Los últimos Estados Cruzados. Trípoli y Antioquía.

El reino de Jerusalén, como estado cruzado, había caído en 1187, junto al Condado de Edesa, previamente en 1144. Los cruzados solo conservaban unas cuantas ciudades en la costa las cuales incluían: Tiro. Sobreviviente fue el Condado de Trípoli y el Principado de Antioquía; aunque en precarias condiciones.

En 1188, tras la conquista de Jerusalén, Saladino atacó el condado de Trípoli, arrebatando gran parte de su territorio, quedando como referencia del condado: su capital Trípoli y dos fortalezas con pequeños límites: La ciudadela de Tortosa y el Krak de los Caballeros Hospitalarios. Ese mismo año Guillermo II de Sicilia invadía con su flota Tierra Santa, salvando la ciudad de Trípoli, permitiendo un repliegue de las fuerzas de Saladino.

Bohemundo III seguía rigiendo Antioquía. Había tomado por esposa a una noble llamada: Orgullosa de Harenc con quien había procreado dos hijos: Raimundo IV, el mayor o Raimundo IV de Antioquía (también llamado Raimundo IV de Trípoli, quien fue uno de los pocos nobles que había logrado escapar con vida de la Batalla de Hattin en 1187), y Bohemundo IV, el menor. Su hijo Raimundo IV, era el dueño del Condado de Trípoli como ahijado heredero del difunto Raimundo III de Trípoli; pero Bohemundo III de Antioquía solicitó a su hijo Raimundo IV para ser su heredero directo en Antioquía, mandando como sustituto para Trípoli a su segundo hijo: Bohemundo IV; dados para ambos los apelativos de príncipes de: Trípoli y Antioquía.

Raimundo IV de Antioquía gobernó Trípoli desde 1187 hasta 1189, y posteriormente fue príncipe regente de Antioquía desde 1193 a 1194. Fallecería en 1199. Su hermano Bohemundo IV rigió Trípoli desde 1187 hasta 1233.

Fallecida Orgullosa de Harenc en 1175, Bohemundo III de Antioquía tomó como segunda esposa a Teodora Comnena, sobrina nieta de Manuel I Comneno, con quien tuvo una hija llamada Constanza, un hijo llamado Felipe y uno más llamado Manuel. Teodora falleció en 1182. Bohemundo III también tuvo una tercera esposa tras la muerte de Teodora, llamada: Sibila, famosa por atribuírsele la práctica de la brujería, según Guillermo de Tiro, engendrando a otro hijo llamado: Guillermo de Antioquía.

Saladino atacó el Principado de Antioquía desde 1188, estableciendo una tregua con Bohemundo III que finalizaba a finales de mayo de 1189. Bohemundo III de Antioquía no contaba con fuerzas suficientes para enfrentarse a Saladino por lo que rendiría el Principado al finalizar la tregua con Saladino. Bohemundo III, desesperado, ofreció el Principado al Emperador Federico Barbarroja del Sacro imperio Romano Germánico para convertirse en su vasallo.

Federico Barbarroja había partido en mayo de 1189 d.C. con todo su ejército en la iniciada Tercera Cruzada, siendo entre sus objetivos la liberación de Jerusalén, retar en un combate individual cuerpo a cuerpo a Saladino y tomar el control de Antioquía; sin embargo, el emperador fallecería en el viaje de la cruzada en Anatolia (Turquía) en 1190 ahogado en el río Saleph del reino Armenio de Cilicia cuando su ejército había sido alojado y transitaba en este territorio, cuyo dominio estaba bajo el regente León I de Armenia. León I era el regente de sus sobrinas: Alicia de Armenia (quien se casaría con Raimundo IV de Trípoli en 1195) y Filipa de Armenia, hijas herederas del rey de Armenia: Ruben III, quien había abdicado en favor de las mismas. (León I tomaría el poder de Armenia en 1199 d.C. desplazando a sus sobrinas). En este tiempo, León I requería el favor de Federico Barbarroja para ser reconocido como el rey de Armenia, pero el fallecimiento del rey germano trastornó sus planes.

Su ejército se dispersó con su muerte retornando a Germania y solo su hijo, Federico IV de Suabia, dirigió unas cuantas tropas de cruzados germanos hasta Antioquía hacia junio de 1190. Federico de Suabia se uniría a los cruzados ingleses y franceses en el sitio de Acre en 1191.    

Bohemundo IV de Trípoli, también conocido como Bohemundo IV de Antioquía o “El Tuerto”, segundo hijo de Bohemundo III, rigió el condado de Trípoli desde el 1187 hasta 1223 d.C. Durante su posesión del condado, y tras las conquistas de Saladino de grandes partes de su territorio desde 1188, no tuvo más remedio que establecer alianzas con el sultán, siendo obligado a no dar ayuda militar a los cruzados, especialmente a los participantes de la Tercera Cruzada cuando esta aconteció en Tierra Santa a partir del 1189 d.C. Bohemundo IV tomaría por esposa a Plasencia de Gibelet, engendrando al hijo mayor de Bohemundo IV: Raimundo de Antioquía.

Sibila de Jerusalén había buscado refugio desde 1187 en Trípoli junto a varios de sus seguidores. Hacia 1188 Saladino liberaría a Guido de Lusignan debido a mensajes de solicitud de su esposa Sibila de Jerusalén. Según algunas fuentes, Saladino lo liberó ya que consideraba que Guido era un líder incompetente tras el desastre Hattin y causaría problemas con un liderazgo torpe en el bando cruzado. Guido se uniría a su esposa Sibila y ambos buscarían refugio en la ciudad de Tiro en 1188. Sin embargo, Condado de Monferrato, quien se había hecho cargo del liderazgo de la ciudad, les negó el ingreso pues negándose a reconocer a Guido como rey de lo que quedaba del reino de Jerusalén para entregársela a los dictámenes de los reyes de Europa.

Guido y Sibila acamparían en las afueras de la ciudad hasta que Guido formaría un nuevo ejército y atacaría la ciudad de Acre en agosto de 1189 poniéndola bajo estado de sitio. A este asedio se incorporaría en la Tercera Cruzada Ricardo Corazón de León rey de Inglaterra. Sibila de Jerusalén fallece en el año 1190 a causa de una epidemia en el campamento militar al igual que sus hijas. Para algunos miembros de la alta corte de Jerusalén sobrevivientes, Guido de Lusignan con la muerte de Sibila, perdía sus derechos a la corona, por lo que esta pasaba a manos de su media hermana Isabel de Jerusalén casada con el conde Hunfredo IV de Torón.

Ricardo Corazón de León y la Tercera Cruzada 1189 – 1192.

Hacia finales del siglo XII, Inglaterra y Francia, con sus reyes Enrique II de Inglaterra y Felipe II de Francia, pusieron fin al conflicto entre sus reinos ante la noticia de la caída de Jerusalén y la conquista de Saladino de Tierra Santa. Ambos reyes prometieron realizar una nueva cruzada. Pero Enrique II fallece en 1189 y su hijo, Ricardo de Inglaterra, llamado posteriormente «Corazón de León» sería su sucesor y realizaría la cruzada en su lugar.

El emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico Barbarroja responde a la llamada a las armas para combatir a Saladino y saliendo de Germania en 1189 dirige un poderoso ejército a través de Anatolia (Turquía actual), pero durante la marcha del contingente germano en 1190 el emperador germánico se ahoga accidentalmente cuando cruzaba el río Saleph (Cilicia) al caer de su caballo por causa de su pesada armadura. Algunos historiadores sugieren en cambio que la razón de su deceso tuvo por causa un infarto al miocardio aunado a su avanzada edad y la posible gelidez del río al momento de cruzarlo.

Muchos de los soldados germanos desanimados por el deceso del Emperador volvieron a sus casas renunciando a la expedición, en cambio su hijo Federico VI prosiguió a reunirse con las fuerzas de Felipe II y Ricardo. Le acompañaba el duque Leopoldo V de Austria.

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El rey Ricardo partió a la cruzada con su ejército en julio de 1190 desde Marsella rumbo a la isla de Sicilia. El rey francés Felipe II Augusto a su vez viajó por mar y llegó a Mesina, capital de Sicilia, el 14 de septiembre de 1190 con su ejército.

El rey de Sicilia, Guillermo II de Sicilia, había muerto el año anterior de 1189. Le sucedió el nuevo rey Tancredo, quien mandó recluir a Juana Plantagenet, esposa y viuda de Guillermo II y hermana de Ricardo Corazón de León. Ante el hecho, Ricardo atacó la isla y saqueó la capital del reino, Mesina, el 4 de octubre de 1190 d.C. Tancredo ofreció a Ricardo una importante compensación económica. Posteriormente Ricardo y Felipe pasaron el invierno en Sicilia. El rey francés zarpó el 30 de marzo de 1191 hacia Tiro y Ricardo el 10 de abril de ese mismo año.

La armada francesa llegó a Tiro, donde el rey Felipe II fue recibido por su primo, Conrado de Montferrato. En cambio, la flota de Ricardo fue sorprendida por una violenta tormenta en el trayecto. Uno de sus barcos que transportaba grandes riquezas se perdió en la tormenta y otros tres donde viajaban Juana y Berenguela de Navarra, prometida del rey Ricardo, se desviaron a la isla de Chipre. El rey de Chipre, Isaac Ducas Comneno, incautó las riquezas de los barcos y mantuvo como rehenes a la hermana y esposa de Ricardo.

Isaac Ducas Comneno, era hijo de Irene Comneno, que a su vez era hija de Isaac Comneno, príncipe e hijo del emperador de Bizancio Juan II Comneno. Isaac Comneno no heredó el trono de su padre Juan II, sino su hermano Manuel I Comneno. Este último, siendo emperador, nombró a Isaac Ducas Comneno señor de Tarso y desde aquí Isaac Ducas atacó el reino de Cilicia para conquistarlo; pero falló y fue hecho prisionero. Los armenios lo liberaron en 1185 por el pago del rescate del nuevo emperador Bizantino desde 1183: Andrónico I Comneno. Isaac Ducas, una vez en libertad, no quiso seguir sirviendo a Bizancio y contratando una banda de mercenarios decidió atacar Chipre y apoderarse de varios asentamientos tomando el título de rey de la isla, siendo un monarca despótico que se comportaba más como un bandido asaltando ciudades y pueblos.

Pasada la tormenta, Ricardo llegó el 6 de mayo de 1191 a Chipre y se entrevistó con el rey Isaac Ducas Comneno, quien no accedió a devolver sus pertenencias y la libertad de su hermana y esposa. El rey Ricardo en represalia atacó la isla de Chipre. Guido de Lusignan, antiguo rey de Jerusalén, había dejado Acre en 1191 y con un contingente tomó posesiones en Chipre ese mismo año y se unió a Ricardo en la isla, ya que Guido había jurado lealtad en Francia a Ricardo cuando este se había casado con Berenguela de Navarra. Ricardo conquistó la isla por completo a finales de mayo de 1191 liberando a su hermana y a su esposa Berenguela de Navarra. Isaac Ducas Comneno fue hecho prisionero y encarcelado. Ricardo posteriormente vendió la isla a la Orden del Temple y estos al final la vendieron a Guido de Lusignan.  

Ricardo prosiguió con la cruzada y desembarcó en Acre el 8 de junio de 1191, encontrándose con los ejércitos de Felipe II Augusto, Conrado de Monferrato, Leopoldo V y el depuesto rey de Jerusalén Guido de Lusignan, asediando la ciudad. Ricardo acampó sus fuerzas en la costa, supervisó la construcción de armas de asedio y se unió a la campaña para asaltar Acre siendo conquistada el 12 de julio de 1191. Previamente se había desatado una epidemia en el campamento cruzado, posiblemente de malaria, donde el hijo de Barbarroja Federico VI fallece.

Tras la toma de la ciudad se iniciaron las disputas sobre el botín y el derecho de gobierno de la ciudad. Leopoldo V reclamaba una parte de la ciudad; pero Ricardo quitó de la ciudad el estandarte alemán que ondeaba en las murallas y lo arrojó a un foso. Ricardo y Felipe discutieron sobre el trono de Acre. Ricardo defendía la candidatura de Guido de Lusignan, mientras que Felipe era partidario de Conrado de Monferrato. Al final se decidió que Guido continuaría reinando, pero Conrado heredaría Acre a su muerte.

No obstante, Felipe y Leopoldo, molestos con Ricardo abandonaron la cruzada con sus tropas en agosto de 1191 d.C. Ricardo quedó como dirigente de la cruzada. Tras el asedio de Acre 3.000 musulmanes estaban en calidad de prisioneros. Ricardo negoció con Saladino su rescate por una cantidad de dinero; pero Saladino se negó. Ricardo aguardó a que Saladino reconsiderara el pago del rescate; pero ante la negativa de Saladino ordenó que los prisioneros fueran degollados frente a la ciudad de Acre.

