El reino de Jerusalén. El condado de Edesa y el Principado de Trípoli.
A raíz de la primera cruzada, se fundaron en Tierra Santa varios territorios gobernados por nobles cristianos. Estos territorios fueron: el Condado de Edesa, el Principado de Antioquía, el Condado de Trípoli, y el reino de Jerusalén, limitados hacia el norte por: el Imperio Bizantino, el reino armenio de Cilicia y el Sultanato selyúcida del Rum; hacia el este por el Imperio Selyúcida y hacia el sur por el Califato fatimí. Las disputas por el control de los territorios de éstos reinos, entre los señores cristianos y los musulmanes, eran constantes a través de castillos, ciudades fortificadas y campañas de guerra, además de la presión del Imperio Bizantino sobre los territorios cruzados a los cuáles consideraba de su pertenencia por derecho propio y las continuas rivalidades por el poder entre los miembros de la nobleza.
El inicio de los estados cruzados estuvo manos de Balduino I de Boulogne, quien durante la Primera Cruzada se separaría del resto del contingente cristiano, que marchaba hacia Jerusalén, al recibir una invitación de un armenio llamado Pakrad para ocupar la ciudadela de Turbessel con sus soldados partidarios. Una vez ubicado en esta ciudad, Balduino I de Boulogne recibió otra invitación de parte de la ciudad de Edesa por su gobernador en turno: Teodoro, quien adoptó a Balduino I como su hijo. Teodoro falleció en 1098 y Balduino se convirtió en el conde de Edesa y fue nombrado con el título de: Balduino I de Edesa, fundando el primer estado cruzado.
El resto de los cruzados prosiguieron si camino conquistando Antioquia en 1098 y Jerusalén el 15 de julio de 1099. Con la formación del reino cruzado de Jerusalén se ofreció la corona a Raimundo de Tolosa, uno de los principales líderes de la Primera Cruzada; pero la rechazó, por lo que los primeros cruzados escogieron al destacado militar Godofredo de Bouillon como rey de Jerusalén y siendo también uno de los principales líderes de la Primera Cruzada. Godofredo aceptó la dirigencia de Jerusalén; pero no como rey, sino bajo el título de Sancti Sepulchri advocatus o «defensor del Santo Sepulcro» en referencia a la Iglesia en Jerusalén que albergaba el lugar donde Cristo, según el dogma bíblico y la tradición cristiana, había sido sepultado y resucitado y como sede del principal centro espiritual de los cristianos en Tierra Santa.

Godofredo de Bouillon tomaría la dirigencia del naciente reino de Jerusalén. Defendería la ciudad y buscaría conquistar Egipto en un intento de expansión, pero falleció en el año 1100 d.C. Los caballeros cruzados partidarios del reino de Jerusalén eligieron como sucesor al hermano de Godofredo de Bouillon: Balduino I de Boulogne como rey de Jerusalén; por lo que pasaría a ser conocido no solo como el conde Balduino I de Edesa, sino como el rey: Balduino I de Jerusalén.
Balduino I dejó la dirigencia de Edesa a su sobrino Balduino de Bourg. Este último había estado bajo las órdenes de Bohemundo de Tarento, conquistador de Antioquía en 1096 d.C. en la Primera Cruzada y quien serviría como mediador entre ambos estados cruzados. Balduino de Bourg a su vez tendría como ayudante a Joscelino I de Courtenay, futuro Conde de Edesa, quien había llegado a Tierra Santa como parte de una nueva campaña conocida como «Cruzada de Socorro» desarrollada entre el 1100 y 1101 d.C. Esta pequeña cruzada estuvo formada por todos aquellos caballeros y hombres libres que habían hecho el juramento de acudir a la Primera Cruzada pero que no habían llegado a participar en la misma, así como todos aquellos que habían abandonado la Primera Cruzada antes de su conclusión, además de nobles y caballeros que buscaban fortuna.
Con los sucesos de Edesa y Antioquía, en el escenario de Tierra Santa, Raimundo IV de Tolosa, otro de los principales líderes de Primera Cruzada, hermano de Godofredo de Bouillon, había iniciado tras la conquista de Jerusalén el 15 de julio de 1099 d.C. una guerra contra los emires de la ciudad costera de Trípoli en 1102. No logró tomar la ciudad bajo asedio; pero conquistó todos los territorios a su alrededor. Raimundo IV de Tolosa fallecería en 1105 dejando como heredero a su hijo Alfonso Jordán de dos años de edad bajo la regencia de Guillermo de Cerdeña, primo de Raimundo de Tolosa.
Guillermo de Cerdeña asedió la ciudad de Trípoli por cuatro años, cuando Beltrán de Tolosa, hijo bastardo de Raimundo IV de Tolosa, llegó a Tierra Santa. Beltrán había sido regente del condado de Tolosa en ausencia de su padre Raimundo IV y en su llegada a Tierra Santa buscaba la herencia de su progenitor fallecido. Guillermo y Beltrán entrarían en disputa; ya que cada quien deseaba la conquista de un territorio. El nuevo rey Balduino I de Jerusalén intervino en la lucha como mediador, acordando entre ambas partes que cada uno conquistaría su propio territorio, que ambos respetarían el área conquistada respectiva y Alfonso Durán, el hijo pequeño del difunto Raimundo IV de Tolosa, sería llevado a Francia donde heredaría el condado de Tolosa de su padre.

Beltrán de Tolosa conquistaría la ciudad de Trípoli con ayuda de una flota genovesa en julio de 1109 d.C. y Guillermo Jordán falleció asesinado ese mismo año, acontecimientos que dieron la formación del último estado cruzado en Tierra Santa: el Condado de Trípoli, dirigido por Beltrán. Este fallecería en 1112 y su hijo Ponce de Trípoli heredó el condado. Ponce prontamente se alió al rey Balduino I de Jerusalén.
Balduino I de Boulogne, como rey de Jerusalén, tomó con su ejército las ciudades de Acre y Cesárea, batalló contra los musulmanes egipcios, contuvo varios frentes de guerra contra los musulmanes y edificó el Castillo de Montreal. Balduino había contraído nupcias con Arda, su esposa armenia en 1098; pero la abandonó en 1113 para casarse con Adelaida del Vasto. Esta última fue condesa de Sicilia y anteriormente esposa de Roger I de Sicilia, normando descendiente de Hiallt, caudillo vikingo invasor de Normandía en el siglo X. Adelaida y Roger I procrearon un hijo: Roger II de Sicilia, quien mantendría desavenencias con el Imperio Bizantino y con el rey Conrado III del Sacro Imperio Romano Germánico durante el periodo de la Segunda Cruzada. Balduino I de Jerusalén mantuvo el acuerdo matrimonial con Adelaida que consistió que: si entre ambos no tenían descendencia en su nuevo matrimonio, el heredero directo sería Roger II de Sicilia.
Balduino I de Jerusalén fallecería en abril de 1118 durante una campaña de guerra contra Egipto, aparentemente producto de una sepsis por el consumo de pescados contaminados. Empero, el sucesor de Balduino I fue Balduino de Bourg, designado anteriormente como sucesor de Balduino I en el condado de Edesa. Balduino de Bourg, conocido como el conde Balduino de Edesa, pasó a ser el rey Balduino II de Jerusalén; y dejó el gobierno del condado de Edesa a su antiguo vasallo Joscelino I de Courtenay, nombrando este último como Joscelino I conde de Edesa.
Ese mismo año de 1118 con la coronación de Balduino, el reino de Jerusalén sufrió una invasión conjunta de los selyúcidas desde Siria y de los fatimíes de Egipto. Balduino II rápidamente organizó sus tropas y marchando para combatirlas logró la retirada de las fuerzas musulmanas sin que llegasen a presentar batalla.

Durante el reciente reinado de Balduino en 1118, Hugo de Payens fundó la Orden del Temple en Jerusalén con el permiso del rey, entregándole a los primeros miembros de los Caballeros Templarios el antiguo lugar donde una vez se erigió el templo de Salomón del Antiguo Reino de Israel y donde se ubica hoy en día la Mezquita de Al-Aqsa. El objetivo inicial de esta orden monástica era la protección de los grupos de peregrinos europeos que viajaban a Jerusalén por los desolados caminos de Tierra Santa, quienes eran el blanco de ataques de bandidos musulmanes. Se cree que Balduino apoyó a la orden, en gran medida, por el escaso número de soldados y caballeros en los estados cruzados, siempre necesitados de voluntarios guerreros cristianos.
Hacia 1113, durante el reinado de Balduino II, tendría mayor relevancia en Jerusalén la Orden de San Juan, conformada por clérigos encargados de atender a los peregrinos enfermos en Tierra Santa en sus hospitales, y quienes habían evolucionado en la orden monástica militar de los Caballeros del Hospital o Caballeros de San Juan, también conocidos como: Los Hospitalarios, cuyos orígenes probables se remontaban desde el 1070 d.C. en Jerusalén y desde 1099 d.C. tras la conquista de Jerusalén en la Primera Cruzada.

El Principado de Antioquía.
Junto a Edesa, se creó el principado de Antioquía debido a las conquistas realizadas por los cruzados durante la Primera Cruzada. Su fundador fue Bohemundo de Tarento, uno de los principales líderes de la Primera Cruzada, quien ingresaría a la ciudad la noche del 2 de junio de 1098 d.C. abriendo con los hombres bajo su mando las puertas de la ciudad al resto del ejército cruzado la madrugada del 3 de junio, conquistando gran parte de la ciudad. Hubo una larga disputa entre los líderes cruzados sobre quién debería controlar la ciudad. Bohemundo y los normandos italianos finalmente ganaron el dominio de la ciudad conquistada y se hizo llamar «Príncipe» por lo que Antioquía pasaba a ser parte de su nuevo feudo.
La organización política de este Principado estuvo basada en una combinación de la sociedad: armenia, griega y musulmana mezcladas con las tradiciones occidentales; además de estar sujeto a la presión de Imperio Bizantino. Hacia el 1100 d.C., año de la muerte de Godofredo de Bouillon, aconteció la batalla de Melitene entre las tropas de Bohemundo de Tarento y los turcos danisméndidas (linaje turco de la región oriental de Anatolia). Bohemundo fue derrotado en este batalla y hecho prisionero. Su sobrino Tancredo de Hauteville o Tancredo de Galilea, líder también de la Primera Cruzada, se convirtió en regente del reino en su cautiverio.Bohemundo fue liberado en 1103 y dejó a su sobrino Tancredo como regente mientras retornaba a Europa para buscar refuerzos. En 1107 Bohemundo atacó con sus nuevas tropas a los bizantinos pero fue derrotado y capturado en 1108 por el Imperio de Bizancio. El emperador bizantino en ese momento, Alejo I Comneno, le obligó a firmar un tratado que lo convertía en su vasallo, por lo que Antioquía formó parte del Imperio Bizantino. Bohemundo posteriormente batalló contra los musulmanes en Alepo, retornaría a Italia en busca de refuerzos para la preservación de Antioquía en sus manos, pero moriría en 1111.

