El Clero en el Antiguo Egipto:
Las acciones del clero egipcio estaban basadas en el culto a los dioses y el ejercicio de otras actividades relacionadas con el ámbito de la religión egipcia como: la magia, la adivinación, la astronomía, las matemáticas, la arquitectura, el baile, la escritura y la medicina.
Pese a la condición de sacerdotes, “representantes” o “intérpretes” de los dioses, los clérigos en el Antiguo Egipto eran ciudadanos egipcios considerados como «servidores de los dioses» y por lo tanto estaban obligados a cumplir los deberes en general de: seguir la liturgia de los templos, dar seguimiento a los ritos en diversas situaciones del ámbito egipcio (muerte y enterramientos, fallecimiento de un faraón, ofrendas, procesiones, festivales, etc.), cumplir ciertos deberes y reglas específicas (purificación, ayunos, períodos de abstinencia sexual o de alimentos, etc.) y, en los casos del sacerdocio oficial o de gran influencia, ejercer profesiones y cargos públicos en la administración del reino; ya que ciertos clérigos profesaban labores de sacerdocio y a su vez podían ejercer como médicos, tesoreros reales, escribas, funcionarios en los graneros del estado, guardianes de bibliotecas y templos, maestros, etc., en la gran mayoría de casos, cargos gubernamentales relacionados siempre con el ambiente religioso o en función del aparataje religioso de los templos. No todos los médicos, escribas, arquitectos o funcionarios en el Antiguo Egipto eran sacerdotes.
El sacerdote egipcio era un servidor del dios, por lo tanto, su deber estaba en seguir la liturgia del dios en un templo con el objetivo de mantener a la deidad en calma y conseguir su favor para con el pueblo egipcio. Su centro de operatividad estaba por lo tanto en el templo de un dios y, por otro lado, en el palacio del faraón y «las casas de la vida». Estas últimas, centros de enseñanza y bibliotecas.

El sacerdote egipcio y el clero del Antiguo Egipto en general, no hacía proselitismo religioso ni daba atención a las inquietudes espirituales en la población del Nilo, pues su deber estaba en una liturgia al servicio de un dios determinado. Los ciudadanos egipcios por lo tanto seguían la adoración de los dioses dependiendo de la liturgia, actos y reglas de los sacerdotes y la figura del faraón; este último quien era considerado como el hijo y representante del dios principal protector de Kemet (Amón, Ra, Ptah, etc.) y era considerado el primer sacerdote de los dioses, considerado a su vez como un dios viviente.
El sacerdocio en la mayor parte de la historia del Antiguo Egipto se caracterizó por una falta de coordinación y una ausencia total de una organización centralizada entre las diversas facciones o cultos de una deidad específica. Cada deidad en el Antiguo Egipto tuvo su culto determinado y por ende su sacerdocio particular encargado de sus ritos específicos. De tal forma que cada casa sacerdotal o grupo de sacerdotes encargados de una deidad era independiente del resto de otros cultos de las otras divinidades egipcias. Cada dios, su culto y sus sacerdotes respectivos eran una entidad autónoma con respecto a otras castas sacerdotales.
Los sacerdotes de Amón, por ejemplo, eran independientes de los sacerdotes de la diosa Isis, y estos a su vez del dios Ptah, de Ra, de Sobek, etc. Cada sacerdocio era independiente y celoso de sus creencias y reglas de cada dios determinado, por lo que en la historia de Egipto nunca existió una estructura religiosa centralizada debido al politeísmo imperante en el Nilo y las preferencias de la población por el seguimiento de un dios determinado.

Claro ejemplo es el dios Ptah, dios considerado primigenio o «creador», cuyo culto tuvo gran preponderancia durante el Imperio Antiguo (y muy posiblemente en los inicios de Egipto o época Pre-dinástica) y cuyo centro de adoración estuvo en la ciudad de Menfis. Durante el Imperio Nuevo el dios Amón, junto a sus sacerdotes, se convirtió en la deidad principal del Imperio Egipcio y dios protector del faraón y su familia; pese a ello la ciudad de Menfis siguió dando preponderancia localmente al culto del dios Ptah.
El culto oficial del sacerdote egipcio.
El templo era la “casa” del dios egipcio. En la concepción de los antiguos egipcios un dios egipcio determinado tenía su morada en un mundo espiritual o Más Allá, pero mantenía una esencia divina que cohabitaba o permanecía en la tierra. Dicha esencia no debía ser contaminada por los aspectos, circunstancias o eventos terrenales; por lo que dicha esencia, representada por medio de una estatua del dios, debía estar confinada en un templo logrando estar aislada de todo aquello que pudiera profanarla o contaminarla. Tal templo, al convertirse en la morada terrenal del dios, era considerado como un lugar sagrado por los habitantes del Nilo el cuál debía ser respetado.
La idea del confinamiento de la estatua de un dios determinado en un recinto permitía, en la mente del hombre egipcio, preservar la pureza de la divinidad, y así evitar que el dios en particular se sintiera “ofendido” o “molesto” con los habitantes del Nilo. Esta búsqueda y preservación de la pureza del dios sobre la tierra conlleva una serie de reglas que el personal oficiante o sacerdotal ejecutaba en forma de rituales ante el dios.
En general tales oficios en el culto hacia un dios egipcios en específico fueron cambiantes a lo largo de la historia del Antiguo Egipto; pero por lo general consistían en cultos matinales, al medio día y otros al atardecer. Tales actividades rituales hacia el dios eran desarrolladas con mucho rigor, puntualidad y solemnidad y eran conocidos en general como los oficios, los cuáles eran continuos.
Previo a todo culto o actividad ritual hacia el dios egipcio, el sacerdote debía tomar un baño ritual. Lo hacía en una alberca, por lo común, ubicada en el patio principal al interior del templo. El objetivo era presentarse limpio ante los dioses y purificar su cuerpo. También los lavados purificadores podían hacerse alternativamente en altares con agua procedente del Nilo al interior del templo. Inmediatamente posterior al baño ritual los sacerdotes se realizaban un enjuage bucal y limpieza dental con natrón (bicarbonato de Sodio) y untaban su cuerpo con aceites perfumados para realizar el correspondiente rito frente al dios.
El culto matinal oficiado por el clero consistía en toda una serie de procedimientos que involucraba comúnmente a un grupo de sacerdotes y por lo general consistía en: al amanecer, con los primeros rayos del sol, un grupo de sacerdotes o un sacerdote de forma individual, según el culto pertinente, ingresaba solemnemente a la cámara principal del dios en el templo. Por lo general, esta habitación del dios estaba al final del templo y donde solo tenían el derecho de acceso el faraón y su familia (considerados de origen divino) y los sacerdotes de mayor jerarquía. Sacerdotes menores solo podían acceder a ciertas estancias menores del templo.

El resto del pueblo egipcio no podía acceder al templo y solo en algunas excepciones podían ingresar a ciertas recámaras externas, patios o a una capilla de los templos mayores.
La cámara principal del templo o sala principal del dios, llamada: sancta sanctorum, contenía el Naos. El naos era un arca o armario, por lo común de forma rectangular, con dos puertas movibles que se podían desplegar a los costados y selladas por un cerrojo o manija. El arca ocupaba el centro del salón y se encontraba ubicada sobre un pedestal. El naos u arca podía estar laminada con metal brillante u oro y además podía estar adornada con estatuillas fusionadas a su armadura, como la diosa Maat con alas, u otros ornamentos y escritos jeroglíficos. En algunas ocasiones el arca podía ser un simple armario hecho de madera o de piedra sin mayores ornamentos. En el interior del arca se encontraba resguardada la estatua del dios, la cual podía ser de madera, piedra o estar recubierta de oro.

