos matemáticos más antiguos datan del segundo Milenio a.C. En Mesopotamia sabían utilizar la multiplicación y la división; además de la suma y la resta. Sabían hacer cálculos de gran complejidad y conocían métodos algebraicos, usaban los números quebrados y la extracción de la raíz cuadrada. Utilizaron además el sistema de pesos y medidas. Los matemáticos en Mesopotamia inventaron el sistema sexagesimal y dividieron la circunferencia en 360°. La mayoría de la ciencia matemática era aplicada y dirigida a los trabajos de excavación, fabricación y ampliación de canales, nivelación del terreno y la construcción. Existe el debate sobre la poca habilidad en geometría de los Mesopotámicos; sin embargo dada la perfección de sus obras arquitectónicas es posible que estuvieran avanzados en geometría debido a su habilidad para la construcción de los Zigurat, templos y palacios.
La escritura cuneiforme y los escribas.
La escritura de Mesopotamia es llamada «cuneiforme», debido a que se utilizaba una pequeña varilla de caña cuya punta se recortaba en forma de bisel para emplearla como cálamo e imprimirla en tablillas cuadradas o rectangulares de arcilla, convirtiéndose esta última en el medio de difusión escrito de la región del Tigris y el Eufrates. Tanto la caña como la arcilla eran materiales comunes en Mesopotamia. Esta escritura se trata de uno de los sistema más antiguos conocidos, datando su origen hacia el final del curto milenio a.C. Se utilizó para expresar los idiomas sumerios, acadios e hitita; adoptados después por otros pueblos. Nació entre los pueblos sedentarios con la necesidad de controlar el número de medidas de los granos que almacenaban, además de llevar un registro de sus bienes.

Estas primeras comunidades entre el año 8000 a.C. y el 3500 a.C. utilizaron pequeñas piezas de arcilla que han sido bautizadas como: Token. Estos representaban una cantidad determinada de productos (se desconoce que tipo de productos y cuáles). Entre el 3500 a.C. y el 3,400 a.C. los token eran introducidos en piezas en forma de pastillas o piezas de arcilla ovales llamadas: Bullae. Sobre estas piezas ovales se imprimían puntos o muescas que indicaban los token que tenían en su interior. Entre el 3400 a.C. y el 3300 a.C. las bullae se convierten en figuras aplanadas o tablillas de arcilla, sin la necesidad de token en su interior, sino con signos en su superficie que imitaban a los signos de los bullae. Entre el 3300 a.C. al 3200 a.C. surgen las tablillas con símbolos de números que representan productos. Esto último dio paso al surgimiento de símbolos curvilíneos y posteriormente a símbolos rectilíneos característicos de la escritura cuneiforme.
Los primeros cálamos utilizados fueron en forma de punta, lo que dejaba marcas imprecisas en la arcilla. Los sumerios modificaron la punta de la caña en forma de bisel, lo que imprimía trazos en forma de cono (o triangular) sobre el barro más preciso; de ahí resulta su nombre dado en latín: «Cunei» o «Cuneos» que significa: «Cono» o «Cuña». Se podía modificar las posturas de los extremos del cono del cálamo alargando su trazo, lo que daba como resultado varias figuras o signos «cuneiformes». Las tablillas donde iban impresos los símbolos hechos por el cálamo eran de arcilla fresca y su tamaño era formado según la cantidad de símbolos a escribir en la misma o según el gusto del escritor. Una vez formada la tablilla, en esta se imprimían los trazos con el cálamo y una vez realizados la tabla de barro se ponía a secar al sol hasta que se endurecía.

Si se precisaba escribir de nuevo sobre la arcilla, esta se humedecía con agua haciendo desaparecer el trazo y se escribía nuevamente sobre la pieza de barro. Para obtener una mayor dureza y que los trazos fueran inalterables, la tablilla de arcilla se ponía en un horno hasta que la superficie de la pasta de barro se volvía dura; lo que hacía que los trazos sobre la misma no pudieran ser modificados. Esto último era indispensable para los volúmenes de tablillas destinados a las bibliotecas o para los contratos legales de la administración. La gran mayoría de los textos escritos en tablillas eran de carácter: legal, administrativo y religioso. La escritura cuneiforme se imprimió además en vasijas, estatuas y sellos cilíndricos por lo general con significados ceremoniales o religiosos. En estos casos se utilizaba cincel y martillo para que los símbolos fueran grabados.
La escritura cuneiforme estaba a cargo principalmente de los escribas, llamados Dubsar en sumerio y Tupsharru en acadio. Generalmente formaron una casta y su oficio fue altamente valorado. Estaban organizados en jerarquías: los escribas de alto rango trabajaban para el rey y los funcionarios de palacios. Los de rango inferior laboraban en transacciones comerciales ofreciendo su servicio a los pobladores. El oficio de escriba comúnmente estaba reservado para los hijos de familias acomodadas debido a su larga preparación en la escuela. Sin embargo, los escribas no eran los únicos que podían hacer trazos o leerlos. El rey, la reina, nobles, militares de alto rango y funcionarios, astrónomos, médicos y comerciantes podían leer y escribir también.