Tancredo de Hauteville, quien había sido designado regente del Principado por su tío Bohemundo, tomó entonces el liderato de Antioquia alejándose del dominio de Bizancio. Alejo I Comneno exigió a Tancredo la devolución del territorio en su totalidad y su vasallaje; pero Tancredo se negó falleciendo en 1112, tomando su lugar Bohemundo II, hijo de Bohemundo de Tarento; pero como Bohemundo II era un niño aún, estuvo bajo la regencia de Roger de Salerno, que era sobrino de Tancredo de Hauteville.
Debido a que la ciudad de Alepo, controlada por los musulmanes, estaba rodeada por territorios y ciudades fortificadas del principado de Antioquía, su dirigente Ilgahzi pidió ayuda a otros reinos musulmanes para atacar el Principado, formándose un numeroso ejército musulmán. Roger de Salerno pidió ayuda al reino de Jerusalén de Balduino II; este aceptó ayudar a Antioquía; pero Roger atacó al contingente musulmán sin esperar las tropas de refuerzo de Balduino, desarrollándose la batalla de Campo de Sangre o Ager Sanguinis de 1119. Roger de Salerno falleció en esta batalla siendo su ejército derrotado.
Antioquia perdería ciertos territorios como resultado de esta contienda tomados por el bando islámico; pero Balduino II de Jerusalén, batallaría con los musulmanes y los recuperaría con sus tropas para entregarlos nuevamente al Principado expulsando a los selyúcidas a finales del mismo año 1119. Los nobles de Antioquía, ante la situación sin Roger como regente por su fallecimiento en batalla, invitaron al rey Balduino II de Jerusalén para que gobernara el principado como nuevo regente, por lo que Antioquía se convirtió en un estado vasallo de Jerusalén.
En la situación del Medio Oriente, conformados los estados de: Jerusalén, Antioquía, Trípoli y Edesa, hacia el 1122, Joscelino, conde de Edesa, fue capturado en una batalla por los musulmanes Ortóquidas, miembros de una dinastía islámica que gobernó al este de Anatolia. Balduino II marchó al norte con parte de su ejército para hacerse con la regencia del condado, pero él también fue capturado por un contingente musulmán Ortóquida mientras recorría las fronteras de Edesa en 1123. Ambos, Balduino II y Joscelino I estuvieron cautivos. Eustaquío de Grenier, condestable de Jerusalén al servicio de Balduino II, ejerció como regente en Jerusalén en lugar de Balduino y organizando las restantes tropas de Jerusalén, derrotó a una invasión egipcia que pretendía invadir el reino en ausencia del soberano capturado.

Balduino II solicitó auxilio al papa en turno Calixto II en su situación. Entre 1122 y 1124 una flota de la República de Venecia, conformada por sus habitantes, lanzó una cruzada en apoyo al reino de Jerusalén y los estados cruzados conocida como la «Cruzada Veneciana», conformada por una flota de 120 barcos y 15,000 hombres. El papa Calixto logró enviar un mensaje a esta flota para que liberaran a Balduino II mientras atacaban la ciudad de Corfú del reino Bizantino. La flota partió hacia Tierra Santa y en su arribo en Acre combatieron contra una flota fatimí en la costa frente a la ciudad de Ascalón. La flota veneciana derrotó a la escuadra fatimí.
Sin embargo, Balduino y Joscelino lograron escapar de su cautiverio con la ayuda de un grupo de armenios en el año 1124, quienes disfrazados de comerciantes se infiltraron en la fortaleza donde los caballeros estaban retenidos, mataron a los guardias y liberaron a los prisioneros. Ese mismo año de 1124 d.C. Ponce de Trípoli y Balduino II asediaron Tiro con ayuda de la flota veneciana y lograrían la captura de la ciudad. Este hecho supondría el establecimiento de los venecianos y sus colonias mercantiles italianas en las ciudades costeras de Tierra Santa. Estas ciudades obtendrían autonomía y estarían libres de impuestos y obligaciones militares.
En 1125 los selyúcidas pusieron asedio a la ciudad de Azaz en territorio de Edesa. Balduino II reunió a los caballeros de los cuatro territorios cruzados y se enfrentó a los selyúcidas el 11 de junio de 1125 en la batalla de Azaz. En la contienda apoyaron Ponce de Trípoli y Joscelino I de Edesa. Aunque el ejército selyúcida contaba con mayores efectivos, los cruzados consiguieron la victoria al derrotar a las fuerzas musulmanas en la llanura frente a la ciudad de Azaz y recuperaron a la vez la influencia que habían perdido después de la batalla de Ager Sanguinis en 1119 d.C.
Al año siguiente de 1126 Bohemundo II tomaría la corona del Principado al alcanzar la mayoría de edad y tomó por esposa a Alicia, segunda hija del rey Balduino II de Jerusalén y su esposa la reina Morfia de Melitene. A partir de 1127 Bohemundo II realizó ataques y campañas de guerra contra Siria; pero entraría en conflicto con su antiguo vasallo Joscelino I de Courtenay (quien desde 1118 había obtenido el control del Condado de Edesa) lo que enemistaría a Antioquía con Edesa. La causa fue la reclamación y disputa de ciertos territorios que Roger de Salerno, cuando en vida fue regente de Antioquía debido a que Bohemundo II era todavía un niño, había prometido a Joscelino I de Courtenay como compensación. Bohemundo II, al alcanzar la mayoría de edad y obtener la corona del Principado de Antioquía, se negó a entregar tales territorios prometidos a Joscelino I por su antiguo protector, por lo que Joscelino I formó alianzas con los musulmanes para atacar Antioquía, justo cuando entre 1127 y 1128 Zengi consolidaba su poder en el territorio sirio entre Alepo o Mosul.
La disputa entre Edesa y Antioquía se resolvió y Bohemundo II atacaría Damasco junto con el rey Balduino II de Jerusalén; pero los cruzados fueron derrotados por los musulmanes. Al mismo tiempo el Principado de Antioquía entró en conflicto con el reino Armenio de Cilicia por una reclamación de territorios del norte. El rey armenio, León I de Cilicia, tomó alianzas con los musulmanes danisméndidas en Anatolia y en el año de 1130 atacaron en una emboscada al ejército de Antioquía donde Bohemundo II perdería la vida. Constanza de Antioquía de cuatro años de edad, era la hija única de Bohemundo II y su esposa Alicia de Antioquía. Alicia de Antioquía era la segunda hija de Balduino II. Constanza heredaría el trono bajo la regencia de su abuelo Balduino II de Jerusalén quien tomaba el control del Principado de Antioquía entre 1130 y 1131 y posteriormente bajo la regencia del rey Fulco I de Jerusalén entre 1131 y 1136.
Alicia no deseaba el principado para su hija, prefiriendo ella misma obtener la corona. Intentó aliarse con Zengi, ofreciéndole a su hija Constanza como su esposa; pero su padre el rey Balduino II de Jerusalén se enteró del plan de su hija y marchó a la ciudad de Antioquía con sus tropas junto con Joscelino I de Edesa y Fulco V de Anjou; este último su cuñado, quien se había casado con la hija primogénita de Balduino II: Melisenda I de Jerusalén, hermana de Alicia. Balduino II alcanzó la ciudad de Antioquía y exilió a su hija Alicia del reino tomando la regencia del Principado. Alicia rogaría clemencia a su padre logrando reconciliarse con este. Sin embargo, Balduino II fallecería en 1131; al igual que Joscelino I de Edesa ese mismo año debido a las heridas sufridas en un asedio al castillo al norte de Alepo, sucediéndole su hijo Joscelino II en el condado de Edesa. Joscelino II reinó desde Turbessel dejando una pequeña guarnición en Edesa.

Fulco V de Anjou, también conocido como Fulco I de Jerusalén, casado con Melisenda, la reina heredera de su padre Balduino II, tomó las riendas del reino de Jerusalén junto a su esposa y con ello la regencia de Antioquía tras la muerte de Balduino II en 1131. Fulco I de Jerusalén era hijo de Fulco IV de Anjou y Bertrada de Montfort en Francia. Había heredado el condado de Anjou a la muerte de su padre en 1109 d.C. y marchó en una expedición a Tierra Santa en el año 1120 d.C. haciendo amistad con los Caballeros Templarios. Balduino II, que carecía de hijos barones, le ofreció a su hija Melisenda como esposa por ser un rico cruzado y experto militar. Fulco condicionó el matrimonio siempre y cuando recibiera la corregencia del reino de Jerusalén junto con Melisenda, a lo cual Balduino II aceptó.
Hacia 1135 Alicia de Antioquía, viuda de Bohemundo II, intentó nuevamente tomar el control del principado pretendiendo casar a su hija con el cuarto hijo del emperador Alejo I Comneno: Manuel I Comneno, (quien en el futuro sería el emperador del Imperio bizantino). Fulco de Jerusalén, al enterarse de sus propósitos, la expulsó una vez más y se restableció en la regencia de Constanza. Hacia 1136 Constanza, siendo una niña de diez años, se casó con Raimundo de Poitiers. Constanza y Raimundo engendrarían posteriormente a tres hijos: Bohemundo III de Antioquía, quien sería conocido como “El Niño” o “el Tartamudo”, María de Poitiers o María de Antioquía y Felipa de Antioquía.
Raimundo era un aristócrata medieval franco a quien los nobles de Antioquía, partidarios de la regencia de Jerusalén por parte de Fulco, habían llamado en secreto desde Europa ofreciéndole matrimonio con Constanza. Como nuevo príncipe de Antioquía entró en conflicto a partir de 1136 con el emperador Bizantino Juan II Comneno, quien atacó el reino armenio de Cilicia y exigir sus derechos sobre Antioquía.
Al mismo tiempo Zengi aumentó su poder y atacó en 1137 el castillo de Montferrant en Trípoli, tomando la fortaleza y asesinando a Ponce de Trípoli en la batalla. Raimundo II de Trípoli, hijo de Ponce, se convirtió en su sucesor ese mismo año de 1137. Zengi atacó nuevamente Trípoli con un asedio al castillo de Baarin 1137 tomando como prisionero a Raimundo II. La guarnición establecería un intercambio con Zengi cediendo la fortaleza a cambio de la liberación del conde Raimundo II. Zengi aceptó.
La situación de Tierra Santa se tornaba desventajosa para los reinos cruzados. Raimundo de Poitiers rindió homenaje al Emperador Juan II Comneno quien a su vez prometió un nuevo feudo a Raimundo justo cuando El Imperio Bizantino emprendió una campaña contra los musulmanes en 1138 exigiendo como condición el apoyo del Principado de Antioquía. Esta expedición de Bizancio fue apoyada débilmente por Antioquía, ya que Raimundo de Poitiers temía perder su principado. Esta campaña bizantina fue además apoyada por Joscelino II de Edesa, quien había formado alianzas con Juan II Comneno y Fulco I de Jerusalén en busca de seguridad para Edesa. La expedición de Bizancio atacó a Alepo, ciudad liderada por el atabeg Zengi. Este último derrotó al ejército de Bizancio y a los cruzados durante el asedio a la ciudad; por lo que Juan II Comneno retornó a Constantinopla derrotado. Zengi al mismo tiempo aumentó su influencia y poder en el territorio del norte de Siria.
Posteriormente el emperador Juan II exigiría el vasallaje de Raimundo de Poitiers en 1142 d.C. a lo cual Raimundo se negó como excusa que no había recibido el feudo prometido por el emperador bizantino. Juan II como represalia asoló con sus ejércitos el territorio de Antioquía; pero no logró derrocar a Raimundo de Antioquia.
Durante 1142 Raimundo II de Trípoli, frente a los últimos acontecimientos de su condado frente a los musulmanes, permitió estratégicamente el establecimiento de la Orden de los Caballeros del Hospital en el condado de Trípoli, donándoles una antigua fortaleza kurda en la ruta hacia Damasco, la que los Caballeros Hospitalarios reconstruirían dando forma al castillo de Crac des Chevaliers o el Krak de Los Caballeros Hospitalarios; además, Raimundo II donó a la orden otros castillos más pequeños y territorios fronterizos. En este punto los Caballeros Hospitalarios fueron virtualmente independientes del condado de Trípoli y fueron responsables de la protección de sus fronteras, muchas veces atacadas por los musulmanes de Damasco y por las fuerzas de Zengi.