Tras la conquista de Acre, Ricardo conquista la ciudad de Acre y decide marchar con su ejército hacia la ciudad de Jaffa para conquistarla; ya que apoderándose de esta ciudad podría emprender un ataque directo contra Jeruslén. El contingente cruzado marchaba a un lado de la costa, con la infantería custodiada por la caballería cruzada, los caballeros hospitalarios y los templarios. El 7 de septiembre de 1191, en la región de Arsuf, a más de 40 km al norte de Jaffa, Saladino atacó al ejército cruzado intentando atraerlos hacia sus tropas con el objetivo que rompieran sus filas.

Sin embargo, Ricardo ordenó mantener la formación de su ejército, hasta que los Caballeros Hospitalarios que protegían el flanco izquierdo de los cruzados, enardecidos por los ataques sarracenos, rompieron filas y atacaron el flanco derecho de Saladino. Los Templarios notaron la maniobra y rompiendo sus propias filas atacaron el flanco izquierdo del enemigo. Ricardo, sin poder contener a las órdenes de caballería, ordenó una carga general de caballeros e infantería y en una colisión de fuerzas derrotó al ejército de Saladino.

Tras la victoria, Ricardo se apoderó de la ciudad de Jaffa, donde establece su cuartel general. Inició luego la negociación de un tratado de paz con Saladino, quien envió a su hermano al-Adil a entrevistarse con Ricardo, sin alcanzar un acuerdo; por lo que el ejército cruzado atacó y conquistó la ciudad de Ascalón. Ricardo pidió ayuda a Conrado de Montferrato, quien se negó a seguirle, porque había apoyado a Guy de Lusignan. Poco tiempo después Conrado es asesinado por la secta de los Asesinos, siendo culpado Ricardo por el incidente, mientras que otros culparon a Saladino, habiendo contratado los servicios de la secta. Guy de Lusignan se convierte en rey de Chipre y Enrique II de Champaña pasó a ser el nuevo rey de Jerusalén.

Saladino lanzó un repentino ataque contra Jaffa y recuperó la ciudad en julio de 1192, pero muy pocos días después Ricardo lanza una ofensiva con pocos efectivos y vuelve a conquistar Jaffa contra todo pronóstico lo que aumenta su fama de líder y guerrero. Sin embargo, los efectivos de Ricardo seguían en inferioridad numérica frente a los musulmanes y la gran mayoría no albergaba la idea de quedarse a defender Jerusalén en caso de conquistar la ciudad santa.

El 2 de septiembre de 1192, Saladino y Ricardo firmaron un tratado de paz según el cual Jerusalén permanecía bajo el control musulmán, pero se permitía a los cristianos el peregrinaje a Jerusalén. Ricardo abandonó Tierra Santa el 9 de octubre de 1192, dando fin a la Tercera Cruzada.

El destino de la corona del reino de Jerusalén.

Isabel de Jerusalén, aún en estado de embarazo, fue secuestrada y obligada por la nobleza sobreviviente de Jerusalén a divorciarse de Hunfredo IV de Torón para contraer matrimonio con Conrado de Monferrato en 1190, con el objetivo de proseguir con la corte del reino de Jerusalén. Isabel se negó; pero luego aceptó sin mayor opción. Conrado ansiaba el trono y al casarse con Isabel se convertiría en rey de Jerusalén, título que ya era más bien nominal dada la situación de los reinos cristianos del Levante; pero justo unos días antes de ser coronado como rey, cuando regresaba a su castillo tras un almuerzo con un obispo, fue asesinado por la secta de los Hashashins en abril de 1192. Su séquito de caballeros no pudo evitar el ataque; aunque mataron a uno de los miembros de la secta perpetradores del atentado, capturaron a otro de los sectarios involucrados. Este último sería torturado y admitió posteriormente que la secta de los Asesinos había sido contratada por Ricardo Corazón de León para asesinar a Conrado en beneficio de Enrique de Champaña para convertir a este el rey de Jerusalén.

Este testimonio nunca fue probado y Ricardo siempre lo negó. Algunos señalarían que el responsable del contrato con los Hashashins fue Hunfredo IV de Torón; ya que este no quería divorciarse de Isabel, al igual que ésta pues amaba a Hunfredo y estaba embarazada de él. Otros culparon al mismo Enrique II de Champaña y otros más al mismo Saladino como un sabotaje al falleciente reino cristiano.

Otra teoría apunta a una supuesta carta escrita en su momento por el propio líder de la secta “El Viejo de la Montaña”: Rashid ad-Din Sinan y enviada a Leopoldo V de Austria (primo de Conrado) cuando éste había apresado a Ricardo Corazón de León en su viaje de retorno a Inglaterra al finalizar su cruzada, la cual relataba que: en 1191 un barco propiedad de la secta de los Hashashin navegaba en el mediterráneo y durante una gran tormenta en el mar buscó refugio en Tiro. Conrado de Monferrato le dio refugio para inmediatamente retener al barco. La carta explicaba que el mismo Conrado encarceló a toda la tripulación y robó un abundante tesoro que el barco transportaba el cual era propiedad de los Asesinos. Rashid ad-Din Sinan solicitó a Conrado la devolución del tesoro y la liberación inmediata de la tripulación; pero Conrado se negó a ello, por lo que Rashid le sentenció a muerte. La carta intentaba eximir de toda culpa a Ricardo y aclarar los motivos del asesinato de Conrado. Algunos historiadores han descartado esta carta como base real; ya que supondría que Ricardo habría sido apresado por Leopoldo V de Austria en represalia por el asesinato de su primo Conrado.

Isabel, embarazada, se casó asombrosamente con Enrique II de Champaña tan solo siete días después de enviudar; por lo que algunos especularon que ella sabía previamente del asesinato de Conrado; especialmente porque también algunos nobles no habían invalidado su matrimonio con Hunfredo. No obstante, Hunfredo falleció también en 1192. Enrique II de Champaña, ahora conocido como Enrique I de Jerusalén, arrestó por un corto período a Emerico de Lusignan; noble en Tierra Santa hermano de Guido de Lusignan; pero lo libera.  Enrique II e Isabela engendrarían a una hija llamada: Alicia de Champaña. Ese mismo año 1192 fallece Enrique II de Champaña al caer de un balcón en su estancia en Acre. Según algunos historiadores su repentino deceso desata sospechas; aunque las crónicas señalan que se trató de un caso fortuito cuando Enrique II resbaló accidentalmente del balcón de su castillo cayendo al suelo desde una altura considerable lo que le provocó la muerte. Algunas crónicas sugieren que estuvo en contacto con los Hashashins, siendo posible que estuviera involucrado en la conspiración contra Conrado o que él sabía demasiado sobre el involucramiento y los planes de la secta u otros conspiradores.

Isabel tomaría en cuarto matrimonio con Emerico de Lusignan, llamado también Emerico de Chipre, convirtiéndose en el rey de Jerusalén hacia 1198 d.C. Previamente Guido de Lusignan había fallecido en mayo de 1194 habiendo sido elegido como nuevo rey de Chipre por instancias de Ricardo Corazón de León y la venta de la isla por los Templarios. Los súbditos de Guido a su muerte escogieron a Emerico de Lusignan como su rey en 1194; por lo que era el monarca del reino de Chipre y a la vez de Jerusalén por su matrimonio con Isabel. Como nuevo rey estableció un acuerdo de no agresión con el sultán de Egipto Al-Adil, logrando un período de paz para el reino.

Isabel de Jerusalén y Emerico de Lusignan fallecen en 1205 d.C. Les sobrevive una hija de su primer estado de embarazo,  llamada: María de Montferrato, por Conrado de Montferrato, de 13 años de edad, siendo la reina de Jerusalén. Ante esto, la nobleza de Jerusalén nombre como regente de la niña a Juan de Ibelín, noble y poderoso cruzado representante de la familia Ibelín en Tierra Santa, hijo de Balián de Ibelín, el noble que ayudó a la reina Sibila a defender Jerusalén de Saladino en 1187 tras la Batalla de Hattin. Hacia 1210 d.C. María de Montferrato toma por esposo a Juan I de Brienne, quien sería conocido como Juan I de Jerusalén. Ambos procrearon a Yolanda de Brienne, también llamada Isabella de Jerusalén, que nace en 1212, año que Maria de Montferrato muere por fiebre puerperal (infección corporal posterior al parto), convirtiéndose Yolanda en hija única y reina de Jerusalén.

Su padre Juan I de Brienne tomó las manos del reino de Jerusalén en nombre de su hija; pero el noble Juan de Ibelín cuestionó su derecho al trono como rey viudo. Sin embargo el Papado y los nobles locales apoyaron a Juan como rey de Jerusalén. Yolanda de Brienne o Isabella de Jerusalén en el futuro se casaría con Federico II Hohenstaufen, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, en 1225 d.C.

En Chipre es escogido como sucesor de Emerico en 1205 su hijo: Hugo I de Lusignan, quien sería conocido como: Hugo I de Chipre; hijo de Emerico y su anterior esposa Eschiva de Ibelin previo a su unión con Isabela de Jerusalén. Por su corta edad estuvo bajo la tutela del noble Gualterio de Montbéliard como regente. Al crecer y tomar la corona Hugo I fue un rey tiránico y permitió que los Caballeros Templarios y Hospitalarios establecieran cuarteles en la isla como parte de su defensa. Hugo I toma nupcias con Alicia de Champaña, hija de Isabel de Jerusalén y el difunto rey consorte Enrique II. Hugo I y Alicia engendran a Enrique I de Chipre y sus hermanas María de Lusignan e Isabel de Lusignan o Isabel de Chipre.

Hugo I fallece en 1218 y Enrique I toma el trono siendo un niño bajo la regencia de su madre y el noble Juan de Ibelín. Como regente de Enrique I, Juan de Ibelín uniría los intereses de la familia Ibelín al reino de Chipre. Enrique I de Chipre fue relegado en su mayoría de edad del trono de Chipre por Juan I de Jerusalén cuando este reivindicó la regencia de Chipre. Enrique I de Chipre mantendría conflictos con el emperador Federico II Hohenstaufen en la Sexta Cruzada.

La Cuarta, Quinta y Sexta Cruzada. El Papado y Federico II Hohenstaufen.

Desde 1208 el Papa en turno Inocencio III había pensado en una nueva Cruzada; pues entre 1198 y 1204 d.C. se desarrolló la cuarta cruzada cuyo objetivo era la liberación de Jerusalén de los sarracenos; pero que iniciaría un ataque sobre Egipto considerado como punto vulnerable de los sarracenos y, tras su conquista, servir como una base para la invasión del Levante.

Los cruzados partieron en naves venecianas desde Europa; pero el líder de la cruzada, Bonifacio de Montferrato, se coaligó con el dux (magistrado) de la república de Venecia: Enrico Dandolo, cambiando el objetivo de la cruzada para dirigir al ejército cruzado a Constantinopla con el objetivo de derrocar al emperador bizantino Alejo III Angelo y colocar en su lugar a su sobrino Alejo IV Ángelo quien era favorable a los cruzados y consideraba usurpador a su tío del trono bizantino; hecho debido a que Alejo III Angelo había derrocado a Isaac II Ángelo, padre de Alejo IV Ángelo.

Los cruzados se desviaron de su ruta y atacaron la ciudad costera del Adriático Zadar perteneciente al reino cristiano de Hungría, situación que hizo que el Papa los excomulgara; ya que eran cruzados en una expedición atacando a otros cristianos. Posteriormente los cruzados se dirigieron hacia Bizancio, conquistaron la ciudad e instalaron en el trono a Alejo IV como rey en 1203. Este último no cumplió sus promesas a los cruzados por lo que atacaron la ciudad. Los bizantinos le destronaron y colocaron en su lugar a Alejo V Ducas, quien reforzó Constantinopla y frenó las negociaciones con los cruzados quienes, enfurecidos, atacaron la ciudad, conquistándola para dedicarse al saqueo, la destrucción y causar vejaciones en la población siendo el final de la cuarta cruzada que nunca alcanzó Egipto ni Jerusalén.

El papa Inocencio III convocó el IV Concilio de Letrán en 1215 haciendo el llamado a una nueva cruzada para liberar Jerusalén a los reinos europeos. Pero el papa falleció en 1216 y su sucesor Honorio III tomó la iniciativa, quien prohibió al rey Federico II Hohenstaufen participar pues había entrado en conflicto con el papado encomendando el liderazgo de los ejércitos cruzados al rey Andrés II de Hungría y al duque Leopoldo VI de Austria, siendo la Quinta Cruzada. A esta se unieron varios contingentes germanos, ingleses, franceses y holandeses.

El rey Andrés II partió de Hungría central en 1217 con un enorme ejército entre infantería y caballeros que, según las fuentes, rondaba los 30,000 efectivos. Alcanzó la costa de la actual Croacia en agosto y cedió la ciudad de Zara en la costa del mar Adriático a los Venecianos para que estos transportaran en barco a sus tropas, haciendo escala en Chipre y luego alcanzando Acre en septiembre de 1217, siendo recibidos y acompañados por el rey Hugo I de Chipre, el rey Juan I de Jerusalén, Bohemundo IV de Antioquía y maestres de los Caballeros Teutónicos, Templarios y Hospitalarios.