Dentro de la administración los escribas eran valiosos por su labor de redacción llevando los registros de las actividades gubernamentales; pero también trabajaron en los templos. Algunos sacerdotes eran escribas. Los documentos en tablillas desde la época sumeria elaborados por escribas se basaban en: contratos mercantiles, documentos de compra-venta, dictados reales, copias de documentos, hazañas de los reyes y textos religiosos; estos últimos sobre himnos y acciones de los dioses. Además en las tablillas se grabó el sistema de pesos y medidas, tablas de operaciones matemáticas comerciales y fenómenos astronómicos.
El oficio de escriba se aprendía en las escuelas llamadas Edubba en sumerio y Bit Tuppi en acadio, traducidos como: «Casas de tablillas», donde se almacenaban cientos o miles de escritos en tablas de arcilla; por lo que funcionaban también como bibliotecas. En un principio, desde la época sumeria, solo se enseñaba la escritura y el sacerdocio; pero con el tiempo se transmitieron en éstas conocimientos de: ingeniería, matemáticas, arquitectura, zoología, medicina, botánica y siempre la teología, convirtiéndose en universidades. Algunos escribas al graduarse del arte de escribir proseguían estudios de ingeniería, medicina o sacerdocio. Muchos escribas trabajan también como copistas y traductores, pues copiaban archivos de tablillas a otras para su conservación y traducían tratados de tablillas antiguas en sumerio al acadio y al asirio.

Sumerios, babilonios y asirios formaron grandes bibliotecas con archivos de tablas de arcilla, destacando la Biblioteca de Asurbanipal en Nínive donde fueron descubiertos cerca de 22,000 ladrillos de arcilla escrita. Había bibliotecas de tablillas no solo en los palacios y templos, sino también bibliotecas municipales, bibliotecas en provincias y colecciones de tablillas en casas particulares de clases altas y medias. En las bibliotecas las tablillas eran registradas y luego colocadas al interior del reciento en anaqueles. Solo las tablillas que tenían temas administrativos, jurídicos y comerciales se resguardaban en cestas o jarras.
Los canales y acueductos en la Antigua Mesopotamia.
El suelo de la antigua Sumeria era pobre, sin recursos, raro de hallar piedra y árboles; pero resultó fértil y apto para la agricultura cuando el esfuerzo de sumerios, acadios y babilonios consiguió domar el agua de los rios Tigris y Eufrates canalizándola hacia áreas de cultivo. El Tigris y el Eufrates hicieron posible el nacimiento de la civilización de la Antigua Mesopotamia funcionando como fuente de alimento (pesca), irrigación y transporte de bienes (embarcaciones). El rio Tigris era llamado Idigna en sumerio e Idiqlat en acadio. El rio Eufrates era nombrado como Buranun en sumerio y Purattu en acadio. Ambos ríos tenían un cauce fijo en la Alta Mespotamia; pero confluían en la zona baja de Mesopotamia sin un lecho fijo donde sus corrientes surcaban una tierra sin límites que definieran su recorrido.
Las nieves de las montañas del norte de Mesopotamia se derretían hacia el verano, causando un aumento de las afluentes de agua de los ríos Tigris y Eufrates y con ello un incremento del nivel de los mismos, provocando inundaciones impredecibles entre abril y junio. Sin barreras naturales que contuvieran al Tigris y al Eufrates en la Baja Mesopotamia, el flujo de la corriente de agua de ambos no encontraba obstáculos durante la época de crecida por lo que tendían a desbordarse. Esto ocasionaba terribles consecuencias en los habitantes al lado de estos ríos, materializándose en inundaciones de poblados y ciudades cuyas casas eran fabricadas de barro y caña, con pérdidas de siembras, cosechas y animales y, en inundaciones mayores, pérdidas de vidas humanas.