En 1143 d.C. el emperador Juan II Comneno fallecería producto de un accidente con una flecha durante una cacería, sucediéndole su cuarto hijo Manuel I Comneno. Raimundo de Poitiers exigió al nuevo emperador bizantino Manuel ciertos territorios de la Cilicia armenia que habían pertenecido a Antioquia anteriormente. Manuel accedió exigiendo el vasallaje de Raimundo en una visita de este último a Constantinopla, pasando el Principado de Antioquía a ser un reino vasallo de Bizancio. Este mismo año de 1143 d.C. Fulco I de Jerusalén fallecería en un accidente de cacería.
Con la muerte del emperador bizantino Juan II y el rey Fulco I de Jerusalén, Joscelino II de Edesa se había quedado sin aliados, tornándose en una difícil situación para Edesa. Al año siguiente de 1144 d.C. Zengi invadió el condado y tomó la ciudad de Edesa, hecho que desencadenaría el llamado a una Segunda Cruzada por Occidente. A Fulco I le sucedió su hijo Balduino III, pero solo contaba con trece años de edad por lo que tomó la regencia del reino junto a su madre Melisenda, hija de Balduino II. En 1146 Zengi sería asesinado y su hijo Nur al-Din, que seguiría las políticas de su padre, tomaría su lugar.
La Segunda Cruzada y los primeros llamados en Francia.
El papa en turno: Eugenio III, frente a los acontecimientos de la caída de Edesa, hizo el llamado a la cristiandad para la recuperación del Condado a través de una nueva expedición armada o Segunda Cruzada. La Iglesia Cristiana de Occidente sabía de la precaria situación de los reinos cristianos, rodeados por los reinos musulmanes los cuáles tenían mayor territorio, además de superar en efectivos a las escazas tropas de los cruzados en Tierra Santa, así como la dificultad para ayudar a los reinos latinos de Ultramar, debido a las continuas luchas entre los reyes europeos y con ello la dificultad de la movilización de tropas de refuerzo y el costo de una expedición. La caída de Edesa supuso por lo tanto un aviso de los acontecimientos del futuro si no se actuaba con rapidez.
Doce meses después del evento y con la noticia recorriendo las ciudades y pueblos de Europa, Luis VII, rey de Francia, hizo públicos sus planes de liberar el reino de Edesa en la Navidad del año 1145, convocando una asamblea en la ciudad de Vézelay para la siguiente pascua (Semana Santa) del 31 de marzo de 1146. Bernardo de Claraval, famoso teólogo y monje cisterciense, apoyó la causa de Luis VII. El 31 de marzo de 1146, una amplia concurrencia se presentó en las afueras de Vézélay frente a un púlpito para escuchar al monje cisterciense.

Bernardo, desde el púlpito, realizaría el llamado a los hombres cristianos a tomar la cruz y liberar la ciudad de Edesa, la protección de las tierras y propiedades de los nobles y caballeros participantes de la expedición junto a un sermón sobre los peligros que amenazaban los territorios cristianos. El discurso de Bernardo resultó convincente para los congregados, incluyendo al mismo rey Luis VII, la nobleza y los caballeros con la promesa del «perdón de los pecados» y el tránsito automático al cielo de sus participantes.
Bernardo predicó la nueva cruzada en Alemania en la Dieta de Speyer en el 25 de diciembre de 1146 frente a una concurrencia celebrada en la catedral de la ciudad. Conrado de Hohenstaufen, rey germano, y sus nobles se unirían a la expedición con sus ejércitos. La noticia alcanzó Inglaterra donde muchos barones ingleses de origen normando decidieron liberar Tierra Santa ante el llamado del Papa y los discursos de Bernardo de Claraval.
Entre los participantes ingleses estaban el obispo de Chester: Rogelio Clinton; también Enrique de Glanville liderando un contingente de Norfolk y Suffolk; Simón de Dover liderando un ejército de Kent; el Maestro Andrés a cargo de un contingente de Londres; los hermanos Guillermo Veal y Radulfo Veal dirigiendo un ejército de Southampton. Los ingleses emprendieron la cruzada por medio de la ruta marítima hacia la península ibérica con el objetivo de penetrar el Mediterráneo.
Sin embargo, en el trayecto de 1147 los navíos ingleses fueron sorprendidos por una tormenta mientras bordeaban la península ibérica, lo que les obligó a buscar refugio en tierras portuguesas de Oporto, cuyo conde, Alfonso Henriques, deseaba extender los dominios de su reino frente a los musulmanes del sur de la península.
El obispo de Oporto pidió a los ingleses batallar por el reino de Portugal y Granville influyó sobre el ejército inglés para apoyar el reino portugués en la búsqueda de tierras y botín.
La flota inglesa junto con los soldados portugueses de Alfonso Henriques, atacaron la ciudad costera de Lisboa defendida por musulmanes estableciendo un asedio que duró cuatro meses hasta que los ingleses conquistaron la ciudad, radicándose aquellos británicos en los territorios circundantes, mientras que otros ingleses prosiguieron con la cruzada.
Rumbo a Tierra Santa. La fallida ruta de los cruzados germanos y franceses.
Para entonces, desde mediados de mayo de 1147 d.C. el ejército alemán comandado por el monarca Conrado partió desde tierras germanas avanzando hacia el sur de Europa con un aproximado de 20,000 efectivos. Con muchos de estos dedicándose al saqueo en su camino. Conrado de Hohenstaufen era acompañado por su sobrino Federico Hohenstaufen, el futuro emperador de Alemania que sería conocido como: «Federico Barbarroja». El grueso del ejército alcanzó posteriormente los límites del Imperio Bizantino en la región de Bulgaria, en aquella época, provincia de Bizancio
El emperador Manuel, receloso con los cruzados occidentales, ordenaría una escolta de soldados bizantinos sobre el ejército germánico. El trayecto por Bizancio resultó en incendios y disturbios provocados por los cruzados en poblaciones en su camino. El ejército llegó a Constantinopla tiempo después y el emperador Manuel acogió con frialdad al ejército cruzado. Conrado prosiguió la marcha.
El 15 de octubre de 1147 los alemanes cruzados alcanzaron la ciudad de Nicea listos para la siguiente etapa del viaje hacia Edesa. El emperador Manuel había aconsejado que toda la fuerza expedicionaria tomara la ruta de la costa de Anatolia; pero Conrado desatendió el consejo y, paradójicamente, dividió su ejército en dos fuerzas expedicionarias; una de estas, guiada por el mismo monarca germano, decidió seguir el camino sureste sobre Anatolia, es decir, la misma ruta que antaño los cruzados habían utilizado en la Primera Cruzada, buscando atacar esta ocasión la ciudad de Iconio, capital del reino selyúcida de Rum. El otro contingente alemán fue liderado por el obispo Otto de Freising tomó la ruta del mediterráneo.
El 25 de octubre de 1147, el ejército de Conrado alcanzaba las inmediaciones de Dorilea, escenario de la primera victoria de los cristianos de la Primera Cruzada. En este punto tomaron un descanso pero fueron atacados por los turcos selyúcidas en la región de Dorilea. El ejército germano fue diezmado y Conrado ordenó una lenta retirada de regreso a Constantinopla. En su escapatoria el ejército cruzado fue diariamente hostigado por los turcos, que atacaron a los rezagados y vencieron a la retaguardia germana ocasionando numerosas bajas y los sobrevivientes fueron convertidos en esclavos. Conrado fue herido durante la retirada rumbo a Nicea donde tomó refugio.
Los cruzados franceses habían partido hacia el 8 de junio de 1147 desde la ciudad de Metz. Alcanzando Constantinopla a mediados de octubre de 1147 donde Luis sería bien recibido por el emperador.
Para este tiempo el Manuel había detenido sus ataques contra el Sultanato de Rum de los selyúcidas; hecho que molestó a los cruzados franceses, que consideraron la tregua como una traición. Desde Constantinopla los cruzados franceses pasarían a Nicea donde encontraron los restos del ejército germano de Conrado, quien con sus escazas tropas se unieron a las fuerzas de Luis VII. Las tropas cruzadas siguieron la ruta tomada por Otto de Freising en la costa mediterránea y llegaron a Éfeso en diciembre de 1147, desde donde supieron que los turcos se preparaban para atacarles. Al mismo tiempo, Conrado había enfermado progresivamente de gravedad por las lesiones recibidas en Dorilea. El emperador Manuel mandó una expedición para buscarlo y trasladarlo a la ciudad de Constantinopla para su tratamiento. En los inicios de 1148 la fuerza de cruzados liderada por Otto de Freising fue aniquilada por los turcos selyúcidas cerca de Laodicea. Solo un grupo de sobrevivientes, entre ellos Otto, lograrían alcanzar Jerusalén. Y en enero de 1148 d.C. el ejército francés sería atacado por los selyúcidas tras la derrota de los cruzados de Otto de Freising en la zona. Aún así, el contingente francés alcanzó el puerto de la ciudad de Antalya desde donde Luis VII y su familia viajaron a Antioquía, mientras que el resto del ejército marchó por tierra.
En Antioquía fueron recibidos por Raimundo de Poitiers (Raimundo I de Antioquía), tío de Leonor de Aquitania. El principado mantenía duros conflictos con los musulmanes de Alepo bajo el mandato de Nur Al-Din, temido tanto por los cristianos como por los musulmanes de Damasco. Una vez que el resto del ejército cruzado alcanzó Antioquía, Raimundo solicitó el apoyo militar de los cruzados contra Alepo; mientras que el exiliado Joscelino de Edesa, clamaba por la liberación del condado de Edesa.
Leonor de Aquitania sugirió a su esposo Luis VII, defender la causa de la protección del reino de Antioquía y luchar contra Nur al-Din y la amenaza que implicaba Alepo en favor de su tío; sin embargo, una embajada de Jerusalén encabezada por el patriarca Fulco, llegó a Antioquía solicitando la ayuda de Luis VII para auxiliar al reino de Jerusalén y no al Principado de Antioquía. Luis VII optó por auxiliar a Jerusalén. La reina Leonor, enfadada por la decisión de su esposo, optó por no abandonar Antioquía amenazando en solicitar su divorcio con Luis VII ante Roma, porque no apoyaría a su tío Raimundo. Luis VII, como reacción, arrastraría a su esposa a la fuerza alejándola del palacio de Raimundo, abandonando Antioquía con sus tropas rumbo a Jerusalén. Según las fuentes de la época, la búsqueda del apoyo de Leonor hacia su tío se debía a que ambos mantenían una relación sentimental incestuosa, hecho que no agradó a Luis VII que condujo a su negativa de prestar ayuda a Raimundo I de Antioquía.
El Desastre del asedio de Damasco.
El 24 de junio de 1148 aconteció en la ciudad de Acre un Gran Consejo de los máximos dirigentes de los reinos cruzados y la nobleza, precedido por la reina Melisenda de Jerusalén y su belicoso hijo Balduino III. Al Consejo se unió Conrado y su sobrino Federico, el rey Luis VII, el Gran Maestre de los Caballeros Templarios: Robert de Craon, el Gran Maestre de los caballeros hospitalarios: Raimundo del Puy de Provence. La nobleza cristiana decidió atacar Damasco. Parte de la decisión provino de los intereses del rey Balduino III de Jerusalén y los caballeros Templarios por conquistar Damasco; ya que el rey deseaba quitarse la amenaza de Damasco sobre el reino y los caballeros del temple deseaban una expansión hacia el este. Raimundo de Antioquía y Joscelino de Edesa, quienes no se habían presentado al Consejo celebrado, se negaron a participar de la campaña de guerra.