La gran fuerza expedicionaria avanzó desde Acre en noviembre de 1217 y tomó varios asentamientos en las regiones del Mar de Galilea y el vado de Jacobo, siendo más una campaña de saqueo en toda la zona que una expedición con un objetivo concreto. El mismo Andrés II de Hungría conseguiría en estos saqueos la reliquia de la supuesta cabeza del apóstol San Esteban, patrón de Hungría, y consideraría junto a muchos cruzados que sus votos de guerra contra los “infieles” estaban hechos, por lo que decidió abandonar Tierra Santa con su ejército marchando por tierra hasta Armenia y luego a través de Constantinopla hacia Hungría, dejando solo al resto de cruzados con Leopoldo de Austria y Juan de Jerusalén.

En 1218 llegó a Acre un nuevo ejército combinado de cruzados de: Germania, Inglaterra y Francia en naves de Frisia. La fuerza expedicionaria, que no tenía un objetivo claro, decidió atacar el puerto de Damieta en Egipto en lugar de Jerusalén; muy posiblemente para tener una base de operaciones hacia la ciudad Santa desde Europa y a su vez detener el poder del sultán del momento Al-Adil. Las fuerzas cristianas avanzaron al mando de Leopoldo y Juan de Jerusalén en las naves de Frisia hacia Egipto y pusieron sitio a la ciudad costera de Damieta. Ese mismo año 1218 llegó a Damieta una flota papal liderada por el cardenal Pelayo.

En febrero de 1219 el sultán Al-Adil, abrumado por las fuerzas cristianas, ofreció ofertas de paz a los cruzados, la cuales incluían la propia entrega de Jerusalén. El rey Juan y otros dirigentes estuvieron dispuestos a aceptar la oferta; pero Pelayo, los italianos y las Órdenes Militares rechazaron la propuesta alegando que “Jerusalén no podía ser moneda de cambio”; lo que dejaba entrever que Pelayo, arrogante y fanático, deseaba la conquista y derrota absoluta del Islam. Otros autores señalan que la verdadera razón de rechazar las ofertas de Al- Adil era tomar posesión de Egipto como un importante centro comercial y obtener sus beneficios económicos. Tras enormes sacrificios los cruzados consiguieron tomar Damieta en noviembre de 1219. El sultán Al-Adil falleció en el asedio. Su hijo, Al-Kamil, se convirtió en su sucesor.

Posteriormente surgieron las disputas entre los cruzados, sobre quien dirigiría el siguiente paso de la expedición y sobre quien gobernaría la ciudad de Damieta generando rivalidades. Muchos cruzados abandonaron la campaña considerando que ya habían realizados sus votos retornando a Europa. Al mismo tiempo los cruzados que se quedaron estaban escasos de pertrechos y provisiones y esperaban ayuda y refuerzos del emperador germano Federico II, la cual nunca envió, lo que provocó el retraso de la campaña hacia 1221. El papa Honorio III confirmó a Pelayo como jefe de la cruzada, quien carecía totalmente de experiencia militar. El nuevo sultán de Egipto: Al-Kamil, ofreció en junio de 1221 nuevamente la entrega de Jerusalén a los cruzados. Pelayo se negó.

El mismo San Francisco de Asís, según las crónicas, había viajado a Egipto en una misión de paz durante esta cruzada. San Francisco estuvo entre los cristianos expedicionarios, confesándoles que había sido alertado por Dios para prevenir a los cruzados que no realizaran ningún ataque pues estaban en «gran peligro»; pero los cruzados y religiosos se burlaron de él. San Francisco viajó solo por el desierto, fue capturado por los musulmanes y llegó a entrevistarse con Al-Kamil sin obtener ningún resultado en un intento de conversión del sultán hacia la religión de Cristo y sin ningún acuerdo de una propuesta de paz; en cambio el sultán, siendo hombre de honor o por quedar admirado por la conducta del santo, respetó al final la vida de San Francisco y le permitió que visitara Siria y Tierra Santa libremente.

Este mismo año 1221 los cruzados decidieron avanzar hacia el Cairo en plan de conquista; pero en la marcha sus fuerzas fueron diezmadas por la crecida del Nilo provocada por los musulmanes al abrir las compuertas de una sección del río e inundar el terreno lo que provocó la destrucción de buena parte del ejército cruzado. Al mismo tiempo una epidemia surgió entre las tropas cristianas ocasionando numerosos decesos; luego Al-Kamil reorganizó sus fuerzas y atacó a los cruzados ocasionándoles numerosas bajas lo que les obligó a rendirse. Al-Kamil ofreció a los cruzados una tregua de paz de ocho años además de exigir la devolución de Damieta; los cristianos, diezmados y sin opciones aceptaron y se embarcaron retirándose de Tierra Santa.

Las culpas del resultado de la cruzada recayeron sobre Federico II por no haber apoyado la expedición en un inicio, posiblemente como “chivo expiatorio” ante el terrible fracaso. Federico II Hohenstaufen fue el rey del Sacro Imperio Romano Germánico entre 1220 y 1250. También fue monarca del reino de Sicilia y Jerusalén. Era hijo de Enrique VI, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y de Constanza de Sicilia, hija del rey Rogelio II, el primer Rey de Sicilia; además nieto de Federico Barbarroja.

Desde el siglo XII existió en Alemania dos facciones de señores feudales conocidas como los Gibelinos o Waiblingen y los Gelfos o Welfen (términos provenientes del italiano: ghibellini y guelfi respectivamente) los cuáles en el Colegio Elector de Germania apoyaban las candidaturas al rey del Sacro Imperio Germánico a los nobles provenientes de la casa de Baviera (güelfos como partidarios) y la casa Hohenstaufen de Suabia (gibelinos como partidarios), pugna que se extendería a Italia y al Papado, quien apoyaría al bando de los gelfos, por causa de una lucha por privilegios y una mayor influencia que tanto la corona del Imperio Germánico como el Papado querían poseer. Parte de la corona germánica deseaba ejercer influencia sobre los miembros de la Iglesia y su elección, mientras el Papado se negaba a ello y deseaba ejercer un dominio teocrático sobre los reyes europeos e influir en la elección del monarca germano. Esta rivalidad venía desencadenada desde los tiempos de Federico I Hohenstaufen Barbarroja, y se había incrementado por el poder que su nieto Federico II Hohenstaufen acumulaba, especialmente al ser rey de la isla de Sicilia, ya que con esta situación los estados pontificios (territorios bajo la autoridad papal en la península itálica) se sentían rodeados y amenazados comercial y militarmente.

El papa Honorio III inició su pontificado en 1216 tras la muerte de su antecesor Inocencio III. Tras una serie de negociaciones con el Imperio Germánico, Federico II Hohenstaufen fue coronado Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en Roma por el Papa Honorio III el 22 de noviembre de 1220 a condición que Federico II debía pagar una deuda pontificia, renunciar al Reino de Sicilia, socorrer al Imperio Bizantino y realizar una cruzada hacia Tierra Santa. Federico, tras ser coronado, no cumplió estas promesas y retrasó su participación en una nueva Cruzada

Federico II necesitó consolidar su posición en sus territorios en Germania e Italia, antes de iniciar la expedición debido a los problemas en su Imperio.  Hacia 1225 Federico II Hohenstaufen tomó como esposa a Yolanda de Jerusalén, también llamada Isabella, hija de Juan de Brienne, rey de Jerusalén desde 1210 a 1225 y María de Montferrato; razón por la que Federico tenía aspiraciones a la corona de la Ciudad Santa y recuperarla. Isabella dio a luz a una niña, hija de Federico II, llamada Margarita en 1226 que falleció en 1227.

El papa Honorio III fallece en 1227 y su sucesor Gregorio IX, entre sus primeras medidas como pontífice, fue excomulgar a Federico II por su retraso a la cruzada entre el conflicto entre el Papado y el Imperio Germánico. En abril de 1228 Isabella de Jerusalén muere después de dar a luz a su segundo hijo, un niño que sería llamado Conrado IV de Hohenstaufen, en abril de 1228.

Federico II, con la muerte de Isabella, decide emprender la cruzada, que sería conocida como la sexta, en 1228, para probar la injusticia de su excomunión, reclamar el trono de Jerusalén proveniente de su difunta esposa y marchar sin la bendición papal. Al frente de un reducido ejército de germanos Federico II Hohenstaufen logró conquistar la isla de Chipre y avanzar sobre el levante en 1229, logrando conquistar las ciudades de Belén y Nazaret.

En Chipre el emperador Federico II deja una regencia de un Consejo formado por cinco nobles y organiza la boda de Enrique I de Chipre con Alicia de Montferrato, convirtiendo a la Isla en reino feudatario del reino de Jerusalén.

El sultán de Egipto, Al-Kamil, mantenía en este tiempo el poder con su hermano Al-Mu´azzam, siendo este último quien dominaba Siria. Al-Mu´azzam falleció en 1227; por lo que Al-Kamil compartió el poder con su otro hermano Al-Ashraf; este último tomando el poder de Siria, mientras Al-Kamil dominaría no solo Egipto sino el territorio del actual Israel, Palestina y Transjordania. No obstante, debido a los problemas durante el reparto del territorio y el avance del ejército germano y a su vez los problemas de Federico II Hohenstaufen en sus territorios continentales mientras estaba en la cruzada, Al-Kamil y el emperador germano deciden pactar una tregua de diez años en febrero de 1229 d.C.

El cuerdo permitió la devolución de Jerusalén y otros lugares santos al reino cruzado con el acceso restringido de los judíos y los musulmanes a la ciudad, hecho exceptuado para los sitios sagrados del Islam que eran la Cúpula de la Roca y la Mezquita de Al-Aqsa. Así, la ciudad Santa, había pasado a manos cristianas nuevamente. Pese a ello, el acuerdo no fue del agrado de muchos cristianos y musulmanes. Federico II Hohenstaufen fue coronado como rey de la ciudad de Jerusalén en marzo de 1229, cargo más nominal que práctico, suceso que no fue del agrado del Papado, suprimiendo del cargo de rey a Juan I de Brienne, padre de su esposa Isabella.

Gregorio IX declaró que la cruzada del emperador germano en Tierra Santa no podía ser calificada como una guerra santa pues estaba excomulgado, lo que acrecentó la rivalidad del emperador con el Papa. A pesar del resultado de Federico II en Tierra Santa, no pudo evitar los enfrentamientos entre las Órdenes Militares y los nobles locales y el deterioro del reino de Jerusalén.

Siempre en 1229 el papa, junto a la Liga Lombarda (alianza de las ciudades del norte de Italia), de mayoría güelfa, planearon invadir el reino de Sicilia que era parte del Imperio germano de Federico II; además el hijo de este, Enrique, en calidad de regente del Imperio, se había proclamado rey con el consentimiento papal reclamando los dominios de su padre; acontecimientos que obligaron a Federico II a abandonar la cruzada y regresar a Europa.

Aprovechando esta situación, Enrique I de Chipre apoyado por Juan de Ibelín y la familia Ibelín deciden emprender una campaña contra el Consejo de la Isla impuesto por Federico II Hohenstaufen. Los Ibelín y los chipriotas reunieron una escasa fuerza de 233 caballeros y derrotan a las fuerzas imperiales del Consejo y los 5 nobles al mando en la Batalla de Agridi en junio de 1232, obteniendo Enrique I la corona y el dominio de la isla.

A pesar que hubo una relativa paz entre cristianos y musulmanes durante una década en la ciudad de Jerusalén, las rivalidades entre los cristianos del Levante prosiguieron y Al-Kamil lucharía contra una facción de los musulmanes selyúcidas, falleciendo hacia 1238.

Jerusalén, en manos cristianas, sería recuperada en 1244 por los Corasmios, una dinastía musulmana de origen mameluco turco provenientes del actual Irán tras haber sido desplazados por los mongoles que hacían su irrupción en Medio Oriente durante el siglo XIII cuyas invasiones tendrían gran repercusión sobre Tierra Santa. La caída de Jerusalén en manos sarracenas propiciaría una nueva cruzada impulsada por el reino Franco a mediados del siglo XIII.

El reino armenio de Cilicia y el Principado de Antioquía. Rivalidad y vasallaje en el siglo XIII.

A finales del siglo XII, precisamente en 1194, León I de Armenia atacó los límites del reino de Antioquía, conquistando el castillo Templario de Bagras. Bohemundo III de Antioquía protestó junto a los Templarios. León I invitó a Bohemundo III a negociar una devolución en Bagras donde León le hizo apresar en el castillo como rehén exigiéndole el Principado de Antioquía. Bohemundo, sin opción, cedió su reino a Leon I, quien viajó a la ciudad de Antioquía para tomar posesión del mismo; pero la nobleza local armándose rechazó sus tropas en la ciudad y escogieron a su hijo Raimundo IV como su regente y a Bohemundo IV como regente de Trípoli.

León I liberaría a Bohemundo III y ambos establecieron un pacto donde el castillo de Bagras pasaba al reino de Cilicia y ambos estados reconocían su independencia, al mismo tiempo Alicia de Armenia, sobrina y heredera de León I, tomaba nupcias con el hijo mayor de Bohemundo III: Raimundo IV de Antioquía. Bohemundo III fallece en 1197 lo que originaría una guerra de sucesión de Antioquía, Trípoli y el reino armenio de Cilicia.