El sacerdote principal o el jefe del templo atravesaba todas las estancias del templo hasta alcanzar la sala del dios. Al ingresar se acercaba al arca o Naos donde la estatua del dios estaba resguardada. Inmediatamente como parte del servicio se arrodillaba frente al naos. En ciertas variantes del culto el sacerdote daba una serie de vueltas alrededor del armario en señal de respeto entonando cánticos u oraciones. Posteriormente el religioso tiraba de la manecilla o cerrojo de las puertas del naos para extenderlas y dejar al descubierto la estatua del dios.
Frente a la estatua el sacerdote alzaba sus manos y emitía una oración para avisar y convencer al dios que no era el faraón pero que en ese momento actuaba en su beneplácito: «Verdaderamente soy un profeta; el rey me ha enviado a ver al dios«.
En seguida podía presentar ofrendas como aceites perfumados y mirra o frente a la imagen del dios alzaba los brazos y entonaba una serie de himnos o plegarias considerados invocadores de la divinidad con el objetivo de “despertar” al dios que había estado “dormido” y glorificar su nombre o su divinidad. Al mismo tiempo el sacerdote presentaba ante la imagen del dios una estatuilla diminuta de la diosa Maat (quien representaba la armonía y el equilibrio del universo) como tributo. En su ayuda podía portar también la cruz Anhk u otros amuletos.
El sacerdote principal podía estar ayudado en el culto por otros sacerdotes oficiantes. En este caso un grupo de sacerdotes portadores se posicionaba frente al altar del dios tras el sacerdote principal, presentando bandejas repletas de carne, pan, fruta, ánforas de vino o cerveza, flores, etc., colocándolos sobre una mesa frente al altar o en pebeteros a los costados del naos. El objetivo de estas ofrendas era «alimentar» al dios que absorbía la esencia contenida en los alimentos. Existen evidencia que la disposición de las ofrendas en el altar llevaba cierto orden: primero se colocaban las flores u ornamentos, luego las frutas y vegetales, posteriormente las carnes y al final el pan y pasteles.
Uno o varios sacerdotes de mayor rango pudieron ser parte del rito bendiciendo las ofrendas por medio de aspersiones de incienso, mirra o aceites perfumados como forma de purificación y perfumar la sala del dios. Al mismo tiempo pronunciaban palabras mágicas, oraciones o himnos como forma de encantamiento. Es posible que estos sacerdotes entonaran también música por medio de instrumentos musicales o estuviesen acompañados por músicos oficiantes como parte de cánticos sagrados en el rito hacia el dios. Posteriormente la estatua era retirada del Naos y podía ser lavada o aseada por el sacerdote mayor o el resto de sacerdotes.
El ritual de “alimentar” al dios disponiendo ofrendas en su altar era realizado a medio día y al atardecer nuevamente. Al día siguiente, las ofrendas del día anterior eran retiradas y luego consumidas por los sacerdotes y sus ayudantes. Una vez terminado el ritual, la estatua del dios era retornada al interior del naos. En otras ocasiones la estatua del dios no podía estar a resguardo necesariamente en un naos u arca. Simplemente, en el recinto principal o sancta sanctorum, la estatua del dios estaba ubicada sobre un pedestal y su tamaño era variable.

En otras variantes de culto, a un costado del arca del dios, se encontraba una litera en forma de barca sagrada, cuya función era la de transportar el naos o la estatua del dios por los sacerdotes al ser sacada del templo en procesiones rituales. Estas procesiones tenían la función de mostrar al dios ante los ojos de los ciudadanos egipcios en festivales y liturgias donde era partícipe la población que seguía el cortejo sacerdotal en medio de un desfile. La camilla donde era transportada la estatua del dios en forma de barcaza representaba el viaje del dios por el firmamento.
En la mayoría de templos, la litera o barca sagrada donde era transportada la efigie del dios, se encontraba alojada en una habitación previa al Sancta Santorum conocida como la Capilla de la Barca. Otras formas de culto eran los funerarios hacia la divinidad de un faraón fallecido y eran ejecutados como culto en la tumba de un faraón a quien se consideraba transformado en un nuevo dios después de su muerte. Estos cultos eran realizados de forma cotidiana, en dos ocasiones al día, en templos adaptados a las pirámides o tumbas reales del faraón. Estas tumbas contaban con cinco nichos o recámaras reales y cada una contenía un naos de piedra con una estatua del faraón en su interior.
Un grupo de sacerdotes celebrantes del culto funerario al faraón realizaba el rito al amanecer abriendo cada uno de los naos u armarios de piedra, inmediatamente el sacerdote principal oficiante realizaba frente a la estatua oraciones, la recitación de himnos y alabanzas u oraciones mágicas al “dios faraón”, luego los sacerdotes limpiaban la estatua al mismo tiempo que otro sacerdote quemaba incienso para perfumar la estancia. Posteriormente con las estatuas aseadas se procedía a presentar alimentos y vino como ofrenda. Se desconoce si estos alimentos eran para cada estatua o de forma general en una recámara columnada del recinto funerario. Por último, el vino utilizado en la ofrenda era mezclado con agua y los sacerdotes hacían un recorrido alrededor de la pirámide del faraón en sentido de las agujas del reloj asperjando el agua sobre el muro de la construcción a forma de bendición.
Reglas sacerdotales y vestimenta.
Debido a que el sacerdote era servidor del dios, debía cumplir ciertos aspectos en su condición como parte del clero. Las reglas que todo sacerdote debía seguir era en conjunto de carácter purificador, con el objetivo de no contaminar con su condición material o física el templo del dios al cuál servía. Sin embargo, estas condiciones o reglamentos podían diferir según el templo, la deidad o el nomo y estaban orientadas en un orden higiénico y profiláctico. Entre tales reglas generales se conoce que un requisito preliminar del sacerdote era no tener «defectos físicos», lo cual implicaba que el clérigo no debía padecer enfermedades degenerativas corporales que limitaran la ejecución de actividades. Dentro de las reglas purificadoras del sacerdocio egipcio se exigía que el sacerdote o los sacerdotes encargados del rito de los templos debían bañarse en cuatro ocasiones; dos durante al día y dos durante la noche como abluciones rituales, una al amanecer, otra antes del rito, una tercera ocasión justo antes del anochecer y un último lavado del cuerpo durante la hora nocturna. Los baños rituales tenían lugar en el «lago sagrado», una alberca de tamaño variable ubicada en un patio anexo al interior del templo cuyo objetivo era en general un aseo corporal y una purificación ritual y a la vez espiritual.
Obligatoriamente debían llevar la cabeza rapada para evitar las plagas de piojos. Era regla la depilación del cuerpo cada 2 o 3 días lo cuál incluía cejas y pestañas. Tal condición de la depilación del cuerpo era considerada símbolo de pureza entre la sociedad egipcia. Además, un sacerdote egipcio debía estar circuncidado. La realización de la circunsición fue una práctica habitual en el clero y pudo ser parte también de un rito clerical. Sin duda la circunsición era una medida higiénica, y aunque esta finalidad fuera posiblemente desconocida por los egipcios, los sacerdotes le dieron más bien un sentido religioso y efectuada con el paso de la pubertad a la edad de 12 o 14 años; a pesar que hay historiadores que refieren que era practicada a partir de los seis años de edad en la población masculina egipcia.
Plutarco, en su tratado de Isis y Osiris, refiere que los sacerdotes egipcios consumían una especie de purgante llamado: Kyphi, previo al rito del templo, el cuál era una sustancia conformada por al menos diez y seis elementos como: miel, vino, cardamomo, resina, etc., lo que indiaría que la pureza ritual del clero no era solo su parte externa sino una especie de limpieza interior.
Entre algunas reglas alimenticias que invitaban a la pureza era que los sacerdotes no podían comer carne de res, carnero y paloma previo a los ritos de los templos. El cerdo estaba prohibido ya que era considerado por los egipcios, al menos el clero, como un animal antihigiénico y un animal que representaba al dios Seth. Tampoco podían comer pescado, mariscos y la sal. Les era prohibido el consumo de ajo y legumbres, también cebolla, puerro y las habas puesto que eran considerados afrodisíacos. No podían beber vino ni cerveza para evitar alterar los sentidos; aunque otros historiadores refieren que su consumo era permitido con moderación en pequeñas cantidades, especialmente la cerveza; puesto que la cerveza era parte de la dieta de la sociedad egipcia (el agua considerada como potable en el mundo antiguo comúnmente estaba contaminada y la cerveza se convertía en un líquido opcional para el cuerpo). Sin embargo, se sabe que los sacerdotes bebían agua a partir de pozos en el interior de los templos con agua proveniente del mismo rio. En este sentido los sacerdotes cuidaban de su imagen y evitaban la obesidad.
Según la información de Plutarco: «Se dice también que [los sacerdotes] daban de beber a Apis [un ritual al dios del Nilo] de un pozo privado y lo mantenían totalmente apartado del Nilo [en el interior del templo]; y no es que ellos consideren su agua impura a causa de la presencia del cocodrilo, como algunos creen, pues nada es tenido en tal honra entre los egipcios como el Nilo, sino porque estiman que el beber agua del Nilo engorda y produce gran obesidad, y no desean ni para sí mismos estar en tales condiciones, sino que sus cuerpos, envoltura de sus almas, sean esbeltos y ligeros y que la parte divina no sea comprimida ni ahogada por el elemento mortal que es fuerte y pesado […]».
Dada la referencia de Plutarco podría teorizarse que los sacerdotes egipcios cuidaban su dieta y evitaban el sobrepeso a través de la gula, posiblemente no solo por saber los problemas de salud que conlleva la obesidad, sino como una parte del concepto espiritual entendida en la purificación del cuerpo.
Por otro lado, los sacerdotes podían tener esposa en su parte familiar y esclavas para su servicio íntimo; ya que el celibato no era una condición obligatoria para ejercer el sacerdocio egipcio, en cambio, la abstinencia sexual era obligatoria durante el período del servicio del templo o como forma de purificación para el período de los rituales. La abstinencia de relaciones íntimas debía iniciarse seis días previos al ingreso al templo. Existía además la prohibición del sacerdote de yacer con una mujer al interior de los templos. Esto incluiría también un reglamento que evitaría prácticas obscenas y conductas inmorales.