En julio de 1148, después de la Asamblea de Guerra en Acre, el ejército del reino de Jerusalén al mando de Baulduino III se unirían a los ejércitos de Conrado de Alemania y Luis VII de Francia iniciando la guerra contra Damasco, marchando hacia la ciudad para alcanzar las murallas y los huertos alrededor de la ciudad hacia el 24 de julio de 1148.
Los cruzados obligaron al contingente musulmán defensor de la ciudad a replegarse tras sus murallas y librando fieros combates en los jardines alrededor de la misma. El Emir de Damasco, desesperado frente al avance de los cruzados, pidió auxilio a Nur Al-Din en Alepo. Este aceptó la propuesta de Damasco poniendo como condición la completa sumisión de la ciudad a su mandato. Damasco aceptó. Nur al-Din envió una tropa de avanzada mientras preparaba al resto de su ejército. El primer grupo de efectivos de Alepo llegó a Damasco e ingresaron a la ciudad en un sector que los cristianos no habían alcanzado a rodear en su asedio; ya que los efectivos cristianos eran insuficientes para envolver la ciudad por completo.
En los próximos días, en una asamblea de guerra, los ejércitos cristianos decidieron desplegar sus tropas en la llanura al este de la ciudad. Muchos cruzados hicieron notar que esta era una mala decisión; ya que implicaba alejarse de una buena parte del sector de las murallas de la ciudad y daba al enemigo un lugar de mayor maniobrabilidad al momento de enviar un ejército en su contra que emergiera de la ciudad. Al mismo tiempo, entre las rivalidades y desacuerdos entre los cruzados, muchos cristianos sospecharon que aquella decisión correspondía a una maniobra de traición por los nobles locales y atribuían el mal consejo a una conspiración al haber sido sobornados por el Emir de Damasco. Los cristianos locales, por el contrario, argumentaban que serían afectados tras una eventual conquista de Damasco debido a que la ciudad sería entregada a los cristianos recién llegados.

Todas estas opiniones condujeron a una división del ejército cruzado. La situación se empeoró cuando en el campamento de asedio de los cristianos llegó la noticia que el ejército de Alepo, comandado por Nur al-Din en persona, venía en ayuda a Damasco.
La noticia del avance del ejército de Alepo había hecho recapacitar tarde a los cruzados, pues estos se dieron cuenta que Nur al-Din ganaba en su ayuda a Damasco no solamente la sumisión de todo un reino musulmán, sino que además expandía sus fronteras y consolidaba e incrementaba su hegemonía frente a los estados cristianos.
Conrado de Hohenstaufen y Luis VII de Francia, viéndose sin un verdadero apoyo local por los nobles de Jerusalén, sin una sola voz de mando, sin efectivos suficientes para combatir al ejército de Nur al-Din y sin contar con refuerzos y suministros desde el exterior, se vieron incapaces de prolongar un asedio y luchar contra un contingente enemigo al mismo tiempo, por lo que acordaron capitular la cruzada y ordenaron la deshonrosa retirada.
Conrado de Alemania abandonó Tierra Santa, antes que Luis VII, desde el puerto de Acre en septiembre de 1149 rumbo a Salónica donde encontró una delegación del emperador Manuel para invitarlo a pasar la Navidad en Constantinopla como huésped. El rey germano aceptaría la invitación del monarca Bizantino recordando la hospitalidad mostrada por este durante su enfermedad. En su estancia en Constantinopla, ambos monarcas alcanzaron acuerdos, entre estos, un matrimonio entre el hermano de Conrado, Enrique de Austria, con la sobrina de Manuel, Teodora; acontecimiento que selló una alianza entre el rey germano y Bizancio, además de formar una alianza para rivalizar contra: Roger II de Sicilia; este último era enemigo de las pretensiones de Conrado y en especial de Manuel I Comneno, tras haberle arrebatado a Bizancio el antiguo dominio de la isla de Sicilia. Ambos emperadores acordaron el inicio de una campaña de guerra contra Roger. Conrado retornaría a Alemania en 1149.
Luis VII se alojó en Jerusalén y durante el mes de julio de 1149 partió rumbo a Europa. En octubre de 1149, de camino a Francia, Luis VII y Leonor de Aquitania fueron recibidos por el Papa Eugenio en su palacio en el sur de Roma, donde negó el divorcio pretendido por Leonor. En noviembre de 1149 Luis VII arribó a Francia donde fueron recibidos con una ceremonia triunfal, pese a que los más más altos dirigentes entre nobles y prelados del reino y el resto de Europa, culpaban del fracaso de la cruzada al mismo Luis VII, otros a la reina Leonor y otros más al imperio Bizantino y al emperador Manuel por un supuesto sabotaje bizantino contra Occidente.
La derrota de los cruzados, en esta expedición, tuvo por causa el mal liderazgo en una falta de previsión frente a los ejércitos musulmanes, un exceso de confianza de los cruzados, la carencia de preparación estratégica de las tropas, la continua toma de malas decisiones y la superposición de los intereses, las rivalidades y la desconfianza sobre un bien común, así como el rechazo de los peregrinos europeos y los reinos cristianos locales a formalizar un tratado de paz de Damasco con para enfrentar a Nur al-Din. Una supuesta alianza entre Damasco y los reinos cristianos contra Alepo y Mosul, evidentemente no hubiera detenido la progresiva expansión musulmana; no obstante, hubiera dado un período de paz a los reinos cruzados, al menos por una década más, lo que podría haber permitido una recomposición y mejor organización de sus fuerzas.
El Destino de los Estados Cruzados tras la Segunda Cruzada.
Tras la retirada de los ejércitos cruzados de Tierra Santa, los estados latinos aguardaron en un estado de incertidumbre. Tras la muerte del rey Fulco I de Jerusalén, la regencia del reino pasó a su esposa Melisenda y su hijo Balduino III, en un poder compartido. La reina Melisenda había nombrado al condestable Manasés como regente. Tanto la reina como Manasés siempre abogaron para que la cruzada fuese dirigida a Alepo y no a Damasco, debiendo conservar con esta última ciudad una alianza para hacer frente a Nur al-Din en el norte.
Raimundo de Antioquía había quedado sin apoyos para su causa. Turbessel, ciudad fortificada desde donde Joscelino II de Edesa reinaba y último enclave del reino de Edesa, cayó en 1149 por las fuerzas de Nur al-Din. Joscelino II fue hecho prisionero y murió cautivo tras diez años en Alepo en 1159. Su esposa, Beatriz de Saone, se refugiaría con sus hijos: Ines de Courtenay y Joscelino III en el reino de Jerusalén tras 1149. En junio de ese mismo año de 1149, durante una expedición contra Nur al-Din, Raimundo falleció en la batalla de Inab, dejando a Constanza viuda. Balduino III de Jerusalén se convirtió en el regente de Constanza, hasta que en 1153 d.C., esta se casó con Reinaldo de Chatillon, quien era un noble ambicioso de origen francés de Champaña que había participado en la Segunda Cruzada y tras el fracaso de la misma permaneció en Tierra Santa donde conoció a Constanza de Antioquía, la heredera del principado, tomándola como esposa sin el permiso de Balduino III y convirtiéndose en Príncipe de Antioquía; situación que no gustó a Balduino y la nobleza local pues consideraba a Reinaldo de Chatillon como un hombre de linaje inferior.
Melisenda tomó el poder de Jerusalén y Balduino III en su mayoría de edad se lo arrebató con el enfrentamiento de los partidarios entre ambos en 1153. Se alcanzó un acuerdo en el cual el reino de Jerusalén quedaba dividido en dos regiones, donde Balduino regiría el norte desde Acre y su madre Melisenda dominaría el sur desde Jerusalén. Sin embargo, Balduino invadió Jerusalén desencadenando una guerra civil y derrotó con sus tropas a Manasés y a su madre tomando el control del reino. Paradójicamente, volvería a elegir como regente a su madre tiempo después.
Balduino III conquistó la ciudad de Ascalón en 1153 d.C., última fortaleza de los musulmanes fatimíes en la costa. La situación de los estados cruzados empeoraba cada día: al mismo tiempo Nur al-Din conquistaba Damasco el mismo año de 1153 unificando toda Siria bajo su mando.