A pesar de constituir una fuente de vida y progreso, ambos ríos eran a su vez un peligro. Las escasas lluvias anuales, el territorio desértico y las altas temperaturas provocaban que la mayor parte de las tierras de Mesopotamia fueran inadecuadas para el cultivo y la ganadería, excepto en el margen fluvial de ambos ríos, por lo que los primeros pobladores se establecieron en sus orillas. Debido a la amenaza de sus crecidas los primeros habitantes alcanzaron una solución hacia el IV Milenio a.C. con el surgimiento de canales de irrigación y diques de contención lo que permitió modificar el curso de las aguas y el traslado de las mismas a terrenos cercanos y alejados, transformándolos en campos de cultivo; hecho que permitió el crecimiento de los poblados transformándolos en las primeras ciudades y asentamientos con zonas agrícolas. Esto desencadenó que las personas dependieran de la agricultura para su subsistencia, desarrollando posteriormente el comercio de los excedentes agrícolas.
Con la creación de acequias y canales de navegación, los ríos se convirtieron en carreteras marítimas de embarcaciones que transportaban bienes y diversos productos no solo entre ciudades mesopotámicas sino con otros reinos como la India, además de convertirse en una fuente de alimentación por medio de la pesca y la caza de aves acuáticas en sus márgenes; lo que permitió a su vez la reactivación de la economía en las ciudades desarrollando fuentes de empleos entre: artesanos, comerciantes, mercaderes, carpinteros, cazadores, constructores de navíos, marineros, pescadores, etc. Se sabe que esta navegación fluvial estuvo en base a pequeños navíos de una sola vela hasta grandes embarcaciones capaces de llevar toneladas de productos. Se tiene conocimiento que uno de estos canales de navegación construido por los antiguos mesopotámicos en el III Milenio a.C. llegó a medir 120 kilómetros entre la ciudad de Mari y la de el Khabur. El canal discurría en paralelo al rio Eufrates, siendo una hazaña de ingeniería asombrosa para la época.

Esta situación de prosperidad económica en la abundancia agrícola, las actividades comerciales y la creación de canales gracias al manejo del curso de los ríos sobrepasó las fronteras de las ciudades y pequeñas comunidades, lo que obligó a firmar tratados y pagar impuestos de paso o peaje por estas ciudades. Con el tiempo, la ambición y dependencia de ciertas regiones obligó a otras a rivalizar y generar conflictos de intereses económicos, lo que condujo a guerras por el control del potencial económico de los ríos y canales. Ejemplo de esto es la guerra del III Milenio a.C. de 100 años de duración entre la ciudad de Umma y Lagash por intentar obtener el control total de una amplia e importante extensión de campos de cultivo llamado: Guedenna irrigados por canales adyacentes.
Las tierras cultivables formadas por la irrigación de los canales permitieron la formación de propiedades y parcelas. Estas, dentro de un reino o bajo el dominio de una ciudad, pertenecían al rey. El monarca entregaba las tierras a los nobles y como premio o agradecimiento a un general o ministro destacado. Esto hizo que las tierras cultivables estuvieran concentradas un grupo de personas de la nobleza. Estos a su vez arrendaban las tierras a los hombres libres que se convertían en agricultores trabajando la tierra. Los agricultores laboraban como arrendatarios en tierras divididas en parcelas; algunas de estas eran campos estatales llamados Ilkum ubicados de forma paralela o próximas al rio y consistían en tierras donde la población laboraba como tributo para el rey de turno. Los agricultores eran llamados: Engar (sumerio) o Ikkaru (acadio). Para su irrigación se construían canales de riego perpendiculares al rio de los cuáles brotaban a su vez acequias. Muchos de estos canales sirvieron también como fuente de pesca donde laboraban pescadores llamados: Ku-Lu (sumerio) o Sahiru (acadio).

Los canales podían extenderse por varios kilómetros dependiendo de las tierras y los habitantes aledaños al rio y las ciudades, los cuáles eran construidos por ordenes de los monarcas, lo que a su vez permitía una planificación eficaz de los cultivos y con ello la recolección de impuestos. Sin embargo era necesario que estos canales mantuvieran una circulación constante y estuvieran limpios para el riego evitando su obstrucción. Los reyes en Mesopotamia crearon el puesto del “inspector de los canales”, llamado Gugal por los sumerios y Gugallum por los acadios. El gugal o gugallum era un ministro encargado de supervisar la construcción de los canales y su mantenimiento por medio de ingenieros y obreros, lo cuál incluía su reparación y la limpieza de desechos como cañas o barro que pudieran obstruirlos evitando su colapso.
La obstrucción y la falta de mantenimiento de un canal podía conllevar la falta de irrigación de docenas o cientos de parcelas de cultivo. En primera instancia se construyeron diques para contener el agua y luego canales y acueductos para desviarla hacia campos de siembra. Estaban construidos de barro y se excavaban desde los ríos cercanos. Los canales se alimentaban de los ríos más grandes y por medio de compuertas que se abrían o cerraban distribuían el agua a canales más pequeños o acueductos. Estos acueductos transportaban el agua alcanzando las áreas de cultivo alejadas derivando en acequias (zanjas) de riego que distribuían el agua en el terreno. Los canales también se usaban para distribuir el cieno y nutrientes de los ríos a los campos. Hacia el primer milenio a. de J.C. se utilizaron las poleas, las norias y los shadouf (cigoñal) para extraer el agua y limpiar los canales cuando los niveles de agua eran bajos. Los canales estaban sujetos a un mantenimiento y vigilancia constante para mantener el flujo de agua y evitar daños.
Gracias al control de los canales se evitaron inundaciones y la irrigación de los campos permitiendo una expansión agrícola al cultivar cereales como el trigo y la cebada; lo que condujo a una expansión agrícola y una estabilidad económica con un excedente de alimentos que fueron esenciales para el comercio. Sin embargo para el excedente fue necesario el aprovisionamiento de las cosechas para su posterior distribución, por lo que se inventaron los graneros cuya función principal fue el almacenamiento de trigo o cebada, resultando ser fundamentales para la economía y la supervivencia de las ciudades-estado para su alimentación y economía.