Raimundo IV de Antioquía falleció en 1199. Raimundo IV de Antioquía (o Trípoli) junto con Alicia de Armenia tuvieron un hijo llamado: Raimundo II de Antioquía o Raimundo Rubén de Antioquía (en otras versiones conocido también como: Raimundo II Rubén de Poitiers).

Ante la muerte de Bohemundo III y su hijo mayor Raimundo IV, los nobles de Antioquía escogieron como sucesor a Raimundo Rubén, nieto e hijo de ambos respectivamente. Pero otra parte de la nobleza prefirió al hijo menor de Bohemundo III: Bohemundo IV de Trípoli como gobernador, quien era a su vez el tío de Raimundo Rubén.

Bohemundo IV de Trípoli formó un ejército y se apoderó de Antioquía sin resistencia en 1201 d.C. Alicia de Armenia, su hijo Raimundo Rubén y muchos nobles partidarios abandonaron el Principado refugiándose en el reino de Cilicia. León I, en represalia, invadió el Principado de Antioquía en múltiples ocasiones entre 1201 y 1208, pero sus campañas no tuvieron éxito contra la nobleza de Antioquía reinante; especialmente porque el emir de Alepo, en ese tiempo, Az-Zahir Ghazi, y el sultán selyúcida: Kaikaus I, atacaban con sus ejércitos el reino de Cilicia en su ausencia.

Además, se desarrolló un conflicto entre León I y los Caballeros Templarios, estos últimos exigían el retorno del castillo de Bagras arrebatado por León I, lo que condujo al papa en turno, Inocencio III, a la excomunión de León en 1208 d.C. cuando buscaba apoyos entre la Iglesia Cristiana de Occidente para no depender de la autoridad política de Bizancio y la autoridad religiosa de la Iglesia Cristiana de Oriente.

León, quien había capturado varias fortalezas en Siria, las abandonó en 1213 como gesto para mejorar su relación con la Iglesia de Occidente. Sin embargo, en 1216 León I entró en Antioquía con su ejército y derrocando a la nobleza puso a Raimundo Rubén como regente del Principado justo cuando los selyúcidas avanzaban sobre Cilicia ganando terreno en sus invasiones, producto de las cuáles perdió el castillo de Bagras y varias fortalezas armenias en el norte.

Raimundo Rubén resultó ser un gobernante impopular, aumentó los impuestos, entró en conflicto con los nobles locales y perdió el apoyo de León de Cicilia. Los nobles de Antioquía solicitaron el ataque de Bohemundo IV sobre la ciudad. Bohemundo IV avanzó y atacó Antioquía en 1219 con sus fuerzas. Raimundo Rubén huyó dejando la ciudadela de Antioquía al mando de los Caballeros Hospitalarios. Bohemundo IV tomó la ciudad en 1219 y aunque los Hospitalarios salieron pacíficamente de la ciudad, Bohemundo les confiscó sus tierras en el Principado, por lo que la Iglesia le excomulgó junto con la animadversión de los Caballeros del Hospital. A partir de 1219, Bohemundo IV se convirtió en el gobernante de Trípoli y Antioquía; pero el conflicto solo contribuyó al debilitamiento de los últimos estados cristianos en el norte de Siria. Ese mismo año de 1219 murió León I de Cilicia.

Raimundo Rubén quiso reclamar el trono de Cilicia junto con la ayuda de los Caballeros Hospitalarios; pero sería derrotado por un poderoso noble armenio llamado Constantino de Barbaron. Según ciertas fuentes, Raimundo Rubén fue capturado y ejecutado en 1222. El sucesor de León I sería en una noble local llamada Isabel de Armenia bajo la regencia de Constantino de Barbaron. Kaikubad I, sultán de musulmán del reino del Rum, inició sus ataques al reino de Cilicia desde el norte, por lo que Constantino buscó formar una alianza con Bohemundo IV para enfrentar al sultán, ofreciendo a Isabel de Armenia como esposa de Felipe, el tercer hijo de Bohemundo IV.

El nuevo gobernante de Antioquía aceptó y casó a su hijo Felipe con Isabel en 1222 y atacaron a los turcos defendiendo el reino Armenio. Sin embargo, Felipe en Cilicia dio preferencias a los nobles originarios de Antioquía en Cilicia, hecho que molestó a los armenios; por lo que Constantino lo apresó y lo envenenó provocándole la muerte en 1224.

Bohemundo IV no pudo liberar a su hijo y para 1230 el Papa Gregorio IX, repitió la excomunión sobre él; por lo que Bohemundo devolvió los territorios confiscados a los Hospitalarios firmando un tratado de paz con los mismos en 1231. Bohemundo IV de Antioquía fallecería en 1233. Su sucesor fue Bohemundo V, hijo de Bohemundo IV de Antioquía con Plaisance de Gibelet, mujer noble del condado de Gibelet en Trípoli.

Bohemundo V prosiguió una política de enemistad con los Caballeros Hospitalarios y aversión por el reino armenio de Cilicia. Tomó nupcias con Alicia de Jerusalén en 1225, divorciándose posteriormente de esta para casarse con Lucía de Segni, pariente del papa Inocencio III con quien engendraría: Plasencia de Antioquía, Bohemundo VI de Antioquía.

Bohemundo V falleció en 1252. Su sucesor fue Bohemundo VI, quien siendo joven aún estaría bajo la regencia de su madre Lucía, esposa viuda de su padre; pero Lucía entregó la regencia a sus familiares nobles de origen romano, lo que molestó a Bohemundo VI. El rey Luis IX de Francia, quien en ese momento estaba en tierra Santa liderando la Séptima Cruzada, dio su autorización junto con el papa en turno Inocencio IV desde Europa, que Bohemundo VI tomara la corona del reino y al mismo tiempo ayudó a establecer las buenas relaciones entre Cilicia con Antioquía y Trípoli.

Esto implicó una alianza en 1254 con el matrimonio entre Bohemundo VI y Sibila de Armenia, hija de Isabel de Armenia y el rey Haitón I. A pesar de esta alianza, los cierto es que Antioquía era un reino en decadencia y un estado vasallo de Cilicia. En 1260 Haitón I de Armenia sugirió a Bohemundo VI aceptar el vasallaje a los mongoles, dirigidos por Hulago Kan, quienes habían irrumpido con un numeroso contingente sobre los territorios del este de Europa y sobre Medio Oriente durante el siglo XIII.

Los Mongoles, el Mundo Árabe, Luis IX y la Séptima Cruzada.

En el lejano Oriente, Gengis Kan, también conocido como Temuyín, había iniciado sus conquistas y la expansión de su reino entre finales del siglo XII y principios del siglo XIII, fundando el Imperio Mongol a partir de 1206 d.C., siendo el Primer Gran Kan (Emperador). Tras su muerte en 1227 d.C., su tercer hijo: Ogodei, le sucedió en el poder en 1229 d.C., como segundo Gran Kan.

Bajo Ogodei se estableció la conquista del resto de China; ya que deseaba retomar las tierras que habían pertenecido a su hermano menor: Tolui, el cuarto hijo de Gengis Kan.

Tolui era el cuarto hijo de Gengis Kan. Tolui dominaba hacia principios del siglo XIII el este de Mongolia, parte de Irán y el norte de China y estuvo casado con la princesa turcomongola: Sorgaqtani Beki, quien era cristiana nestoriana, con la cuál habían procreado cuatro hijos, del mayor al menor: Möngke, Kublai Kan, Hulagu y Ariq Böke. Tolui falleció en 1232. Su esposa Sorgaqtani Beki tomó la regencia del reino mongol, en un intento por ceder la corona a su hijo mayor: Möngke en el futuro.

Ogodei quería que su hijo: Guyuk, se casara con la nestoriana Sorgaqtani Beki, viuda de su hermano menor Tolui, pero esta se negó estableciendo que sus cuatro hijos debían heredar el poder.

Al mismo tiempo Ogodei, como Gran Kan sustituto de su padre Gengis Kan, ordenó una expansión del Imperio hacia el este, la cual incluía el centro de Asia y posteriormente el este Europa, bajo el mando del general Batu Kan, Subotai (antiguo estratega de Gengis Kan) y el hijo de Ogodei: Guyuk.

Batu Kan era hijo de Jochi. Este último, el primogénito de Gengis Kan. Batu Kan inició las primeras invasiones sobre Europa oriental con un ejército de más de 100,000 efectivos a partir de 1235 sobre Moscú y Kiev hasta 1238 d.C. Batu Kan estuvo ayudado por Sabutai, antiguo teniente de Gengis Kan. Posteriormente los mongoles invadieron Europa Central en tres grandes grupos: el primero atacó Polonia, el segundo cruzó los Cárpatos y el tercero invadió las regiones del Danubio. Los ejércitos se reagruparon y destruyeron Hungría tras la Batalla de Mohi el 11 de abril de 1241 d.C. Posteriormente avanzaron sobre las llanuras húngaras y en la primavera de 1242 extendieron su control sobre Austria, Dalmacia y Bohemia.

Sin embargo, Ogodei murió en 1241. Y hacia 1242 Batu Kan, al recibir la noticia en Occidente, decidió frenar la invasión de Europa y retornar a Mongolia para intentar tomar el control y hacerse con la corona, prosiguiendo una crisis de poder entre los mongoles. Empero, hacia 1246, le sucedería a Ogodei su tercer hijo: Guyuk y, por lo tanto, nieto de Gengis Kan. Duraría en el poder solo dos años ya que fallecería durante el inicio de una expedición de invasión rumbo a Europa. Tras una difícil elección entre la asamblea general de los mongoles, se optó como su sucesor a: Mongke, hijo del cuarto hijo de Gengis Kan: Tolui. Mongke, en su mayoría de edad, tomó la corona del Imperio como tercer Gran Kan en 1251, siendo apoyado por Batu Kan.

Mongke emprendió la conquista del resto de China y a su vez ordenó a su hermano Hulagu atacar el suroccidente asiático, lo cual implicaba el mundo islámico con énfasis en la conquista del Califato Abasí de Bagdad; mientras que ordenó a Batu Kan avanzar sobre el este de Europa con su ejército.

Con Federico II conquistando Jerusalén para la cristiandad de forma nominal años atrás y los ejércitos mongoles avanzando sobre Medio Oriente y el este de Europa, Luis IX, rey de Francia, personificaba el ideal de un caballero medieval y modelo de guerrero cruzado, así como su apego a la religión siendo un fiel devoto católico. Frente al peligroso ambiente de Tierra Santa, Luis IX tomó el voto de cruzado en diciembre de 1244 d.C. como promesa a Dios por sobrevivir a dos episodios de Malaria; no obstante, contaba con problemas en su reino contra la Inglaterra del rey Enrique III, la cruzada albigense o cátaros y la preparación de sus pertrechos de guerra.

A pesar de las críticas y negativas de sus consejeros y varios nobles, Luis IX abandonó Paris con su ejército en el 12 de agosto de 1248 iniciando así la séptima cruzada y hacia el 25 de agosto partieron del puerto de Aigues Mortes en trescientas naves propiedad de Marsella, Venecia y Génova por contrato. El 17 de septiembre los navíos alcanzaron Limassol, puerto de Chipre, donde les dieron la bienvenida. Al ejército de Luis IX se unieron contingentes de cruzados del Levante incluyendo tropas de Templarios y Hospitalarios, además de contingentes de ingleses y escoceses y nobles locales.

En Chipre se determinó que el objetivo a atacar sería Egipto. Algunos nobles y venecianos estaban en contra de la medida ya que tenían intereses comerciales con Egipto y otros deseaban una negociación con el sultán. Luis IX al final ordenaría el ataque sobre Egipto con una flota de 100 navíos partiendo de Chipre a mediados de mayo de 1249.

Entre finales de mayo y principios de junio parte de la flota alcanzó las costas de Egipto, cerca del puerto de Damieta, al sobrevivir una tormenta en el océano que había dispersado buena parte de la armada. Las tropas sarracenas, atacaron al ejército cruzado de Luis IX habiéndose percatado de su presencia. El propio Luis desembarcó poniendo en tierra la oriflama de San Dionisio ordenando el ataque a pesar de no contar con el resto de sus tropas. Ambos ejércitos se enfrentaron y los cruzados lograron hacer huir a los musulmanes quienes se refugiaron en Damieta, cuyos habitantes entraron en pánico y huyeron abandonando la ciudad frente al avance cruzado. Al día siguiente del abandono de Damieta los cruzados entraron en ella apoderándose de sus distritos e interior.

El sultán de Egipto en ese tiempo, Al-Salih, ofreció a los cruzados el intercambio de la ciudad de Jerusalén por Damieta; pero Luis IX rechazó la oferta rotundamente, cuya política era la de no negociar con el enemigo. El próximo objetivo de los cruzados sería el Cairo; pero debido a que era la época de lluvias y del aumento del caudal del rio Nilo, el monarca francés suspendió la marcha indicando que se realizaría cuando el nivel del rio bajara.  