En 1156 Reinaldo de Chatillon atacó la isla de Chipre, que era parte de Bizancio, por medio de una violenta incursión en la población local como excusa que el emperador bizantino Manuel I Comneno le debía el dinero de un subsidio que Bizancio otorgaba a Antioquía. Para financiar la expedición torturó al patriarca latino de Antioquía para que le otorgara el dinero necesario. Reinaldo tomó un gran botín de la isla. El emperador bizantino como respuesta atacó ese mismo año de 1156 d.C. el principado de Antioquía y sometió a Reinaldo de Chatillon obligándolo a marchar descalzo y andrajoso públicamente para que le pidiera el perdón y postrarse ante él. Manuel le obligó además a pagar un fuerte tributo y a aceptar un Patriarca griego en Antioquía.
Hacia 1160 Reinaldo realizó una expedición de saqueo a campesinos sirios y fue capturado por una tropa de musulmanes de Nur al-Din siendo confinado en Alepo donde pasaría cautivo hasta el pago de un rescate durante 17 años.
Balduino III buscó la formación de alianzas con el Imperio Bizantino tomando como esposa a Teodora Comneno, sobrina del emperador Manuel I Comneno. La reina Melisenda falleció en 1161 y al año siguiente de 1162 murió Balduino III sin descendencia, por lo que el reino fue heredado a Amalarico I, segundo hijo de Melisenda y Fulco I de Jerusalén y hermano de Balduino III. En este tiempo, en 1159 falleció la esposa del emperador bizantino Manuel I Comneno, Bertha de Sulzbach de origen germano, también conocida como Irene; por lo que el emperador buscó una nueva esposa en los reinos cruzados, tomando nupcias en 1161 con María de Antioquía, segunda hija de Constanza de Antioquía y el difunto Raimundo de Poitiers. Este matrimonio ofreció la alianza entre Bizancio y el Principado de Antioquía. Del matrimonio entre María y Manuel I nacería el futuro emperador bizantino: Alejo II Comneno.
Amalarico I previamente se había casado con Inés de Courtenay en 1157, hija del fallecido Joscelino II de Edesa. Ambos tuvieron a dos hijos: Sibila de Jerusalén y Balduino IV. Amalarico tuvo que acceder al trono divorciándose de Ines en 1162 d.C. debido a que el matrimonio era invalidado por la Iglesia y la nobleza por supuesta consanguinidad entre ambos; pero se estableció que Sibila y Balduino IV eran hijos legítimos; mientras en el norte, los nobles de Antioquía conspirarían para derrocar a Constanza de Antioquia; pero su hijo Bohemundo III de Antioquia accedería al trono en 1163 tomando el control de Antioquia. Inés de Courtenay se casaría en 1163 con Hugo de Ibelín. Este último era hijo de: Barisán de Ibelín o Balián de Ibelín “el Viejo”, antiguo cruzado dueño del señorío de Ramla, condestable del condado de Jaffa y Ascalón y dueño del castillo de Ibelín ubicado entre Acalón y Jaffa. Barisán se casó con una noble llamada Helvis, junto a esta engendraron: a Hugo de Ibelín, Balduino de Ibelín, Balián de Ibelín “el Joven” y a sus hermanas: Hermengarda y Estefanía. Barisán de Ibelín estuvo presente en el concilio de Acre de la segunda cruzada y falleció en 1150, heredando su feudo Hugo de Ibelín. Hugo apoyaría a Amalarico I en las campañas contra Egipto. Hugo de Ibelín fallecería en 1170 en una peregrinación en Santiago de Compostela, heredaría el feudo su hermano Balduino de Ibelín. Este último se quedaría con Ramla y donaría el castillo de Ibelín a su hermano menor Balián de Ibelín.
El Califato Fatimí, con su sede en Egipto, estaba en crisis desde mediados del siglo XII; ya que era amenazado por los cruzados que habían ocupado Ascalón, presionados por los bizantinos y manteniendo una guerra civil entre diversas facciones dirigidas por aspirantes al cargo de visir.
Amalarico I atacó Egipto a través de varias campañas de guerra entre 1163 y 1167 obteniendo tributos aprovechando las luchas internas de los fatimíes; pero no pudo concretar la conquista de Egipto debido a que Nur al-Din iniciaba sus ataques en el norte del reino, presionando al reino de Jerusalén aprovechando la ausencia de sus tropas. En 1163 Nur al-Din invadió Trípoli, pero fue derrotado en el valle de Al – Buqaia (sitio a unos cuantos kilómetros del Krak de Los Caballeros Hospitalarios) por un grupo de Caballeros Templarios, Hospitalarios, un nutrido contingente de cruzados peregrinos provenientes de Francia y tropas de Bizancio. En esta batalla el mismo Nur al-Din estuvo a punto de perder la vida. Al año siguiente en 1164 avanzó con sus fuerzas para asediar el castillo de Harenc (Harem), aconteciendo la Batalla de Harenc de 1164, donde el ejército de Nur al-Din derrotó a un contingente combinado de Trípoli y Antioquía dirigido por Raimundo III de Trípoli y Bohemundo III de Antioquia apoyados por Joscelino III de Edesa. Estos tres, junto a cientos de cruzados fueron hechos prisioneros y llevados a Alepo.
Raimundo III pasaría prisionero 10 años en Alepo hasta que pidió dinero prestado a los Caballeros Hospitalarios por su liberación. Durante su cautiverio Amalarico I de Jerusalén tomó la regencia del condado de Trípoli. Bohemundo III sería liberado por Nur al-Din, debido a que no quería entrar en conflicto con Bizancio dado que la hermana de Bohemundo III era esposa del emperador bizantino. Joscelino III de Edesa sería liberado hasta que su hermana pagara un rescate doce años después en 1176 por su hermana: Ines de Courtenay.
Shirku y Saladino contra los Estados Cruzados. La secta de la Asesinos.
Desde 1163, el visir de Egipto, Shawar, había sido expulsado del país por su rival llamado: Dirgham. Shawar pidió ayuda militar a Nur al-Din, quien no deseaba enviar sus tropas para defender a los fatimíes de Egipto, pero Shirkuh, general Kurdo bajo su mando, le convenció para intervenir, por lo que Nur al-Din en 1164 le encomendó a Shirkuh un ejército para ayudar a Shawar. En ayuda de Shirkuh marchaba su sobrino: Saladino, quien contaba con 26 años de edad. Saladino o Al-Nasir Ṣalaḥ ad-Din Yusuf ibn Ayyub,era el hijo de Najm ad-Din Ayyub, el cuál junto a su hermano Asad al-Din Shirkuh, tío de Saladino, habían entrado al servicio militar de Zengi. Al morir Zengi, apoyaron a su hijo aspirante al trono: Nur al-Din, quien al tomar el poder los recompensó por sus servicios; el padre de Saladino recibió el gobierno de la localidad de Baalbek y el tío de Saladino, Shirkuh, obtuvo el puesto de comandante del ejército. Saladino había tomado la carrera militar al servicio de su tío.
Shirkuh, puso a Shawar como visir nuevamente en 1164 al derrotar a la facción fatimí enemiga. Shawar reclamó entonces la retirada del ejército de Shirkuh a cambio de treinta mil dinares, pero recibió una negativa de Shirkuh; ya que Nur al-Din deseaba ahora que sus tropas permanecieran en el país. Shawar, consternado, buscó entonces el apoyo del rey de Jerusalén, Amalarico I. El rey de Jerusalén avanzó sobre Egipto con su ejército y atacó a las tropas de Shirku; pero Nur al-Din atacó a los reinos cruzados del Principado de Antioquía y el Condado de Trípoli, derrotando al ejército cruzado y tomando a Raimundo III y a Bohemundo III como prisionero en agosto de 1164 en la Batalla de la fortaleza de Harenc, siendo llevado a Alepo junto con Joscelino III de Edesa quien había participado también en la contienda. Sin embargo, Nur al-Din liberó a Bohemundo III de Antioquía tras la batalla, debido a que no quería tener problemas con el Imperio Bizantino del cual Antioquía debía vasallaje. Amalarico I tuvo que regresar a Jerusalén, no sin antes firmar un acuerdo de paz con Shirku y ambos ejércitos, cristiano y musulmán, abandonaron Egipto.
Posteriormente, Shawar establecería un pacto de colaboración con Amalarico; hecho que hizo a Nur al-Din atacar el califato egipcio en 1167 con tropas desde Damasco. Amalarico y su ejército avanzaron en ayuda de Egipto ese mismo año, pero fueron derrotados por Shirku con ayuda de Saladino donde este último destacaría como comandante. Shirku tomó Alejandría entregándola al mando de Saladino. Shirku atacó el Alto Egipto; y los francos junto con aliados egipcios atacaron Alejandría con Saladino en su defensa. Shirku retornó y firmó un acuerdo de paz con Amalarico y ambos ejércitos se retiraron nuevamente de Egipto.
Amalarico se casó con María Comneno, bisnieta del emperador Manuel I Comneno, en 1167 sin poder tener el control del reino de Antioquía que estuvo bajo la influencia de Bizancio. Con María tuvo dos hijas: Isabel y María. También en este tiempo Amalarico encargó a Guillermo de Tiro, arzobispo de Tiro e historiador de las cruzadas, la redacción de la historia del reino ese mismo año de 1167 d.C.
Amalarico emprendió una campaña contra Egipto pero sus fuerzas fueron derrotadas por Shirku. Este último conquistó la ciudad de Alejandría y le dio el mando de la misma a su sobrino Saladino. En 1168 d.C. Amalarico I formó una alianza con Bizancio para atacar Egipto. Los Caballeros Hospitalarios apoyaron la campaña; pero los Caballeros Templarios rechazaron su participación. Ambas órdenes tenían fuerte presencia en Tierra Santa al grado de tener rivalidades entre sí. Amalarico I atacó El cairo sin esperar los refuerzos bizantinos. Shawar pidió ayuda a Nur al-Din. Los cruzados no obtuvieron resultados ya que los habitantes de el Cairo dieron fuego a la ciudad prefiriendo quemarla antes de entregarla a los cruzados y a que Nur al-Din había enviado refuerzos a Egipto obligando a Amalarico a retirarse en enero de 1169 d.C. Shawar fue ejecutado por Saladino ese mismo mes. Shirku tomó posesión de Egipto; convirtiéndose en el sultán siendo a la vez general de Nur al-Din.
Amalarico comprendió la situación al encontrarse rodeado de enemigos por lo que pidió ayuda a Europa sin obtener resultados; ya que no solo se encontraba luchando contra Saladino y Nur al-Din, sino contra la orden de los Asesinos o Hashashin.
En marzo de 1169 d.C. Shirku falleció, siendo su sucesor Saladino quien pasó a convertirse en el visir de Egipto y en 1171 en el Sultán del califato Egipcio, adquiriendo prestigio debido a su liderazgo y capacidad militar. El rescate de Raimundo III de Trípoli se realizó en 1173 y se haría gracias al dinero prestado por los Caballeros Hospitalarios. Aunque Saladino estaba bajo las órdenes de Nur al-Din, había acumulado gran poder y autonomía en Egipto, no obedeciendo todas las órdenes de Nur al-Din; por lo que este recelaba del nuevo Sultán manteniendo una fuerte tensión entre ambos. No osbtante, Nur al-Din comandó una expedición militar hacia Egipto; pero fallecería en el recorrido de la misma en mayo de 1174 producto de una septicemia por un absceso. Su sucesor fue su hijo Ismail al-Malik y puso su corte en Alepo. Saladino, aprovechando las circunstancias atacó Siria poniendo asedio a Alepo. Gumushtigin, un capitán del difunto Nur al-Din contrató a la secta de los Asesinos para que mataran a Saladino. En esta época su líder era Rashid ad-Din Sinan y mantenían resentimiento con Saladino ya que los Asesinos eran de corriente fatimí y habían visto con malos ojos la caída del Califato Fatimí egipcio. Durante la noche, los asesinos ingresaron al campamento y dejaron una nota a un costado de la cama de Saladino advirtiéndole que lo matarían sino levantaba el asedio y se marchara. Saladino se retiró temeroso; pero al año siguiente 1175 volvió a sitiar Alepo. En esta ocasión los Asesinos intentaron asesinarlo, mataron a dos de sus guardias, pero Saladino sobrevivió.