En cuanto a la vestimenta los sacerdotes usaban un atuendo de lino y calzaban sandalias de fibra de palma. Estaba prohibido para un sacerdote el uso de la lana y las sandalias de cuero ya que provenían de animales muertos. Por lo común un sacerdote podía vestir faldellines cortos, siempre de lino; no obstante era común el uso de prendas a modo de sayas que dejaban parte el torso y hombro al descubierto, y también vestían con trajes de corte arcaico, plisados y con mangas hasta los codos. El color de la vestimenta era siempre el blanco, el cual reflejaba pureza. El traje del sacerdote por lo común debía estar siempre limpio, lavado y sin signos de suciedad.
Algunas órdenes sacerdotales a su condición del clero incorporaban pieles de leopardo atadas al torso desde el hombro o sujeta a ambos hombros sobre la espalda. Generalmente se ha asociado a los sacerdotes de menor rango o wab; sin embargo era una prenda habitual también entre los sacerdotes de alto rango. Aunque era la piel de un animal muerto se piensa que su excepción de uso se debía a que el leopardo (pantera o guepardo) era considerado como un animal relacionado al dios del mal: Seth, y su aplicación como vestimenta significaría un recordatorio del triunfo del bien sobre el mal. Otros sacerdotes vestían con el faldellín y una banda en diagonal sobre su torso llamada: Keni o «abrazo». Según algunos historiadores era distintivo de los sacerdotes llamados: «lectores».
El uso de collares, pectorales, ornamentos y demás joyas ceremoniales era lo que diferencia comúnmente a los sacerdotes del alto clero o rangos superiores de los inferiores. Por otro lado, el clero debía llevar una vida mesurada; aunque no era la regla en todos los casos.
El Faraón. El primer sacerdote.
En la religión del valle del Nilo existía una sola persona que estaba capacitada para realizar los rituales necesarios para el mantenimiento del culto de los dioses del panteón egipcio. Este era el faraón. El monarca egipcio era considerado como un dios viviente o un «semi dios» por lo que era el único ser humano que se encontraba capacitado para actuar como un mediador entre el mundo divino y el mundo humano.
Paradójicamente, este “rey divino” no podía estar en todas partes a la vez; por lo que la solución desde tiempos inmemorables en la historia de Egipto fue delegar la tarea del culto diario y el de todas las ceremonias en los sacerdotes, encargándose de representar al faraón frente a los dioses.
En primeras instancias estos sacerdotes fueron designados por el faraón y pronto adquirieron los favores reales. En esta jerarquía eclesiástica egipcia el faraón era considerado el sumo sacerdote y de él dependían el resto de la casta sacerdotal en todo el reino.
Como rey de Egipto, el faraón era garante del Maat o Equilibrio con su persona y el rito adecuado a los dioses. Es debido a esto que la iconografía egipcia, en pinturas y relieves, estuviese siempre el faraón representado como oficiante de tributos a una deidad y acompañado por esta mientras que los sacerdotes tenían un papel secundario en estas representaciones; sin embargo lo cierto es que el faraón al no poder estar en todos lados, eran los sacerdotes los garantes del culto.
El Colegio Sacerdotal. Elecciones, cargos, rangos y funciones.
El clero egipcio fue prácticamente una clase social distintiva en el Imperio Egipcio. Aunque era en múltiples casos una clase social privilegiada, lo cierto es que también contaba con jerarquías en su estructura eclesiástica, de tal forma que los rangos altos y medios contaban con muchas concesiones, mientras que los sacerdotes de menor rango apenas contaban con una pensión.
La base y casa del colegio sacerdotal era el templo, el cual podía tener numerosas dependencias según el dios en cuestión a adorar. Dioses como Ra, Amón, Isis, Osiris, fueron populares y dioses principales del estado egipcio. Por lo común la jerarquía sacerdotal egipcia de divide en: Alto Clero, Bajo Clero y personal auxiliar. El bajo clero y los auxiliares fueron los más numerosos y podían representar hasta el 80% u 90% total del clero.
Dentro del templo, y en la sociedad egipcia, existían dos grupos de castas sacerdotales: los sacerdotes fijos y los sacerdotes móviles. El clero fijo tenía permanencia en el templo para los diferentes oficios y generalmente estaba conformado por los sacerdotes de alta jerarquía o Alto Clero, como «el representante del dios» que a su vez era el jefe del templo conocido también como: “El Gran Sacerdote” o “Sumo Sacerdote”. El jefe de una casta sacerdotal y el máximo sacerdote de un dios estatal (como por ejemplo: Amón) era conocido como: hem netjer tepy o «primer sirviente del dios». El resto de sacerdotes del alto clero posiblemente recibieran en términos generales el nombre de: hem netjer o hem netcher. Cada templo tenía un Sumo Sacerdote y varios miembros del Alto Clero.
El clero móvil por el contrario estaba formado por los sacerdotes de menor rango o el Bajo Clero, también conocidos como Wab (o Web), era el más numeroso y eran quienes colaboraban con los oficios diarios del dios en diversas tareas. Los sacerdotes móviles trabajaban un mes en el templo, luego descansaban tres meses y volvían al siguiente mes para sus tareas eclesiásticas; de tal forma que servían cuatro meses aproximadamente al año en el templo como un: “tiempo de servicio”. Durante su descanso de tres meses se dedicaban a su familia u otras tareas que podían incluir algún oficio determinado.
Tanto el Alto clero y el Bajo clero podían estar conformados por sacerdotes dedicados al culto y los oficios de la divinidad a quien servían contando únicamente con conocimientos teológicos; pero también podían desempeñar otras profesiones como médicos, magos, arquitectos, escribas, etc. Por lo visto, muchos clérigos egipcios fueron personas preparadas académicamente. No obstante, tal preparación, estaba más bien reservada para los altos cargos. A partir del Imperio Nuevo es cuando el sacerdocio se transforma en una profesión a tiempo completo, incluyendo los sacerdotes Wab, cuya presencia sería permanente en las tareas requeridas del templo.
También existía el personal auxiliar al servicio de los sacerdotes, los cuáles realizaban simples tareas domésticas al interior del recinto o eran parte de otros servicios en el culto al dios como: mercaderes, carpinteros, pescadores, herreros, marinos, canteros, etc., como personal de diversos oficios contratados para trabajos internos o externos en el templo. Los auxiliares podían ser sacerdotes o seglares.

La elección para la vida sacerdotal era una condición heredada de padres a hijos, especialmente entre los cargos de alta jerarquía, hecho principalmente acontecido por los beneficios que un cargo eclesiástico otorgaba. Esta situación de nepotismo hizo que la clase sacerdotal contara con ciertos privilegios a lo largo de la historia del Antiguo Egipto y, por lo tanto, de obtener beneficios a costa de la administración real.
El faraón podía elegir a su vez al sacerdote principal o Primer Sacerdote del dios nacional de Egipto. Sin embargo, tal elección era más por razones políticas que por razones teológicas; ya que el clero oficial del reino, representantes del dios nacional (Amón, Ra, Horus, etc.) «interpretaba» la voluntad del dios en beneficio de la elección y obediencia de la figura del faraón. Así, la familia real concedía privilegios a los altos miembros del clero que «interpretaban convenientemente» los deseos del dios estatal en beneficio de las decisiones y proyectos del faraón. Un faraón inclusive, solo podía obtener la corona en beneplácito de la voluntad del dios nacional del reino egipcio; pero los únicos interpretes directos del dios eran los representantes directos del Alto Clero. Es por esta misma razón que la casta sacerdotal de dioses como: Ra, Horus o Amón, a lo largo de la historia del Antiguo Egipto, obtuvieron gran poder e influencia política.
Un ciudadano egipcio solamente podía ser parte de la clase del clero cuando el Colegio Sacerdotal necesitaba nuevos aspirantes, ofrecía favores entre colegas sacerdotes para el ingreso de un amigo o pariente u otorgar el ingreso de alguien competente para ocupar puestos vacantes. Esta situación, que se presentaba de forma escaza, era solo para los miembros del bajo clero y, de forma excepcional, para el Alto Clero, lo cual implicaba tener conocimientos académicos, teológicos o ambos. El ingreso de un aspirante al bajo Clero no garantizaba una vida de beneplácito pues dentro de las labores del Alto y Bajo Clero existían diversos cargos con sus respectivas funciones y remuneraciones.
Se desconoce con exactitud la diferencia de rangos entre los miembros del Alto y Bajo Clero ya que la disposición de los cargos dependía en gran medida de la capacidad administrativa del templo, sus rentas, beneficios y, por supuesto, del dios a quien se rendía tributo. Aunque podían existir semejanzas en cuanto al culto del dios, cada liturgia de una deidad podía tener sus variantes que son desconocidas.
Los dioses estatales como Amón durante el reino Nuevo del Antiguo Egipto, gozaron de gran preponderancia y recibían grandes beneficios del poder real, por lo que sus dependencias, necesidades y beneficios eran enormes. Templos de dioses locales (como el dios Ptah) estuvieron bajo el favor de la administración del Nomo local.
En el caso del dios Amón: el «Primer sirviente de Amón» estaba encargado del culto principal y de la administración del templo en general, lo cual incluía supervisar al trabajo del templo, controlar las propiedades del reciento y tener el control de las tierras a lo largo del reino. El resto de sacerdotes podían encargarse de la jefatura y organización de las procesiones, la alimentación, la presentación de ofrendas y de la organización de la recolección de ofrendas, la tesorería, etc., en general, altos cargos administrativos del templo.
Comúnmente el «Segundo sirviente del dios» supervisaba los trabajos en los campos y los talleres además de controlar las embarcaciones en el Nilo con productos destinados al templo. El «Tercer sirviente del dios», así como el «Cuarto sirviente» en templos mayores, tenían funciones desconocidas; pero probablemente podían encargarse de la recepción de tributos, tesorería, oficiar festivales locales, dirigir actividades de sustitución del Segundo y Primer sirviente del dios, etc. Estos altos cargos estaban siempre ayudados y acompañados de escribas, criados y personal auxiliar del templo, además de contar con escoltas personales designados por el faraón o soldados del jefe del ejército local. Templos de dioses de ciudades pequeñas pudieron contar con solo un «Primer sirviente del dios», y tal vez con dos miembros del alto clero y varios sacerdotes menores. Templos pequeños o capillas al aire libre en poblados pequeños pudieron estar dirigidos por sacerdotes del bajo clero.
Dentro de los altos cargos también estaban los sacerdotes Uab o «puros» desempeñando múltiples tareas como ayudantes del «Primer sirviente del dios» en las ceremonias del rito matutino, limpieza de estatuas, presentación de ofrendas, las purificaciones ceremoniales en el Sancta Sanctorum, etc. Posiblemente pudieron dirigir también los rituales y laborar como escribas principales, médicos y tener cargos adminsitrativos altos al interior del templo.
Los sacerdotes wab o móviles, Bajo Clero, llamados en general: Hem neter, estaban reducidos a trabajos más simples como de limpieza del templo, portadores de la barca sagrada en las procesiones, ordenar utensilios, resguardo de implementos, mensajeros de los miembros del alto clero, trabajar como escribas del alto clero, etc. Los wab tenían prohibido el ingreso a ciertas estancias sagradas del templo, principalmente al Sancta Sanctorum. Entre otras funciones los wab estaban encargados de los rituales de enterramiento del difunto, especialmente entre los pobladores egipcios en general y los ciudadanos más humildes que los altos clérigos no querrían visitar. Es posible que algunos sacerdotes wab estuvieran capacitados y autorizados para realizar ritos específicos, posiblemente cultos simples en comarcas pequeñas con dioses en capillas al aire libre o templos pequeños. Tampoco se descarta que fuesen enviados a otras comarcas lejanas del Imperio Egipcio en misiones comerciales o diplomáticas en calidad de simples emisarios.