Los cruzados avanzaron entonces hacia el sur en plan de conquista en diciembre de 1249 dejando una guarnición defensiva en Damieta. Un contingente adelantado de cruzados y templarios intentó asaltar la ciudad de Mansura; pero fueron masacrados en una emboscada en el interior de la ciudad. De 300 caballeros templarios solo sobrevivieron cinco. Luis IX ordenó el asedio de la ciudad estableciendo su campamento cerca de Mansura, recibiendo provisiones y pertrechos de guerra desde Damieta por medio de falucas que navegaban sobre el Nilo. Al-Salih fallece en ese tiempo y su sucesor sería Turan Shah como nuevo sultán.

Turán decidió batallar a los cruzados atacando con su ejército por medio de emboscadas sorpresivas en las líneas de suministros de Luis IX hundiendo las falucas provenientes de Damieta que abastecían a los cristianos. Así, la línea de avituallamiento quedó cortada para los europeos. Pronto, estos se encontraron sin suministros y sin apoyo de Damieta desde la costa. Además, las enfermedades como el tifus y la disentería surgieron entre los soldados del campamento cruzado. Luis IX, sin pertrechos y sin comida para sus tropas y con un ejército de enfermos que aumentaba con los días, recapacitó y quiso negociar con Turán Shah la antigua propuesta que ofreció Al-Salih en su momento sobre el intercambio de Damieta por Jerusalén; pero Turán Shah se negó.

Luis IX, no tuvo opción que ordenar en abril de 1250 la retirada y huir hacia Damieta para buscar refugio. Al segundo día de marcha hacia la costa el ejército musulmán atacó al ejército de cruzados enfermos derrotándolos por completo. Luis IX, quien había enfermado también, fue hecho prisionero. Debido al tan mal estado de salud de muchos cautivos cruzados, estos fueron ejecutados.

Turán Shah exigió por la liberación de Luis la devolución de Damieta y una elevada suma de dinero. Los templarios, que ya habían perdido gran número de efectivos fueron reacios a prestar dinero al rey. En Damieta habían quedado un gran número de italianos que deseaban abandonar la ciudad ante los sucesos. La reina Margarita, quien había viajado con su esposo: Luis IX, estaba en estado embarazo, dio a luz al hijo de Luis IX y recuperada convenció a los italianos no abandonar la ciudad.

La reina pagó el monto exigido por los sarracenos que fue negociado a otra cantidad y devolvió Damieta. El rey Luis IX y otros cruzados fueron liberados en mayo y el monarca francés junto a su diezmado ejercito abandonó Egipto en los barcos italianos rumbo a Acre. Parte del ejército enfermo quedó en Damieta y aunque los musulmanes prometieron respetar sus vidas posteriormente fueron ejecutados los enfermos graves. Otros supervivientes cruzados fueron liberados hasta 1252 tras un intercambio de prisioneros.

En este tiempo Federico II Hohenstaufen muere en 1250 y le sucede su hijo Conrado IV como nuevo emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. La madre de Conrado IV era Yolanda de Jerusalén, reina de Jerusalén y segunda esposa de Federico II tras la sexta cruzada, por lo que Conrado IV pasó a ser el rey de Jerusalén y conocido además como Conrado II de Jerusalén; sin embargo, debido a su presencia continental en tierras germánicas de Europa, nombra como regente de Jerusalén a Enrique I de Chipre. Este último, en 1250 toma por esposa en su isla de Chipre a Plasencia de Antioquía o Plasencia de Chipre, hija de Bohemundo V de Antioquía, y engendrarían en 1252 a Hugo II de Chipre o Hugo II de Lusignan.

Conrado IV Hohenstaufen, o Conrado II de Jerusalén, en Germania tomó en matrimonio a Isabel de Baviera, con quien engendraría en 1252 al último representante de la familia Hohenstaufen: Conradino de Hohenstaufen, también llamado Conrado III de Jerusalén, futuro emperador de Germania, Sicilia (en conflicto con el papado) y también por herencia rey de Jerusalén. Enrique I de Chipre muere en 1253 y le sucede su hijo Hugo II de Chipre, siendo un niño, por lo que su madre Plasencia reina en su nombre la isla de Chipre y con la muerte de su esposo se vuelve momentáneamente la regente de Jerusalén entre 1254 y 1261 para los emperadores germánicos.  

Conrado IV en Germania muere en 1254 por malaria y su hijo Conradino o Conrado III de Jerusalén, siendo apenas un niño de dos años, queda bajo la tutela de Luis II de Alta Baviera. Como heredero también de Jerusalén, su corona en el Levante queda bajo regencia de Plasencia de Chipre.

En Tierra Santa, Luis IX tomó por un tiempo la regencia del reino de Jerusalén en Acre, estableció alianzas con la secta de los Asesinos y envió a monjes dominicos como embajadores a los mongoles para establecer alianzas. Luis IX, su esposa y su reducido ejército zarparon de Acre el 24 de abril de 1254 alcanzando Francia en julio de ese mismo año dando fin a la séptima cruzada.  

Desde Oriente, durante 1254 d.C., Hulagu, nieto de Gengis Kan, partió desde la base mongola en Persia hacia el suroeste de Asia. Este mismo año Haitón, rey armenio de Cilicia, visitó la corte mongola para ofrecer alianzas de su reino con los mongoles. La campaña de guerra de Hulagu le llevó a la conquista de territorios de Persia incluyendo en 1254 la conquista de los territorios de los Nizaríes o Hashshashin, con varias de sus fortalezas y la destrucción de su base principal: el Alamut, por el ejército mongol, ocasionando su declive, siendo su poder totalmente mermado y casi erradicados, pues una minoría de la secta sobrevivió y se dispersó por las zonas montañosas de diversos territorios aledaños.

Posteriormente, Hulagu partió con su numeroso contingente hacia Bagdad a finales de 1257. Solicitó la rendición de la ciudad; pero el califa se negó. Hulagu asedió la ciudad, conquistándola el 10 de febrero de 1258, prosiguiendo a la masacre de sus habitantes que duró una semana, acontecimiento conocido como: La Batalla de Bagdad.

En este escenario, las invasiones mongolas habían llenado de temor al mundo islámico alcanzando sus noticias entre los reinos cristianos de Ultramar y dando lugar a la formación del Ilkanato (reino) Persa al mando de Hulagu sobre medio Oriente; un imperio que terminó por abarcar en su máxima expansión las regiones de los países actuales de: Afganistán, Pakistán, Irán, Irak, Aserbaiyán, Armenia, Turkmenistán, Georgia y Turquía. Hulagu fue reconocido como el Kan de este territorio subordino al Gran Kan Mongke en China y Mongolia. Hulagu o Hulagu Kan mantuvo un gobierno con expansión de la religión budista, manteniendo respeto por los súbditos musulmanes y los mismos cristianos. Algunos historiadores han formulado hipótesis que la leyenda del mítico reino del “Preste Juan” haya tenido como base la presencia de cristianos nestorianos o mongoles nestorianos que habitaron por cierto tiempo el kanato de Hulagu Kan.

Hacia 1260, Haitón I, rey armenio de Cilicia, persuadió a Bohemundo VI de Antioquía a ofrecerse como vasallo de los mongoles debido a su precaria situación, de tal forma que, aprovechando el empuje mongol, Cilicia, el Principado de Antioquía, el Condado de Trípoli y los mongoles formaron una alianza contra los musulmanes. Los tres ejércitos, en una alianza franco mongola, atacaron Damasco y Alepo en 1260, siendo conquistadas ambas ciudades ese mismo año. Caballeros Templarios y Hospitalarios formaron parte de los ejércitos de Bohemundo VI. Los mongoles estaban dirigidos por el general Kitbuqa, un mongol cristiano nestoriano. Bohemundo VI logró recuperar parte de sus territorios tras estas conquistas para Antioquía.

Sin embargo, el Gran Kan, Mongke había fallecido en 1259. Cuando la noticia llegó al Levante, Hulagu se vio obligado a volver a Oriente para la elección de nuevo Gran Kan con la mayor parte de su ejército, dejando una pequeña porción de sus fuerzas en una guarnición en Palestina al mando del general mongol Kitbuqa.

Este mismo año de 1260 los mamelucos islámicos formarían un nuevo ejército bajo el mando del sultán egipcio Kutuz y su general Baibars para atacar a los mongoles. Este último era un antiguo esclavo de origen eslavo que había escalado posiciones y servido como guardaespaldas del sultán de Egipto hasta lograr dirigir una guardia de soldados mamelucos. Los mamelucos eran «soldados esclavos» de origen eslavo, turco o mongol; comúnmente capturados desde niños por los musulmanes en tierras conquistadas o en batallas, como cautivos eran obligados a aceptar la Fe islámica y adiestrados en el arte marcial, sirviendo posteriormente como guerreros de los califas. Estos mamelucos llegaron con el tiempo a ser libres y formar una reconocida y temida orden militar de caballería musulmana.

Los mongoles, ahora en inferioridad numérica en Tierra Santa, buscaron ayuda entre los cristianos del reducido reino cristiano de Jerusalén (que en este tiempo solo dominaba una estrecha franja costera formada por las ciudades de Tiro, Acre y Sidón); pero el papa en turno Alejandro IV, quien había seguido los acontecimientos de Tierra Santa, ordenó que los cristianos se mantuvieron neutrales en el conflicto entre árabes y mongoles, pues creía que tarde o temprano los mongoles tratarían de someter a los reinos cristianos. Los musulmanes mamelucos establecieron una tregua con los cristianos. Estos abastecieron a los ejércitos musulmanes en su paso por el reducto del reino cristiano.

Ambos ejércitos, musulmán y mongol, se encontraron en Ain Yalut o Pozo de Goliat el 3 de septiembre de 1260 d.C., desarrollándose la Batalla de Ain Yalut donde los musulmanes derrotan a los mongoles. Posteriormente los mamelucos tomarían Damasco y Alepo donde fueron recibidos como héroes por sus habitantes que habían sido sometidos a los mongoles. Al mismo tiempo Baibars mató a Kutuz por rivalidad del liderazgo convirtiéndose de tal forma en el único sultán que terminó por dominar Egipto y Siria; para esto último tuvo que eliminar a otros líderes contrarios y acabar con numerosas revueltas y conspiraciones en su contra.

En estos eventos de Tierra Santa, Batu Kan había formado el kanato (reino) de Sarai (parte de la actual Ucrania, Rusia y el Mar Negro) en sus conquistas y falleció en 1255 d.C. Berke Kan, hermano de Batu Kan, quien le acompañaba en sus expediciones, le sucede al mando de este reino y durante este tiempo entra en contacto con los musulmanes y se convierte a la Fe del Islam, hecho que obligaría a sus ejércitos ya radicados en la zona a aceptar la Fe islámica y le haría establecer alianzas con los mamelucos egipcios por cuestiones religiosas para posteriormente hacer frente a los mongoles radicados en Persia y contra su mismo primo Hulagu Kan.

Baibars, como nuevo sultán, mantuvo una alianza con Berke Kan, jefe de la Horda de Oro, manteniendo una lucha contra Hulagu Kan y el ilkanato Persa.

Durante el transcurso de estos acontecimientos, en el lejano Oriente, Kublai Kan sucede a su hermano Mongke como soberano del Imperio Mongol a partir de 1260.

En 1262 Hulagu, al conocer la noticia de la derrota de una pequeña parte de su ejército en Tierra Santa, envió una carta al rey Luis IX de Francia para ofrecerle una alianza, solicitando que el rey francés atacara Egipto por medio de una flota, mientras él marchaba con un contingente a vengar la afrenta. Los mensajeros mongoles serían interceptados por el rey de Sicilia Manfredo, quien estaba en conflicto con el papa en turno Urbano IV y había hecho alianza con los mamelucos egipcios, por lo que la carta nunca llegaría a las manos del monarca francés Luis IX.

Hulagu Kan invadió con su ejército el suroeste asiático nuevamente en una campaña de conquista absoluta la cuál incluía Jerusalén; pero fue derrotado por los ejércitos de su sobrino Berke Kan en el Cáucaso en 1263 d.C. quien ahora era un defensor del Islam, siendo esta batalla el primer enfrentamiento entre facciones mongolas. Hulagu no podría realizar otro intento de invasión a Tierra Santa pues fallecería en 1265 d.C. sucediéndole en el trono del Ilkanato Persa su hijo Abaqa. Este mantendría comunicación con el papa Clemente IV en Roma a partir de 1267 y en 1268 con el reino de Aragón en busca de formar alianzas contra el auge islámico de Baibars. Abaqa Kan contraería matrimonio con María Paleóloga, hija ilegítima del emperador bizantino Manuel VIII Paleólogo. Berke Kan muere en 1266 y le sucedió su nieto Mengu Timur quien prosiguió una alianza con los musulmanes.  

La ofensiva de Baibars. La caída de Antioquía. La Cruzada de Aragón y la Octava Cruzada.

Baibars había tomado por la fuerza el control de Egipto y Siria por lo que decide impulsar una serie de campañas de guerra contra los reductos de los estados cruzados y minorías islámicas. Comúnmente sus estrategias militares se caracterizaban por destruir las tierras aledañas invadidas y establecer un cerco económico de sus objetivos a atacar.