Los graneros eran hechos de estructuras de ladrillos de barro, reforzados en ocasiones con madera para proteger los alimentos de la humedad y las plagas. Algunos fueron silos excavados en el suelo; otros se construían elevados en postes o plataformas para evitar daño por las inundaciones y pestes. Por lo general tenían pequeñas aberturas para permitir la ventilación del aire y prevenir la descomposición del grano. Muchos graneros pertenecían al palacio real y otros a los templos, funcionando como centros de redistribución económica en casos de hambrunas o daños por inundaciones masivas.
Las Milicias.
Mesopotamia estuvo en guerra la mayor parte de su historia, tanto para repeler las constantes invasiones externas como por las intensas rivalidades entre sus ciudades estado. Desde el tercer milenio a.C. las ciudades sumerias sostuvieron luchas por mantener su hegemonía. Una de las guerras más brutales fue la de la ciudad de Lagash contra la de Umma en el año 2440 a.C. Aunque los orígenes de estas guerras tuvieron como causa la ambición de sus reyes por obtener más poder, influyeron mucho el crecimiento poblacional con la demanda de recursos naturales y escasos como el agua y los minerales, así como la defensa ante agresiones constantes, lo que llevaría a la formación de grandes y poderosos ejércitos y la construcción de murallas defensivas. Por lo general desde la época sumeria los ejércitos estaban conformados por infantería de: lanceros y arqueros quienes utilizaban cascos de bronce junto a escudos y petos de cuero, ataviados con sus faldas de cáunace cortas o faldellines cortos. El equipo de batalla de un soldado en la Antigua Mesopotamia varió según la época, las ciudades y el tipo de combate. Sin embargo, en general, los guerreros mesopotámicos utilizaron armas y armaduras adaptadas a la guerra en dos campos: terrenos abiertos y asedios a ciudades. Comúnmente el equipo de batalla de un soldado desde época acadia era el conjunto de: la lanza larga o Réshu; la espada curva Saparrum; hacha de guerra o Pishtum; casco o Kabara; escudo o Tualum; armadura de cuero o bronce o Sheranu; botas de cuero reforzado y altas o Tugtu; brazaletes y grebas para antebrazos y piernas, respectivamente, llamados: Tug. Los lanceros formaban las primeras filas y eran los soldados razos llamados Erin (sumerio) y Kasharu (acadio/término que también significa «Guerrero»). Los arqueros, otro cuerpo del ejército, eran llamados Tukul (sumerio) y Qashtu (acadio). Los honderos eran conocidos por Giri (sumerio) y Ramu (acadio). En acadio el arco se llamaba: Qashtu, la flecha: Shuppu.
Los arqueros inicialmente usaban un arco simple que evolucionaría con los acadios al «arco compuesto» (hacia el tercer milenio a. de J.C.), fabricados de madera, hueso y tendones de animales obteniendo mayor elasticidad, alcance y efectividad. Los arqueros asirios utilizaban escudos altos (cuerpo entero) para protegerse de proyectiles enemigos en asedios y batallas. Todas estas armas y equipo eran hechas de bronce. El hierro aparecería en Mesopotamia de mano de los asirios hacia el año 1,200 a. de J.C. quienes lo utilizaron en armas y armaduras. Los sumerios llamaban a sus soldados: Erin. Los acadios: Kasharu. Los líderes militares en general eran llamados: Ugula (sumerio). El término tropa o ejército de infantería era denominado: Dugud (sumerio) o Shabum (acadio). Por lo general los rangos militares estaban dados según funciones de vigilancia de palacios o territorios: «Jefe de la Guardia Real» que vigilaba los palacios o templos, «Líder de tropas en combate» en caso de expediciones militares; «General de todas las tropas»; «Comandante de fortificaciones», etc. Muchos de estos rangos variaron a lo largo de la historia de Mesopotamia.