Dentro de estos wab se encontrarían sacerdotes encargados de la lectura y portación de manuscritos durante el culto llamados Sem o Semer cuya función pudo ser también la de escribas. Otros historiadores catologan a los sem como un «grado intermedio» en la jerarquía sacerdotal o como parte de los sacerdotes Uab y podían también oficiar ritos oficiales y fúnebres tanto de personas como de animales.
El bajo clero o los wab trabajaban en grupo en diversas áreas asignadas. Estos grupos eran denominados como Sau u «Observador» (Observante de una labor determinada) y eran por lo general en número de cuatro. Cada Sau rendía cuentas a un supervisor, quien era un encargado perteneciente al alto clero o Uab. Muchos cargos sacerdotales pudieron variar dependiendo del culto a un dios determinado y la región de Egipto.
Algunos cargos sacerdotales fueron importantes y catalogados dentro de los Uab como: el de los sacerdotes astrónomos Unuty o Imy-Unut encargados de observar las estrellas, indicar el horario de inicio de los ritos al interior del templo y fijar las fechas de los festivales de los dioses, actuando a su vez como astrólogos leyendo el horóscopo del dios. También estaba el Hery Tep o «encargado de la ceremonia del ritual» como una especie de lector sem siendo el único facultado para oficiar en el culto oficial y el funerario leyendo los textos sagrados e indicando la realización de los ritos tal y como estaban prescritos a los ayudantes auxiliares. El médico o Sunu como un doctor en Medicina que podía actuar como sacerdote y oficiar algunos ritos; aunque la mayoría de estos médicos eran seglares adscritos a los templos o a las Casas de la Vida y algunos alcanzaron altos cargos y renombre como el caso de: Imhotep durante la Dinastía III y el médico Amenhotep durante la dinastía XVIII. También estaban los magos o sacerdotes del dios Heka llamados Hekau como encargados de las fórmulas mágicas y la clarividencia y eran supervisados por un sacerdote llamado: Imyr – hekau.

Una rama sacerdotal especial fueron los Hemut – Ka (servidores del Ka) o sacerdotes funerarios quienes se encargaban de los ritos fúnebres, el entierro, la presentación de ofrendas al fallecido y el buen funcionamiento del culto al difunto tras la muerte. Aunque estaban presentes en muchos templos llegaron admirablemente a ser independientes y estar consagrados a Osiris y Anubis. Muchos eran sacerdotes Sem y se encargaban de rituales importantes como «El Rito de la Apertura de la Boca». En los ritos mortuorios trabajaban en grupo y en conjunto con mujeres (sacerdotisas, plañideras, etc.). El sacerdote Sem que dirigía el rito era llamado: Kher-heb y usaba la máscara del dios Anubis. Bajo su cargo estaban el resto de los sacerdotes sem o wab, las sacerdotisas acompañantes de los ritos funerarios o Hemet- Ka y los sirvientes llamados Ut, encargados del oficio de embalsamar el cuerpo. Tal sacerdocio era importante y necesario ya que «el culto del difunto» debía hacerse a lo largo de los años y de forma puntual haciendo oraciones y presentando ofrendas en la tumba como comida, vino, implementos. etc., para que el fallecido pudiera estar en paz y disfrutar de la vida eterna.
Había también sacerdotes conocidos en conjunto como: Hener o Khener encargados de la música, la danza y el canto tanto en la sociedad egipcia como en los templos. En cambio, el grupo de mujeres dedicadas a la música, el canto y la danza en los templos eran conocidas en conjunto como: Heneret. Los cantores eran denominados como: Hesu, los músicos eran llamados como: Hesy o Khesy; los danzarines eran conocidos como: Muu. Generalmente estuvieron trabajando en conjunto con las sacerdotisas cantoras nombradas como: Hesyt o shemayet, las músicas llamadas: henit (Khenit) o henuit (Khenuit) y las bailarinas denominadas: Ibat o Iheb.
El Templo. Base del sacerdocio egipcio.
Los templos egipcios ejercieron un papel económico, administrativo y cultural en el Antiguo Egipto. Los templos en el Antiguo Egipto fueron riquísimos ya que contaban con el beneplácito del faraón quien otorgaba una remuneración de las arcas del estado destinada a los sacerdotes y los recursos necesarios del templo. Por otro lado, los templos recibían donaciones monetarias de los nobles y personajes de la realeza.
Así mismo, los templos contaban con tierras propias que arrendaban además de varios tipos de propiedades de las cuáles sacaban ingresos para su mantenimiento. Estas tierras y propiedades estaban exentos de impuestos lo que aumentaba su rentabilidad. No era poco común que algunos sacerdotes de alto y mediano rango sacaran provecho personal de esta situación utilizando el desvío de fondos y apoderándose de una parte de las rentas sobornando o amenazando a escribas y funcionarios. Esta situación acontecía en los templos grandes donde existía una mayor organización y mayor cantidad de personal.
Los templos menores o santuarios locales apenas contaban con una docena de sacerdotes y pesar de esta situación no se descarta que algunos de estos clérigos de menor rango vivieran a beneplácito o con ciertas ventajas a través de las pocas rentas del mismo. Los templos del Antiguo Egipto fueron centros religiosos cuya función era servir de morada a un dios determinado. Comúnmente su estructura era de forma rectangular con diversas recámaras.
No obstante, existieron templos mayores y también grandes complejos religiosos como el templo de Karnak o Luxor cuyas funciones no eran solamente religiosas. Estos templos desempeñaron diversas tareas. Las funciones religiosas demandaban una organización particular por lo que tuvieron una diversa cantidad de personal religioso realizando diferentes trabajos: encargado de las ofrendas florales, jefe de camareros, supervisor de los graneros, jefe de los almacenes del templo, supervisor del ganado, encargado de las finanzas, etc. Si un templo contaba con tierras cultivables debía necesitar la ayuda de escribas y clérigos encargados de las tareas para supervisar la siembra, la cosecha, contratar a personal para las labores agrícolas, organizar los graneros y almacenaje de granos, sacar las rentas de la cosecha, etc.
Estos templos debieron contar con escribas y tesoreros encargados del control de las donaciones y el resguardo del dinero, secretarios y personal encargado del control de sus finanzas lo cual implicaba en la participación de los sacerdotes como regidores y administradores. Los templos egipcios, por lo tanto, fueron verdaderos enclaves no solo contando con un poder o influencia religiosa, sino como centros administrativos y de enseñanza, además de tener enorme influencia en el estado egipcio y en las políticas del faraón y la familia real; hecho especialmente acontecido a partir del Imperio Nuevo.
Durante el reinado de Ramsés III, en la XX dinastía, el personal del templo religioso de Karnak (consagrado a Amón y múltiples dioses en diferentes capillas) se componía de más de 80,000 trabajadores entre sacerdotes y personal contratado, quienes se encargaban tanto de atender los rituales del dios Amón como toda su heredad, la cual ocupaba más de 1.400 kilómetros cuadrados de tierras, donde eran criadas cerca de 400,000 cabezas de ganado además de contar con cultivos, estando repartidos en un total de 65 poblados. Una flota mercante de 85 embarcaciones se encargaba del transporte de materiales al templo a través del Nilo, trayendo consigo diversos productos desde diferentes puntos de Egipto y desde tierras lejanas para cubrir las necesidades del templo.
El nivel de organización del Templo de Amón en Karnak, conllevó a que no solo existiera el «Primer sirviente de Amón», sino el «Segundo sirviente de Amón» como subjefe al mando del Templo; luego el Tercer sirviente y el Cuarto, etc.; dando como resultado una jerarquía eclesiástica con diferentes funciones las cuáles dependían de las innumerables necesidades del culto y organización del recinto; por lo tanto, existieron diferentes funciones entre los sacerdotes de Alta Jerarquía.
Los sacerdotes y las Casas de la Vida. Entre la ciencia y la religión.
La Casa de la Vida, Per Anhk o Per Anj en antiguo egipcio, era una institución de enseñanza en el reino egipcio similar a una universidad moderna, donde se transmitían conocimientos de medicina, astronomía, matemáticas, teología, arquitectura y lenguas extranjeras.
Era un lugar reservado para las clases sociales dominantes: hijos de la nobleza, hijos de los militares de renombre, vástagos de altos cargos administrativos, los hijos del mismo faraón (habidos con la reina u herederos y sus concubinas) y los hijos de los sacerdotes, etc. No se descarta que los hijos de clases sociales inferiores pudieran acceder a la educación de las Casas de la Vida; aunque con ciertas excepciones.
Como centro de enseñanza superior sus maestros eran, por lo general, escribas y sacerdotes capacitados en diversas áreas de la ciencia. Los templos religiosos egipcios contaron con sus Casas de la Vida al interior de su recinto; especialmente los templos de mayor influencia y tradición; a pesar que pudieron existir Casas de la Vida no ligadas al sacerdocio con una enseñanza laica.