Ese mismo año de 1175 d.C. Saladino realizó una campaña de guerra contra la secta de los Asesinos, atacando sus fortalezas en Siria sin lograr destruirlas. Saladino puso sitio a la fortaleza de los asesinos de Masyaf, en Siria, y una noche mientras dormía en su tienda descubrió una nota atravesada con una daga envenenada que le advertía que sería asesinado si no retiraba el asedio. Saladino gritó aterrado y levantó el sitio. Según algunas fuentes, después de este incidente, Saladino habría buscado un pacto con los Asesinos para evitar ser asesinado. Otras fuentes mencionan que el tío de Saladino hizo un tratado de paz con los Asesinos dialogando con el mismo Rashid ad-Din Sinan. Las circunstancias por las que Saladino sobrevivió a la secta de los Asesinos en los eventos previos es un enigma; ya que los Asesinos difícilmente fallaban en sus cometidos y no perdonaban a sus víctimas.
Balduino IV. Sibila de Jerusalén y Guido de Lusignan.
Amalarico había fallecido en julio de 1174 d.C. dejando como su sucesor a su hijo Balduino IV quien fuese apodado como “El Leproso” ya que padecía de la enfermedad de Hansen, descubrimiento hecho por Guillermo de Tiro en la niñez de Balduino IV al haber sido su preceptor. Por su estado de salud se creía que el joven rey no sobreviviría mucho tiempo y alternativamente la nobleza de Jerusalén mantuvo la opción de su sucesión en: su hermana Sibila habida del matrimonio de Amalarico con Ines de Courtenay (primer matrimonio) o en su medio hermana Isabel habida del matrimonio de Amalarico con María Comneno (segundo matrimonio).
La sucesión se enfocó en su hermana Sibila. Durante el reinado de Balduino el reino comenzó a desmoronarse internamente. La corte tuvo dos facciones que luchaban por el control, una era representada por la nobleza liderada por Raimundo III de Trípoli, quien había actuado como regente de Balduino IV siendo niño, además de María Comneno, bisnieta del emperador Manuel I Comneno y madre adoptiva de Balduino IV. María Comneno, al enviudar de Amalarico I, se había casado con el noble Balián de Íbelin hacia 1177 e Isabel pasaba a ser su hijastra. La otra facción estaba liderada por la madre biológica de Balduino IV: Ines de Courtenay, quien ejercía gran influencia en su hijo, y daba su apoyo a los nobles de la corte: Reinaldo de Chatillon, Guido de Lusignan y Amalarico de Lusignan.
Raimundo III de Trípoli y Balduino IV hicieron casar en 1176 d.C. a Sibila con Guillermo de Montferrato, noble de origen italiano, convirtiéndose en conde de Jaffa y Ascalón. Sibila quedó embarazada de Guillermo y su hijo sería el futuro Balduino V. Ese mismo año de 1176 Reinaldo de Chatillon había sido liberado de su cautividad en la ciudad de Alepo y Balduino IV le dio el dominio de la Fortaleza de Kerak cercana al mar Muerto. También en 1176, Joscelino III de Edesa era liberado de su cautividad en Alepo por un rescate hecho por su hermana Ines de Courtenay para radicarse en Jerusalén sin olvidarse del extinto condado de Edesa.
Guillermo de Montferrato murió en 1177 de malaria en Ascalón. La princesa Sibila, ahora viuda, se convirtió en un premio para los nobles ambiciosos que buscaban obtener el control de Jerusalén.
Guido de Lusignan era hermano de Hugo IX, conde de Lusignan, en Francia. Guido, junto con su otro hermano, Amalarico, había viajado a Jerusalén desde 1170, convirtiéndose en vasallo de Inés de Courtenay, madre del rey Balduino IV, obteniendo su favor.
Saladino había afianzado su poder y decidió invadir el reino de Jerusalén en 1177 con todo su ejército. Balduino IV reunió a todos sus caballeros e infantería para hacer frente a la invasión. El ejército cristiano fue apoyado por Reinaldo de Sidón, Reinaldo de Chatillon, Joscelino III de Edesa, los hermanos Ibelín: Hugo, Balduino y Balián de Ibelín y por los Caballeros Templarios dirigidos por el Gran Maestre Eudes de Saint. Este contingente sorprendió con un ataque en emboscada de la Caballería cristiana al ejército de Saladino mientras marchaba cerca del castillo de Montgisard, derrotándolo en: la Batalla de Montgisard de 1177 d.C., otorgando un respiro al falleciente reino de Jerusalén.
Esta batalla dio un impulso al rey Balduino y a los Caballeros Templarios para la construcción de una fortaleza defensiva contra Saladino y que a la vez rivalizara con el Krak de los Caballeros de la Orden del Hospital, rivales de la Orden del Temple, y sería llamado el castillo de Chastellet. Se eligió estratégicamente para su construcción el vado de Jacobo; ya que era el único paso del rio Jordán entre el reino de Jerusalén y las tierras del este donde reinaba ahora Saladino. El lugar de elección de este castillo estaba a solo un día de distancia de Damasco, por lo que Saladino lo vio como una amenaza, no solo porque podría ser una barrera defensiva, sino porque al ser una fortaleza de igual o mayor magnitud que el Krak de los Caballeros del Hospital, podría convertirse en la punta de lanza de una invasión a sus dominios.
La construcción del castillo inició en octubre de 1178. En el año 1179 d.C. Saladino atacó con sus tropas en varias escaramuzas los primeros trabajos de construcción del castillo que consistían en sus primeros cimientos, haciendo retroceder a las tropas cristianas lideradas por Balduino IV quienes se refugiaron en Tiberíades. En agosto de 1179 aconteció la Batalla del Valle de Jacabo, donde Saladino atacó con su ejército la construcción del futuro castillo, derrotó a la guarnición defensiva, ejecutó a muchos cautivos y luego desmanteló e incendió las bases de la edificación. Balduino IV llegó con su contingente al lugar; pero al ver que los cimientos del castillo estaban destruidos decidió retornar a Jerusalén. Saladino había frustrado las intenciones de los cruzados y esta sería la última acción de magnitud que los reinos cruzados harían en Tierra Santa. Varios cruzados fueron apresados como cautivos, entre estos Balduino de Ibelín, señor de Ramla en nombre de su difunto hermano Hugo. Sería liberado por el emperador Manuel I Comneno al año siguiente de 1180 por medio del pago del rescate.

Al mismo tiempo las rivalidades en la corte de Jerusalén continuaban. Ines de Courtenay, madre de Balduino IV, veía con recelo la influencia que ejercía Raimundo III de Trípoli sobre la corte de Jerusalén junto con Bohemundo III de Antioquía, por lo que sugirió a su hijo Balduino IV que casara pronto a Sibila con Guido de Lusignan. Balduino IV aceptó y en 1180 Sibila y Guido tomaron nupcias, por lo que Guido fue nombrado conde Jaffa y Ascalón. Balduino IV fue presionado también debido a que Bohemundo III y Raimundo III habían llegado a Jerusalén para la pascua con sus ejércitos y el joven rey enfermo temió por un golpe de estado en su contra de ambos, por lo que la boda fue realizada con prontitud. En 1180 fallece el emperador bizantino Manuel y la corona pasa a Alejo II Comneno en medio de tensiones y disturbios en Bizancio. En 1182 Guido de Lusignan fue nombrado regente del reino de Jerusalén. Hecho que traería serias consecuencias para el reino cruzado.
Guido de Lusignan y Reinaldo de Chatillón. La Batalla de Hattin y el declive Cruzado en Tierra Santa.
Muchos cristianos, ante la situación de Jerusalén y el resto de los reinos cruzados en franca desventaja frente a los musulmanes y el definitivo gran poder de Saladino, no deseaban la guerra y algunos sugerían negociar, por lo que en este caso algunos nobles no veían con buenos ojos a Guido de Lusignan, así como a Reinaldo de Chatillon y sus crecientes influencias, ya que eran considerados imprudentes, belicosamente impulsivos, muy ambiciosos y por supuesto, inconscientes frente a la situación de los cristianos en Tierra Santa la cual consistía en una clara desventaja numérica frente a las fuerzas musulmanas que les rodeaban. Prueba de esto es que Saladino tuvo problemas de rivalidad con el gobernador de Alepo: Izz al-Din, sucesor del hijo de Nur al-Din: Ismail al-Malik. Izz al-Din se resistía al dominio de Saladino; por lo que éste último mantuvo con los cristianos una tregua de no agresión a partir de 1181 para enfrentarse con Izz al-Din; no obstante, Reinaldo de Chatillon violó el acuerdo con Saladino atacando y asaltando por cuenta propia las caravanas árabes que circulaban cerca de la fortaleza de Kerak bajo su mando y formó además una escuadra de barcos para asaltar en actos de piratería a las poblaciones árabes en el Mar Rojo, acontecimientos que escandalizaron y enfurecieron a los musulmanes.
Saladino, en represalia por violar el acuerdo, atacó con su ejército la fortaleza de Kerak en 1182 d.C. pero levantó el sitio de asedio al castillo, retirándose del lugar, ante la llegada del ejército de Balduino IV, dirigido por Raimundo III de Trípoli, para salvar la fortaleza ese mismo año. Es muy posible que la retirada de Saladino se debiera a que en ese momento no contara con tropas suficientes para enfrentarse a los cruzados o debido a las luchas que mantenía con Izz al-Din y tener que enfrentarse a dos frentes a la vez. La tregua con Saladino se mantuvo también gracias a la mediación del Maestre de los Caballeros Templarios: Arnaldo de Torroja con el líder kurdo. Pero Reinaldo de Chatillon aprovechó la situación y se alió ese mismo año de 1182 con Guido de Lusignan y Sibila, potenciando una candidatura de Guido como rey de Jerusalén y formando así una alianza contra Raimundo III de Trípoli.
Balduino IV, limitado en este tiempo por las secuelas de su enfermedad avanzada, se percató muy tarde del error que implicaban las conductas de Chatillon y Lusignan. El mismo Guido atacó a varias caravanas árabes indefensas, por lo que en 1184 Balduino IV quiso abolir el matrimonio de Guido con su hermana Sibila; pero Sibila se rehusó. Balduino IV optó por nombrar a su sobrino Balduino V, hijo de Sibila y su primer esposo Guillermo de Monferrato, como su sucesor, siendo un niño de 6 años, y nombró a Raimundo III de Trípoli como regente del niño, excluyendo a Sibila y a Guido de la corona. Al mismo tiempo Balduino IV estableció que en caso de la muerte de Balduino V, el sucesor del trono sería definido por un consenso entre los reyes de Inglaterra, Francia y el Sacro Imperio Germánico. Sin embargo, algunos nobles eran reacios a la participación y regencia de Raimundo III, entre los cuáles estaban el mismo patriarca Heraclio de Jerusalén y Joscelino III de Edesa, hermano de Ines de Courtenay, madre de Balduino IV, y quien había sido nombrado anteriormente por su sobrino como senescal. Heraclio, Joscelino III y otros nobles apoyaron además a Guido de Lusignan.
Ines de Courtenay murió en 1183. Balduino IV falleció en 1184 d.C. producto de la enfermedad de lepra a la edad de 24 años. Otros autores proponen su fallecimiento en mayo de 1185. Balduino V heredó la corona, pero siendo un niño enfermizo, falleció entre 1185 y 1186 d.C.
Desde el año 1184 al 1185 d.C. el Patriarca de Jerusalén Heraclio de Auvernia viajó a Europa junto con el Gran Maestre de los Caballeros Hospitalarios: Roger de Mounlins y el Gran Maestre de los Caballeros Templarios: Arnaldo de Torroja, para pedir ayuda a los reinos cristianos y su apoyo en la sucesión del trono de Jerusalén, especialmente haciendo escalas en Inglaterra, Francia e Italia. Los nobles, especialmente, el rey Enrique II de Inglaterra y Felipe II de Francia, no ofrecieron ayuda en una nueva campaña para ayudar al falleciente reino cruzado. Según los cronistas de la época, molestó en gran manera a la nobleza europea la vestimenta lujosa de Heraclio y el ostentoso séquito de acompañantes de Jerusalén, por lo que los reyes y los grandes señores feudales opinaron que «tales lujos no eran dignos de un patriarca» y que «si el reino de Jerusalén era tan rico para permitirse dichos lujos, podía ayudarse a sí mismo sin la necesidad de Occidente». Lo cierto es que el opulento estilo de vestir bizantino había influenciado las cortes de Jerusalén y los reinos cruzados; así como algunas costumbres orientales que no eran del agrado de muchos occidentales.