Aunque los sumerios contaban con ejércitos, se considera a Sargón de Acadia quien estableció el primer ejercito profesional permanente. El rey era el líder del ejército seguido por sus generales. La milicia estaba conformada, aparte de la infantería, por tropas auxiliares, fuerzas especiales, zapadores e ingenieros cuyas funciones eran socavar fortalezas enemigas y supervisar las máquinas de asedios. Estas últimas fueron especialmente utilizadas por los ejércitos asirios y consistían en torres de asedio cuadradas con ruedas en su base para movilizarse en asaltos verticales; en la parte interna contaba con escalones y pisos, desde donde los arqueros solían disparar flechas a través de aspilleras o defensas; en la parte superior la torre contaba con una plataforma desplegable para servir de puente sobre la muralla permitiendo el paso de los soldados de la torre de asedio a la ciudad por el adarve. Los asirios, aparte de las torres móviles, utilizaron arietes móviles para golpear puertas y murallas, consistiendo en una viga gruesa colgada por cadenas de marcos de madera con ruedas que le permitían oscilar de atrás hacia adelante para derribar las murallas. En ciertas ocasiones el ariete tenía un tejado para cubrir a los soldados en su interior, convirtiéndolos en una especie de tanque de combate primitivo. Los ejércitos hicieron uso de las escaleras para escalar las murallas durante los asedios de las ciudades. También
Los carros de guerra fueron introducidos a partir del tercer milenio a. de J.C. por los sumerios. Otros autores postulan desde mediados del IV milenio a. de J.C. Estaban fabricados de madera, mimbre y fibras vegetales entretejidas. En un principio en Sumeria eran de cuatro ruedas, eran tirados por asnos o anshu (sumerio) y utilizados para transportes de equipo de guerra y comida. Hacia mediados del segundo milenio a. de J.C. se introdujo el caballo a Mesopotamia (1600 a.C.) por los hititias y Kasitas; aunque la domesticación del caballo posiblemente inició desde el 2000 a.C. en el noreste de Mesopotamia.

Luego el carro de combate de cuatro ruedas surgieron los de dos ruedas tirados por lo general por dos caballos, utilizados para: el choque frontal contra un ejército, transportando a un conductor o Mukil Narkabti (acadio), un arquero y un lancero que arrojaban flechas y lanzas; además eran utilizados para la persecución de enemigos. Este tipo de carro de combate fue utilizado principalmente por acadios y fueron llamados: Narkabtu. El conductor del carruaje debía controlar el carro en terrenos difíciles y saber maniobrar rápidamente en combate, además de llevar una espada y entrar en combate cuerpo a cuerpo de ser necesario. El objetivo primordial de los carros de guerra eran romper las filas enemigas y disparar flechas y lanzas desde una posición elevada. La caballería, llamada en acadio: Shabu Sise, fue introducida por los asirios durante el primer milenio a. de J.C., y desplazaría a los carros de combate.
Entre los asirios existía el servicio militar obligatorio; estando en función del llamado del rey. Todos los ciudadanos asirios hombres debían incorporarse a la milicia: el ejército permanente asirio o «Kisir sharrúti». Los hijos de los nobles también formaban parte de la milicia siendo los oficiales de alto rango. Tanto los hijos de familias pobres como los de familias ricas podían hacer una carrera militar o después del su servicio militar podían servir como funcionarios reales. El reclutamiento comenzaba a la edad de 16 años, formando los asirios un ejército profesional y permanente. Su ejército hacia el año 800 a.C. estuvo formado por infantería de hombres con lanza y espada, carruajes de combate tirados por dos caballos, honderos, arquero de a pié, caballería armada con lanzas y caballería armada con arcos y flechas. Los arqueros utilizaban escudos en forma de armaduras rectangulares que protegían su cuerpo de proyectiles enemigos y desde el cual disparaban refugiados. Los campos de entrenamiento de los asirios eran conocidos como: Ekal Masharti. En estos los jóvenes reclutas eran entrenados en el uso de armas y en formaciones de ataque; además de servir como centro de acopio de provisiones y guarniciones militares de tropas veteranas; ya que los soldados profesionales vivían dentro de ellos.

Los asedios, así como los enfrentamientos entre dos ejércitos, fueron una parte importante de la guerra en la Antigua Mesopotamia. Por lo general el ejército invasor llegaba a una ciudad rodeándola por completo. Luego exigían la rendición de la ciudad asediada proclamando que era un mandato de los dioses. Si la ciudad se resistía, el ejército invasor levantaba un campamento fortificado rodeando la ciudad para cortar toda línea de suministros. Cuando la ciudad estaba debilitada, el ejército invasor asaltaba las murallas con sus máquinas de guerra y técnicas de asalto; entre las más extremas y disciplinadas estaban las de los asirios, las cuáles incluían: el uso del ariete o Neshu (acadio) para derribar murallas o puertas; el uso de torres de asedio móviles o Birtu (acadio) para traspasar los muros; escaleras de asalto o Shaqu para ascender en los muros; rampas de asedio o Adru (acadio) construidas para escalar hasta los muros; túneles de asedio o quppu (acadio), es decir, túneles excavados por debajo de las murallas para derribarlas y provocar un boquete de acceso. Por lo general la ciudad atacada y vencida terminaba siendo arrasada y quemada, con sus habitantes vejados o tomados como esclavos. Los soldados tomaban el botín de las casas asaltadas. En otras situaciones los pobladores eran deportados hacia otras ciudades distantes o regiones de difícil acceso para evitar futuras revueltas.