Muchas de las Casas de la Vida, especialmente las de los templos, estuvieron asociadas al dios Ra y a Osiris y, a parte de la enseñanza a los alumnos, se caracterizaron por ser fuente importante de la transmisión de conocimientos al contener bibliotecas en su interior (rollos de papiro), que resguardaban información sobre matemáticas, medicina, arquitectura, magia, etc. Estas bibliotecas y el almacenaje de rollos implicaron la labor de la escritura y creación de numerosos pliegos con la colaboración de numerosos escribas dedicados a la copia y elaboración de diversas obras versadas en diversos temas; además de su conservación y cuidado.
Parte importante es que los templos fueron la fuente de la creación de la teología egipcia, situación que implicaba la elaboración de los mitos egipcios de los dioses, el culto egipcio y su justificación frente a los ciudadanos egipcios. Los sacerdotes encargados de esta situación fueron miembros del Alto Clero que adecuaron y crearon los mitos egipcios dotándolos de sentido para el ciudadano egipcio, razón por la cual se encuentran diversos mitos o variantes de las historias de un mismo dios, desarrolladas en períodos de tiempo distintos en el antiguo Egipto.
Mujeres sacerdotisas.
Aunque en el Antiguo Egipto fueron los hombres quienes oficiaron el trabajo sacerdotal en los templos, existen evidencias que desde el Imperio Antiguo existió una rama femenina unida a la casta sacerdotal. Estas eran sacerdotisas en términos generales llamadas: hemet.
Se desconoce con exactitud el papel de las mujeres sacerdotes en las labores egipcias antiguas dentro de los servicios en los templos, no obstante, se tiene conocimiento que algunas de estas mujeres fueron sacerdotisas relevantes con cargos de responsabilidad y de poder. Comúnmente estas mujeres sacerdotes estuvieron vinculadas con los cultos a las diosas: Hathor, Neith, Pajet y Bastet; así como también a divinidades masculinas como: Min, Thot y Anubis.

Algunas de estas mujeres sirvieron como sacerdotisas de cultos funerarios. En este caso eran llamadas: hemet-ka en relación a sus contrapartes masculinas. Aunque comúnmente el papel de las mujeres sacerdotisas estuvo supeditado y supervisado por el papel de los hombres, se cree que algunas de ellas pudieron compartir labores en igualdad de condiciones lo que implicaba ciertas actividades de organización de templos, formas similares de ritos al de sus contrapartes masculinos y la sustitución del sacerdote cuando este no pudiera realizar el culto por diversos motivos (viajes, enfermedad, falta de tiempo por actividad laboral, etc.).
Algunas de estas mujeres sacerdotisas pudieron obtener títulos en áreas de la ciencia como la de medicina o ser escribas. Por medio de las fuentes egipcias se sabe que durante la dinastía IV del Antiguo Egipto, existió una mujer llamada: Pesheset, quien era conocida como la “Supervisora de los Médicos”.

Es posible que las mujeres sacerdotisas del Antiguo Egipto estuvieran consagradas a cultos femeninos desconocidos y sus relaciones con diosas de carácter femenino; aunque sus labores no estaban dedicadas exclusivamente a deidades femeninas sino también a entidades masculinas. En general, la información del papel de la mujer al interior de los templos en su labor como sacerdotisas es escasa en las fuentes egipcias.
La vestimenta de las sacerdotisas egipcias y reglas sacerdotales.
En cuanto a su vestimenta se desconoce con exactitud su implicación. Según las pinturas de las tumbas y templos egipcios, es posible que las sacerdotisas utilizaran trajes de lino ceñidos o vestidos transparentes que revelaran su silueta femenina y las sacerdotisas o sus acólitas asignadas a las tareas de la música y el canto utilizaran velos transparentes y vistieran cortos faldellines mientras que las danzarinas estuviesen desnudas al momento de ejecutar su danza o utilizaran minúsculos faldellines femeninos, engalanadas con joyas o brazaletes en sus extremidades e incorporando un cinturón dorado ajustado a su cintura, en este caso, como símbolo de pertenencia al culto de un dios y su respectivo clero.
La desnudez en la representación femenina iconográfica egipcia es muy rara en las clases altas, pero la desnudez o semidesnudez se observa ampliamente en la iconografía egipcia en algunas sacerdotisas, en las campesinas portadoras de ofrendas, las sirvientas (posiblemente esclavas), las acróbatas, bailarinas, músicas y concubinas del muerto. Las plañideras (mujeres encargadas de llorar durante el entierro del difunto) son representadas con vestidos transparentes o plisados y los pechos al aire.
Presumiblemente las hemet-ka, o sacerdotisas oficiantes de los ritos mortuorios, usaron vestidos de pieles de leopardo en sus labores cotidianas. La iconografía egipcia demuestra que el empleo del atuendo no era exclusivo de los sacerdotes masculinos, tal es el caso representado en: «La Estela de Nefertiabet» que muestra la imagen de princesa y sacerdotisa Nefertiabet, que vivió bajo el reinado de Jufu (Keops) en la Dinastía IV. Por lo que parece la piel de leopardo siguió empleándose como distintivo sacerdotal tanto entre hombres y mujeres del clero durante una buena parte de la historia de Egipto

La vestimenta en las sacerdotisas pudo ser además distinta según el culto a un dios y la función determinada. Las sacerdotisas de la diosa Hathor lucían un tisú rojo ajustado; la plañideras vestían un traje estrecho plisado que dejaba los senos al descubierto.
En otro orden las sacerdotisas debían cumplir con ciertas normas de pureza ritual. Al igual que los sacerdotes, las sacerdotisas del Alto y Bajo Clero femenino debían bañarse hasta cuatro ocasiones, dos veces al día y dos por la noche. Debían evitar ciertos alimentos. Además, debían depilarse todo el vello del cuerpo y no comer ciertos alimentos a los cuáles consideraban impuros intentando conservar su estado de pureza ritual. Durante el período menstrual no podían oficiar los ritos y debían esperar el final del mismo para continuar sus oficios.
Aunque los sacerdotes debían ser circunsidados, los casos de circuncisión femenina o clitorictomía no parece que fueran parte de la norma para una mujer del clero. Las momias de mujeres egipcias que han sido estudiadas tienen sus órganos sexuales completos. Se han encontrado textos en los que se hace referencia a “vírgenes circundadas”. En cualquier caso sería un término confuso o de otro significado ya que la clitorictomía no parece ser costumbre de este pueblo y la referencia quizá podría tener otra interpretación.
Existían por ejemplo los rituales de la diosa Neith, diosa de connotaciones guerreras de origen libio adaptada al panteón egipcio desde tiempos del Imperio Antiguo, los cuales implicaba su realización en un festival en honor a esta diosa, y consistían en que mujeres en condición de vírgenes luchaban desnudas entre sí a forma de ritual para obtener el título de sacerdotisa de la diosa Neith. Este tipo de cultos podrían sugerir la existencia de ritos no convencionales de la religión egipcia que se desconocen por completo.
Aunque este rito era exclusivo a la diosa Neith, podría evocar que existían ciertas condiciones o requisitos para las mujeres sacerdotisas de formas variadas. Es posible que la virginidad como símbolo de pureza haya sido una condición indispensable para la incorporación de una aspirante al clero femenino. La virginidad en las sacerdotisas pudo haber sido una condición imprescindible como garantía de purificación y dedicación exclusiva al sacerdocio y el trabajo del templo. Habría que recordar en este punto, como ejemplo, a las vírgenes vestales de Roma y su labor en el templo de la diosa Vesta y el cuidado del «fuego sagrado» en el interior del mismo.
Sin embargo, la virginidad en la mujer como condicionante a sacerdotisa, no era una regla del todo imperativa. Muchas de las mujeres del alto clero femenino eran esposas de los sacerdotes del alto clero, eran mujeres esposas de los miembros de la nobleza egipcia o mujeres pertenecientes a la familia real.
Tal estado de virginidad en la mujer y su relación con la pureza podía observarse en otros rituales supuestamente celebrados (no esclarecidos) por el clero egipcio como el no confirmado: «Rito de la crecida del Nilo», también conocido como el rito de: «La Novia del Nilo», que consideraba al rio del antiguo Kemet como la fuente de vida y de riqueza (por su riego sobre las cosechas aledañas al rio en su época de crecimiento después de una sequía) y que debía contar con una esposa como ofrenda.