Baibars decide emprender una cruenta ofensiva contra los últimos reductos cristianos en Tierra Santa, ahora limitados a la costa en gran parte de sus territorios.

En este tiempo, en la Isla de Chipre, Hugo II de Chipre adquirió la corona de la isla siendo un niño a la muerte de su padre Enrique I, por lo que estuvo bajo la regencia de su madre Plasencia de Antioquía; pero esta fue relevada en la regencia de su hijo por el noble Hugo de Antioquía desde 1261 primo de Hugo II. Hugo de Antioquía era hijo de Isabel de Chipre. Isabel de Lusignan o Isabel de Chipre fue hija de Hugo I de Chipre y Alicia de Champaña, padre y madre de su hermano el rey Enrique I de Chipre y, por lo tanto, tía de Hugo II de Chipre. Se casó con Enrique de Antioquía, hijo de Bohemundo IV de Antioquía, en 1233 con quien engendró a Hugo de Antioquía.

Baibars atacó en 1263 la fortaleza de los Caballeros Hospitalarios en el Monte Tabor. Los caballeros del Hospital resistieron ferozmente el asedio; pero al final las tropas de Baibars tomaron y destruyeron el castillo matando a todos sus defensores. Hacia 1264 y 1265 los ejércitos de Baibars arrasaron las regiones de Cesárea, Haifa y Arsuf. En 1266 atacó el Castillo de Safed defendido por los Caballeros Templarios. Estos lucharon con denuedo; pero el castillo fue tomado al final por las fuerzas de Baibars y los caballeros ejecutados.

La situación para los cristianos en Tierra Santa era desesperante. Haitón, monarca del reino armenio de Cilicia, marcha apresuradamente en una embajada para establecer una alianza con los mongoles del ilkanato persa buscando su potección. Baibars a su vez, envía un fuerte contingente musulmán hacia Cilicia en 1266. Formando una alianza, un contingente de caballeros Templarios y soldados armenios se enfrenta a la hueste musulmana para intentar frenar su avance; pero los mamelucos derrotaron a estas fuerzas cristianas y arrasaron con la capital del reino de Cilicia y otras ciudades, tomando un enorme botín y capturando a muchos armenios que fueron convertidos en esclavos, acontecimiento que supuso la decadencia del reino armenio. En la batalla con los mamelucos mueren los hijos de Haitón, siendo el único sobreviviente su hijo León quien fue tomado como prisionero de guerra. Haitón retornaría ese mismo año tras la embajada con el ilkanato persa solo para encontrar su reino arrasado. Hacia 1268 d.C., a mediados de abril, Baibars atacó el castillo templario de Beaufort. Nuevamente los Caballeros Templarios defendieron con arrojo la fortaleza; pero el ejército musulmán acabó por conquistar el castillo templario.

En mayo de 1268, Baibars lanza una ofensiva contra Antioquía; pone en asedio la ciudad y luego la conquista en apenas cuatro días. Baibars obtuvo de la conquista de Antioquía un gran botín y todos sus habitantes terminaron prisioneros y como esclavos. Los cristianos de Antioquía solo mantuvieron bajo su dominio el puerto y ciudad de Latakia.

Lo cierto es que Antioquía contaba con muy pocas tropas de defensa frente a las abrumadoras fuerzas sitiadoras de Baibars. La caída de Antioquía supuso un duro golpe para los cruzados junto a la pérdida de todo el norte del Levante, siendo el suceso considerado para muchos el definitivo «punto de inflexión» del declive los cristianos en Tierra Santa, especialmente porque estos contaban para mediados del siglo XIII con muy escasos efectivos en defensa de sus territorios y enclaves y el poco o nulo apoyo de los cristianos de Europa. Aunque las órdenes militares como los caballeros Templarios y Hospitalarios ofrecían un gran apoyo en Tierra Santa, lo cierto es que sus efectivos eran escasos frente a un mayor número de tropas islámicas y sus guarniciones y castillos apenas contaban con pocos defensores. 

Aunque la Iglesia de Roma y algunos sectores europeos sugerían la idea de nuevas cruzadas, en la práctica se abstenían de hacer estas solicitudes porque estos llamados eran recibidos por la población europea con indiferencia o nula respuesta. Una cruzada implicaba una enorme inversión económica en equipo militar y pertrechos de guerra que muy pocos reyes podían sufragar de sus arcas reales a excepción de realizar préstamos que implicaban un mayor endeudamiento para sus reinados. El «Espíritu de las Cruzadas» estaba disminuido o extinto hacia el siglo XIII. Además, los reinos comerciales mediterráneos como Génova y Venecia preferían hacer intercambios comerciales con el mismo Baibars y los reinos musulmanes antes que la guerra.

Solo los sectores más conscientes de Europa y Bizancio vieron con tristeza la caída del principado de Antioquía; ya que había sido el primer reino cristiano formado durante la primera cruzada y un aliado estratégico de Bizancio en un período de supervivencia de 170 años de existencia. El rey Bohemundo VI, durante el asedio de Antioquía, aguardó en Trípoli sin poder evitar la caída de su reino debido al escaso número de tropas que contaba y sin ningún apoyo, pidiendo posteriormente una tregua a Baibars quien aceptaría. Bohemundo VI solo quedaría gobernando una pequeña franja de territorio sobre la costa del reducido condado de Trípoli.

En Chipre, Hugo II alcanza su mayoría de edad, se convierte en rey de Chipre y a su vez regente del reino de Jerusalén como lo fue su padre Enrique I de Chipre. Hugo II toma nupcias con Isabel de Ibelín. Pero el joven rey muere en 1268 sin descendencia; por lo que la nobleza de Chipre elige a su primo regente: Hugo de Antioquía, como nuevo rey de Chipre quien toma la corona en 1268 como: Hugo III de Chipre y asume por decisión de la corte del reino de Jerusalén la regencia del mismo en nombre del Emperador del Sacro Imperio Germánico Conradino de Hohenstaufen o Conrado III de Jerusalén.

Sin embargo, en agosto de 1268, Conradino Hohenstaufen muere en la batalla de Tagliacozzo frente a las tropas de Carlos de Anjou, hermano del rey Luis IX de Francia, en el conflicto entre el Papado y el Imperio Germánico. Conradino Hohenstaufen o Conrado III de Jerusalén, hijo del emperador Conrado IV y nieto del organizador de la Sexta Cruzada: el emperador Federico II Hohenstaufen, formó un ejército cuando solo tenía 16 años e intentó recuperar el reino de Sicilia durante su reinado.

El papa en turno Urbano IV, mantenía rivalidad con el Imperio Germánico y entregó la Isla de Sicilia a Carlos de Anjou como su rey en 1266; Carlos de Anjou a cambio apoyó al Papa como jefe del partido de los güelfos contra los nobles partidarios del Imperio Germánico o Gibelinos. Conradino Hohenstaufen fue hecho prisionero por Carlos de Anjou tras la batalla y luego ejecutado en octubre de 1268 d.C. siendo el último rey en la línea de los Hohenstaufen en el imperio Germánico.

Así, Hugo III de Chipre, siendo rey de la Isla decide convertirse en rey del reino de Jerusalén en su calidad de regente, alegando ser heredero por su derecho de regencia de Conradino Hohenstaufen. Sin embargo, en ese tiempo María de Antioquía, era la hija del príncipe Bohemundo IV de Antioquía y de su segunda mujer Melisenda de Lusignan, esta última, hija menor de Isabel de Jerusalén y de su cuarto marido el rey Emerico de Chipre. Con la muerte de Conradino y con un vacío en el trono de Jerusalén, María de Antioquía, como descendiente directa y viva, exigió la corona de Jerusalén al ser pariente directa de su abuela la reina Isabel de Jerusalén y su abuelo Emerico de Chipre. Pero la Corte de Jerusalén le negó el derecho escogiendo a Hugo III de Chipre como sucesor de Conradino, obviando el derecho de María el cual tenía mayor peso. María abandonaría Tierra Santa rumbo a Italia.

Ese mismo año de 1268 el Kan Abaqa otorga un importante cautivo mameluco a Haitón de Armenia, lo cual permite realizar un intercambio de prisioneros por su hijo cautivo León. Una vez liberado, Haitón abdicó en favor de su hijo León hacia 1269, quien se convirtió en el rey León II de Armenia. Haitón se retira a un monasterio falleciendo en 1270 d.C.

La Cruzada de Aragón y la Octava Cruzada.

En 1269 cruzados del reino de Aragón llegaron a Tierra Santa en ayuda del exiguo reino cristiano de Jerusalén cuyos dominios eran Acre y la región de Sidón. Se cree que esta expedición aragonesa fue en respuesta a la solicitud del Kan mongol Abaqa de Persia en 1268 en Aragón. Este contingente estaba dirigido por Fernando Sánchez y Pedro Fernández, hijos del rey Jaime I “El Conquistador”, monarca del reino de Aragón que había conquistado los reinos musulmanes de Valencia en la península Ibérica y las islas Baleares (Mallorca, Ibiza, etc.); ya que contrario a lo que ocurría en Tierra Santa con la disminución de los reinos cristianos frente al poder musulmán, en la península ibérica el reino unificado de León y Castilla y el reino de Aragón avanzaban con sus conquistas hacia el sur peninsular reduciendo enormemente el poder y la extensión de los reinos musulmanes (taifas) en un período nombrado por los historiadores como: «La Reconquista Española». Este contingente de Aragón, una vez en Tierra Santa, realizó una expedición fuera de las murallas de Acre, donde habían desembarcado; pero su ejército fue interceptado y diezmado por un contingente mameluco de Baibars. Los sobrevivientes retornaron al reino de Aragón sin poder revertir la situación.

En 1270 el rey Luis IX de Francia inició la Octava Cruzada. En un principio la expedición cristiana estuvo enfocada en atacar Egipto buscando contrarrestar el poder de Baibars; pero Carlos de Anjou, rey mediterráneo de Sicilia en ese momento y hermano menor de Luis IX sugirió a este atacar Túnez asegurando que su Emir deseaba convertirse al cristianismo. A pesar de la oposición de los nobles y caballeros cercanos a Luis IX, este aceptó la propuesta de Carlos de Anjou. La flota francesa partió hacia Túnez y atacó la ciudad de Cartago el 18 de julio de 1270. El Emir nunca se convirtió al cristianismo y en su lugar defendió la ciudad.

Esta expedición europea resultaría en un desastre; pues el ejército francés sufrió en su incursión una epidemia de disentería, enfermedad que afectaría al propio monarca francés ocasionándole la muerte. Su hijo, Felipe III «el Audaz» o «El Atrevido», quien le acompañaba en esta expedición se convirtió en su sucesor; abandonó la expedición estableciendo un tratado de paz con Túnez y retornó a Europa. 

La caída del Krak de los Caballeros del Hospital. Eduardo I de Inglaterra y la Novena Cruzada.

Hacia 1271 Baibars prosiguió su ofensiva sobre Tierra Santa. Al mismo tiempo en 1271 se desarrolló la Novena y última Cruzada. Esta expedición estuvo liderada por el Eduardo I de Inglaterra «Piernas largas» o «el Zanquilargo». Para algunos historiadores esta expedición inglesa solo fue una continuación de la Octava Cruzada pues en un principio estuvo planeada unirse con Luis IX de Francia hasta que el rey francés decidió atacar Túnez. Para cuando Eduardo I de Inglaterra alcanzó Túnez ya se había establecido el tratado de Paz y la animadversión del nuevo rey de Francia Felipe III y Carlos de Anjou de proseguir con la campaña. Eduardo solo llevaba consigo una fuerza de poco más de 200 caballeros y poco más de 1000 soldados de infantería; a pesar de ello decidió proseguir hasta alcanzar Acre el 9 de mayo de 1971 d.C. e incorporar sus fuerzas a la defensa de la ciudad como capital del falleciente reino cristiano de Jerusalén. Eduardo cayó en cuenta que la situación de los cristianos en Tierra Santa era precaria.

Los mongoles del ilkanato de Persia, dirigido por el Kan Abaqa, hijo del fallecido Hulagu Kan, deciden atacar la ciudad de Alepo en apoyo a la cruzada inglesa y los reinos cristianos con 10,000 jinetes; ya que mantenía una guerra contra el territorio del Turquestán. Eduardo a su vez lanza incursiones sobre territorio musulmán. Sin embargo, los ataques mongoles y cristianos no tienen éxito debido al escaso número de efectivos.

Hugo III de Chipre, rey de Jerusalén, opta por hacer un tratado de paz de Baibars de diez años en mayo de 1972. Eduardo rechaza el acuerdo y en junio de ese mismo año un sicario de los Asesinos (Hashasins) contratado por Baibars le ataca. Acto, muy posiblemente como represalia. El rey inglés logra matar al asesino; pero es herido por su atacante en el brazo lo que lo debilita y lo deja enfermo. Se sospecha que el filo del puñal estaba envenenado. Eduardo logra recuperarse tras unos meses de enfermedad; pero a la vez abandona Acre y la cruzada en septiembre de 1972. En su viaje de retorno en Chipre tiene conocimiento del fallecimiento de su padre Enrique III por lo que decide retornar a Inglaterra lo más pronto posible, dando fin a la última Cruzada oficial en Tierra Santa. Eduardo sería coronado rey de Inglaterra hasta 1274.