Es en este viaje, en 30 de septiembre de 1184, donde el Gran Maestre de los Templarios: Arnaldo de Torroja muere. Su sucesor fue, inexplicablemente, Gerard de Ridefort, un noble ambicioso quien se había unido a la Segunda Cruzada para conseguir fortuna. Gerard había entablado amistad con Raimundo III de Trípoli ofreciéndole en matrimonio a una mujer rica entre sus vasallas; pero Raimundo cambió de idea otorgando a la mujer a otro noble. Gerard tomó el incidente como una afrenta y se convirtió enemigo de Raimundo III. Se unió al Temple desde 1183 escalando posiciones con demasiada rapidez. (Se desconoce si por influencias de Guido de Lusignan sobre el Temple). Gerard de Ridefort apoyaría a las pretensiones de Guido de Lusignan a aspirar al trono y sería recordado como un Maestre del Temple insensato, con un pésimo liderazgo y por realizar campañas temerarias infructuosas contra los musulmanes que resultaron con la pérdida de cientos de vidas de caballeros templarios en consecuencia.
Al morir Balduino V, la corte dividida entre facciones. Entre estos había muchos que pusieron en duda los derechos de Sibila por la nulidad del matrimonio de sus padres y eran partidarios de la coronación de Isabel, media hermana de Sibila. Sin embargo, el testamento de Balduino IV fue ignorado y entre maniobras políticas la corte no tuvo más remedio que elegir a Sibila de Jerusalén con la condición para sus opositores que se divorciara de Guido de Lusignan y que escogiera a un nuevo rey consorte. Sibila así lo aceptó, se divorció de Guido previamente y en su coronación en septiembre de 1186 por el patriarca Heraclio, como nueva reina de Jerusalén escogió inmediatamente como esposo una vez más a Guido de Lusignan, siendo apoyada por miembros de la nobleza afines, la Iglesia de Jerusalén, los Caballeros Templarios y los Caballeros Hospitalarios. Con esta acción, Sibila había contrariado a los miembros opositores de la corte de Jerusalén. Guido, por lo tanto, se convirtió en el nuevo monarca.
Miembros opositores en la nobleza, entre los que se encontraba Raimundo III de Trípoli, Bohemundo III de Antioquía y Balduino de Ibelín, señor de Ramla en Jerusalén, quisieron realizar un golpe de estado ante la conspiración urdida, buscando elegir como reina a la hermanastra de Balduino IV y Sibila: Isabel de Jerusalén, hija habida del rey de Jerusalén Amalarico I y su segunda esposa María Comnena. Isabel se había casado con el noble: Hunfredo IV de Torón, condestable de Jerusalén. Sin embargo, Hunfredo se rehusó a participar y apoyar un golpe de estado pues no deseaba iniciar una nueva guerra civil que solo debilitaría el reino aún más. Hunfredo rindió homenaje a Guido como nuevo rey en octubre de 1186. Sin otra alternativa, el resto de nobles opositores decidieron rendir homenaje a Guido de Lusignan. Raimundo III fue la única excepción junto con Balduino de Ibelín. Sin rendir homenaje a Guido y a Sibila, Raimundo retornó a Trípoli y Balduino de Ibelín buscó refugio en Antioquía donde fallecería en el exilio hacia 1187.
Para 1186 Saladino había obligado a Izz ad-Din a aceptar su soberanía. Y en este año de 1186 Reinaldo de Chatillon atacó una caravana árabe con libre derecho de paso donde viajaba la hermana de Saladino. Reinaldo y su tropa tomaron el botín. Saladino exigió la devolución de los bienes; pero Reinaldo se rehusó, hecho que, junto a los constantes ataques y violaciones al acuerdo de paz por Reinaldo, hizo que Saladino suspendiera la tregua e iniciara la conquista definitiva de los territorios cristianos. El mismo Guido de Lusignan reprendió a Chatillon por su osadía, pero este aseguró que «solo defendía su territorio de Kerak» y se excusó argumentando «que él no había firmado la tregua con los musulmanes». También En octubre de 1186 d.C. Guido de Lusignan y su ejército realizó un ataque en represalia contra Raimundo III en Galilea (Trípoli) acusándolo de traición. Raimundo resistió el asedio; pero al final, sin otra opción, buscó la ayuda de Saladino ofreciéndole un trato al permitirle el paso de sus tropas a través de las tierras de Galilea sin atacarlo a cambio de protección. Saladino aceptó el trato y envía tropas en ayuda a Raimundo III obligando al ejército de Guido a retirarse.
En marzo de 1187, Saladino reunió todas sus fuerzas e inició una invasión a gran escala sobre el reino de Jerusalén. Los primeros ataques intensificados fueron realizados desde mayo de ese año. El 30 de abril de 1187 una delegación de Jerusalén conformada por los maestres del Temple y el Hospital, Gerard de Ridefort y Roger de Moulins, junto a varios nobles y Joscio, arzobispo de Tiro, viajaron a Tiberíades, donde estaba radicado Raimundo de Trípoli para ofrecerle una negociación de paz en nombre del rey Guido de Lusignan. En el camino de Seforia, supieron de la aproximación de un ejército de avanzada de Saladino. Raimundo de Trípoli les aconsejó buscar refugio en Tiberíades; ya que Saladino le había prometido no atacar las ciudades donde hubieran refugiados en el condado de trípoli y la fuerza de musulmanes les superaba en número; pero Gerard de Ridefort cabalgó hasta Nazaret, reunió un grupo de templarios y caballería ligera y con Roger de Moulins atacaron a las fuerzas de Saladino el 1 de mayo de 1187, desarrollándose la Batalla de Seforia. Los cruzados fueron derrotados, en un aproximado de 400 a 500 efectivos contra 7,000 musulmanes. Según las crónicas, solo Gerard de Ridefort y dos caballeros templarios sobrevivieron al final de la contienda, huyendo de la misma, una situación que no era permitida en las reglas de la Orden del Temple.

Los musulmanes cabalgaron de regreso a Siria, pasando por Galilea, con las cabezas cortadas de los cruzados muertos en la batalla clavadas en las puntas de sus lanzas. Raimundo III, al saber la noticia, decidió unirse a los cruzados contra Saladino. Algunas fuentes mencionan que buscó unirse a Guido de Lusignan debido a que sus súbditos amenazaron con la desobediencia y los prelados con excomulgarlo. Raimundo III se reconcilió al final con Guido de Lusignan.
Hacia mayo de 1187, Saladino invadió el Condado de Trípoli atacando a Tiberíades bajo un asedio con un enorme contingente armado. En la ciudad se encontraba Eschiva de Bures, esposa de Raimundo III, quien pidió ayuda a los cruzados en Jerusalén. Según las crónicas, el mensajero logró pasar el campamento musulmán debido a que Saladino lo permitió. Su objetivo era atraer a los cruzados al campo de batalla para sacarlos de Jerusalén y sus ciudades.
Recibiendo el mensaje y conociendo la situación del gran ejército de Saladino, el rey Guido de Lusignan, Raimundo III y el resto de la corte de Jerusalén, incluido Reinaldo de Chatillon y Gerard de Ridefort, se reunieron en la ciudad de Nablus.
Durante el consejo, Raimundo III de Trípoli refirió que lo mejor era dejar caer Tiberíades, a pesar que su esposa estaba en la ciudadela; ya que había adivinado que el juego de Saladino consistía en hacer salir a las fuerzas cristianas para realizarles una emboscada y la mejor opción era que Saladino fuera hacia Jerusalén, resistir un asedio y pedir refuerzos a Bohemundo III de Antioquía. Por otro lado, la época no era propicia para el avance hacia el norte, debido al excesivo calor y las escazas fuentes de agua con los pozos secos por la temporada. Guido de Lusignan y otros nobles estuvieron de acuerdo con él. Sin embargo, el maestre de los Templarios y Reinaldo de Chatillon acusaron a Raimundo III de cobardía en su propuesta y ambos argumentaron que lo mejor era atacar porque la pasividad permitiría a Saladino la conquista de Jerusalén. El rey Guido de Lusignan estaba indeciso; aunque dispuesto a considerar la propuesta de Raimundo; pero Ridefort le recordó a Guido que Raimundo había acordado previamente una alianza con Saladino y argumentando que no era un hombre de confianza.