En este hipotético ritual un cortejo de mujeres bailaba y entonaba musica, oficiado por sacerdotes o sacerdotisas, arrojando como víctima propiciatoria a las aguas del Nilo a una mujer. Esta mujer debía cumplir dos requisitos indispensables: que fuese hermosa y que fuese virgen, convertida así en la novia para el dios del Nilo con el objetivo de consumar un matrimonio propiciando como favor del rio su crecida anual y obtener buenas cosechas. La mujer escogida como «novia» terminaba falleciendo producto del ritual. Se desconoce si era ahogada, atada con cadenas, arrojada a las aguas del Nilo o si su vida era arrebatada durante el rito.
Este ritual, al parecer, estaba enmarcado en un rito de fecundidad. Posteriormente, según la creencia popular, el rito habría sido modificado, sin especificación del período de tiempo del Antiguo Egipto o la dinastía correspondiente del cambio, arrojando al Nilo figuras femeninas o muñecas hechas de madera o arcilla como un supuesto sustituto de la novia del rio.

Sin embargo, todo lo que se sabe de este rito es por medio de una tradición oral sin fundamento. No existen fuentes, pruebas o evidencias históricas de su realización en los registros de la historia de Kemet, ni en las fuentes romanas, especialmente porque los sacrificios humanos no eran parte de los rituales en la religión egipcia antigua. Los únicos datos sobre sacrificios humanos en el Antiguo Egipto datan del período arcaico y Pre-Dinástico donde los enemigos de los reyes eran sacrificados ritualmente frente al monarca vencedor.
Debido a su antigua tradición oral y la ausencia de fuentes históricas, es posible que este rito de la «Novia del Nilo» correspondiera a la confusión en la época cristiana de Egipto donde los egipcios seguidores de la vieja religión egipcia, y contemporáneos de los cristianos, arrojaban en un rito de acto simbólico estuillas de arcilla o de madera al Nilo como forma de exvoto por favores recibidos del dios Hapi o de los dioses, enmarcado en un ambiente de cultos relacionados a la fertilidad que involucraba a las mujeres sacerdotisas y sus rituales realizados a los márgenes del rio. El subsecuente dominio cristiano eliminaría a la religión egipcia y estos ritos, posiblemente tergiversándolos de un significado «maligno» o «sanguinario» como justificación para su erradicación.

En contraposición a una pureza virginal femenina en las sacerdotisas egipcias, entre otras formas de rituales, Heródoto, historiador y geógrafo griego, hace mención en sus viajes por Egipto como fue testigo del rito del culto al dios egipcio Khnum o dios carnero, en el cual una sacerdotisa mantenía relaciones carnales con un carnero (zoofilia) en forma ritual frente a una multitud de espectadores egipcios como parte de los festivales celebrados en honor a este dios.
El origen de este rito muy posiblemente estuvo relacionado como un elemento propiciador de la fertilidad en la sociedad egipcia en contacto con un dios determinado. El elemento propiciador de la fertilidad estuvo marcado en diferentes culturas especialmente en la egipcia con distintas ceremonias de las cuales las mujeres sacerdotisas fueron parte ejecutoras. Las sacerdotisas de la diosa Isis efectuaban un rito donde lloraban, gemían, e inclusive, podían autoinflingirse castigos como una forma de dolor para que los dioses pudieran generar la crecida del Nilo e inundar los campos de siembra para germinar las plantaciones.

El canto, la música y la danza. Un papel preponderante de las sacerdotisas.
Aunque existiesen para las mujeres el oficio de ciertos rituales egipcios y con ello diversas tareas que nos son desconocidos, se sabe con certeza que buena parte del clero femenino estuvo vinculado a la labor del canto, la música y, por supuesto, a la danza en los templos, así como en los festivales dedicados al culto de ciertos dioses como Amón y la diosa Hathor.
Aun cuando existían hombres y sacerdotes que ejercían la música, el canto, e inclusive la danza, como profesión en la sociedad egipcia y en las formas de culto en los templos, por lo común, eran las mujeres sacerdotisas y sus acólitas las dedicadas en mayor medida a este arte en el Antiguo Egipto; no solo para las fiestas de la alta sociedad egipcia, sino para su ejecución en festividades egipcias y en los vínculos religiosos. La danza era conocida como ibaw. Las sacerdotisas cantoras eran llamadas: Hesyt o shemayet; las primeras podían cantar en solitario mientras que las segundas formaban un coro. Las instrumentistas eran denominadas: henit (Khenit) o henuit (Khenuit) y las bailarinas eran conocidas como: Ibat o Iheb y también como Tyeset.
Aunque el canto, la música y la danza podían ser ejecutados por hombres y mujeres seglares egipcios como forma de profesión, comúnmente estuvo relacionado al aspecto religioso. Independientemente de la adhesión, las mujeres dedicadas al canto y la música eran por lo general estrictamente seleccionadas, especialmente las bailarinas, no solo por sus capacidades, sino también por sus destrezas y por su belleza.

Estas mujeres cantoras, instrumentistas y danzantes ejecutaban sus habilidades para la realeza, las fiestas de los nobles y las festividades del faraón y su familia; ya que su contratación para la sociedad del Antiguo Egipto era símbolo de una condición económica elevada, de riqueza y de poder. Muchas de estas mujeres ofrecían sus servicios a las festividades religiosas formando parte del culto a una divinidad con el objetivo de «deleitar al dios» y dar solemnidad a los rituales.
En los festivales en honor al dios Amón, la estatua de este dios era transportada por sacerdotes en una barca sagrada desde el templo de Karnak hacia el templo de Luxor, seguida por una multitud de ciudadanos egipcios.
La estatua de Amón y el cortejo de sacerdotes y seguidores era recibido en el templo de Luxor por una multitud junto a un festival amenizado por músicos, mujeres cantoras y sacerdotisas bailarinas quienes ejecutaban danzas para Amón desnudas o semidesnudas frente a la multitud previo al ingreso y desaparición de la estatua de Amón y su barca sagrada al interior del templo.
La Diosa Hathor, considerada la “Diosa de la Danza”, tenía varios templos dedicados a ella en el Antiguo Egipto, donde se realizaban numerosas liturgias en su honor que implicaban danzas de sus sacerdotisas; por lo que se entendería que estos bailes tenían en marcado acto ritual. Muchas de estas danzas eran de diversos tipos, desde las ceremoniales hasta las festivas, y algunas de carácter acrobático, lo cual implicaba movimientos y posturas diversas ejecutados por las bailarinas. Estas danzarinas acróbatas eran conocidas como: Jebyt.

Se conservan ampliamente documentadas la participación de las danzantes e instrumentistas en la inauguración de estatuas, en la erección de un obelisco, de la recepción de embajadas de otros reinos y en la vida del harén.
Por lo común las danzantes se caracterizaban por tener el cabello largo en un estilo uniforme, generalmente dividido en una o varias trenzas anchas que cubría la parte superior de la espalda y en dos trenzas más delgadas que colgaban de los lados hacia los hombros hasta el pecho.
Al mismo tiempo estas sacerdotisas, especialmente las cantoras y las que utilizaban algún instrumento musical, empleaban alternativamente en sus ritos el Sistro, nombre egipcio: Sehem; un instrumento formado por una empuñadura que tenía en su parte superior una lámina curva de metal, oro o plata arqueada y cerrada, que era a su vez atravesada por varillas metálicas provistas de sonajas. El sistro era utilizado como parte de ritos musicales en honor a los cultos de la diosa Hathor e Isis. Otra variante era el sheheshet, un sistro dedicado al culto de la diosa Hathor utilizado por las sacerdotisas de sus templos y consistía en una empuñadura coronada por una especie de templete o marco que podía contener la cabeza de la diosa Hathor, razón por la cual se les ha denominado también: «los sistros hathóricos».