En 1972 Baibars atacó el Krak de los caballeros Hospitalarios quienes contaban con escaso número de defensores y sin posibilidades de ayuda; ya que el poder de los Caballeros Templarios y Hospitalarios estaba mermado. Los caballeros del Hospital resistieron el asedio; pero terminaron por rendir la fortaleza en marzo de ese mismo año. Baibars permitió el retiro de los caballeros hospitalarios sobrevivientes y los cristianos refugiados en su interior hacia Trípoli. Baibars tomó la fortaleza como una base de incursión para sus siguientes campañas. La icónica fortaleza de los Caballeros Hospitalarios se había perdido para los cristianos definitivamente.

La Decadencia del Reino de Jerusalén y la caída de Trípoli.

Bohemundo VI muere en 1275 y deja como sucesor a su hijo Bohemundo VII con el título de conde de Trípoli y Príncipe nominal de Antioquía. Bohemundo VI tuvo además otra hija con Sibila de Armenia (conocida también como Sibila de Antioquía) llamada Lucía de Trípoli, hermana de Bohemundo VII. Debido a que Bohemundo era todavía menor de edad cuando recibió el título de rey, pasó su minoría bajo la protección de León II de Armenia mientras su madre Sibila ejerció como regente del reino.

La crisis en el reino de Jerusalén se había incrementado a su vez por las pugnas por el poder. Guillermo de Beaujeu fue nombrado como Gran Maestre de los Caballeros Templarios desde 1273 y alcanzó Acre en 1275. Bajo su liderazgo los Caballeros Templarios en Tierra Santa fueron partidarios de los derechos de pretensión a la corona de Carlos de Anjou sobre Jerusalén entrando en conflicto y en oposición con Hugo III de Chipre, regente de Acre (reino de Jerusalén) para este tiempo.

Carlos de Anjou resultó ser un noble ambicioso que deseaba expandir sus territorios sobre el Meiterráneo. Desde 1260 Carlos de Anjou se había apoderado de la isla de Sicilia y en 1268 tras derrotar en la Batalla de Tagliacozzo a Conradino Hohenstaufen, rey de Jerusalén por la conquista de Jerusalén que hiciera su abuelo Federico II Hohenstaufen en la Sexta Cruzada, Carlos de Anjou formó alianzas con el Papado, por lo que decide expandir su reino de Sicilia en el Mediterráneo, buscando apoderarse del reino de Jerusalén.

Encuentra la oportunidad con María de Antioquía, quien era hija del príncipe Bohemundo IV de Antioquía y de su segunda mujer Melisenda de Lusignan o Melisenda de Chipre. Melisenda a su vez fue la hija menor de Isabel de Jerusalén y de su cuarto marido, el rey consorte y primer rey de Chipre Emerico de Chipre. Con la muerte de Conradino Hohenstaufen desde 1268 d.C., el trono de Jerusalén quedó vacante. María de Antioquía exigió la corona de Jerusalén al ser descendiente de su abuela la reina Isabel de Jerusalén y el derecho de su abuelo Emerico, el primer rey Chipre; pero a pesar del derecho por descendencia, la Corte de Jerusalén le negó la corona y entregó el reinado a Hugo III de Chipre, sucesor de Hugo II de Chipre.

Maria de Antioquía viajó a Roma en 1277 donde vendió su derecho a la corona. Carlos de Anjou, con la bendición papal, compró los derechos al título de rey de Jerusalén a María de Antioquía y mandó a un agente a su servicio llamado Roger de San Severino para tomar posesión del reino como su regente.

En 1277 Roger viajó con un pequeño ejército hasta desembarcar en Acre con órdenes papales de tomar la regencia del reino. Los Caballeros Templarios apoyaron a Carlos de Anjou en sus pretensiones sobre Jerusalén aceptando la regencia de Roger. Los Caballeros Hospitalarios no intervinieron. La Alta Corte de Jerusalén se negó al hecho, lo que llevó a un período de anarquía en el minúsculo reino, especialmente por la negativa de Hugo III de Chipre de entregar su corona, quien abandonó Acre.

Hugo intentó restaurar su autoridad sobre Acre, pero finalmente no tuvo éxito. En represalia contra los Templarios por su apoyo a Carlos de Anjou, Hugo se apoderó de sus propiedades en la Isla de Chipre. Los Templarios se quejaron ante el Papa y este ordenó a Hugo III devolviera los castillos y fortalezas a los caballeros del Temple; pero Hugo se negó.

Bohemundo VII de Trípoli alcanzó su mayoría de edad en 1277 d.C. y estableció un tratado de paz con Baibars y al mismo tiempo reconoció a Roger de San Severino como regente del reino de Jerusalén por parte de Carlos de Anjou con el título de: Carlos I de Jerusalén.

El sultán Qalawun sabía de la difícil situación del reino cristiano a pesar que mantenía una rivalidad con el Ilkanato Mongol Persa, lo que se le presentaba como una oportunidad para luchar contra los cristianos.

Sin embargo, ese mismo año de 1277 fallece Baibars y le sucede su hijo al Said Barakah quien gobierna hasta 1279, sucediéndole el sultán Salamish quien dura apenas tres meses en el trono, sucediendo a este último desde 1279 el sultán Qalawun al-Alfi al-Mansur, de origen mameluco, tras una revuelta por el control del sultanato. Qalawun nunca contó con la simpatía de algunos sectores musulmanes. Al-Ashqar, gobernador de Damasco, formó una rebelión en su contra en 1280 d.C. Qalawun logró derrotarlo con su ejército en una batalla cerca de Damasco en 1280. Al-Ashqar huiría del campo de batalla refugiándose en Siria para continuar con su rebelión y solicitando ayuda de los mongoles del ilkanato de Persia. Los mongoles ven una oportunidad para expandir su reino y en respuesta a la llamada de Al-Ashqar atacaron varias ciudades de Siria y saquearon la ciudad de Alepo en octubre de 1280, retirándose antes que Qalawun pudiera enfrentarse con un ejército a ellos.

Qalawun estableció al final un acuerdo con Al-Ashqar. Este último aceptó a Qalawun como sultán recibiendo en compensación el señorío de varias ciudades de Siria a cambio. Al mismo tiempo Qalawun estableció un tratado de paz de diez años con el Principado de Trípoli y la fortaleza de los Caballeros Hospitalarios de Marqab en Siria para evitar una alianza de estos con los mongoles y, por lo tanto, un ataque del ilkanato Persa desde la franja costera; ya que para este momento el Medio Oriente estaba regido por el Sultanato Mameluco, el Ilkanato de los mongoles, Bizancio y los pequeños reinos cristianos; aunque estos últimos debilitados.

Bohemundo VII y el reino de Jerusalén aceptaron el acuerdo con Qalawun sin mayores opciones. El sultanato mameluco había reducido enormemente los reinos cristianos a una pequeña franja costera del Levante. En la práctica, el reino de Jerusalén y Trípoli eran solo una colección de señoríos, castillos y comunidades independientes, donde cada uno luchaba por sus propios intereses y la seguridad de sus escasos dominios.

La decadencia de Trípoli había iniciado con luchas internas donde estuvieron involucrados los Caballeros Templarios. Este mismo año de 1277 el noble Guido II Embriaco, señor del condado de Gibelet dentro del Principado de Trípoli, secuestró a una mujer noble para casarla con su hermano. Esta mujer estaba prometida al sobrino del obispo Bartolomé de Tortosa; hecho que molestó a Bohemundo VII, lo que desencadenó el reclamo del rey de Trípoli y consecuentemente una guerra civil entre las fuerzas de Guido II Embriaco y Bohemundo VII entre 1277 y 1282 d.C. en un conflicto que debilitó el reino. Guido II buscaba además apoderarse de la corona.

En 1278 el ejército de Guido derrotó a las fuerzas de Bohemundo. Durante este conflicto interno el maestre templario Guillermo de Beaujeu y sus caballeros templarios en un principio apoyaron a Bohemundo VII; pero luego apoyaron a las fuerzas de Guido II Embriaco. Nicolas Lorgne, gran maestre de los Caballeros Hospitalarios, solicitó un acuerdo de paz entre ambas facciones; no obstante, las batallas prosiguieron mientras el sultán mameluco Qalawun seguía de cerca los acontecimientos.

Hugo III de Chipre, molesto con los Templarios, ataco con su flota en 1279 la ciudad de Tiro bajo dominio cristiano. Los templarios defendieron la ciudad y le derrotaron. En 1281 Guillermo de Beaujeu estableció una tregua de diez años con Qalawun conservando los Caballeros Templarios únicamente el Castillo de Tortosa en Tierra Santa. A su vez los Templarios se mantendrían neutrales en los conflictos entre musulmanes y mongoles.

Sin embargo, Al-Ashqar al haber sido derrotado por Qalawun en 1280, pidió ayuda a los mongoles del Ilkanato persa. Estos atacaron Siria en el otoño de 1281 d.C. con un enorme ejército al mando de su líder Mongke-Temur. Se unieron a ellos los Caballeros Hospitalarios. Qalawun movió su ejército y ambos bandos se enfrentaron en octubre en la Batalla de Homs o Segunda Batalla de Homs. En esta lucha ambas fuerzas sufrieron numerosas bajas. Al final las fuerzas musulmanas obtuvieron la victoria. El ilkan Abaqa del ilkanato mongol Persa se mostró furioso por la derrota de sus tropas y prepararía otra incursión sobre Siria; pero falleció en 1282. Sucesor del Kan Abaqa era su hijo Arghun; pero su tío Tekuder, hermano de Abaqa tomó el poder. Qalawun, había obtenido una importante victoria sobre los mongoles; no obstante, sus fuerzas quedaron diezmadas, por lo que se vio obligado a mantener una tregua con los cruzados, los Caballeros Templarios de la ciudad costera de Tortosa y los Caballeros Hospitalarios de la fortaleza de Marqab.

En los señoríos cristianos, mientras árabes y mongoles se enfrentaban entre sí, en 1282 el ejército de Bohemundo VII derrotó finalmente a las fuerzas de Guido cuando este intentaba capturar Trípoli. Guido fue tomado como prisionero. Bohemundo VII le confinó a una celda donde murió por inanición. Guido II Embriaco previo a su muerte habría confesado que Guillermo de Beaujeu y los Templarios le habían utilizado como medio para apoderarse de la ciudad de Trípoli y convertirla en enclave templario, así como ser los instigadores de los ataques del reino.

En 1282 Roger de San Severino se retira de Acre debido a un levantamiento en Sicilia contra Carlos de Anjou. En su lugar llega Odón de Poilechien como regente de Jerusalén quien establece una tregua con los mamelucos.

En el ilkanato Persa Arghun acusó a su tío y sus seguidores haber envenenado a su padre por lo que promueve una rebelión donde destrona a su tío Tekuder, lo ejecuta y retoma la corona. En 1284. Hacia 1285 buscaría atacar al Sultanato de Egipto buscando contactos con los europeos. Arghun escribió una carta al papa Honorio IV, y enviaría emisarios hacia 1287 para entrevistarse con el papa Nicolás IV, el rey Eduardo I de Inglaterra y Felipe IV de Francia; sin embargo, los intentos de acercamiento para formar una alianza entre europeos y mongoles no prosperaron. Arghun fallecería en una rebelión en su contra en su reinado hacia 1290 y fu sucedido por su hermano Gaikhatu.

Hugo III de Chipre atacó nuevamente el reino de Jerusalén en la ciudad de Beirut en 1284; pero su asedio no tuvo éxito pues fue truncado por la defensa de los Caballeros Templarios. Hugo III se retira a Tiro donde fallece ese mismo año. Su hijo Juan I de Chipre toma la corona; a su vez algunos nobles le nombran rey de Jerusalén; pero otros no le reconocen, hecho que demuestra las divisiones internas del minúsculo reino cristiano. Juan I muere en 1285 y su sucesor es su hermano Enrique II de Chipre. Este mismo año fallece el rey francés de Sicilia Carlos de Anjou lo que deja un vacío de poder en Acre.

Qalawun, para este tiempo, logra reponer su ejército tras las batallas con los mongoles y desde 1285 emprendió una campaña contra los reductos cruzados atacando ese mismo año la fortaleza de Marqab de los Caballeros Hospitalarios terminando por conquistarla. A partir de este punto las fuerzas de Qalawun conquistaron otras ciudades costeras cristianas, las cuáles se rendían ante los ejércitos del sultán inevitablemente, quien había aprovechado la guerra interna entre la nobleza de los cruzados por simples reductos.

Enrique II de Chipre organiza un ejército desde Chipre y desembarca en Acre en 1286 tomando el control y convirtiéndose en el nuevo rey de Jerusalén.