Las guerras en Mesopotamia eran devastadoras, especialmente para la población civil; ya que acontecía el pillaje y la captura de los habitantes de una ciudad para ser convertidos en esclavos. En este aspecto los asirios destacaron por la efectividad de su ejército, sus máquinas de guerra y por su crueldad extrema. En Mesopotamia los asirios emprendían cada año diversas campañas de guerra para someter a una ciudad estado. Durante un asedio atacaban con fiereza e incendiaban o destruían los campos alrededor. Tras conquistar la ciudad los soldados se dedicaban al saqueo en templos, palacios y casas; sometían a la población colocándoles cadenas y éstos pasaban a ser esclavos; decapitaban a muchos enemigos o los empalaban con estacas para dejarlos como señal de advertencia a otros pobladores para disuadir rebeliones; los líderes de las ciudad asediada eran capturados y ejecutados o mutilados (manos, nariz, ojos). Luego reunían a toda la población cautiva para trasladarla a otros sitios junto con los animales capturados, reunían los productos del saqueo y quemaban la ciudad entera para emprender el retorno a su reino. Muchos reyes regionales, ante estos hechos, preferían someterse a los asirios siendo ciudades vasallas de Assur.

Los Mitos Mesopotámicos.
Los aportes de los textos antiguos sumerios fueron en astronomía, que a su vez fueron utilizados desde los tiempos de Hammurabi por acadios y babilonios. Estos textos sumerios fueron encontrados en las ruinas de las antiguas ciudades de Uruk, Nippu y la antigua biblioteca de Asurbanipal en Nínive, entre estos, tablillas que versan no solo de astronomía sino que narran mitos de carácter religioso. Por lo general los mitos sumerios, acadios y babilonios hablan acerca de los orígenes: de la tierra, de los dioses y de los hombres. Los mitos sumerios son iniciales siendo tomados por caldeos, acadios, asirios y babilonios posteriormente con diversas variantes. Existen al menos cuatro relatos diferentes que hablan del origen del hombre, por lo que se deduce que existió una pluralidad y mezcla de tradiciones. En ciertos mitos de dice que los hombres nacieron germinando como plantas; en otros que fue formado de arcilla por obreros divinos donde la diosa Nammu les otorgó el corazón y el dios Enki les dio la vida. Otros textos señalan a la diosa Aruru como la creadora de los seres humanos.
Por lo general estos mitos hablan sobre: el orden del mundo, la vida de los dioses, origen de los seres humanos, la relación de los dioses con los hombres, gestas de los héroes (epopeyas) como: el sumerio Gilgamesh, narraciones sobre «El más allá» (por ejemplo, el mito de la diosa Innana en su descenso a los infiernos), etc. Estos mitos buscaban explicar desde el punto de visto religioso la creación de mundo y los hechos del pasado, los cuales tuvieron diversas modificaciones a lo largo del tiempo. Entre los más destacados están: «La creación del Universo y la tierra», «El diluvio universal», «el viaje de Gilgamesh» y «El viaje al inframundo de Inanna».
1. La creación del Universo y la tierra. La batalla entre Tiamat y Marduk.
El universo apareció por primera vez cuando Tiamat y Apsu (Abzú), dioses acuáticos, concibieron a los primeros dioses Anshar (dios del cielo primigenio) y Kishar (la madre tierra primigenia), ambos se unen en matrimonio concibiendo al resto de dioses sumerios, entre estos: el dios Anu o An (dios del cielo y constelaciones) y la diosa Ki (diosa de la tierra). Anu y Ki se unen en matrimonio y originan al dios Enlil, dios del clima, quien se convierte en el líder de todos los dioses.
Enlil viajó a un pantano, ahí descubrió a la diosa Ninlil (diosa del aire) cuando se bañaba desnuda y se enamoró de ella. Ambos yacieron juntos. Otras versiones mencionan que Enlil violó a Ninlil, concibiendo a Sin (Suen o Nannar), dios de la luna. Este último se casa con la diosa Ningal (diosa de la luna creciente). Sin y Ningal al contraer nupcias dan origen a los dioses: Utu o Shamash, dios de la justicia, y a su hermana gemela: Inanna o Ishtar (diosa de la lujuria, el deseo carnal, la muerte y la guerra).
Como Enlil abusó de Ninlil, los dioses lo destierran como castigo al inframundo, llamado: Arallu, Kur o Irkalla (tierra del No retorno) por una temporada. Ninlil, enamorada de Enlil le sigue en secreto y juntos conciben en el Kur al dios Nergal, quien se convierte en el dios del inframundo o dios de los muertos. Nergal toma por esposa a: Ereshkigal, diosa del inframundo, hija de Anu y Ki. Al mismo tiempo el dios Anu se une a otra diosa llamada Nammu. Esta da a luz al dios Enki el cual es enviado al agua primordial que rodea la tierra o reino acuático de Absu o Abzu, estableciéndose de esta forma las deidades del aire y el cielo, la tierra, el agua y el inframundo.