Según los historiadores, la razón de la insistencia de Gerard de Ridefort para atacar a Saladino, era el deseo de vengar el terrible fracaso de la Batalla de Seforia sufrido y borrar el peso de la humillación por su escapatoria del campo de batalla violando las propias reglas de la institución del Temple, la cual estipulaba que un caballero templario debía luchar hasta el final en una batalla y morir antes que huir de la lucha, hecho que incluía al mismo Gran Maestre. El rey Guido, finalmente convencido, ordenó a todo su ejército marchar hacia Tiberíades y Raimundo III fue designado para guiar al contingente a través de Galilea debido a que conocía el terreno.
Según las crónicas, se reunieron todos los caballeros del reino de Jerusalén, apoyados por infantería, Caballeros Templarios, Caballeros Hospitalarios, otras órdenes como la de San Lázaro y fuerzas de Trípoli y Antioquía, sumando un total entre 10,000 y 20,000 efectivos. Las tropas de Saladino al momento de la invasión sumaban hasta 50,000 miembros. Posiblemente, las cifras sean exageradas para ambos bandos, no obstante, las fuerzas de Saladino eran muy superiores a los cruzados. Un dato plausible estimado de las fuerzas contendientes rondaría entre los 5,000 efectivos cristianos en total contra 15,000 musulmanes.
En la marcha hacia Tiberíades, el ejército de los cruzados fue emboscado por arqueros musulmanes y la caballería ligera musulmana que atacaba constantemente los flancos del contingente cruzado y la retaguardia vigilada por los templarios durante la marcha. El calor de la estación agobió abrumadoramente la marcha de los cristianos deshidratándolos, al grado que muchos caballos murieron de insolación y muchos caballeros marchaban a pie agobiados por el rigor del duro clima desértico. Raimundo sugirió avanzar hacia Hattin, un pueblo donde había un pozo de agua. En la marcha alcanzaron una meseta donde Guido ordenó acampar por la noche con las reservas de agua agotadas. Los caballeros e infantes que salían del campamento en patrullas en busca de agua desesperados, eran emboscados y asesinados por las tropas musulmanas. Al día siguiente el ejército cruzado continuó avanzando hasta llegar a un valle entre dos colinas llamadas los cuernos de Hattin. En este punto fueron sorprendidos por el ejército de Saladino, quemando en primera instancia el pasto y la hierba seca alrededor de los cruzados asfixiándolos con el humo y posteriormente les cerraron el paso rodeando al ejército cruzado.
Guido de Lusignan ordenó a Raimundo una carga de caballería. Este, y sus caballeros, atravesaron la barrera del ejército musulmán por su flanco derecho. Las filas enemigas habían abierto paso a la caballería de Raimundo, pero inmediatamente después cerraron filas para impedir que retornaran con los cruzados atrapados. Raimundo junto a sus acompañantes de la carga de caballería, sin poder rescatar a los cruzados, emprendió la huida hacia Tiro.

Saladino lanzó el asalto final rodeando al ejército cruzado. Aunque varias cargas de caballería templaria y hospitalaria hicieron retroceder a los musulmanes, no lograron romper el cerco, y el ejército musulmán estrechó el circulo hasta derrotar a todo el ejército de los cruzados la noche del 4 de julio de 1187, denominada como la Batalla de Hattin o Batalla de los Cuernos de Hattin. Se estima que la mayor parte del ejército de los cruzados fue aniquilado durante la lucha, los sobrevivientes capturados fueron decapitados y solo unos cientos (algunas fuentes refieren solo unas cuantas docenas) lograron escapar durante la batalla; entre estos estaban Balián de Ibelín, Reinaldo de Sidón y Raimundo IV de Antioquía, este último hijo de Bohemundo III de Antioquía.
Todos los caballeros templarios, los hospitalarios y pertenecientes a las otras órdenes sobrevivientes fueron ejecutados implacablemente. El campo de Hattin dejó miles de cadáveres del bando cristiano y rimeros de cabezas de los cuerpos decapitados. Entre los sobrevivientes cautivos, Saladino tomó prisionero a Guido de Lusignan y a Reinaldo de Chatillon que fueron llevados a su tienda. El mismo Saladino decapitó con sus propias manos a Reinaldo por sus crímenes cometidos contra las caravanas y poblaciones musulmanas. Guido de Lusignan fue llevado a Damasco como prisionero.

Las ciudades cristianas se rindieron a Saladino posteriormente en las semanas siguientes. Eschiva de Bures, esposa de Raimundo III, rindió Tiberíades y se reunió con su esposo en la ciudad de Tiro. Raimundo junto a su esposa se refugiaron en Trípoli donde él caería enfermo y fallecería en octubre o noviembre de 1187. Según algunas fuentes acrecentó su mal estado de salud la pena de la derrota sufrida ante el ejército de Saladino y la muerte de miles de cruzados en la Batalla de Hattin. A su deceso, debido a que no tenía hijos, heredó el Condado de Trípoli a su ahijado: Raimundo IV de Trípoli, hijo mayor de Bohemundo III de Antioquía. Raimundo IV regiría el Condado de Trípoli desde 1187 hasta 1189 d.C.
Sitio de Jerusalén de 1187. La entrega de Jerusalén a los musulmanes.
Saladino avanzó posteriormente hacia Jerusalén para su conquista y su ejército arribó a las afueras de la ciudad estableciendo un sitio a partir del 20 de septiembre de 1187.
Previamente Balián de Ibelín, quien había sobrevivido a la derrota de Hattin, había pedido permiso a Saladino un paso seguro para recuperar a su mujer María Comneno y a su familia en Jerusalén. Balián ingresó a la ciudad previo a la llegada del ejército de Saladino. Ahí, el patriarca de Jerusalén: Heraclio y la reina Sibila le suplicaron defender la ciudad, la cual estaba en caos debido a que recibió a los refugiados de las otras ciudades entregadas a Saladino. Balián aceptó tomar la defensa de la ciudad, pero contaba con muy pocos caballeros y nobles para resistir, por lo que armó caballeros a varios burgueses y escuderos animados y decididos a defender la ciudad. En su ayuda estuvieron voluntarios de la ciudad y los caballeros Templarios y Hospitalarios que habían quedado a resguardo de sus cuarteles en el interior de Jerusalén.
Balián tomó el mando y preparó el almacenamiento de víveres y pertrechos de guerra. Saladino arribó con su ejército a las afueras de Jerusalén el 20 de septiembre de 1187. El general musulmán prefería tomar la ciudad por rendición incondicional; pero los sitiados preferían destruir la ciudad antes que entregarla, por lo que Saladino no tuvo más remedio que iniciar el asedio.
Saladino atacó los muros de Jerusalén por medio de máquinas de asedio y torres rodantes; pero los cruzados defensores atacaban los avances del enemigo por medio de flechas y proyectiles logrando derribarlos.
Los ataques habían iniciado en los sectores de la Torre de David y la Puerta de Damasco sin obtener resultados debido a la continua defensa de los sitiados. Saladino trasladó el 26 de septiembre de 1187 sus máquinas de asedio al área del Monte de los Olivos donde sus ataques fueron constantes. Un sector de la pared fue derribado y minado el 29 de septiembre de 1187 y Saladino ordenó un avance general de sus tropas para ingresar por la brecha abierta; sin embargo, los cruzados no permitieron el avance de los musulmanes organizando y disponiendo sus tropas sobre la brecha para impedir el paso de los invasores, por lo que ambos ejércitos se enfrentaron sobre la abertura logrando que el ejército de Saladino no ingresara a la ciudad.
Al mismo tiempo los ataques continuaban en otros sectores de la ciudad, donde los musulmanes plantaban sobre las murallas sus banderas, al haberlas escalado, en señal de conquista, pero rápidamente eran derribadas por los sitiados y los musulmanes derribados y derrotados repeliendo los ataques en las murallas. Esta situación permitió que Balián de Ibelín saliera de la ciudad para ofrecer una entrega negociada de la ciudad a Saladino.
Saladino, viéndose contrariado por la férrea defensa de los cruzados y los habitantes, accedió a razón que se pagara un rescate en besantes (antigua moneda bizantina de oro o plata utilizada por los musulmanes en tiempos de las cruzadas) por cada residente de Jerusalén en aquel momento, incluyendo hombres, mujeres y niños. Debido a un precio elevado por cada persona impuesto por Saladino, Balián de Ibelín negoció el precio con el sultán, tras reunir el dinero de las arcas de la ciudad, iglesias, donaciones, etc., mientras que otros solicitaron más tiempo para pagar el rescate debido a que la cantidad que Saladino exigía, un aproximado de 100,000 besantes, no pudo ser reunida, a pesar que Balián de Ibelín y Heraclio dieron gran parte de su fortuna por la liberación de muchos cristianos.

Balián entregó las llaves de la ciudad el 2 de octubre de 1187. Saladino permitió la salida de los habitantes de Jerusalén y no tomar la ciudad de forma sangrienta como en la Primera Cruzada de 1099.
Los habitantes de Jerusalén salieron de forma ordenada en tres filas. La primera fue escoltada por los caballeros Templarios, la segunda por los Hospitalarios y la tercera por Balián y Heraclio. Muchos habitantes no pudieron conseguir pagar rescate, por lo que fueron tomados como esclavos por los musulmanes. Saladino perdonó a muchos de estos otorgándoles su libertad. Saladino también permitió que la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén estuviera en manos cristianas.
Muchos de los habitantes expulsados de Jerusalén, ahora como refugiados, viajaron a otras ciudades cristianas de la costa para intentar vivir en estas o retornar a Europa. Muchos de estos refugiados fueron expulsados en Trípoli a su paso.
El resultado de la batalla de Hattin y la conquista de Jerusalén por Saladino a partir de octubre de 1187 se extendió por toda Tierra Santa, Bizancio y Europa, especialmente de la voz de Joscio, arzobispo de Tiro, lo que obligaría al Papa Gregorio VIII a emitir una bula papal el 29 de octubre de 1187 haciendo el llamado de una nueva cruzada para liberar Jerusalén; sin embargo, la Tercera Cruzada no se pondría inmediatamente en marcha sino hasta el año 1189 d.C.
Bibliografía:
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-Tyerman, Christopher. «Las Guerras de Dios. Una Nueva Historia de las Cruzadas». Editorial Crítica. Barcelona, España. 2010.
-Riley-Smith. Jonathan. «¿Que fueron las Cruzadas?» Editorial Acantilado. España. 2012.