Exclusivos de las sacerdotisas en su manipulación, si bien los sacerdotes músicos podían utilizarlos, se desconoce el fin del uso del sistro; aunque se ha especulado que eran utilizados como cascabeles durante los ritos de las diosas Isis y Hathor realizados por las sacerdotisas para alejar el mal o los malos espíritus durante la ejecución del culto, por lo que se convirtió en parte importante de los rituales egipcios y con ello grandes atribuciones religiosas, especialmente durante el Imperio Nuevo, convirtiéndose en un símbolo característico de la diosa Hathor y como ícono y herramienta de las sacerdotisas de la diosa. Sin embargo, su uso se extendió a los cultos de otros dioses como Nefertum y la diosa Bastet.

En los ritos hathóricos muchas de las sacerdotisas utilizaban también el collar Menat (Mnit). Este consistía en un placa de bronce o cerámica, parecido a la empuñadura de una espada y de conformación plana con grabados geroglíficos en su superficie; en un extremo de esta placa sobresalían dos cadenas de cuentas (pequeñas esferas) de múltiples colores, las cuáles terminaban por unirse por medio de un grupo de múltiples cadenas de pequeñas esferas enredadas o montadas entre sí. El collar Menat fue ampliamente utilizado por las secerdotisas de Hathor y tenían connotaciones de amuleto protector por lo que era muy utilizado en los rituales funerarios. Podía ser usado en el pecho como collar, ser llevado en la mano entrelazado en la muñeca y como un instrumento musical al ser utilizado a manera de sonajero al ser agitado. Se supone que el ruido del Menat era protector, gustaba a la diosa Hathor y auyentaba los malos espíritus.

Entre las sacerdotisas músicas fueron empleados también: los címbalos (platillos), el crótalo (una especie de castañuelas), la pandereta, la lira, la flauta y el arpa. También se introdujo hacia el Imperio Medio el uso del tambor de pequeñas dimensiones. También se usó el clarinete consistente en dos tubos de caña parelelos con hendidura en la parte superior. El uso del laúd fue parte de la música y se introdujo durante la dinastía XVII durante el reinado de los faraones hicsos. Cabe señalar que la música del Antiguo Egipto era melódica y no rítmica.
El canto, la música y el baile, por lo tanto, tuvieron fuertes connotaciones religiosas entre las sacerdotisas y en los templos. No se puede descartar además que algunas de estas artes tuvieran implicaciones en rezos y oraciones de caracter «mágico» hacia los dioses como parte de la magia egipcia o heka.
Jerarquía sacerdotal femenina.
Las sacerdotisas contaban también con una jerarquía; aunque no está del todo clara. Estaban las sacerdotisas del Alto Clero quienes eran conocidas como: hemet netyer o hemet netcher y su evidente involucramiento y pertenencia estuvo asociado a las clases altas de la sociedad egipcia y como esposas de los sacerdotes del Alto clero.
El máximo exponente del alto clero femenino era la reina, esposa del faraón, quien era conocida como «la Esposa del dios». En algunos casos la reina, en sus labores religiosas, podía sustituir al faraón en diversas actividades del culto a los dioses y era la responsable de designar a una Gran Sacerdotisa o supervisora que dirigía en conjunto al clero femenino de un dios determinado. Esta supervisora, designada por la reina, era conocida como: Dua Netcher o «Divina Adoratriz». El rito a seguir era el mismo realizado por sus contrapartes masculinos con algunas variantes, especialmente en el caso de la diosa Hathor. Las hijas del faraón podían desempeñar también el cargo de Dua Netcher, por lo que comúnmente estuvo reservado solo para mujeres de la nobleza. Rangos intermedios estaban las sacerdotisas «puras» o Uabet como ayudantes inmediatas de la Dua Netcher. Se cree que las Uabet fueron numerosas, al igual que sus funciones, no vivían en el templo y su trabajo era desempeñado sólo en determinadas ocasiones cuando el rito lo requería o durante un mes. Sin embargo, se cree que algunas desempeñaron sus funciones de forma permanente en los templos a partir del Imperio Nuevo, especialmente en los cultos funerarios.

Existió una denominación de sacerdotisas llamadas: Semet, equiparadas a los sacerdotes Sem. Se deconoce su función y posiblemente fueron sacerdotisas Uabet o tuvieron un «rango intermedio» siendo lectoras de los cultos funerarios y tal vez como escribas y doctoras.
Luego estaban las sacerdotisas de menor rango o del Bajo Clero llamadas: Wahet. Estas estaban encargadas de labores menores como: mantenimiento del santuario, limpieza, contabilidad, mensajería, etc. Aunque es posible que también fueran las que desempeñasen las labores del canto, música y el baile supervisadas por alguna sacerdotisa del Alto Clero.
A partir de la dinastía XVIII surge el término shemayet interpretado como: «cantoras» para mujeres encargadas del sacerdocio del templo, específicamente en las labores de un culto musical y del acompañamiento a cultos de dioses, especialmente en el caso de Amón, Hathor y Nut, en cuanto al canto, la danza y la música. El término shemayet pronto adquirió la connotación de sacerdotisa. Es posible en este contexto que hayan existido rituales y ceremonias enteramente oficiadas por medio del canto y una danza ritual, cuyo objetivo era “deleitar” al dios en el templo. En el caso de las Hemet-ka fueron las sacerdotisas encargadas de los cultos funerarios.

Otras sacerdotisas estaban encargadas de las artes mágicas, eran conocidas como: Rejyt y se consideraba que tenían el don de la clarividencia. En algunos casos eran vistas como hechiceras u oráculos. Comúnmente estas videntes habitaban en los templos donde eran consultadas para diagnosticar el destino de un recién nacido. También se encargaban de espantar el mal que acosara al dios o al niño. Para ello se ayudaban de la música y cantos que tenían función mágica.
Las sacerdotisas de Hathor, figurillas de “fertilidad” y cultos funerarios.
Las mujeres en el antiguo Egipto orientaban sus supersticiones hacia prácticas mágicas (oraciones, himnos y rituales) con el objetivo de ser fértiles y proteger al fruto de su vientre. Dioses como Bes, Bastet o Tueris estuvieron relacionados con la protección materna y el parto. Sin embargo, la diosa Hathor y sus rituales relacionados con la fertilidad destacaron en la sociedad egipcia, especialmente entre las mujeres.
Hathor tuvo múltiples atributos adquiridos en su culto a lo largo de la historia de Egipto. Fue considerada como la madre de los dioses por excelencia (atributos tomados posiblemente de la diosa Isis), era la nodriza de los dioses, protectora de las madres, las mujeres embarazadas y los hijos. Otras atribuciones fueron diosa de la belleza, el amor, diosa de la danza, la música, la alegría; pero tuvo una relación con ritos relacionados con el erotismo y la fertilidad de la cual sus sacerdotisas fueron partícipes.
La condición de la gestación y el embarazo hizo que fuera una diosa identificada exclusivamente con la mujer, específicamente como una diosa que otorgaba fertilidad y el renacimiento de la vida a través de la concepción y el alumbramiento. También tuvo un concepto fundamental relacionado con ritos funerarios de los cuáles las sacerdotisas de Hathor participaron asiduamente.
Hathor era una divinidad ligada a la mujer. En el santuario de Gebel Zeit, sitio durante el Reino Medio de Egipto, se dio culto a Hathor a través de rituales efectuados exclusivamente por sacerdotisas y mujeres acólitas relacionados con la música y danzas orgiásticas femeninas acompañadas por el uso del sistro y el collar Menat. En este lugar de culto a Hathor se han encontrado estatuillas de mujeres desnudas en forma de ushebti; algunas llevando un niño o dos sobre el vientre. Se ha conjeturado que estas estatuillas fueron en ciertos casos exvotos o en otros unas formas de ofrendas para la diosa Hathor, relacionados con ritos de erotismo y fertilidad como pagos o súplicas por la intervención de la diosa por favores recibidos.