El mito sufrió cambios: el más emblemático es de el poema Enuma Elish de los Babilonios, el cual narra que la diosa Tiamat del mar salado primigenio se unió con Apsu, dios de las aguas dulces. La unión de estos formó un caos y al resto de los dioses. Pero estos dioses matan a Apsu y su esposa Tiamat decide vengar a su esposo difunto. A su vez toma nupcias con su nuevo esposo Kingu, dios de la luna. Tiamat toma forma de un dragón formando el «caos». Aparece el dios Marduk, deidad principal de los babilonios que fue elevado como «deidad universal». Entre ambos surge una lucha y Marduk mata a Tiamat retableciendo el «orden cósmico». Kingu decide vengar a su esposa; pero Marduk lucha y lo mata. Del cuerpo de Tiamat, Marduk crea el cielo, la tierra, los mares y las montañas. De la sangre de Kingu, Marduk la mezcla con arcilla para crear a los seres humanos.
2. El Diluvio:
Uno de estos mitos sumerios: es la historia de Ziusudra, que narra en una tablilla antigua encontrada en la ciudad de Nippur, como el dios supremo Enki, enfadado con los hombres por su comportamiento, decide destruirlos ocasionando un diluvio de proporciones cataclísmicas para inundar la tierra; pero al mismo tiempo se apiada de Ziudrusa y le ordena que construya un barco donde recluya a las distintas especies de animales hasta que pase la inundación. Según el mito las tormentas inundaron la tierra por siete días y siete noches, luego emergió el sol, las aguas disminuyeron, Ziusudra a salvo sacrificó a bueyes y carneros dando gracias a los dioses y estos lo elevan al grado de un dios. En otras versiones los dioses le otorgaron a Ziusudra y su esposa el don de la inmortalidad.
Acadios y asirios copiaron el mito adaptándalo a su cosmogonía donde el héroe, en lugar de Ziudrusa, era Atrahasis o Atar-hasis. Este mito narra que los hombres fueron creados para hacer el trabajo de los dioses refiriendo que: en un principio los dioses menores hacían zanjas y canales de riego, pero éstos, agotados, exigieron al dios supremo: Enlil, que creara «sirvientes» para que realizaran las faenas terrenales. Enlil convocó a todos los dioses y estos deliberaron que la diosa Nintu o «La Gran Madre» pariera desde su útero a los hombres. Estos al nacer hicieron el trabajo de los dioses menores pero hacían mucho ruido en su faena y se «multiplicaron demasiado» por lo que Enlil y los dioses envían el diluvio para destruirlos.

Pero el dios Enki se apiada de un ser humano llamado: Atrahasis, advirtiendo a la choza donde este vivía sobre la inminente inundación. La choza le advierte a Atrahasis del cataclismo y éste decide construir un barco donde mete a su familia y a cada tipo de animal. Llueve por siete días y siete noches, la inundación elimina a los seres humanos, excepto a Atrahasis y su familia. Las aguas disminuyen y Atrahasis atraca con su barco en tierra firme y al salir realiza un sacrificio a los dioses.
Los dioses se compadecen de los hombres, excepto Enlil que sigue enfadado con los seres humanos. Según el mito, Enki persuade a Enlil para que adopte un plan menos severo con los hombres, por lo que la diosa Nintu decide que un tercio de las mujeres no dará a luz como forma de controlar la población humana, además crearán una serie de mujeres que estarán al servicio de los templos a las que no se les permitirá tener hijos. Se teoriza que el final de este mito estableció la explicación del al alto número de muertes neonatales y de la niñez en los pueblos del pasado.
3. El viaje de Gilgamesh.
El mito de Gilgamesh o «La epopeya de Gilgamesh» cuenta la historia de un rey mítico, guerrero, de fuerza descomunal y despótico de la ciudad de Uruk llamado: Gilgamesh (quien reinó hacia el año 2750 a. de.J.C.). Los ciudadanos cansados de este rey piden ayuda a los dioses quienes envían a un guerrero salvaje y de gran fuerza llamado: Enkidu a derrotar a Gilgamesh. Ambos hombres luchan pero quedan en igualdad de fuerzas y terminan por hacerse amigos, por lo que deciden buscar aventuras y acaban por batallar contra animales peligrosos.
En esta búsqueda de aventuras Gilgamesh abandona momentáneamente su reino. La diosa Inanna (Ishtar) cuida la ciudad en su ausencia y cuando Gilgamesh retorna con Enkidu de sus viajes, la diosa se enamora de Gilgamesh, ofreciéndole su amor, pero éste la rechaza. Inanna, enfurecida por el rechazo, envía un toro poderoso para acabar con Gilgamesh; pero éste con ayuda de Enkidu matan al toro. Inanna y los dioses se enfadan por la muerte del toro y castigan con la muerte a Enkidu.