Bohemundo VII fallece en 1287 sin dejar descendientes con su esposa Margarita de Acre. Lucía de Trípoli, hermana de Bohemundo VII, tomaría el control de Trípoli por derecho sucesorio; sin embargo, entra en conflicto con comerciantes venecianos y pisanos por el control de la ciudad que era vista por estos últimos como un emporio, conspirando con Qalawun para apoderarse de la ciudad.

Hacia abril de 1289, Qalawun, aprovechando la debilidad de los cruzados inició el ataque contra Tiro y Beirut, las cuáles conquista; luego dirige su ejército a la ciudad de Trípoli que apenas se defiende con escasas tropas, conquistando esta ciudad el 27 de abril del mismo año; lo que significaría la pérdida del Condado cristiano. Lucía retornaría a Europa. El reino armenio de Cilicia, ante la situación, solicitaría una tregua de paz con Qalawun quien acepta y decide preparar el ataque contra la ciudad de Acre en un asalto final contra los cruzados, siendo esta la única posesión considerable de los cristianos en Tierra Santa junto a la fortaleza costera de Tartus en Siria; Enrique II de Chipre, temiendo un ataque musulmán, pide ese mismo año de 1289 una tregua de paz con Qalawun la cuál este último acepta; muy posiblemente con motivo de la preparación de un ejército.

La caída de Acre. El fin de la Cruzadas y los reinos cristianos en Ultramar.

Enrique II de Chipre y la nobleza en San Juan Acre preocupados por la situación envían al senescal Juan de Grailly hacia Europa para buscar apoyo de la Iglesia y los reyes europeos, específicamente, conseguir apoyo militar con tropas para la defensa de Acre ante las conquistas de los musulmanes que ya rodean a un «reino de Jerusalén» nominal reducido a la ciudad de Acre. Juan de Grailly se entrevistó con el papa Nicolás IV quien, preocupado ante las circunstancias, escribió una carta a los reinos europeos instándoles a organizar una cruzada de salvamento para Tierra Santa; pues era cuestión de tiempo para que los musulmanes lanzaran una ofensiva final sobre el único bastión cristiano de Tierra Santa.

Los reinos de Europa no ofrecieron ayuda; ya que la gran mayoría contaba con problemas en sus dominios, así como la rivalidad entre los mismos, la indisposición de muchos nobles y los problemas internos de la Iglesia. Solo un pequeño ejército de pueblerinos provenientes de Lombardía y Toscana viajaron a Tierra Santa para defender Acre en galeras proporcionadas por el rey Jaime II de Aragón, un contingente inglés aportado por el rey Eduardo I y soldados franceses en la ciudad proporcionados desde la cruzada de Luis IX de Francia.

La situación se volvió crítica para Acre cuando en esta ciudad un grupo de cruzados italianos, quienes según las crónicas eran borrachos y pendencieros, atacaron a los comerciantes árabes provocándoles muchos muertos, alegando posteriormente los cruzados ante la acusación que ellos habían ido a luchar contra el infiel, ignorando con tal actuar el tratado de paz de Enrique II y Qalawun, el cual implicaba el respeto al comercio entre sarracenos y cristianos. Al mismo tiempo ocurrieron desordenes internos y peleas en Acre entre comerciantes cristianos y árabes por diversas rivalidades; en uno de estos enfrentamientos varios musulmanes terminaron muertos.

Esta situación hizo que Qalawun exigiera la entrega de los responsables para ajusticiarlos. Los nobles en Acre se negaron; por lo que Qalawun suspendió el tratado de paz y empezó a organizar su ejército en octubre de 1989 para atacar Acre.

Sin embargo, Qalawun fallece en noviembre de 1290, un año después de la tregua de paz solicitada por Enrique II de Chipre. Le sucede su hijo Jalil quien en el lecho de muerte de su padre había jurado conquistar la ciudad de Acre.

Jalil inició su ofensiva ordenando a sus ejércitos ataques a las caravanas de suministros cristianas en los alrededores de Acre. Los Caballeros Templarios se enfrentaron a las patrullas mandadas por Jalil pero muchos templarios fueron capturados en las escaramuzas.

Al mismo tiempo, Jalil organiza una llamada general de todas sus tropas y envía una carta al Maestre del Temple: Guillermo de Beaujeu, de sus intenciones de conquistar la ciudad de Acre.

Rápidamente, dentro de Acre, los Maestres del Temple: Guillermo de Beaujeu, del Hospital: Jean de Villiers y de los Caballeros Teutónicos: Conrado Feuchtwangen, hacen una movilización general de todos sus efectivos para la defensa de la ciudad, así como de los efectivos ingleses y franceses en su interior. Enrique II de Chipre, que se había instalado en su reino de la Isla, envía también un ejército a Acre al mando de su hermano Amalarico.

La ciudad de San Juan de Acre formaba una pequeña península y se encontraba situada de espaldas al mar Mediterráneo, siendo rodeada de agua por el sur y por el oeste, contando con doble fila de murallas al norte las cuáles marchaban hacia el oeste y luego hacía el sur formando un ángulo recto. La ciudad solo contaba con tres puertas de acceso en tierra y su puerto que dominaba la bahía de Acre.

Al amanecer del 5 de abril de 1291 el ejército musulmán de Jalil alcanzó Acre. Los campesinos y pobladores de los alrededores se refugiaron en la ciudad, mientras los sarracenos acampaban alrededor de los muros de la ciudad. Al mismo tiempo, los defensores de Acre ocuparon sus posiciones. Los Templarios ocuparon parte de la muralla norte. La sección central estuvo a cargo de los caballeros del Hospital y los soldados de Chipre y el resto por los caballeros ingleses, franceses y los Caballeros Teutónicos.

En un principio los cristianos enviaron mensajeros a Jalil para negociar una paz; pero el Sultán Jalil negó un acuerdo y solo aceptaría la rendición incondicional de la ciudad.

El 7 de abril de 1291 los musulmanes iniciaron el ataque por medio de asaltos a las murallas, lanzando lluvias de flechas incendiarias y arrojando proyectiles de numerosas catapultas causando estragos al interior. Los Caballeros templarios y hospitalarios comandaron ataques nocturnos para destruir las máquinas de asedio que resultaron infructuosos debido al alto número de enemigos, los cuáles rondaban entre los 50,000 efectivos militares y 70 máquinas de asedio frente a un total de 10,000 defensores cristianos entre soldados, arqueros, nobles y caballeros del Temple, del Hospital y Teutónicos.

El 15 de mayo los zapadores árabes junto con las catapultas logran abrir una brecha en la sección norte. El ejército musulmán intenta el ingreso; pero los caballeros Templarios y del Hospital logran rechazarlos en una colisión. Sin embargo, las fuerzas del Jalil logran derribar otra sección del muro norte el 18 de mayo lo que permitió el ingreso del contingente musulmán quienes lograron rechazar a los cristianos a las murallas interiores de Acre.

El asalto fue tan grande debido a las abrumadoras oleadas de soldados musulmanes que ingresaban por las brechas y murallas derribadas. Muchos nobles, caballeros y cruzados fallecieron en el encuentro al intentar rechazarlos. En el combate murieron los maestres del Temple y del Hospital. Los caballeros Templarios y del Hospital tomaron los cuerpos de sus maestres y buscaron refugio en el castillo del Temple de Acre justo en la costa de la ciudad. El mismo Amalarico, hermano del rey Enrique II de Chipre, se embarcó en el puerto para escapar. Los cruzados cedieron terreno sin poder contener a los sitiadores que asaltaban las calles de Acre. La población al interior, al notar la situación y el ingreso de los musulmanes tras las murallas sin poder ser detenidos, fue dominada por el pánico, lo que les obligó de forma multitudinaria a huir y buscar refugio en los muelles de la ciudad en busca de navíos para intentar escapar junto a los cruzados y defensores. Muchas naves en los puertos se vieron sobrecargadas de fugitivos que zarpaban lo más pronto posible. En los barcos que huían de la ciudad marchaban civiles junto a caballeros, soldados, templarios, hospitalarios, teutones, clérigos, cruzados, mercenarios, comerciantes, etc.

Sin embargo, muchos civiles no lograron escapar siendo tomados prisioneros y mientras que otros buscaron refugio en la fortaleza del Temple un lado de la costa, siendo este el último refugio de los cristianos en la ciudad.  Dentro del castillo se encontraban aproximadamente 200 caballeros Templarios, del Hospital y cientos de pobladores.

Jalil, habiendo tomado gran parte de la ciudad, ordenó un bombardeo de la fortaleza templaria, siendo el último reducto no conquistado al interior de Acre. Sus defensores resistieron los ataques y el sultán, notando la determinación de los defensores, les ofreció la posibilidad de salir de la ciudad embarcándose en navíos sin ser molestados.

EL 25 de mayo de 1291, Pedro de Sevry, comandante de los Templarios, aceptó el acuerdo con una rendición imponiendo como condición el ser llevados, tanto los templarios y civiles refugiados del interior de la fortaleza, hacia Chipre. Jalil aceptó.

No obstante, mientras los emisarios musulmanes ingresaban a la fortaleza para colocar la bandera del Islam, fueron insultados por los civiles del interior. Estos respondieron con insultos. Los caballeros Templarios intentaron calmar los ánimos al grado de desenvainar sus espadas sobre los civiles para contenerlos, desatando una confusión entre los musulmanes quienes sacaron sus armas hecho que acabó en un ataque entre ambos bandos, muriendo varios de los emisarios. Ante la situación los templarios cerraron las puertas del castillo lo que reanudó las hostilidades.

Thibaud Gaudin, comandante templario, huyó durante la noche en un navío con un conjunto templario, llevándose consigo el tesoro templario y numerosas reliquias.

El 26 de mayo, Jalil volvió a ofrecer las mismas condiciones a los defensores. Pedro de Sevry no tuvo más remedio que aceptar. Salió de la fortaleza acompañado por varios caballeros del Temple para negociar la rendición, pero al ser recibidos por el Sultán fueron arrestados. Jalil no ofreció otro acuerdo y ordenó el ataque final y decisivo de la guarnición templaria. Los Templarios, sin mayor opción, heridos y enfermos algunos, decidieron seguir defendiendo la fortaleza. El ataque mameluco prosiguió con duros enfrentamientos durante dos días. Los Templarios consiguieron rechazar varios ataques musulmanes.

Sin embargo, la noche del 28 de mayo, los zapadores mamelucos abrieron una brecha en la muralla de la guarnición templaria, permitiendo la entrada de un numeroso contingente musulmán; pero al pasar los musulmanes por la brecha, parte de la edificación se desplomó, matando a defensores y atacantes sin distinción. Los templarios que no murieron aplastados por las rocas del muro que se derrumbó siguieron luchando toda la noche y parte de la madrugada del día 29 de mayo de 1291; no obstante, los musulmanes avanzaron con un gran contingente al interior del castillo en un último asalto. Los templarios lucharon con tenacidad en un último combate; pero fueron derrotados por la superioridad numérica de los atacantes, dando por concluida la caída de Acre.

Jalil había conseguido la conquista de la capital del reino de Jerusalén de los cruzados. Posteriormente inició su expansión en las últimas ciudades costeras de los cristianos: Sidón cayó el 14 de julio del 1291, Jaffa el 30 de julio, Beirut el 31 de julio, la ciudad de Tortosa el 3 de agosto y Atlit el 14 de agosto de 1291. Solamente la isla de Arwad, o Ruad, en las cercanías de Tortosa pudo ser mantenida hasta 1302 por los cruzados, lo que daba fin a una era de dominio cruzado sobre Tierra Santa con sus reinos formados tras la primera cruzada.

Posterior a 1291, solo el reino de Chipre se mantuvo en pie. En 1365 el rey Pedro I de Chipre organizó una cruzada desembarcando con su ejército en Egipto para saquear Alejandría. La ciudad fue presa del saqueo y del asesinato de sus habitantes musulmanes e inmediatamente posterior al mismo los cruzados retornaron lo más pronto posible a Chipre, por lo que esta expedición fue considerada más bien como una incursión de pillaje sin un objetivo claro.

A finales del siglo XIV, en el año 1375, el reino Armenio de Cilicia, sobreviviente de le época de las Cruzadas sobre el Levante, fue invadido y conquistado por los musulmanes, acontecimiento que puso fin a la historia del reino. A su último rey, León V de Armenia, murió en el exilio en París en 1393.

Tras la caída de Acre, Europa realizó varias expediciones militares sobre las tierras de Oriente; aunque nunca fueron consideradas como cruzadas. La rivalidad entre el mundo cristiano y musulmán continuaría en los próximos siglos.

Bibliografía:

-Hindley, Geoffrey. «Las Cruzadas. Peregrinaje Armado y Guerra Santa». Ediciones B. España. 2004.

-Madden. Thomas F. «Las Cruzadas. Cristiandad. Islam. Peregrinación. Guerra». Editorial Blume. España. 2008.

-Tyerman, Christopher. «Las Guerras de Dios. Una Nueva Historia de las Cruzadas». Editorial Crítica. Barcelona, España. 2010.

-Riley-Smith. Jonathan. «¿Que fueron las Cruzadas?» Editorial Acantilado. España. 2012.