Así como existieron estatuillas de carácter fálico relacionadas como tributo al dios Bes, estas estatuillas de mujeres desnudas a manera de ushebti en tributo a Hathor eran figurillas conocidas como “concubinas del muerto”, halladas en enterramientos de mujeres y hombres, consistiendo en figurillas de mujeres desnudas comúnmente con el triángulo púbico o genitales femeninos bien marcados; en otras versiones mujeres desnudas con collares y un ceñidor en torno a las caderas en una sola figura, tendidas sobre un lecho y en otras acompañadas de un bebé.
Tales piezas, que también han sido encontradas ampliamente en contextos domésticos y en tumbas de mujeres (a parte del culto a Hathor) se asocian a ofrendas como objetos a manera de amuletos mágicos para llamar a la fertilidad y la concepción en rituales efectuados por las sacerdotisas, además de ser un ushebti para satisfacer los deseos sexuales de un hombre fallecido en “el más allá”.
El carácter evidentemente erótico de estas figurillas femeninas o “figurillas de fertilidad” tendría sus implicaciones en la sociedad egipcia entendiendo que la búsqueda y satisfacción del placer carnal conducía a la reproducción humana, es decir: la renovación de la vida a través del placer sexual. La concepción traía consigo nuevos nacimientos de ciudadanos egipcios, una taza de nacimientos importante que repoblarían el territorio frente a la alta taza de mortalidad del mundo antiguo, y en especial el mundo egipcio, por causa de: las enfermedades, las guerras y las deplorables condiciones higiénicas (el promedio de vida para hombres y mujeres, si estas últimas sobrevivían al embarazo, era de 30 a 35 años aproximadamente).
Los ritos eróticos de Hathor conducirían a la consecuente reproducción humana, por lo que la diosa tendría una dualidad de erotismo y a la vez protectora de la gestación femenina subsecuente; de tal forma que la fertilidad estaba condicionada al erotismo que conduciría a la concepción. La alta taza de mortalidad materna gestacional (enfermedades ginecoobstétricas como la eclampsia o las distosias por ejemplo), las complicaciones puerperales, así como la mortalidad neonatal e infantil (enfermedades neonatales, enfermedades de la niñez y la ausencia de vacunación e inmunización por ejemplo) causaban altos decesos poblacionales. Ante esta situación, diosas como Hathor, vinculadas al erotismo y el placer, tuvieron por consecuencia los atributos de «Madre Protectora» de las mujeres embarazadas, el parto y los hijos y una diosa que incentiva la fertilidad. [Simultáneamente la sociedad egipcia también utilizó métodos anticonceptivos primitivos].
Dioses como Min (antiguo dios egipcio de carácter fálico) relacionados también a la fertilidad, tuvieron sus cultos populares; aunque más relacionados a los cultos oficiales del faraón y la realeza hacia la ciudadanía. Dioses como Bes y su culto fálico fueron también populares en la población egipcia y aunque pudieron contar con rituales públicos o amplios festivales, su culto estuvo más adaptado a un ambiente veleidoso, jovial, lascivo y doméstico. Sin embargo, la popularidad de los rituales de fertilidad de Hathor y sus sacerdotisas fue grande entre la población común del Antiguo Egipto; especialmente entre las mujeres. Los cultos de Hathor estaban muy extendidos entre las mujeres en todas las áreas de Egipto y en todos los estratos sociales, al grado que se conoce que tan sólo durante el Reino Antiguo más de 400 mujeres tomaban parte en sus ritos. Es posible que dicha popularidad se debiera no solo a la identificación de la diosa con la figura femenina, materna y la búsqueda de la fertilidad, sino también a que sus ritos permitían la participación de cierta forma en las mujeres; siendo una de los pocos ídolos en toda la historia de Egipto que era adorada en altares privados de los egipcios en sus hogares con figuras de la diosa y una de las pocas deidades a quienes los egipcios dirigían en privado oraciones personales solicitando su ayuda al igual que Isis. (Esta última diosa terminaría absorviendo los atributos de Hathor).

En este aspecto, la participación de las mujeres en los templos fue también relevante durante el Imperio Medio y el Nuevo, tanto en los templos más notables como en las humildes capillas aldeanas donde aceptaron mujeres (casadas, mujeres solteras, viudas humildes, etc.) como sacerdotisas, instrumentistas o como miembros auxiliares, proveyendo servicio al culto y acompañamiento religioso con el uso del sistro y los collares Menit. De excavaciones del Imperio Nuevo se han hallado múltiples tumbas de mujeres con títulos pertenecientes a las posiciones de los templos, concluyendo que muchas mujeres participaban del culto, evidenciando que la jerarquía religiosa hathórica era más receptiva a las mujeres a comparación del clero masculino.
La relación de las sacerdotisas con los cultos funerarios estaría también relacionada con los ritos fúnebres, cortejos funerarios y la amplia presencia de mujeres en los entierros reales como acompañantes, ejecutoras sacerdotales de ritos mortuorios de adoración y las “plañideras” que representarían simbólicamente desde tiempos del Reino Antiguo a concubinas que comparten la vida del muerto en la “Otra Vida” y equiparadas al uso ritual fúnebre de ushebties como «figurillas de fertilidad» o «concubinas del muerto», en las tumbas relacionadas con la diosa Hathor. Estas mujeres eran conocidas como sacerdotisas Hemet-ka o Hemut-Ka y su labor no está del todo clara pero es conocido que estaban encargadas de quemar incienso, realizar libaciones, presentar las ofrendas de alimentos y dirigir el culto mortuorio donde el difunto se asimiliaba a Osiris. No se descarta que dirigieran el culto funerario en sí. Estas Hemet – Ka tuvieron inclusive su propia jerarquía y sus principales líderes era conocidas como: Dyeret o las enterradoras.
En el caso de la plañideras, se sabe oficialmente que eran mujeres seglares contratadas por una paga para que lloraran por un difunto durante un entierro (no eran exclusivas solo a Egipto sino que a diversas culturas como: las vociferantes griegas o las praeficae romanas), sin embargo a nivel sacerdotal o ritual su función religiosa era la de emitir cánticos laudatorios y llorar con el objetivo de limpiar el alma del difunto por medio de sus lágrimas. Las plañideras egipcias eran conocidas como Yerit y para realizar su oficio ritual relacionada al culto funerario debían purificarse bañándose cuatro veces al día durante siete días previo al rito funerario, lavar sus bocas mascando natrón y recitar oraciones a Osiris o Hathor para ganar la pureza ritual necesaria para su actividad.

En general, la participación de las mujeres en cultos y rituales con énfasis en la música y la danza era considerado una garantía de un elemento propiciador de la fertilidad. Las congregadas efectuaban danzas con un componente erotizante en la búsqueda de la fertilidad. La danza fue una forma llamativa para un dios o diosa y las danzas de carácter ritual propiciaban deseos e intenciones.
La relación de Hathor con los cultos funerarios radicaba a que esta diosa ayudaba a las almas de los humanos fallecidos a cruzar el Duat. Tal ayuda de la diosa al difunto iniciaba inmediatamente desde la tumba. Como diosa celestial, Hathor era una diosa ligada a la vida y la muerte asistiendo al dios Ra en su viaje por el cielo en el mito de su barca. En otros textos se decía que la diosa Hathor llevaba a los difuntos a un lugar del Duat donde recibirían comida y bebida para su sustento eterno. Como diosa propiciadora de la vida, a través de la fecundidad y el nacimiento, las tumbas se interpretaron como el vientre de la diosa Hathor, de la que renacería el alma del difunto en la otra vida después de la muerte, es decir, un nuevo nacimiento.
Para los egipcios, la vida después de la muerte en el Duat, también contaba con un componente sexual. En algunas versiones de los mitos egipcios el dios Osiris asesinado por Seth, había resucitado cuando copuló con Isis y concibiendo al dios Horus. En los cultos solares, la unión de Ra con la diosa Hathor en el cielo permitía su propio renacimiento. Por lo tanto, el sexo, entendido como erotismo que desencadenaba la concepción humana y el nacimiento de un nuevo ser, permitía el renacimiento del difunto. Diosas como Isis y Hathor contribuían al renacimiento del difunto en una nueva vida, por lo que fueron relacionadas con el papel de diosas estimulantes o propiciadoras de los poderes regenerativos de las deidades egipcias masculinas; por lo que en la figura femenina de las diosas, estas fueron relacionadas como consortes importantes de los dioses. Así, Hathor propiciaba la vida para hombres y mujeres.
En este contexto se comprende la participación de sacerdotisas en los ritos de Hathor, la participación abundante de la danza alegre y erótica u orgiástica como parte de los ritos de la diosa, la participación de sacerdotisas en ritos fúnebres y el uso funerario de ushebties de figurillas femeninas consagradas a la diosa Hathor.
Los antiguos egipcios precedían los nombres del difunto, tanto hombre como mujer, con el nombre de Osiris para conectarlos con su resurrección en el Duat, por ejemplo: «Paneb – Osiris» o en el caso de una mujer: «Nefer – Osiris». Sin embargo, a partir del Imperio Intermedio se utilizó el nombre de Hathor vinculado a las mujeres fallecidas.
Tanta fue la importancia de Hathor en el panteón egipcio que en ciertos períodos se creía que Hathor gobernaba el inframundo junto con Osiris.
El arte funerario egipcio de la Dinastía XVIII muestra en la iconografía de ciertas tumbas a gente bebiendo, bailando y tocando música, y con mujeres (posiblemente sacerdotisas o acólitas al culto de Hathor) sosteniendo collares menat y sistros en alusión al ritual de Hathor. Estas imágenes pueden representarían fiestas privadas que eran celebradas frente a las tumbas para conmemorar a los fallecidos, o pueden mostrar reuniones en fiestas del templo. Se creía que estas fiestas en alusión a Hathor permitían el contacto entre los vivos y los muertos. Sin embargo, las imágenes de las fiestas de las tumbas podrían hacer referencia a rituales en forma de festividad como: “la Fiesta de la Ebriedad” en honor a Hathor, un festejo donde predominaba la música, la danza y la cerveza entre los participantes hasta embriagarse por completo. Aunque el carácter es festivo, se ha sugerido que tenía un fondo ritual pues se ha teorizado que el objetivo de bailar y embriagar a los celebrantes, en las fiestas en honor a Hathor, era permitirles entrar en comunión con los espíritus de los difuntos.
Todas estas condiciones han sugerido, aunque sin pruebas fehacientes, que los ritos de Hathor dirigidos por las sacerdotisas por medio de la música, la danza, el canto y las fiestas tenían por objetivo alcanzar un estado de éxtasis religioso y entrar en contacto con la divinidad o los dioses, siendo una situación atípica y característica en el sacerdocio y la religión egipcia antigua.
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