Apenado, Gilgamesh decide buscar la fuente de la inmortalidad para resucitar a su amigo. En otras versiones, busca para sí mismo la inmortalidad para evitar acabar como Enkidu. Gilgamesh emprende un largo viaje en busca de la ayuda del sabio Utnapishtim (Ziusudra en las versiones acadias y babilonias) por ser el único ser humano, junto a su esposa, quienes sobrevivieron al diluvio y recibieron como recompensa de los dioses el don de la Inmortalidad. Una vez que Gilgamesh encuentra a Utnapishtim y a su esposa, el sobreviviente del diluvio le confiesa a Gilgamesh, que el don de la «inmortalidad» no existe y que en su caso fue un regalo único de los dioses para él y su esposa.
Gilgamesh se siente entonces triste y frustado. La esposa de Utnapishtim le sugiere a su esposo que confiese a Gilgamesh el lugar donde se encuentra el tesoro de la «juventud eterna» (la longevidad) como consuelo para la tristeza del rey guerrero. Utnapishtim confiesa a Gilgamesh que la fuente de la eterna juventud se halla en el fondo del mar en forma de planta. Gilgamesh marcha en busca de la planta y al obtenerla del fondo del mar decide volver a Uruk; pero en el camino al momento de descansar, una serpiente roba la planta de forma fortuita y Gilgamesh no puede hacer otra cosa que volver a su ciudad aceptando que no hay remedio alguno para: la muerte y para retrasar la vejez; por lo que decide vivir la vida según las circunstancias y reinar con justicia. En otras versiones, Gilgamesh al volver a Uruk, decide festejar y luego morir enterrándose vivo con sus sirvientes. Este mito refleja una moraleja de la aceptación de la muerte y el envejecimiento.
4. El viaje de Inanna al Inframundo.
En la antigua mesopotamia la primavera y el verano simbolizaban la fertilidad y fortaleza; pero el otoño y el invierno significaban descanso. Inanna (Ishtar) estaba casada con su esposo Tammuz. Este fallece y viaja al inframundo. Inanna llora su pérdida pero decide viajar al Irkalla para recuperar a su esposo, lo que significa enfrentarse con su hermana Ereshkigal.
Ereshkigal era la diosa del inframundo ó el Arallu y esposa del dios Nergal rey del «Más Allá». En su viaje Inanna comenzó desafiante, gritando al portero del inframundo que abriera la puerta antes de que ella la derribase. Luego Inanna viajó por cada uno de los siete mundos del Irkalla que estaba precedido cada uno por una puerta. Inanna debía atravesar cada puerta para entrar a cada mundo; pero al hacerlo era despojada de sus prendas y vestidos, arrebatándole así de su poder, hasta que finalmente llegó desnuda e indefensa ante Ereshkigal, quien la mata y cuelga su cuerpo en un clavo en el inframundo.

Con la muerte de Inanna, el mundo comenzó a languidecer. Los dioses, preocupados, deciden enviar un mensajero al inframundo a salvar el cuerpo de Inanna extrayéndolo del Irkalla engañando a Ereshkigal. En otras versiones mandan a un sirviente y en otras a una esclava a salvar el cuerpo de la diosa. Una vez extraído el cuerpo del inframundo los dioses dan a Innana «la comida y bebida de la vida». Inanna resucita; pero su esposo Tammuz debe permanecer en el inframundo. Inanna y los dioses llegan a un acuerdo con Ereshkigal, el cual consiste en que Tammuz deberá permanecer la mitad del año en el Irkalla (otoño e invierno) y la otra mitad (primavera y verano) en el cielo. Cuando Tammuz retorna al cielo, Inanna se alegra y se produce la primavera y el verano como símbolo de la fertilidad y el retorno de la vida. Cuando Tammuz retorna al inframundo, Inanna llora y se produce la muerte de la naturaleza reflejado en el otoño y el invierno. El mito, evidentemente, busca explicar los periodos de cambio de las estaciones.
Bibliografía:
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